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Revista Estudios del Desarrollo Social: Cuba y América Latina

versión On-line ISSN 2308-0132

Estudios del Desarrollo Social vol.9 no.3 La Habana sept.-dic. 2021  Epub 01-Dic-2021

 

Reseña

Revolución y guerra cultural

Revolution and Cultural War

0000-0001-7264-6984Jorge Hernández Martínez, Dr.1 

1Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de La Habana. Cuba.

La existencia misma del proceso revolucionario que se lleva a cabo en Cuba desde enero de 1959, la continuidad del sentido definido desde entonces por su liderazgo histórico, basado en un compromiso martiano y marxista que, con ribetes propios, daría cabida a consignas como las de Patria o Muerte y Socialismo o Muerte, junto a la resistencia mostrada durante el Período Especial y aún más, a la superación de los peores momentos de aquella crisis, son todos hechos que han colocado una y otra vez a la Revolución Cubana en el centro de la lucha ideológica, la polémica académica y el debate cultural en torno al socialismo, su viabilidad y perspectivas, tanto en el pasado como en el presente siglo. En ese trayecto, Cuba ha sorteado los embates más intensos de la reforzada hostilidad imperialista, desde Eisenhower hasta Trump y Biden, así como los excesos, errores e insuficiencias internos, entre contradicciones tanto objetivas como subjetivas, reajustando el rumbo, aprendiendo de fracasos y éxitos, reacomodándose a cada contexto, sobre todo luego del desplome del socialismo como sistema mundial. Frente a disímiles inventarios que registran características de Cuba, está el que incluye las movilizaciones masivas cuando Girón, la Crisis de Octubre, o las que culminaron con la devolución de Elián y la liberación de los Cinco. Y que, desde luego, comprende también el empeño por la eficiencia económica y la firmeza de la Revolución, invariable en sus principios, que llevó al reconocimiento por parte de los Estados Unidos, antes de concluir la segunda Administración Obama, de que debía cambiar la política aplicada durante más de cinco décadas.

En el terreno intelectual, los esfuerzos de ayer y de hoy de la llamada cubanología por explicar los derroteros del proceso cubano y pronosticar su futuro, con orientaciones teóricas e identificaciones políticas diversas -en ocasiones con buenas intenciones, y en otras, no tan buenas-, tropiezan recurrentemente con el hecho de que a pesar de todos los pesares, cuestionamientos o disensiones y más allá de todos los vaticinios, la Revolución sigue ahí, arribó a su aniversario 60, manteniendo sus afanes de independencia, soberanía, integridad territorial, autodeterminación e internacionalismo, su rechazo a la economía de mercado y al multipartidismo como opciones sistémicas, preservando la estabilidad nacional, el orden interior, garantizando la defensa y seguridad estatal. Cuba exhibe gobernabilidad en su sistema político, dinamismo en su sociedad civil, vitalidad cultural y una espiral de transformaciones en las relaciones de producción.

A esas realidades se suma la efectividad con la que Cuba deja atrás el aislamiento internacional o la soledad geopolítica en el hemisferio provocada por la política de los Estados Unidos, al restablecer progresivamente sus relaciones diplomáticas con la totalidad de los países americanos. La esperada «Cuba postcastro», concebida como resultado de la denominada transición a la democracia y de una conflictiva y hasta traumática sucesión en el poder, que culminaría con un relevo gubernamental de nuevo tipo, no sólo distinto, sino contrapuesto a la tradicional dirección de la Revolución (con participación eventual de la oposición en la emigración y al interior de la sociedad cubana), contrasta con la gradualidad y normalidad con que se produjo, a partir de la enfermedad de Fidel, el traspaso a Raúl de sus responsabilidades al frente del Partido, el Estado y el gobierno, así como la ulterior elección de Díaz-Canel como Presidente de la nación, en la IX Legislatura de la Asamblea Nacional de Cuba para el período 2018-2023. Quizás la caricatura del conocido artista plástico y humorista, Ares -que a través de un popular afiche se difundiría internacionalmente, presentando a una multitud uniformada de verde olivo, en la que el rostro de cada combatiente es el del Comandante en Jefe, con la gorra militar del Ejército Rebelde-, sea el mejor símbolo de la unidad en la Isla, sin desconocer la diversidad de voces, opiniones, actitudes, conductas, en las que coexisten simpatía y antipatía, adhesión y rechazo, respaldo e incomprensión, revolución y contrarrevolución, sumisión y antimperialismo. Con todo el riesgo de la esquematización, en esas antinomias se pueden resumir las posiciones que polarizan hoy el debate político sobre Cuba, dentro y fuera del país, en el que perduran, posiciones opositoras, anexionistas, que hacen el juego a la subversión y al imperialismo. Como telón de fondo, mantiene plena vigencia la expresión «dentro de la Revolución, todo, contra la Revolución, nada», que fija diáfanamente las pautas de inclusión y exclusión en la creación cultural y los posicionamientos político-ideológicos.

