INTRODUCCIÓN
El derecho a la alimentación es un derecho humano inherente a niñas o niños, mujeres, hombres. En nuestro país, desde el Triunfo de la Revolución en 1959, la infancia ha sido el centro de múltiples políticas sociales con el fin de revertir la situación en que vivía este grupo etario, en especial en áreas rurales. Las principales acciones han estado encaminadas a preservar la salud y el bienestar de niños y niñas mediante la relación entre sectores como los de salud, educación, deporte y recreación, comercio, entre otros. La garantía a una alimentación adecuada para toda la población es una preocupación permanente del Estado.
Cuba se ha suscrito a los acuerdos internacionales que consagran el derecho de todos los seres humanos a una alimentación saludable. La garantía a una alimentación adecuada para toda la población es una preocupación permanente del Estado. No obstante, varios estudios sustentan dificultades que presentan algunas familias para satisfacer la alimentación familiar (Iñiguez & Ravenet, 2000; García, 2010; Zabala, 2010; Ruiz, 2011; Peña, 2013).
En la actualidad ha sido objeto de interés el estudio de la alimentación en la infancia por diversas disciplinas e instituciones especializadas, principalmente con acercamientos desde la nutrición y la cultura alimentaria1. No obstante, la alimentación como hecho social ha sido poco abordada desde los enfoques de la Sociología en Cuba, a lo que se une la escasez de estudios sobre la influencia del ámbito social en los hábitos alimentarios de los niños(as). El presente estudio tiene como objetivo analizar condicionantes sociales en la conformación de hábitos de consumo alimentario2 de niños(as) en dos escuelas de enseñanza primaria de La Habana e identificar diferencias y similitudes.
MATERIALES Y MÉTODOS
El substrato de la estrategia investigativa, fue la selección de escuelas donde predominaran niños cuyo consumo alimentario dependiese de lo proporcionado o promovido por sus familias, y no están insertados en el régimen de seminternado3. Así, la primera escuela seleccionada “Armando Ramos” es la de menor porciento de semi internos (23%) de las 1229 escuelas primarias de la provincia La Habana localizada en la escuela de El Mirador municipio San Miguel del Padrón, en el curso 2016-2017. La segunda, “Guerrillero Heroico”, es una de las cuatro de régimen externo que no oferta el régimen de semi internado en el municipio de Marianao y los niños deben salir a almorzar.
En el diseño metodológico fueron definidas cuatro dimensiones: características sociodemográficas y socioeconómicas, accesibilidad a los alimentos según estructura de las comidas y los gustos y preferencias, explorados mediante 13 variables y 23 indicadores. A partir de ello se elaboró un cuestionario para niños(as) con un total de 46 preguntas (31 cerradas y 15 abiertas), aplicado como entrevista personalizada, cara a cara y un cuestionario con 39 preguntas (26 cerradas y 13 abiertas) a aplicarse a uno de los padres o al tutor de los niños(as), entregado directamente a cada niño(a) previo consentimiento de los padres4 y la devolución fue controlada por la directora de las escuela.
Fueron entrevistados 18 informantes claves: directores (2), maestros (4), administradores de las escuelas (2), administradores del Centro de Elaboración del Almuerzo Escolar del Consejo Popular Diezmero del municipio de San Miguel del Padrón (2); delegados de circunscripción (3) y médicos (2) y enfermeras (3) de los consultorios más cercanos a las escuelas. Otras técnicas aplicadas como la observación no participante y la entrevista a expertos.
Se estudiaron 41 niños (23 niños(as) de 3er grado y 18 niños(as) de 5to grado) y 40 madres de la escuela primaria Armando Ramos de San Miguel del Padrón, y 29 niños(as) (12 niños(as) de 3er grado y 17 niños(as) de 5to grado) de la escuela Guerrillero Heroico de Marianao; y 29 madres de la escuela Guerrillero Heroico para un total de 70 niños (as) y 69 madres.
Los resultados de las entrevistas a niños(as) y del cuestionario aplicado a padres o tutores, fueron llevados a una base datos que fue procesada en el software Microsoft Excel 2018, también empleado en la elaboración de la información gráfica. En las descripciones y análisis se emplearon tanto datos absolutos, como frecuencias relativas. La dinámica de investigación facilitó la hibridación de los pasos seguidos y los métodos empleados, todo lo cual aportó mayor riqueza al estudio.
