Introducción
En la actualidad la educación médica superior tiene la responsabilidad social de formar educandos autónomos, independientes y autorregulados, con el objetivo de lograr profesionales mejor preparados, más competitivos y capaces de cumplir con su encargo social. Para lograr tales aspiraciones, la universidad tiene encomendada una doble función: la preparación académica (dotar al estudiante de las capacidades necesarias para la formación intelectual y personal( y la profesional (formar para acceder al mundo laboral.1,2
El ingreso a la universidad resulta una etapa que implica importantes transformaciones para los estudiantes. Suárez y Fernández3 lo definen como un proceso complejo que reclama la confrontación de los jóvenes emocional, social, académica e institucionalmente, donde los educandos se desempeñan como agentes activos de su proceso de aprendizaje, capaces de controlar sus emociones y de automotivarse.
En este orden de ideas, la motivación es crucial y diversos autores explicitan que está dada por una variedad de factores fisiológicos que inician, sostienen y dirigen el comportamiento, lo que influye en el aprendizaje de los educandos. Además, constituye la meta hacia la cual el individuo es inducido; como consecuencia, regula la dirección y la intensidad o activación del comportamiento.4,5,6
En el ambiente académico la motivación resulta una variable significativa, debido a que cualquier modelo de aprendizaje incluye de manera explícita o implícita una teoría de la motivación. Para que el aprendizaje se dé en el alumno, debe existir motivación, la cual puede estar originada por factores internos o externos.7,8
Por estrategias de aprendizaje se entiende el conjunto organizado, consciente e intencional de lo que hace el aprendiz para lograr con eficacia un objetivo en un contexto social dado,9,10 que los/las estudiantes van dominando a lo largo de su actividad e historia escolar, y que les permite enfrentar su aprendizaje.11
Se es consecuente con la categorización de Gargallo y otros12 al proponer una clasificación integradora, la cual se encuentra constituida por las estrategias cognitivas y las estrategias afectivas, de apoyo y control, las cuales incluyen los componentes de la motivación académica del modelo de Pintrich y De Grooth (1990).
Las estrategias motivacionales enmarcan procedimientos empleados para promover estados emocionalmente adaptativos y/o gestionar aquellas situaciones que afectan el bienestar personal; además de permitir el óptimo desempeño de los componentes cognitivos y conductuales.13,14) Las estrategias de aprendizaje afectivo-motivacionales resultan procedimientos que contribuyen a crear un ambiente propicio para un aprendizaje efectivo en un contexto social determinado, a través del refuerzo de la autoestima, la gestión, el interés y el valor otorgado a las actividades académicas, en estrecho vínculo con las vivencias que surgen como resultado de estas.15
Por la importancia que representa el desarrollo de estrategias de aprendizaje motivacionales debido a su impacto positivo en los educandos y sus resultados en el desarrollo del proceso docente educativo, el presente trabajo tuvo como objetivo determinar las estrategias de aprendizaje motivacionales utilizadas por los estudiantes de primer año de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey.
Métodos
Se realizó una investigación de carácter descriptivo transversal en la Facultad de Estomatología de la Universidad de Ciencias Médicas de Camagüey, durante el período desde septiembre de 2019 hasta febrero de 2020. El universo estuvo constituido por los 22 estudiantes matriculados en el primer año de la carrera en el curso 2019-2020.
Para el propósito de la investigación se utilizó la Escala de Estrategias Motivacionales del Aprendizaje (EEMA), la cual constituye un cuestionario de autoinforme para estudiantes universitarios.16 A través de esta se evaluó el uso de estrategias de autorregulación de tipo afectivo-motivacional que poseían los educandos.
La EEMA está integrada por tres componentes estratégicos: expectativas, valor y afectividad. El componente estratégico “expectativas” se encuentra conformado por las escalas autoestima/autoconcepto y atribuciones /expectativas; a su vez, el componente estratégico “valor” comprende las escalas relacionadas con el interés y la generación de metas.16 De igual manera, cada escala se conforma por estrategias específicas (Tabla 1).
