Introducción
La vejez es una etapa de la vida en que las personas mayores están sujetas a una gran cantidad de cambios y presiones y en la que suceden una serie de pérdidas de tipo biológicas, familiares y sociales; pérdidas que aumentan significativamente después de los 75 años, lo que contribuye de forma significativa a aumentar los problemas de salud mental y los predispone a la aparición del sentimiento de soledad.1
Las personas mayores tienen las mismas necesidades que el resto de los grupos etarios, pero tienen una mayor dificultad para satisfacerlas influenciados por el deterioro físico, que les impide entrar en contacto con otras personas, la pérdida de figuras de apego (pareja, familiares y amigos íntimos) lo que genera una reducción en forma considerable de su red de relaciones interpersonales y una ruptura en las redes sociales, lo que afecta su inclusión social y su bienestar emocional generándose una situación de soledad emocional y social.2
Se hace necesario y, a la vez urgente, conocer más sobre el adulto mayor, no solamente las circunstancias sociales que lo rodean sino, también, lo que siente y piensa; para ello es necesario hablar del sentimiento de soledad como uno de los principales temores que experimentan.
El sentimiento de soledad es el resultado de una evaluación cognitiva del ajuste entre las relaciones existentes y los estándares personales. Cuanto mayor sea la discordancia entre lo que la persona desea y aquello que realmente obtiene de las relaciones interpersonales, mayor será la percepción subjetiva de soledad.3
Se infiere un primer señalamiento crucial para comprender el fenómeno de la soledad: sentirse solo y estar solo no tienen igual significado ni están infaliblemente unidos. Aun teniendo una amplia red de relaciones y vínculos afectivos, la persona puede experimentar el sentimiento de soledad si esa red no le proporciona la satisfacción que se espera.
Se establece entonces una diferenciación entre soledad objetiva y soledad subjetiva. La primera hace referencia al aislamiento objetivo, la ausencia real de una red social de apoyo. Algunos autores afirman que no se trataría de una experiencia desagradable ni penosa, siempre que se trate de una elección propia, pudiendo convertirse incluso en “una experiencia buscada y enriquecedora”. En especial, poetas y filósofos se refieren al aislamiento como un camino para encontrarse consigo mismos, para acceder a la fuente espiritual y creativa.2,3
Con enfoque en el sentimiento de soledad en el adulto mayor se hizo necesario revisar algunas investigaciones y artículos que nos dan indicios sobre el tema. Juan López Doblas realizó una investigación que habla particularmente del sentimiento de soledad en las personas que viven solas. Menciona que, entre las razones más propensas para la aparición del sentimiento, sobresalen los problemas personales de adaptación a la viudez y muestra cómo dicho sentimiento se entrelaza con la depresión.4
En Cuba, por medio de varios estudios exploratorios se han podido describir aspectos externos en el adulto mayor, tales como: el lugar ocupado en la sociedad, la necesidad de diálogo, el poco apoyo, los choques intergeneracionales, la dependencia, la poca participación en actividades y aspectos internos como el sentimiento de soledad y de exclusión, la poca adaptabilidad a la jubilación, miedo frente a las enfermedades, inquietud por pérdida de personas queridas, la preocupación constante, poco sentido de vida y negatividad.5
No es posible establecer estrategias de intervención influenciando solamente en factores externos, debiendo revisarse y profundizar sobre todo en los aspectos subjetivos que condicionan vivencia y qué variables psicológicas lo determinan.
El concepto de soledad debe ser entendido desde la multiplicidad de significados que pueden encontrarse de acuerdo a como es experimentado este sentimiento en el individuo. En los últimos años se ha generado un especial interés por conocer el bienestar de las personas mayores, este se debe principalmente al aumento de las expectativas de vida de la población mayor en los países desarrollados.6
La experiencia de los mayores es cada vez más objeto de interés y atención por parte de la sociedad en general. Quizás no solo porque por razones demográficas estos sean cada vez más numerosos sino, también, por una creciente sensibilidad ante las situaciones sociales que presentan una cierta vulnerabilidad y requieren lo mejor de la condición humana para salir al paso de las necesidades que presentan.