APROXIMACIÓN A LOS HÁBITOS DE CONSUMO ALIMENTARIO DE NIÑOS (AS) EN LA ESCUELA DE EL MIRADOR
La escuela recibe alumnos del barrio de El Mirador y de Alturas del Mirador, surgidos en la década del 90 del pasado siglo y aún en crecimiento, ambos periféricos, y caracterizados por la notable concentración de inmigrantes, concentrados en las Alturas del Mirador, con urbanización irregular y condiciones de ilegalidad, por lo que muchas familias no cuentan con la opción de alimentos por la vía normada5, corroborado por datos de la Dirección Municipal de Planificación Física (Dirección Municipal de Planificación Física, 2013).
Características sociodemográficas y socioeconómicas
En ambas aulas estudiadas predominan los niños(as) de color de piel no blanco. Más de la mitad de los niños(as) son de familias nucleares completas y prevalecen los que residen en núcleos familiares de 4 miembros, cifra más elevada que la que aportó el Censo de Población y Viviendas en el 2012 para el municipio donde se localiza esta escuela que fue de 2,97. Cabe señalar que no conviven con alguno de sus padres el 7,32% de los niños(as), en ambos grados los niños(as) inmigrantes son más frecuentes (63%), con valores porcentuales superiores en los de quinto grado (78%).
En cuanto a la escolaridad de las madres, fueron más frecuentes las de nivel pre universitario terminado (49%), seguida del nivel secundario (35%) y cuatro madres poseían nivel universitario terminado (10%). Estudios recientes sobre madres de niños(as) de 0 a 17 años en este municipio arrojó un nivel de escolaridad medio superior de 54% y un 17% con nivel universitario, En general el nivel de escolaridad de las madres de niños (as) de quinto grado es más elevado que las de tercero.
Poco más de las tres cuartas partes del total de madres declaran ser amas de casa, cuatro están vinculadas al sector estatal y cinco son trabajadoras por cuenta propia. No obstante, según la directora de la escuela “muchas de estas madres se acercan a ella para procurar que la escuela provea el almuerzo a sus hijos, porque no pueden estar en las casas cuando sus hijos vienen a almorzar” y “…se sabe que muchas trabajan de manera informal, o como se dice en la lucha en la cuevita6, y revendiendo”. Es probable que este hecho pueda estar induciendo efectos negativos en el desarrollo de los niños (as) incluyendo el afectivo.
La resolución de 1979 que regula el derecho al semi internado en la enseñanza primaria, experimentó una acertada modificación7. En ella se aporta una mayor autonomía al consejo de dirección de las escuelas primarias para realizar verificaciones de las solicitudes, el otorgamiento, y la publicación de las capacidades otorgadas y la identificación de casos sociales, lo cual pudiera reevaluar los “casos particulares” que se presentan en esta escuela.
La valoración de la situación económica familiar de regular y mala es predominante, así como el carácter inestable de los ingresos familiares, con una frecuencia superior en las familias de niños(as) de quinto grado. Es llamativo que valoraciones de buena situación económica solo es referida por seis de los 40 adultos del estudio, coincidiendo de forma absoluta con los que califican situación económica familiar de estable.
Las madres de los niños(as) de ambos grados mencionan con mayor frecuencia el criterio de “precios” en la selección de los alimentos que compran. Se evidenció una relación entre la compra con más frecuencia de alimentos de más altos precios solo para sus hijos como la leche, la carne, y las salchichas y la valoración de la situación económica familiar más favorable, y por el contrario la compra de alimentos como pan, refresco instantáneo y huevo para las de mala y muy mala situación económica. Aunque escapa a los objetivos de esta investigación, pueden inferirse efectos en el estado nutricional que pueden estar generándose entre los niños(as) en estudio a corto o mediano plazo.
Hábitos de consumo según la estructura de las principales comidas
La casi totalidad de los niños(as) desayunan, con una frecuencia mayor en los de tercer grado (96%). Solo un niño expresó “no desayuno porque no me gusta, me compro galleticas para venir a la escuela”. Estos criterios coinciden, en general, con el de sus madres, las cuales declararon que todos sus hijos(as) desayunan. Un 43,52% de los niños(as) de tercer grado toman leche, un 30,4% refresco instantáneo y el resto, 6 niños(as), no toma ningún líquido. La mayoría acompaña el desayuno con pan, ya sea solo o con agregados. En el aula de quinto grado seis niños(as) (33%) refirieron no desayunar, de ellos cinco son inmigrantes que residen hace menos de cinco años en el barrio de Alturas del Mirador. La mitad de los que desayunan toman leche, la cuarta parte yogurt de soya, 2 toman refresco instantáneo y uno no ingiere líquido. La mayoría refiere comer pan con algún agregado y dos el pan sin otro ingrediente.