Para este estudio se seleccionaron 42 ítems del total de 78 que componen la EEMA, los cuales evalúan las estrategias que se buscan en la muestra: valoración de consecución y coste, implicación en la tarea, generación de metas de aprendizaje, autorrefuerzo, control de la ansiedad, comparación, self-handicapping, pesimismo defensivo, generación de atribuciones externas y expectativas positivas. La selección de estas variables en la muestra de estudio permitió establecer qué estrategias utilizan los educandos que aumentan el rendimiento y mejoran la motivación académica, con la finalidad de potenciar el desarrollo de estrategias que favorezcan el aprendizaje.
El cuestionario utilizado se responde de acuerdo con una escala Likert de cinco puntos: desde 1 (en total desacuerdo) hasta 5 (en total acuerdo).18) Para identificar las estrategias más utilizadas, se calcularon los porcentajes de respuesta para cada uno de los factores. Para su análisis, dichas respuestas fueron categorizadas en los dos grupos siguientes:
Grupo I. Respuestas 1, 2 y 3, cuando las estrategias motivacionales eran utilizadas nunca, casi nunca o solo algunas veces.
Grupo II. Respuestas 4 y 5, cuando las estrategias motivacionales se utilizaban casi siempre o siempre.
Todos los resultados se compararon en ambos sexos, sobre la base de lo constatado por las autoras y documentado por estudios anteriores en relación con el uso de estrategias de aprendizaje motivacionales por estudiantes universitarios.
Los porcentajes calculados a partir de los resultados obtenidos se presentaron en tablas. Se utilizó Microsoft Excel.
Las consideraciones éticas se tuvieron en cuenta durante el estudio. Se dio a conocer a los participantes el objetivo de la investigación y se solicitó su consentimiento previo a la aplicación del cuestionario. Les fue explicado que la información obtenida solo sería utilizada con fines científicos y en función de mejorar la calidad del proceso docente educativo. Los resultados se analizaron con los educandos y se utilizaron para potenciar el desarrollo de estrategias que favorecieran el aprendizaje en el contexto del estudio.
Resultados
La tabla 2 muestra los componentes estratégicos. Como puede observarse, las estrategias utilizadas con mayor frecuencia en el sexo femenino se encuentran en el componente valor. A su vez, el sexo masculino muestra cierta preferencia por las estrategias relacionadas con el componente afectividad.
En relación con las estrategias motivacionales del componente valor (Tabla 3), se comprobó que las estrategias de valoración de consecución, seguidas por la de implicación en la tarea, son las más utilizadas en ambos sexos. Al compararlos se observan porcentajes más elevados en el femenino.
Como puede observarse en la tabla 4, la estrategia más utilizada por ambos sexos es el autorrefuerzo. De igual manera, se corroboró que solamente el 52,9 % y el 55 % de los sexos femenino y masculino, respectivamente, utilizan las estrategias relacionadas con el control de la ansiedad (estrategias adaptativas que propician un aprendizaje efectivo.
La tabla 5 muestra las estrategias motivacionales del componente expectativas. Como se evidencia, la estrategia utilizada con mayor frecuencia, en ambos sexos, resulta la de generación de expectativas positivas, que exhibe un porcentaje más elevado en el sexo masculino.
Tiene validez puntualizar que el 50 % de los educandos del sexo masculino utilizan el self-handicapping (estrategia motivacional desadaptativa), ya que no favorece el aprendizaje, aunque protege la autovalía de este.
Discusión
De igual manera que el estudiante gestiona su cognición y conducta, puede hacerlo con su motivación y su afectividad. De esta manera aumenta su implicación en el aprendizaje con un mayor esfuerzo y un uso adecuado de las estrategias de aprendizaje, lo que favorece el rendimiento.16
Los estudiantes construyen sus propios significados de los contenidos académicos estudiados, regulan sus emociones y motivaciones, realizan un seguimiento de sus progresos, introducen mejoras cuando es necesario, y se adaptan al contexto y a la demanda de las tareas.3
Las estrategias motivacionales más utilizadas por los educandos se encuentran en los componentes valor y afectividad. Estas favorecen la motivación a través de la gestión de metas académicas y ayudan al estudiante a controlar los afectos que surgen durante el proceso de aprendizaje, respectivamente.
En este orden de ideas, se coincide con García y otros6 cuando afirman la existencia de una relación estrecha entre la motivación y el aprendizaje. La motivación de los estudiantes puede influir en lo que aprenden y en cómo lo hacen. A su vez, a medida que los estudiantes se instruyen y perciben que se vuelven cada vez más hábiles, se sienten motivados para seguir este proceso.
