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Economía y Desarrollo

versión On-line ISSN 0252-8584

Econ. y Desarrollo vol.160 no.2 La Habana jul.-dic. 2018

 

Artículo Original

Servicios, capital y trabajo: una reflexión crítica

Services, Capital and Work: a Critical Reflection

Alodia María Alonso Alemán1  *  , Lucía Loor Bravo2 

1Facultad de Economía, Universidad de La Habana, Cuba.

2Universidad Técnica de Manabí, Portoviejo, Ecuador.

RESUMEN

El artículo pretende contribuir al debate y reflexión acerca de la evolución y desarrollo del sector terciario o de servicios en el sistema capitalista, desde una visión crítica, reconociendo el hecho objetivo manifestado en las últimas décadas, sobre el incremento de la participación de este sector tanto en las economías desarrolladas como subdesarrolladas y en la valorización del capital y la reproducción del sistema. Se centra en el comportamiento de los aspectos generales del sector de los servicios; se ejemplifica a través del turismo como actividad económica que forma parte de él, su desarrollo y significado en la actualidad; se destaca la interesante polémica entre algunos autores en torno al papel de los servicios y a la clasificación del trabajo -productivo e improductivo- que en él se desarrolla. Se enfatiza en el pensamiento de Marx, donde se encuentran los fundamentos científicos que logran explicar el carácter productivo de dicha actividad terciaria.

Palabras-clave: capital; sector de los servicios; trabajo productivo; valorización

ABSTRACT

The article aims at contributing to the debate and reflection, as from a critical perspective on the evolution and development of the tertiary or services sector in the capitalist system, recognizing the objective fact manifested in recent decades, increasing the share of this sector, both in developed and underdeveloped economies and in the valorization of capital and the reproduction of the system. It focuses on the behavior of the general aspects of the services sector; it is exemplified through tourism as an economic activity that is part of it, its development and meaning nowadays; the interesting controversy among some authors about the role of services and the classification of productive and non-productive work that develops in it stands out. Emphasis is placed on Marx's thought, where the scientific foundations that explain the productive character of this tertiary activity are found.

Key words: capital; service sector; productive work; valorization

INTRODUCCIÓN

El debate científico sobre el significado de los servicios en la economía de los diferentes países se enriquece y continúa hoy su desarrollo; y a pesar de que ya se pueden identificar algunos consensos y generalizaciones al respecto, aún no se puede hablar de una teoría acabada sobre el tema. Las inquietudes teóricas al respecto comenzaron a revelarse como una necesidad a mediados de la década de los años treinta del siglo pasado, desde entonces hasta el presente este sector tiene una participación significativa en el proceso de reproducción del capital y muestra un dinamismo creciente y determinante para la vida económica, social, política y cultural de la contemporaneidad.

Hoy existe plena evidencia de que es un importante generador de empleo y representa una gran parte del producto interno bruto (PIB) total, tanto en economías desarrolladas como en economías subdesarrolladas, su crecimiento y especialización han sido reconocidos en prácticamente todos los ámbitos del quehacer humano y tienen un papel determinante en la valorización del capital a nivel sistémico, pues introducen nuevos elementos en el proceso de reproducción capitalista, que ahora se han convertido en insumos esenciales, entre los que se destaca el conocimiento, la información, la tecnología y la innovación.

Una de las actividades económicas que se incluyen en el sector terciario o de servicios es el turismo, que se viene destacando como una moderna actividad económica que tributa al desarrollo de los países, y su avance está relacionado con varios factores: el abaratamiento de los medios de transportación, el vertiginoso avance de la comunicación y la búsqueda de nuevas experiencias. Estos factores se presentan a través de variadas manifestaciones, lo que permite hablar del turismo alternativo o modalidades turísticas, reconocidas a través del turismo de salud, religioso, ecológico, rural y comunitario, entre otros.

El objetivo de las siguientes reflexiones es contribuir al debate sobre la evolución y el desarrollo del sector de los servicios desde una perspectiva marxista, teniendo en cuenta los criterios de algunos autores con respecto a la categoría trabajo productivo y su relación con el sector objeto de estudio en la contemporaneidad.