Durante la etapa de la vejez, las personas mayores, pueden ser susceptibles a padecer pérdidas, amenazas y la adaptación a nuevos estados psicosociales y físicos pudieran hacerlos experimentar menos bienestar. A pesar de estos impedimentos los ancianos se adaptan a todos estos nuevos cambios, replanteándose sus metas y desafíos, adaptándolas a sus nuevas capacidades sociales, psicológicas y físicas; es por esta razón que muchos de ellos informan altos niveles de bienestar, pues sus metas ya no son las mismas de hace 10 años, lo que disminuye la frustración ante el fracaso cuando no se puede llegar a concretar las metas propuestas a esta edad.7
La paulatina prolongación de la esperanza de vida y el acelerado incremento de la población mayor han suscitado preocupación por conocer el grado de bienestar al que tienen acceso y como el vivir en aislamiento puede influenciar la aparición de la vivencia subjetiva de soledad y las consecuencias que ello supone.7,8
Para contribuir con la evidencia que mostrará la importancia de la problemática y el propósito de aportar información que permita identificar los efectos de la soledad en la calidad de vida y estado de salud en los adultos mayores, se planteó como objetivo de este estudio caracterizar la percepción de la soledad en ancianos que viven solos pertenecientes al área de salud del Policlínico Comunitario “José Martí Pérez”, ubicada en el municipio de Santiago de Cuba.
Método
Se realizó un estudio descriptivo, de corte transversal, en el Policlínico Comunitario “José Martí Pérez”, ubicada en el municipio de Santiago de Cuba, entre los meses de junio a octubre de 2021.
El universo de estudio estuvo constituido por 14 adultos mayores que viven solos de los consultorios del médico de la familia (CMF) No. 15 y No. 16, pertenecientes a dicha área de salud, por ser esta donde se realiza el proyecto de investigación al que pertenecen los autores. La muestra coincide con el universo de estudio, fue seleccionada mediante un muestreo no probabilístico.
Los adultos mayores que viven solos pertenecientes a los CMF anteriormente citados que decidieran participar de forma voluntaria en la investigación, figuraron entre los criterios de inclusión. Fueron excluidos aquellos que poseían deterioro cognitivo o trastornos psiquiátricos que le imposibilitaran participar en el estudio (dato extraído de la ficha familiar de los CMF No. 15 y No. 16).
Fue aplicada una entrevista semiestructurada, junto a la Escala de Bienestar Psicológico para Adultos (BIEPS-A)9, el Cuestionario de Apoyo Social (CAS-7)10, la Escala de Soledad en el Adulto Mayor (IMSOL-AM)11 y la Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS).12
La entrevista semiestructurada se realizó con la finalidad de obtener datos relacionados con variables sociodemográficas, las causas que conllevaron al adulto mayor a vivir solo, tiempo que llevaban viviendo solos, así como la percepción que sobre el estado de salud tenían los senescentes.
Otras variables estudiadas fueron:
Percepción de la soledad subjetiva1: elaboraciones, juicios y sentimientos que se experimenta hacia la soledad.
Apoyo social6: aquellos recursos sociales existentes, de diferente naturaleza que recibe un individuo en una situación dada, en su vínculo con el ambiente a través de las relaciones interpersonales y que pueden ser percibidos de manera positiva o negativa en su bienestar y capacidad de funcionamiento frente a la enfermedad de manera dinámica.
Apoyo social percibido6: aquellos recursos sociales existentes, de diferente naturaleza, que recibe un individuo en una situación dada, en su vínculo con el ambiente a través de las relaciones interpersonales y que pueden ser percibidos de manera positiva o negativa.
Sentimiento de soledad1: entendido como el resultado de la evaluación cognitiva del ajuste entre las relaciones existentes y los estándares personales.
Bienestar psicológico13: la percepción o apreciación subjetiva de sentirse o hallarse bien, de estar de buen ánimo, de sentirse satisfecho.
Satisfacción con la vida14: juicio global que se hace en relación a la propia vida, implica una valoración subjetiva y una manifestación verbal de dicho juicio.
Percepción de la salud1: evaluación subjetiva que hace el geronte de su estado de salud, pudiéndose clasificar como Buena cuando tienen percepción de validismo y capacidad funcional que le permite desempeñarse adecuadamente, Regular cuando en su desempeño presenta limitaciones y Mala cuando la capacidad funcional y el validismo está tan deteriorada que presenta dependencia.