Con posterioridad a la aplicación de la entrevista, otros tres niños(as) expusieron no desayunar incrementando la anterior cifra a 9 (el 50% del total entrevistado) y expresaron frases como las siguientes: “porque no hay nada en la casa”, “porque el pan es para traerlo para la merienda”, “si desayuno no puedo merendar en la escuela”, entre otras.
Ello identificaría como condicionante social de la falta de hábito de desayunar la dimensión económica familiar, a lo cual se incorporaría el rechazo de niños(as) a ingerir alimentos en la primera comida del día. No obstante, sea cuales fueren los factores es evidente que faltan conocimientos o valoración en el seno familiar sobre el significado del desayuno en la salud de sus hijos, o de métodos que los inciten a esta práctica.
Como en el caso del desayuno, los tipos de alimentos y la variedad difieren entre los niños(as) de los grados estudiados, a favor de los de tercer grado e incluso uno de los niños de quinto grado manifestó merendar con frecuencia “pan solo y agua”, es nativo del barrio donde reside al igual que sus padres, la madre es ama de casa y el padre trabajador por cuenta propia sin licencia y coincide con la valoración de la situación económica familiar de muy mala.
En ambas aulas más de la mitad de los niños(as) meriendan, la mayoría de ellos (70%), compran los alimentos en el receso o en el camino a la escuela y el resto la lleva de sus casas, excepto dos niños del quinto grado que no meriendan. El contenido de la merienda es similar en ambos grados dada que acceden a las mismas ofertas de vendedores ambulantes y cafeterías cercanas a la escuela, donde se expenden en general caramelos y dulces, alimentos fritos y panes con agregados. Estudios de Faugier (2001), refieren que cada vez hay una mayor proporción de alimentos que se consumen fuera de la casa, por ejemplo, en las escuelas y al salir de estas instituciones. La disponibilidad de alimentos saludables en casa y fuera de casa disminuyen cada vez más y en muchos entornos escolares, el acceso a opciones alimenticias saludables escasea.
Los alimentos que habitualmente consumen en el almuerzo mostraron notable diferencias en el tipo y la variedad de estos, y fueron agrupados de forma convencional. El grupo uno de mayor variedad y tipos de alimentos obtuvo mayores frecuencias en los niños (as) de tercer grado, donde además del arroz, fue mencionado el huevo, las diferentes carnes, y embutidos en tanto predominaron en quinto grado los niños que refirieron consumir casi siempre arroz y huevo, y en algunos casos el picadillo texturizado o enriquecido con harina de soja (nombrado de forma popular como picadillo de soya) y frijoles.
En la comida (tarde-noche), se constataron pocas diferencias en relación con el almuerzo, y se destacan los de tercero que consumen con más frecuencia carnes y los de quinto grado mayor alusión a los embutidos. Cabe mencionar que en ambos grados se hicieron pocas menciones al consumo habitual de vegetales y frutas tanto en el almuerzo como en la comida.
Según los grupos identificados, se aprecian más amplias diferencias entre grados, y una homogeneidad en los alimentos consumidos en el almuerzo como en la comida de la tarde-noche, (figura 1).
En ambos grados los niños(as) cuyo consumo de alimentos se ubicó en el primer grupo de alimentos, coinciden con valoraciones de situación económica buena, regular y en ambos casos estable, mientras que para los clasificados en el segundo grupo, la valoración fue de regular inestable, mala y muy mala situación económica, con un predominio en niños(as) de quinto grado. Cabe mencionar que los niños(as) de ambos grados hacen pocas menciones al consumo de vegetales, tanto en el almuerzo como en la comida.
Gustos y preferencias
De los alimentos que más les gustan a los niños(as) se destacan en ambos grados las chucherías8 con menciones más frecuentes a los caramelos y los dulces además de los panes y los refrescos de lata, alimentos que se corresponden con lo que más consumen a excepción del refresco en lata. Resultados de investigaciones (Roque, 2015; Marrero, 2015; Hernández, 2016) evidencian las preferencias en los niños(as) por las confituras y en el caso de Hernández (2016) se obtuvo como resultado que más del 92% de los escolares estudiados consumen confituras y al 60% de sus familiares les gustan los dulces (Hernández, 2016, p. 25).