1. DESARROLLO Y EVOLUCIÓN DEL SECTOR DE LOS SERVICIOS, SU SIGNIFICADO EN LA VALORIZACIÓN DEL CAPITAL

Todo análisis referido al sector terciario o de servicios ha de tomar en consideración los criterios de (Fisher, 1949), (Clark, 1976) y (Fourastié, 1949), pues son ellos los principales pioneros e impulsores de los estudios que destacan la evolución lógica e histórica de la participación de este sector en la economía.

Cuando se hace referencia a los servicios en la economía donde imperan las relaciones de producción capitalistas, inicialmente hay que considerar que el protagonismo de la industria y de la actividad agropecuaria, en menor medida, acapara toda la atención en correspondencia con el desarrollo de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción en la primera fase del sistema: el capitalismo de libre concurrencia, en este momento el destino de los servicios era básicamente el consumo final.

Sin embargo, para mediados de la década de los años treinta del siglo pasado, la profunda depresión económica y el desempleo por una parte y, por otra, las expectativas de crecimiento y cambios en el desarrollo de las economías, con la planeación y las cuentas de ingreso nacional, marcan nuevos patrones con relación a la evidente participación del sector de los servicios en el proceso de reproducción del capital, por lo que puede afirmarse que en la fase imperialista del capitalismo, las nuevas condiciones de la reproducción van dimensionando la significación del sector terciario, para garantizar el funcionamiento eficiente de una economía, caracterizada por la creciente monopolización y dominada por el capital financiero a nivel internacional.

Los cambios cuantitativos y cualitativos de los procesos de concentración y centralización de la producción y el capital, vinculados a la participación directa del Estado en la vida económica, e impactados por los efectos de la revolución científico-técnica y el papel de las empresas transnacionales con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, destacan el significado y visibilidad que alcanzan los servicios en la economía capitalista.

La agudización de las contradicciones y la crisis estructural de los años 70 del pasado siglo condicionaron la aparición de nuevas formas para gestionar la reproducción a nivel sistémico, mediante el proceso de globalización. Esto provocó un incremento excepcional de la importancia del sector de los servicios, los que hoy son determinantes para garantizar la maximización de la super ganancia que determina la realización económica y la valorización del capital transnacional.

La producción flexible que trajo la globalización como alternativa a la producción en masa y los cambios organizacionales en la forma de producir bienes y generar servicios, introducen nuevos elementos que ahora se han convertido en insumos esenciales para la reproducción, entre los que se destaca el conocimiento, la información, la tecnología y la innovación.

Los adelantos tecnológicos y la especialización de varias de estas actividades permiten un cambio en la demanda y oferta de servicios, por lo que se comienzan a externalizar ciertas actividades de servicios y/o a demandar algunos más especializados; por ejemplo, en el mundo empresarial comenzó un proceso de subcontratación y emergieron empresas que prestan sus servicios a otras empresas. A esta clase de servicios se les conoce con varios nombres, tales como: servicios a empresas, servicios al productor, servicios de consumo intermedio o servicios empresariales (Romero, 2010).

La información estadística existente corrobora lo antes comentado, según datos ofrecidos por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD, por sus siglas en inglés) en el 2013 el sector de los servicios ya estaba generando dos tercios del PIB mundial (74 % en los países desarrollados y 51 % en los países en desarrollo), representa una quinta parte de comercio mundial total, significa el 44 % del empleo mundial (74 % en los países desarrollados y 37 % en los países en desarrollo), y constituye el 40 % de la inversión extranjera directa mundial. Desde el 2006 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) publicó que, considerando el peso de todos los sectores en el empleo total, los servicios constituyen el sector que absorbe mayor mano de obra, le sigue el industrial y, por último, el agropecuario.

En las reflexiones teóricas iniciales referidas al sector de los servicios, se consideró que lo integraban las actividades que no se encontraban en el sector primario ni secundario; es decir, todas aquellas actividades consideradas residuales. En este momento, la definición de los servicios fue abordada por los economistas en contraste con los bienes, subrayando la intangibilidad de los servicios, porque requieren una interacción simultánea entre la producción y el consumo. La complejidad que caracteriza a los servicios modernos ha conducido a un cambio en esa concepción, y actualmente no es necesario que se dé una prestación física para poder satisfacer el consumo de ellos y no necesita tampoco ser un intangible.