Se utilizaron las medidas de resumen siguientes: porcentaje, media aritmética como medida de tendencia central (variables cuantitativas) y análisis de frecuencia para describir el comportamiento de las variables en estudio. Se efectuó, además, un análisis cualitativo de los resultados, fundamentalmente a un nivel descriptivo-interpretativo, logrando así una mayor validez y calidad en la información obtenida.
Para llevar a cabo la investigación se tomaron en cuenta principios éticos básicos tales como: el respeto a la persona, la beneficencia, la no maleficencia y el principio de la justicia. A esto se le añade el respeto a la confidencialidad de la información obtenida y se obtuvo el consentimiento informado de los adultos mayores para su participación en la presente investigación.
Resultados
Entrevista semiestructurada
La muestra en estudio (14) se caracterizó por una mayor representatividad del sexo femenino (85,7 %), mientras que solo un 14,3 % estuvo constituido por el sexo masculino, lo que equivale a 12 mujeres y 2 hombres.
El rango de edad que prevaleció en estos adultos mayores fue de 71 a 80 años, lo que representó el 64,3 % del total con 9 sujetos, seguido por el 21,4 % (3 adultos mayores de 81 a 90 años) y con un 14,3 % los mayores de 60 a 70 años (2 de ellos).
Respecto al estado civil, 9, de los gerontes son viudas (64,3 %), mientras que el resto, 5, con el 35,7 % son divorciadas(o). No se encontraron otras categorías en esta variable.
Los adultos mayores estudiados refirieron que entre las causas de vivir solos estaban: la muerte del cónyuge, el divorcio, ausencia de hijos y aunque en su mayoría tenían hijos explicaron que estos tenían vivienda y habían decidido vivir solos, en uno de ellos la soledad estuvo relacionada con la emigración del hijo.
La totalidad de los sujetos de la muestra tenía como tiempo mínimo de vivir solos más de 3 años y no se evidenciaron evaluaciones negativas sobre la soledad, reconociendo las ventajas de esta condición por encima de las desventajas, se evidenció una alta capacidad de adaptación ante los cambios.
Todos los adultos mayores utilizan estrategias para afrontar la soledad de manera activa, estableciendo vínculos afectivos con vecinos, familia y amigos, aunque ninguno está actualmente incorporado a algún grupo social.
Al explorar la percepción que tenían sobre su salud: 5 de los senescentes (35,7 %) la ubicó en la categoría Buena, 6 como Regular (42,9 %) y solo 3 en la de Mala (21,4 %). Todos expresaron la necesidad de tener una buena salud para poder tener validismo y seguir siendo independientes.
Escala de Bienestar Psicológico para Adultos (BIEPS-A)
En la mayoría de los adultos mayores se presentaron niveles altos de bienestar psicológico (11; 78,6 %). Expresaron tener la capacidad de manejar los problemas de la vida diaria, aceptación y satisfacción consigo mismo, el establecimiento de buenos vínculos interpersonales (fundamentalmente vecinos que conocen hace más de 30 años) donde se brinda y recibe afectos; poseer metas y un sentido de la vida; pero fue la dimensión de autonomía la que más expresiones emocionales tuvo viéndose como ganancia o beneficio por encontrarse viviendo solo. En 3 de ellos (21,4 %) hubo puntuaciones bajas relacionadas con el pobre control para manejar sus propias necesidades e intereses, siendo la condición de la salud mala, el bajo nivel socioeconómico y el déficit en la red de apoyo la que impedía tales competencias.
Cuestionario de Apoyo Social (CAS-7)
La necesidad percibida de apoyo social se ubicó en niveles que van desde Algo hasta Muchísimo de necesidad de apoyo social, siendo la categoría Algo la prevaleciente con el 50 % de la muestra (7), seguido por el 35,5 % (5) con Bastante y el 14,3 % (2) con Muchísima. No se encontraron gerontes con ausencia de necesidad de apoyo social.
La mayoría de los sujetos evaluados se encontraron Moderadamente satisfechos (7, 50 %) con el apoyo social recibido, Muy satisfechos 5 (35,7 %) y un 1 sujeto (7,1 %) para las categorías Poco satisfecho y Totalmente satisfechos, respectivamente. La satisfacción estuvo relacionada con la presencia de familiares y vecinos con los cuales podían contar ante necesidades y los vínculos afectivos que se establecían.