Aunque en ambos grados el refresco enlatado resultó uno de los alimentos que más les gustan, la mayoría de los niños(as) consumen con mayor frecuencia los refrescos instantáneos. En este caso se puede inferir con mayor claridad, que el precio del alimento determina lo que habitualmente se consume. Resultados similares obtuvieron las investigaciones de Porrata (2009); Iñiguez (2013); Díaz (2014) y en varios estudios se ha resaltado la repercusión del consumo diario de refrescos en la salud de los menores (Roque, 2015; Marrero, 2015). Los ingredientes de estas bebidas apenas tienen valores nutritivos, con elevado contenido de azúcares y contribuyen al desarrollo de enfermedades como la obesidad, entre otras. Con menor frecuencia se identificó el gusto por el arroz, el pollo y la carne. Cabe destacar que once niños(as) de quinto grado (61%) mencionan las carnes de cerdo y de pollo, como los alimentos que más les gustan, y cinco de las madres de estos argumentaron que no podían comprar los alimentos preferidos por sus hijos(as). Se halló una total coincidencia con la declaración del factor precio como determinante de la compra de alimentos y la valoración económica familiar de regular y muy mala.
De los alimentos que refieren los niños(as) de ambas aulas como los que más les gustan y no consumen, las frutas alcanzan valores superiores de mención, las cuales no fueron referidas entre los alimentos que consumen, y la manzana sobresale con más del 50% en ambos grados.
La preferencia por la manzana fue antes constatado por Díaz et. al (2015). En el caso de los niños(as) de quinto grado, además de las frutas, las carnes también fueron mencionadas como los alimentos que más les gustan y no consumen, lo cual se corresponde con la baja frecuencia de consumo de tipos de carnes reflejado en los grupos de clasificación según hábitos de consumo de alimentos, y en lo referido por las madres de estos niños como los alimentos que casi nunca consumen sus hijos.
Entre los alimentos que los niños nunca consumen se destacan aquellos de precios relativamente elevados, y de oferta irregular, ofertados solo en algunos tipos de mercado, aunque no se descuenta el gusto. Llama la atención la homogeneidad en la identificación de estos alimentos en ambos grados, (figura 2).
Por último en la observación no participante realizada por las autoras en murales de las aulas y otras áreas de la escuela, se hallaron materiales educativos sobre temas relacionados con el tabaquismo, la sexualidad, la autoestima, y se notó la ausencia de algún material referido al consumo de alimentos saludables o a la importancia del consumo de frutas y vegetales.
APROXIMACIÓN A LOS HÁBITOS DE CONSUMO ALIMENTARIO DE NIÑOS(AS) DE LA ESCUELA DE JESÚS MARÍA
La escuela recibe niños (as) de barrios consolidados desde la década del 40 del pasado siglo, y predominan los de Jesús María y Santa Felicia, de urbanización regular, de población relativamente estable, que creció en la periferia de la ciudad de Marianao, conurbada a la ciudad de La Habana, ganando centralidad por la localización de servicios y su relación con una de las vías principales de la ciudad.
Características sociodemográficas y socioeconómicas
En los niños(as) de ambos grados predomina el color de la piel blanco. Son más frecuentes las familias nucleares completas de niños(as) de quinto grado y las extendidas completas en los de tercer grado. Predominan los núcleos familiares de cuatro miembros, valor como en el caso de la escuela de El Mirador superior a la obtenida en el Censo de población y Viviendas del 2012 (2,96) y son nativos el 90% del total. En el total de las madres participantes obtuvo la más elevada frecuencia el nivel educacional medio superior (56%), no obstante el 31% refirió poseer nivel universitario terminado, proporción muy superior al obtenido en el estudio antes citado para el municipio donde se inscriben los barrios de residencia de los niños(as) en estudio (17%).
El 67% de las madres refirieron trabajar, y el resto se declaró ama de casa. En el sector estatal se ocupan la mayoría de las madres (56%) y de las que laboran en el sector privado, cinco son dueñas de establecimientos de servicios y tres contratadas en cafeterías.