Existen distintas definiciones de lo que es un servicio, ya que abarca actividades que son muy diferentes entre sí, y el significado de este concepto cambia según la época y la visión de cada autor. En términos generales se intenta definir y explicar el crecimiento de los servicios a partir de dos tendencias interpretativas. Por un lado, están los enfoques agregados de cambio estructural y, por otro, se encuentran los de enfoque desagregado, donde se consideró la naturaleza heterogénea del sector (Romero, 2010). A partir de la revisión de algunas de las mencionadas definiciones (Hill, 1977); (Clairmonte y Cavanagh, 1986); (CEPAL, 1985); (Méndez y Arena, 1998) es posible apreciar que la idea de lo que es un servicio se ha ido modificando a través del tiempo y se decide entonces destacar la formulación propuesta por (Arriagada, 2007), autor que propone tres perspectivas para la definición de servicios:

Un enfoque positivo de servicios que los caracteriza como intangibles, invisibles y perecederos con simultaneidad entre la producción y el consumo. Un enfoque residual que los caracteriza como toda aquella producción que no corresponde a bienes. Una definición funcional, como una actividad en la que existe un cambio en las condiciones de una persona o de un bien, previo consentimiento del consumidor y del productor (p. 30).

Además, en la misma medida que profundiza en aspectos fundamentales relacionados con el sector, señala que la noción de lo que son los servicios es ambigua y engañosa. A criterio de las autoras la perspectiva funcional contiene un elemento fundamental: la modificación de la situación de una persona o un bien, y esta modificación puede ser intangible o tangible por la acción del servicio. Esto se ajusta al comportamiento de la demanda de servicios en las últimas décadas, la que ha provocado una innovación muy dinámica en ellos y el surgimiento de otros tantos.

En síntesis, el elevado ritmo de los cambios en la sociedad y el desarrollo de nuevas tecnologías han permitido una gran diversidad y el surgimiento de nuevas actividades en relación a la prestación de servicios, por lo tanto, su definición y precisión universal no ha sido posible.

El turismo, como una de las actividades económicas que forman parte de este sector, constituye un ejemplo fehaciente del alcance de los servicios en las últimas décadas. En la contemporaneidad se destaca como una moderna actividad enmarcada en el desarrollo de los países, en este sentido es una actividad económica que necesita una producción organizada y, para ello, es necesario realizar inversiones en la compra de las mercancías básicas de cualquier proceso productivo: fuerza de trabajo y medios de producción.

La tendencia de su desarrollo es creciente, según datos de la Organización Mundial del Turismo (OMT, 2016) el 9 % del producto interno bruto (PIB) global se obtiene por ingresos del turismo; uno de cada once empleos se genera por esta actividad; representa el 6 % de las exportaciones totales y el 30 % de las exportaciones de servicios. Las modalidades que sume se diversifican, se van asimilando y aprovechando con eficiencia en el desarrollo de la ciencia y la tecnología de la contemporaneidad; es precisamente una de las actividades del sector que aporta significativos lucros al capital a nivel global.

En paralelo, las economías subdesarrolladas han identificado en el turismo una actividad económica alternativa a su deformación estructural, generadora de ingresos, empleos y encadenamientos productivos. El turismo incide en la disminución de la migración, sin embargo, su desarrollo se ve limitado por la capacidad de competencia frente al capital nacional y extranjero, que ya ha hecho de esta actividad su negocio, a lo que hay que agregar los impactos negativos en la dimensión económica, social y medioambiental, que se pueden derivar de una inadecuada gestión de la actividad.

En general, las mayores oportunidades se encuentran en las potencialidades para fomentar las diferentes modalidades de la actividad, por ejemplo: el turismo rural, ecológico, de salud y comunitario, entre otros.

2. ¿CÓMO CLASIFICAR EL TRABAJO EN EL SECTOR DE LOS SERVICIOS?

Muy vinculado con lo que se plantea anteriormente en relación a la definición y a las actividades económicas que integran el sector de los servicios, se ubica la polémica teórica asociada al carácter productivo o improductivo de esas actividades. En la historia de la teoría económica se verifica que, a través del tiempo, han existido diferentes apreciaciones respecto a lo que se concibe como trabajo productivo e improductivo; por ejemplo: los fisiócratas consideraban que el único trabajo productivo era el agrícola, mientras que para los mercantilistas es el que se invierte en ramas de producción, cuyos productos se pueden exportar y así reportar más dinero del que costaron.