Entre los textos -en ocasiones, de acceso limitado, a causa de políticas comerciales o de distribución- que en los últimos años han visto la luz y forman parte de la contienda cultural en cuyo seno se enfrentan esas posturas, se halla la obra del ensayista y periodista Enrique Ubieta Gómez titulada Cuba, ¿revolución o reforma?, publicada originalmente por la casa Editora Abril en 2012, que aparece en una nueva edición, por iniciativa de la Editorial Ocean Sur, en 2017. Su presentación en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, a cargo de Abel Prieto, destacó lo oportuno del libro y su contribución para lo que llamó el debate de ahora mismo y de estos tiempos, acerca de temas que están en la calle y en la gente, sobre todo en momentos de derechización de los procesos sociales latinoamericanos, señalando que no se trataba sólo de un texto referido a Cuba y el sentido de la vida de los cubanos, sino también sobre el contexto global de la guerra contra el socialismo que tiene lugar en el mundo actual.

Conformado por trabajos publicados con anterioridad, en su mayoría, en medios digitales alternativos y a través de La isla desconocida, blog personal del autor, el libro es una expresión contemporánea de la ensayística cubana, la que como género literario resulta atractiva debido a virtudes diversas, como la seriedad en el tratamiento del tema seleccionado, la erudición del autor, el cuidado, la precisión y claridad del lenguaje, la fluidez de un formato que no se ciñe como los artículos científico-investigativos a constantes datos estadísticos y referencias bibliográficas, entre otras. Naturalmente, cada lector suele privilegiar ciertas virtudes sobre las restantes. En este sentido, sobresale entre ellas la que concierne a su carácter, como obra que motiva más a la reflexión que al intento de agotar el tema, al trascender lo anecdótico en su tratamiento del objeto central que le ocupa: la guerra cultural, presentándola como fenómeno transversal, de alcance estratégico, que, en palabras del autor,

lo atraviesa todo: el valor de los héroes consagrados, la veracidad de las explicaciones históricas, la nostalgia inducida por un pasado no vivido que puede colorearse convenientemente, la promesa del enriquecimiento para deportistas, científicos y otros profesionales, la duda sembrada, el conflicto avivado, la inversión sistemática de cualquier información que provenga de la Isla rebelde, los personajes fabricados en laboratorios, el calificativo despectivo de oficialista para cualquier persona que defienda a la Revolución, el de independiente a los que se le oponen.

Ubieta precisa que la mirada del libro es cultural, que no se trata de un texto de historia, que ofrezca una visión cronológica de acontecimientos y problemas. Con su habitual prosa estilizada y agudeza analítica, recorre y presenta, evadiendo la apologética y las argumentaciones esquemáticas, -a través de las tres partes que conforman Cuba, ¿revolución o reforma?, y de los veinte epígrafes o apartados comprendidas en ellas, concepciones y pasajes de la historia nacional, como la tradición anexionista y plattista, la autonomista y reformista, enfoques de intelectuales signados por el «síndrome de Miami», que han terminado por actuar como ideólogos de la contrarrevolución de hoy, y situaciones que ilustran la vida cultural, como las de algunas películas, o la dinámica habanera, como la de la calle G, entre otras. Apoyado en análisis históricos, vivencias, cavilaciones filosóficas, sin perder el foco, dirigido al examen de la cultura contrarrevolucionaria, incursiona en los siglos XIX, XX y XXI, prestando atención al contexto internacional, persuadido de que esa cultura solamente puede comprenderse desde un enfoque global y multilateral, lo que le lleva por momentos a detenerse en corrientes teóricas como la del postmodernismo y sus implicaciones. Para dejar claro su propósito y el objeto de estudio, precisa que el libro.

polemiza con los ideólogos de la contrarrevolución en el escenario cubano. No se preocupa por las motivaciones de esos autores, sino por sus ideas (…) No es un libro para objetar a personas concretas; la polémica sigue el hilo conductor de la propuesta que intenta restaurar el capitalismo en Cuba, y los argumentos de sus principales exponentes. (Ubieta, 2017, p. 16)