El principal criterio que identifican las madres para la compra de alimentos fue el estado de estos y las preferencias familiares (74%). El valor nutricional, que indicaría una mayor protección alimentaria de sus hijos, fue señalado por el 26% del total, sin que ello pueda asociarse a la ocupación o nivel de escolaridad, dado que se trata de amas de casa y trabajadoras con variados niveles de escolaridad y profesiones. Esta valoración fue similar para los niños(as) de ambos grados.
La totalidad de las madres valoran la situación económica familiar de muy buena y buena. En cuanto a los alimentos que compran solo para sus hijos, se evidenció una relación directa con los precios, al reiterarse la leche, las frutas y los vegetales. De forma similar al anterior acápite no se hallaron diferencias entre los niños de ambos grados.
Hábitos de consumo según la estructura de las principales comidas
La totalidad de los niños(as) de ambos grados declararon desayunar, coincidiendo con los criterios de sus madres. En el desayuno más de la mitad de los niños(as) de tercer grado toman leche, dos refirieron no gustarle y en su lugar toman jugo de frutas o yogurt. Resultados iguales se obtienen para los niños(as) de quinto grado, un 58,82% toma leche y a siete no les gusta. Todos comen pan con diferentes agregados y galletas de sal. No se hallaron diferencias en la variedad y combinación de los alimentos que consumen en ambos grados y fue absoluta la coincidencia con lo referido por las madres.
Los alimentos que con mayor frecuencia llevan a la escuela para merendar son jugos de frutas, yogurt natural o de sabores, refresco enlatado y panes con algún agregado, y de nuevo no se hallan diferencias entre los niños (as) de ambos grados. Al respecto la directora de la escuela expuso que “por los temas de nutrición, la mayoría de los padres les mandan a sus hijos de merienda panes, hasta dietéticos, frutas (…) es tanta la protección que si no se toman la leche en el desayuno le mandan a la escuela el pomo de leche o el yogurt”9.
Ninguno de los niños(as) del estudio recibe dinero de sus padres para comprar alimentos para la merienda escolar o al salir de la escuela, y coincide con las declaraciones de las madres. Si tenemos en cuenta la valoración favorable de la situación económica familiar, los alimentos que se compran solo para los niños(as) y la merienda asegurada por la familia, se puede inferir que los padres no entreguen dinero a sus hijos para protegerlos de un consumo inadecuado de alimentos en las calles.
Como fue antes citado, en esta escuela todos los niños(as) deben almorzar en sus casas, no obstante, según informantes claves y por declaración de los niños(as) encuestados, a la mayoría de ellos los recoge “la cuidadora”, para llevarlos a su casa a almorzar los alimentos que las madres les proporcionan, y con posterioridad los retornan a la escuela. Según la directora para varios niños(as) las mismas personas que los cuidaron desde pequeños los buscan para almorzar y los devuelven a la escuela. Una de las cuidadoras, la que más niños(as) tiene a su cargo, está afiliada a nuestro sindicato, forma parte de todas nuestras actividades y es la responsable del programa “Educa a tu hijo”10 en nuestro centro”11.
En el caso de los niños(as) de tercer grado, más de la mitad, para un 66,66% del total, tienen cuidadoras. Lo mismo sucede con quinto grado, un 82,35% del total. Almuerzan en sus casas cinco niños(as) de tercer grado, y 3 niños(as) de quinto, según expresan sus abuelas son las que le preparan el almuerzo y coincide con los niños(as) que viven en familias extendidas completas, o conviven con sus abuelos (2).
En ambos grados, lo que habitualmente consumen los niños(as) en el almuerzo consta de arroz, frijoles y tipos de carnes y no mostraron diferencias entre grados. Según la agrupación realizada en los resultados expuestos en la primera escuela, todos se clasifican en el grupo 1. Similar a lo obtenido para el almuerzo, en la comida (tarde-noche), se constataron pocas diferencias. En particular se destaca el relativamente elevado consumo de vegetales en los niños(as) de ambos grados (56% del total), frecuencia aún más elevada en los de quinto grado que alcanza el 65% del total.
Gustos y preferencias
De los alimentos que más les gustan a los niños(as) de ambos grados se mencionan con más frecuencia los dulces y confituras, y los alimentos fritos. No obstante, la totalidad de los de tercer grado mencionó además la pizza y los espaguetis, en tanto en el quinto grado no hubo mención alguna a estos alimentos. Es de destacar que los dulces y las confituras son mencionados como los alimentos que más les gustan pero no los consumen más de la mitad de los niños de ambos grados, con toda probabilidad, este hecho está mediado por la consideración de que son alimentos poco saludables.