Las autoras del artículo1 consideran que las bases teóricas para una distinción objetiva y científica entre ambos tipos de trabajo, en los marcos de las relaciones capitalistas de producción, quedan esclarecidas por Marx. Al decir de (Rodríguez et al., 2004), Marx aporta en diferentes momentos de su obra explicaciones que le permite afirmar: «[…]el trabajo productivo en el capitalismo es el que valoriza el capital, es decir, el que le permite al capitalista apropiarse de plusvalía» (p. 213).

Concretamente (Marx, 1973) plantea:

Dentro del capitalismo, solo es productivo el obrero que produce plusvalía para el capitalista o que trabaja para hacer rentable el capital…Por tanto, el concepto de trabajo productivo no entraña simplemente una relación entre la actividad y el efecto útil de esta, entre el obrero y el producto de su trabajo, sino que lleva además implícita una relación específicamente social e históricamente dada de producción, que convierte al obrero en instrumento directo de valorización del capital. (p. 457)

De lo anterior se deduce que las categorías trabajo productivo y -por oposición- trabajo improductivo tienen que ser estudiadas destacando su condicionamiento histórico y socioeconómico. Ello explica que el carácter productivo o no del trabajo estará determinado por las características que definan cualitativamente el objetivo de la producción en cada modo de producción.

El estudio del trabajo productivo en el capitalismo desde una concepción marxista implica la necesidad de entender la relación de tal categoría con el doble carácter del trabajo, pues solo así es posible captar la diferencia entre su contenido -como trabajo que produce valores de uso a partir del despliegue del trabajo concreto- y su forma socioeconómica especifica. Según (Marx, 1973):

si analizamos todo este proceso desde el punto de vista de su resultado, del producto, vemos que ambos factores, los medios de trabajo y el objeto sobre el que éste recae, son los medios de producción, y el trabajo un trabajo productivo[...] Este concepto de trabajo productivo, tal como se desprende desde el punto de vista del proceso simple de trabajo, no basta, ni mucho menos, para el proceso capitalista de producción (p. 456).

El ejemplo de la industria militar es muy utilizado para ilustrar el verdadero significado del trabajo productivo en condiciones de producción capitalista, pues a pesar de lo irracional que parezca, el trabajo comprado por la industria militar para producir armamentos es un trabajo productivo, porque el trabajo abstracto de los obreros ocupados en esta industria capitalista produce plusvalía; si solo fuese analizado por su contenido, es evidente que no puede ser considerado productivo, por el contrario, tendría que ser considerado «destructivo». En el capitalismo un mismo trabajo puede ser productivo según la lógica del capital e improductivo e innecesario para la sociedad.

Otro aspecto fundamentado por Marx es el referido al papel del obrero individual -independientemente si el trabajo que realiza es simple o complejo, si es un trabajo manual o intelectual-, en la medida en que el proceso de producción capitalista avanza hacia formas más desarrolladas, materializadas en la división social del trabajo y el carácter social del proceso de trabajo, donde la individualidad se trueca en la acción colectiva, ya sea con una participación directa o indirecta en el proceso de trabajo, todos son indispensables para obtener el resultado final, de ahí que dicho resultado depende del obrero colectivo, a partir de lo cual se amplían los conceptos de obrero y trabajo productivo.

Según (Marx, 1973), «ahora, para trabajar productivamente ya no es necesario tener una intervención manual directa en el trabajo; basta con ser órgano del obrero colectivo, con ejecutar una cualquiera de sus funciones desdobladas» (p. 456). En la contemporaneidad este análisis tiene especial significación, pues ante el hecho de la conversión de la ciencia en una fuerza productiva directa, y la celeridad de los cambios en la tecnología, cada vez son más los trabajadores que pasan a formar parte orgánica de ese obrero colectivo. De ahí que los científicos, ingenieros, técnicos y otras profesiones modernas estén incluidos en esta categoría.

La vigencia de tal argumento es hoy incuestionable, pues en los marcos de la gran revolución científica y tecnológica, que de forma permanente condiciona y desarrolla nuevos vínculos y nexos directos e indirectos entre los diferentes sectores de la economía a escala global, el trabajador de la esfera de los servicios es indudablemente parte de ese obrero colectivo que garantiza la valorización del capital a nivel sistémico. Con relación a lo anterior es importante considerar que, si por una parte, con el contenido de la categoría obrero colectivo se amplían los conceptos de obrero y trabajo productivo, por otra, al asumir la forma socioeconómica capitalista, el concepto de trabajo productivo se restringe, en tanto que como refería (Marx, 1973): «La producción capitalista no es ya producción de mercancías, sino que es, sustancialmente, producción de plusvalía» (p. 457). Así queda explicitada en el plano esencial la contradicción económica fundamental del capitalismo: por una parte, se desarrolla el carácter social del trabajo y, por otra, la apropiación privada de sus resultados.