En relación con las estrategias motivacionales del componente valor, se concuerda con los estudios realizados por Suárez y otros17) y Montoya y otros,18) que obtuvieron resultados similares a los de esta investigación. No se muestran coincidencias con Gargallo y otros12 en cuanto a la estrategia de valoración de consecución, ya que esta disminuye notablemente en su estudio.
En este orden de ideas, se concuerda con Navea y Suárez14) y Fernández y otros,19 al encontrar valores significativamente altos, en relación con la estrategia de implicación en la tarea, en la que los autores exponen que es posible que esta variable tenga más puntuación al resultar más aceptada socialmente; de esta forma se elige tanto de manera consciente como inconsciente por los estudiantes.
Autores como Navea y Suárez14 y Suárez y otros17 refieren que, a través de las estrategias de exaltación del valor de consecución y coste, el estudiante resalta las características de la tarea que le pueden aportar beneficios en el futuro académico, lo que genera percepciones acerca de que la tarea le permita confirmar sus capacidades y el esfuerzo empleado.
Las autoras consideran que las estrategias motivacionales, dentro de las denominadas de apoyo, son clave para el perfeccionamiento del proceso docente educativo. Se coincide con Suárez y otros17) al referir que estas pueden guiar las cogniciones y las emociones de los estudiantes y tener efectos sobre el esfuerzo, la persistencia, el rendimiento y la ejecución de las tareas.
Suárez y otros16 y Fernández y otros,19 en sus respectivos estudios, corroboran el uso frecuente de la estrategia de autorrefuerzo en ambos sexos, lo que resulta similar a lo encontrado en esta investigación.
El manejo de las estrategias de aprendizaje motivacionales propicia el aprendizaje del estudiante, al optimizar la concentración, reducir la ansiedad, dirigir la atención, y organizar las actividades y el tiempo de estudio. De igual modo, estas pueden variar en función de factores tanto personales como contextuales, lo que permite un aprendizaje estratégico.20)
En las investigaciones realizadas por Alemán,21Ortiz y otros,22 y Betancourt y Soler23 se encuentra poca periodicidad en el uso de la estrategia relacionada con el control de la ansiedad en estudiantes de la carrera Estomatología. Se concuerda con Ramírez24) al demostrar que el sexo femenino utiliza con mayor frecuencia la estrategia de control de la ansiedad.
Las estrategias motivacionales pueden ser automatizadas y, a diferencia de las estrategias cognitivas, no están comprometidas con el contenido de aprendizaje, aunque favorecen el compromiso con las tareas y ayudan a evitar resultados desfavorables.21
Para aproximarse al éxito, el estudiante recurre a aquella estrategia con la que genera diferentes emociones positivas, lo que produce que, al enfrentarse el estudiante con la tarea, este invierta y gestione todos los recursos cognitivos, emocionales y conductuales necesarios para lograr buenos resultados académicos.14
García25 demuestran que entre las estrategias utilizadas con mayor frecuencia se encuentra la generación de expectativas positivas, lo que resulta similar a lo encontrado en este estudio.
Se coincide con Navea y Suárez,14 ya que expone que los docentes universitarios deben conocer la existencia de estrategias motivacionales para facilitar su adquisición, desarrollo y uso entre los estudiantes, lo que favorece las estrategias adaptativas, que propician un aprendizaje efectivo frente a las estrategias desadaptativas. Para ello, se necesita desplegar un proceso docente educativo que favorezca el desarrollo de un aprendiz estratégico, el cual resulta capaz de observar, evaluar, planificar y controlar sus propios procesos de aprendizaje, conoce sus posibilidades y limitaciones y, en función de ese conocimiento, controla y regula estos procesos de aprendizaje.20
Las estrategias de valoración de consecución, implicación en la tarea y generación de expectativas positivas son las más utilizadas en ambos sexos entre los estudiantes de estomatología. Se corrobora la necesidad del desarrollo y perfeccionamiento de un mayor número de estrategias motivacionales, entre las que se favorecen las adaptativas porque propician un aprendizaje efectivo.
Tiene importancia puntualizar que los estudiantes universitarios, además de conocer y utilizar estrategias para el estudio, deben saber monitorizar y transferir estas en todas las circunstancias, para ser capaces de crear ambientes y contextos favorables para el aprendizaje; asimismo, podrán controlar y dirigir sus emociones para automotivarse.