Las frutas y los vegetales están entre los alimentos que la mayoría de las madres consideran más importantes para sus hijos (81%), y son los que compran con más elevada frecuencia solo para ellos, y como fue señalado con anterioridad, la mayoría de los niños(as) refieren consumir habitualmente en sus comidas. Es este un hallazgo de notable valor en la investigación, dado que es común considerar el rechazo de los niños a estos alimentos, y en este caso, ello no se cumpliría, lo cual sería indicativo de una mayor cultura alimentaria de las familias, que reconocen los valores nutritivos de estos, forman parte de sus hábitos de consumo, y han conseguido trasladarlo a los menores.
En cuanto a la fruta que más les gusta, la manzana fue identificada por el 75% de los niños(as) de ambos grados y también la que alcanzó mayor frecuencia de consumo (47% del total), no obstante, es dudoso el consumo habitual de una fruta que se oferta de forma esporádica en los mercados. La guayaba alcanzó una cifra similar (46%), y el hecho de que el plátano, y el mango también se mencionen con frecuencia, sugiere que la disponibilidad y la mayor estabilidad de su oferta en variados mercados, se coloca por encima de los gustos y las preferencias. Casi todos los niños(as) refirió gustarle el refresco enlatado (75%) y un porciento inferior (46%) refirió consumirlo de forma habitual. En tanto, los jugos de frutas alcanzaron frecuencias relativamente elevadas (48%) y de consumo (41%).
Es sugestivo que los niños(as) hicieron muy pocas menciones a los alimentos que nunca consumen, y a excepción de las salchichas, se trata de alimentos sin tradición en la dieta de la población cubana y de relativamente reciente introducción, como los elaborados con soya (yogurt, picadillo), (figura 3).
De forma similar a la escuela de El Mirador, no se halló alguna información en las áreas de la escuela acerca de la alimentación.
PRINCIPALES CONTRASTES Y SEMEJANZAS EN LOS HÁBITOS DE CONSUMO ALIMENTARIO DE LOS NIÑOS(AS) EN LAS ESCUELAS ESTUDIADAS
La diferenciación de contextos sociodemográficos y socioeconómicos entre las escuelas estudiadas es bastante clara. Lo argumentan las frecuencias relativas en la casi totalidad de los indicadores que muestra: predominio de niños(as) inmigrantes o nativos; color de la piel no blanco asociado a la procedencia de inmigrantes desde territorios del país con este predominio, o color blanco de la piel; de madres amas de casas o vinculadas al trabajo estatal o privado; de madres con nivel medio básico o de niveles superiores que indican la continuidad de estudio; de una relativamente elevada o baja frecuencia de niños(as) con uno o varios hermanos y de valoraciones más reiteradas de la situación económica familiar de regular, mala y muy mala o buena o muy buena, (figura 4).
A ello se integran las notables diferencias en los criterios en la compra de alimentos, donde en un caso se privilegia el precio y la preferencia en la elección, y en otro el estado del alimento. En tanto el valor nutricional resultó un criterio destacado por el 24% de las madres de la escuela de Jesús María y por una sola madre en la escuela de El Mirador, (figura 5).
Cabe destacar que el criterio “precio”, argumentado por el análisis de otros indicadores del estudio, se asocia en primer lugar a limitaciones en la economía familiar para la adquisición de otros alimentos. Al respecto en un estudio acerca de la alimentación en la sociedad española, Méndez (2013), halla que
el precio no representa un criterio a la hora de escoger que comer, al menos para alterar pautas de gustos o perjudicar la salud, no obstante, más que procurar precios baratos en varios establecimientos, la población procura los establecimientos de compra en función de los precios que estos ofertan. (Méndez, 2013, p. 59)
Aunque no fue revelado en la investigación, no se descuenta que en algunos productos, como viandas y vegetales, se concurra a un mercado que los expende a precios más bajos.
En la exploración de lo que con más frecuencia compran las madres solo para sus hijos, se reiteran diferencias de tipos y variedad de alimentos entre escuelas, (figura 6). Aunque en algunos alimentos señalados se infiere la participación del factor precio, la compra frecuente o no de frutas y vegetales se asocia más a la cultura alimentaria de las madres y las familias de los niños(as). Sin resultados antecedentes que permitan valorar estos hallazgos, es llamativo que la leche es el único alimento que declaran comprar más de la mitad de las madres de niños(as) de la escuela de Jesús María.