Para ejemplificar el concepto de trabajo productivo en el capitalismo, atendiendo a su forma social, (Marx, 1973) plantea:

si se nos permite poner un ejemplo ajeno a la órbita de la producción material, diremos que un maestro de escuela es obrero productivo si, además de moldear las cabezas de los niños, moldea su propio trabajo para enriquecer al patrono. El hecho de que este invierta su capital en una fábrica de enseñanza en vez de invertirlo en una fábrica de salchichas, no altera en lo más mínimo los términos del problema (p. 457).

Atendiendo a su forma social, en el capitalismo se considera trabajo improductivo al trabajo que no es explotado por el capital, con independencia de si se materializa en un valor de uso tangible resultado de un trabajo concreto, o en un servicio tangible o intangible. A partir de esta lógica, un estilista que trabaja por su cuenta es improductivo, debido a que sus ingresos provienen de renta, a pesar de que presta un servicio relevante. Según (Carcanholo, 2013), «En una economía de mercado el carácter social del trabajo se manifiesta exclusivamente por el pago del mismo, es decir, por la forma. La distinción entre trabajo productivo y trabajo improductivo desde la óptica de la totalidad solo se puede regir por el contenido» (p. 64).

Lo que para muchos es la causa de enfoques contradictorios es verdaderamente el punto a partir del cual es posible lograr una comprensión científica de la categoría trabajo productivo: la teoría valor-trabajo. A partir de dicha teoría se comprende también que la plusvalía es creada en la esfera de la producción y por aquellas actividades que, aunque son propias de la esfera de la circulación, constituyen una prolongación de la producción (el transporte, la conservación y otras); por tanto, continúan añadiendo valor. Pero, acorde con (Rodríguez et al., 2004) resulta que:

de la plusvalía se apropian no sólo los capitalistas cuyos capitales están invertidos en la producción directamente, sino que esta plusvalía se distribuye entre todos los capitalistas que desembolsan capitales en cualquier actividad. De manera que todo capital se valoriza, se autoacrecienta apropiándose de plusvalía y en este sentido la fuerza de trabajo que compra se consume «productivamente» para el capital porque trabaja para hacerlo rentable. (p. 216)

La incomprensión del método de investigación y exposición de Marx, vinculado al tratamiento de las relaciones capitalistas de producción en tres niveles o planos de análisis, conduce a no pocos autores a arribar a conclusiones desacertadas con respecto a la cientificidad de los argumentos marxistas referidos al trabajo productivo; señalan que se contradice y que, a pesar de sus aportes, en sus propuestas hay limitaciones.

Plantea (Bach, 2005):

El problema […] que ha suscitado el desarrollo de estos sectores está asociado a la dificultad para definir si ellos pueden ser considerados o no «productivos» desde el punto de vista del capital […] Por un lado están, quienes tomando fundamentalmente como referencia el desarrollo a lo largo de las últimas décadas del sector en cuestión, se presentan como los «innovadores», creando ya la teoría del «trabajo inmaterial», con lo cual acaban cuestionando la validez de la columna vertebral de la teoría económica marxista […] Pero por el otro lado, entre quienes desde el marxismo contestan a los «innovadores» veo un exceso de «defensismo» de Marx, en el sentido no de aplicar su método de análisis, sino en el de pretender que en su letra escrita el problema estaba resuelto. (p. 1)

Por ejemplo, (Mandel, 1979) al analizar el sector de los servicios y tratar de dar respuesta a las interrogantes que él mismo formula: «¿Es productivo o no el capital invertido en el sector de los servicios? ¿Es productivo o improductivo el trabajo desempeñado por los asalariados en este sector?», llega a la conclusión de que el trabajo productivo es aquel que definitivamente asume una forma final material, capaz de producir plusvalía y resume todo su análisis planteando que «la dificultad existe en los escritos del propio Marx, donde se encuentra una cierta discrepancia entre las Teorías sobre la plusvalía y el segundo tomo de El Capital» (p. 390).