El libro evoca, obviamente, el añejo contrapunto dialéctico entre revolución y reforma, que ha ocupado a políticos y teóricos de orientación marxista de todas las latitudes y épocas, muchos de cuyos textos han sido también publicados por Ocean Sur. Es un texto que hace camino al andar, en el cual, según señala su autor,

tendremos que abrir de forma colectiva el trillo que nos conduce hacia ese otro mundo, el único capaz de asegurar la sobrevivencia humana, y ya sabemos que no existen mapas o cartas náuticas (…). La disyuntiva es un desafío: o apoyamos, defendemos, enarbolamos, la individualidad socialista que se sustenta en la cultura nueva (…) o nos devora el individualismo burgués. (Ubieta, 2017, p. 241)

Esa consideración es sumamente oportuna, dado el contexto actual. Es un hecho conocido que, cuando tienen lugar coyunturas que parecen anunciar la llegada de la explosión social que aguardan los cubanólogos, como momento final o agónico del proceso revolucionario, la atención sobre la Revolución se acrecienta, al punto de ocupar el centro de los análisis de las ciencias sociales y medios de comunicación tradicionales, del discurso político de gobiernos, partidos y movimientos sociales, tanto de izquierda como de derecha. Ese ha sido el caso de los hechos del 11 de julio del presente año 2021. Lo acontecido alrededor de ese día y de sus repercusiones ha abierto un huracán polémico dentro de la ya muy aguda guerra ideológica que viene desarrollándose desde hace tiempo. Una de sus consecuencias es que resulta casi imposible distinguir, para el observador externo e incluso, para el interno, entre lo real y lo manipulado, entre el rostro verdadero y las máscaras que se le colocan al proceso revolucionario. La hostilidad sistemática y la profusa avalancha mediática, con informaciones, desinformaciones, noticias falsas o fake news, hace difícil identificar la verdadera dimensión de lo que está ocurriendo dentro de Cuba.

Los disturbios aludidos consistieron esencialmente en actos provocadores de desobediencia civil con implicaciones de desorden público, violencia y desacato a la autoridad, ejecutados a través de elementos marginales y antisociales, enlazados con la contrarrevolución interna. Desde luego que poseían una connotación política, pero ella se desdibujaría con la sordidez y el vandalismo que prevaleció. Tenían como antecedentes otros hechos, de factura un tanto parecida, en menor escala, muy difundidos, que acontecieron en los últimos meses de 2020, como el del barrio de San Isidro y el del 27 de Noviembre en el Ministerio de Cultura. En esencia, se trató de manifestaciones de anomia, entendidas como apartamientos de las normas sociales vigentes, como disfuncionalidades o desviaciones del patrón de comportamiento establecido en la sociedad cubana. Desde 2016 se advertía la construcción de un nuevo tipo de contrarrevolución, asentada en el espacio digital, que utilizaba las redes sociales con fines subversivos. En Cuba, la oposición contrarrevolucionaria ha carecido y carece, según se reflejó en tales incidentes, de envergadura cualitativa y cuantitativa. No ha logrado una implantación pública suficiente como para convencer a la ciudadanía e insertarse en el escenario político legal como opción creíble. Ha sido incapaz de capitalizar a escala nacional, más allá de coyunturas críticas como las mencionadas, el descontento y la insatisfacción generada al interior de la sociedad civil. No le reconoce legitimidad al poder revolucionario ni a sus instituciones.

La lectura del texto de Ubieta viene como anillo al dedo, al examinar tales situaciones. Es un buen estímulo para que, ante el intenso debate actual sobre el socialismo, la revolución y las experiencias específicas de Cuba, con un bloqueo recrudecido, una guerra cultural sin cuartel y a la luz de las definiciones que trazó el octavo Congreso de su Partido Comunista, realizado en el pasado mes de abril, el lector se motive, profundice y saque sus propias conclusiones.

REFERENCIAS

Ubieta Gómez, E. (2017). Cuba ¿Revolución o reforma? Bogotá: Ocean Sur. 265p. [ Links ]

Recibido: 22 de Octubre de 2020; Aprobado: 23 de Enero de 2021

*Autor para la correspondencia: jhernand@cehseu.uh.cu

El autor declara que no existe conflicto de intereses.

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