El hábito del desayuno fue relativamente elevado en los niños(as) de ambas escuelas, y los alimentos que consumen difieren, en especial la leche con menos de un 40% en la de El Mirador a cerca de un 70% en la de Jesús María, (figura 7). Sin descontar que en la compra de leche fresca, en polvo, o enlatada pueden mediar los hábitos alimentarios de las familias de niños(as) de estas escuelas, sin dudas interfiere la posibilidad de destinar una parte considerable de los ingresos familiares para adquirir este producto.
Para los niños en las edades comprendidas en este estudio, la política de distribución de productos para niños(as) norma el derecho a la compra de yogurt de soya en días alternos, no obstante, el consumo de este alimento fue referido por solo tres niños del total de los estudiados, en lo cual interviene el rechazo a este producto, comprobado en las referencias a los alimentos que nunca consumen y en algunos casos el no contar con libreta de abastecimiento12 que regula su compra, en los niños(as) de la escuela de El Mirador.
La relativamente elevada frecuencia con que los niños(as) desayunan con refresco instantáneo, en particular en la escuela de El Mirador, nos da la medida del cambio de hábitos que se ha producido en la convergencia de la modificación de la política de suministro de leche normada subsidiada, que fuese limitada a inicios de la década del 90 del pasado siglo a los menores de siete años cumplidos. Sería otro factor explicativo la producción nacional de refresco instantáneo, conocido como “de paquetico”, que tres décadas atrás era casi inexistente, o infrecuente y en la actualidad es de fácil acceso y a relativamente bajos precios, en la gran mayoría de los mercados. No se descuenta el atractivo que puede suscitar en los niños este refresco y el ahorro de tiempo de las madres al suministrar bebidas a sus hijos(as). Se trata por tanto, de un hábito que se conforma y repercute en los cambios en la cultura alimentaria.
En relación a la merienda se aprecian cambios en el contenido y variedad entre las escuelas que se analizan, en especial en los líquidos restringidos al consumo de refrescos instantáneos o al predominio de jugos de frutas y refrescos enlatados. Una particular distinción entre los niños(as) de ambas escuelas es la elevada frecuencia de los que compran la merienda en la escuela de El Mirador, y en Jesús María donde todos la llevan de sus casas, hecho que permite suponer una mayor protección desde el punto de vista nutricional, y mayor control familiar sobre la alimentación de los niños(as).
El recurso utilizado para analizar los hábitos de consumo en el almuerzo y la comida (tarde-noche), según el enfoque que desarrolla la investigación es otras de las más notables diferencias encontradas. En tanto los alimentos que habitualmente consumen se clasifican con más elevada frecuencia en el grupo 2 en la escuela de El Mirador, en la de Jesús María el consumo de alimentos de la totalidad de los niños (as) se clasifica en el grupo 1. Se reitera que esta aproximación no contempla en ningún sentido el estar mejor o peor nutrido o satisfecho con lo que ingieren en ambos casos, y se trata de una aproximación indirecta a las diferencias en la alimentación de los niños(as) escolares en contextos sociales diferentes, sin que se pretenda explicar de forma exhaustiva los hallazgos del estudio.
En ambas escuelas se halla una cierta homogeneidad en relación a los alimentos que más consumen los niños(as), donde alcanzan las frecuencias más elevadas el arroz, los frijoles, el pollo, la carne de cerdo, el huevo y el pan. Estos resultados son coherentes con resultados que refieren que “una práctica habitual de la población cubana es la mezcla del arroz y las distintas leguminosas (frijoles) que aportan una combinación de proteínas de alto valor biológico y que sustituyen el consumo de las de origen animal” (Díaz, 2011, p. 50). En otros alimentos mencionados, se trata de ofertas más estables como el pollo y la carne de cerdo, o de más bajo precio como el huevo o el picadillo de soya, y las croquetas que se expenden por lo general en variados mercados a precios accesibles a la generalidad de la población13.