Otro de los autores que en su obra hace un análisis a cerca de lo planteado por Marx sobre el trabajo productivo en el capitalismo es (Illich, 1974), quien a diferencia de Mandel descarta su relación con la forma material que asuma. Fundamenta sus opiniones basándose en lo planteado en los tomos II y III de El Capital y presta especial atención a la frontera entre el capital productivo y el capital circulante.

Al respecto, (Bach, 2005) opinaba:

Rubin se esfuerza una vez trazada la frontera, en colocar a un lado u otro de ella a los distintos capitales invertidos en servicios y encuentra […] que gran parte de ellos (excluyendo, por supuesto, el capital comercial y el bancario) se ubican claramente del lado del capital productivo. Sin embargo, al hacer esto, Rubin deja de lado la imposibilidad por él mismo señalada de separar al producto de sus ejecutores en el caso del trabajo de los servicios […] presuponiendo al capital circulante y al capital productivo como dos magnitudes separadas.Su solución pasa por alto que es el mismo capital el que atraviesa fases distintas, en cada una de las cuales se niega en su integridad, reconociéndose finalmente en el movimiento y en la totalidad. (p. 10)

Si bien (Bach, 2005) critica las conclusiones a las que arriban Mandel y Rubin, también enfatiza que las consideraciones de Marx con respecto al sector de los servicios fueron marginales y llenas de contradicciones, pues en su época las organizaciones de estos en forma capitalista representaban magnitudes insignificantes. «[…] La respuesta a un problema que devino en un importante sector de acumulación del capital en las últimas décadas, lamentablemente no está en Marx, aunque si podemos encontrar en su obra pistas para dilucidar su comportamiento. Pero que se entienda: solo pistas. La respuesta completa no está, no podía estar» (p. 5).

A criterio de las autoras, Marx en su obra dejó más que pistas; pues dejó esencialmente los fundamentos científicos que explican independientemente a la forma que asuman, que toda actividad que produzca plusvalía tiene carácter productivo para el capital.

Además, en las condiciones actuales del capitalismo lo que interesa «[…] no es solo la producción de plus-valor, sino de esta junto con el resto del excedente-valor apropiado por el capital. Por lo tanto, la categoría de trabajo productivo se amplia. No interesa tampoco, para la determinación del trabajo productivo, el destino del producto de ese trabajo: si es consumo productivo, improductivo o suntuario» (Carcanholo, 2013, p. 59).

Las complejidades del estudio del sector de los servicios no solo están asociadas a la polémica que se abordó anteriormente, también se reflejan en los diferentes intentos para consensuar su clasificación, lo que se vincula fundamentalmente al nivel de heterogeneidad de las actividades que lo integran, a las formas que asumen respecto a lo que se considera servicio dependiendo del país y, muy especialmente, por la incidencia del desarrollo científico y tecnológico en el proceso de generación de nuevos servicios, cambio de forma y mejoras.

CONSIDERACIONES FINALES

La participación del sector de los servicios crece significativamente en el proceso de valorización del capital y por tanto en la reproducción capitalista y asimila los adelantos condicionados por los avances de la ciencia y la tecnología de la contemporaneidad, al dimensionar su participación como insumo determinante para el desarrollo del resto de los sectores.

El turismo es una actividad de los servicios que se destaca actualmente como una «industria» que aumenta su participación en el PIB de países desarrollados y subdesarrollados, y en la generación de empleo.

Marx no podía planificar el comportamiento del sector de los servicios, su vertiginoso crecimiento, diversidad de formas y papel en la valorización y reproducción del capital en la actualidad. Sin embargo, en su legado teórico dejó expuestos los fundamentos científicos que explican esencialmente y con independencia de la forma que asuman, que toda actividad que produzca plusvalía tiene carácter productivo para el capital.

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Notas aclaratorias

1 En el presente trabajo se toman en consideración, específicamente, las fundamentaciones que hace Carlos Marx en el plano esencial sobre trabajo productivo en el capítulo 5 del tomo I de su obra El Capital, aunque se conoce que en toda su obra y desde otros planos de análisis enriquece su enfoque al respecto.

Recibido: 26 de Febrero de 2018; Aprobado: 25 de Abril de 2018

*Autor para la correspondencia. Correo electrónico: alodia@fec.uh.cu

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