El análisis de los alimentos que nunca consumen los niños(as) de las escuelas estudiadas nos lleva a considerar los efectos de exclusión de hábitos de consumo, por falta de ofertas, o limitaciones del presupuesto familiar o ambos factores en el caso de la escuela de El Mirador y por el contrario la intención de cierta “protección” de las madres y las familias, en el caso de la escuela de Jesús María. No obstante, los alimentos señalados en este último caso, no necesariamente apuntan a mayor cultura alimentaria al tratarse de productos que adquirieron cierto descredito desde el comienzo de su comercialización (el yogurt de soya y el picadillo de soya y de otros como la salchicha, de amplio consumo en la población general. Llama la atención las numerosas referencias a lo que nunca consumen en la primera escuela y las escasas menciones en la segunda.
Emergen de la investigación diferencias en los factores sociales decisivos en los hábitos de consumo alimentario de los niños(as), como la dimensión económica de las familias, en algunos casos asociada a la inmigración; en las condiciones de vida; en las prioridades que dan o pueden dar a la alimentación de los niños(as), y en la cultura alimentaria, donde se incluyen los propios gustos de los integrantes de la familia. Emerge también el gusto o no por determinados alimentos, que tal vez sea el más difícil de los condicionantes en la conformación de los hábitos de consumo de alimentos en los niños (as), donde los factores antes mencionados ceden el paso a lo que es natural en la infancia como la preferencia por los duces, caramelos y refrescos.
Por último, de forma más o menos evidente aparecen factores asociados a niveles de los condicionantes sociales de los hábitos, donde además del familiar o individual, aparecen otros no tratados directamente en este estudio como la disponibilidad de alimentos a escala estatal regulada tanto por la importación de determinados alimentos, como las prioridades a la producción de unos u otros.
CONCLUSIONES
Características sociodemográficas y socioeconómicas de los niños(as) del estudio revelaron notables diferencias entre grados y entre escuelas, hecho que actúa como substrato de los condicionantes de hábitos de consumo alimentario y sus diferencias. Se destaca el significado de la inmigración relativamente reciente en condiciones desfavorables de vida o de ilegalidad, y la ocupación de los padres de los cuales deriva la situación económica familiar. Ello da la medida de las dificultades que enfrentarían las generalizaciones en el tema que trata este artículo.
Los condicionantes de los hábitos de consumo alimentario de los niños(as) que emergen con mayor claridad en el estudio son la dimensión económica y la cultura alimentaria de las familias. El peso determinante de uno u otro factor o el de ambos, explicarían tanto los hábitos como las diferencias halladas, así el precio aparece en algunos casos como criterio esencial en la compra de uno u otro alimento y en otros el valor nutricional de estos.
Constituyen hallazgos que merecen mayor atención el de aquellos niños(as) que no realizan la primera comida del día, la baja frecuencia de consumo de vegetales y frutas, las contradicciones y coincidencias entre los alimentos que más les gustan y lo que más consumen, los alimentos que las madres preferirían que consumieran pero no cuentan con recursos para lograrlo y la limitada aceptación de productos de más reciente introducción en la dieta habitual de los niños(as).
Los gustos por los dulces y las confituras, como en otros estudios, resultaron preferidos por la mayoría de los niños(as) del estudio, y en este caso el condicionante es “natural” en este periodo de la vida. El hecho de que la manzana sea identificada como la fruta que más les gusta, hecho constatado en otras investigaciones, merece estudios que profundicen en su significado social en la actualidad del país. Cabe destacar que al margen de otras acciones posibles de nivel estatal o local, el estudio evidencia la necesidad de intensificar la educación en hábitos alimentarios saludables desde la escuela y desde el seno familiar.
Los resultados expuestos sugieren nuevas interrogantes, cuyas respuestas se hacen cada vez más necesarias, con vistas a comprender los cambios en la conformación de los hábitos de consumo alimentario de los niños(as) y en especial las diferencias en la alimentación de estos. Entre ellas estarían las siguientes: ¿Hasta qué punto las políticas destinadas a asegurar la disponibilidad de alimentos para este grupo etario están siendo efectivas? ¿Cómo se fomenta la cultura alimentaria de las familias?, ¿Están comiendo los niños(as) lo que deben o comen lo que les pueden ofrecer?, ¿Qué efectos a corto o mediano plazo pueden tener las diferencias en los hábitos de consumo de alimentos hallados en este estudio sobre el desarrollo de los niños(as)?.
Se espera que esta investigación incentive los estudios sobre este sensible tema, y consiga con enfoques multidisciplinarios apoyar el mejoramiento de la alimentación de los niños(as) escolares y profundicen en su significado desde la nutrición, el crecimiento y el desarrollo en la infancia.