Escala de Soledad en el Adulto Mayor (IMSOL-AM)
Luego de aplicada se pudo constatar porcentajes mayores de vivencias y estados afectivos positivos en 11 adultos mayores (78,6 %) encontrándose sujetos que se sienten satisfechos con su vida y un predominio de estados afectivos positivos; en menor medida solo 3 sujetos (21,4 %) experimentaron el sentimiento de soledad asociado a sentimientos de abandono, vacío de cariño y pérdida del sentido de la vida, expresaron estados afectivos vinculados con la depresión.
Escala de Satisfacción con la Vida (SWLS)
Se encontró en 12 adultos mayores un predominio del nivel Satisfecho con la vida para un 85,7 % y el dominio Logros en la vida obtuvo las puntuaciones más altas.
Discusión
En la muestra estudiada se reflejó una mayor representatividad del sexo femenino coincidiendo con estudios demográficos actuales y como reflejo de su mayor esperanza de vida; cerca del 60 % de la población mayor de América Latina y el Caribe son mujeres. Hubo una prevalencia de adultos mayores de 71 a 80 años, datos que se corresponden igualmente con la presencia de un mayor envejecimiento en edades avanzadas.
Entre las causas que conllevaron a los sujetos en estudio a vivir solos, están: la viudez, el no tener hijos y la independencia de estos últimos, que han formado ya sus respectivos núcleos familiares fuera del hogar de la familia de origen, así como la emigración en menor medida.
Respecto al estado civil los mayores porcientos de los gerontes eran viudas y se evidenció en ellas una capacidad para la adaptación a la viudedad de tipo emocional y material, lo que pudo demostrarse en expresiones como “las mujeres siempre nos hemos encargado de todo en la casa, el hombre llegaba tarde, ya estaba acostumbrada a la soledad”. En la literatura algunos trabajos señalan que las mujeres obtienen puntuaciones significativamente más altas en el bienestar psicológico, en las dimensiones de crecimiento personal y relaciones positivas con otros.15
Se presentó en la mayoría de los sujetos percepciones de la salud como regular y una correspondencia ante la percepción de salud mala y la aparición del sentimiento de soledad justificado por el deterioro del organismo, así como ante la imposibilidad de desenvolverse con autonomía funcional en el desarrollo de las actividades de la vida diaria, la experiencia subjetiva de la soledad sea tanto más intensa cuanto más presente está la enfermedad y la necesidad de otros por diferentes límites impuestos por el deterioro que acompaña al envejecimiento.
La mayoría de los sujetos estudiados recibieron todos los tipos de apoyo como los principales recursos brindados por las personas que conforman el sistema de apoyo social informal, el apoyo instrumental es el más afectado, la mayoría expresó recibir apoyo emocional de la familia, vecinos y amigos. Existe un amplio consenso acerca de la incidencia positiva que las redes de apoyo social suficientes poseen sobre la salud física, el estado funcional de los adultos mayores y el desarrollo de las actividades de la vida diaria. Se ha comprobado que el poseer una red social adecuada disminuye los tiempos de hospitalización y de recuperación de la salud, así como el riesgo de mortalidad posterior al alta.
Con respecto a la relación de las redes de apoyo social y el bienestar psicológico, variados estudios han mostrado la incidencia de la falta de redes y soporte social sobre la aparición de síntomas depresivos, tanto en el caso de los adultos mayores que viven en hogares particulares, como en el de los que viven en residencias para mayores. De manera complementaria, diversas investigaciones comprobaron la relación de la posesión de redes sociales adecuadas con el incremento de la satisfacción vital, así como con el bienestar en el final de la vida de enfermos terminales.15,16,17,18
Se encontró que los adultos mayores estaban satisfechos con la vida, determinado en gran medida por los logros alcanzados en el pasado, el ajuste de sus metas y proyectos según sus posibilidades, evitando las frustraciones y presentándose mayor satisfacción con las actividades que realizan; variable esta que está muy relacionada con los altos niveles de bienestar psicológico. Se destacó la relación entre el bienestar percibido y las relaciones sociales en que se insertan, caracterizándolas como positivas. Rosado-Mercado Karen investigó en esta temática y enfatiza en el enfoque sociocognitivo de las emociones en la teoría de la selectividad socioemocional al explicar que las personas mayores utilizan un proceso selectivo que les lleva a mantener las relaciones que para ellos tienen relevancia, y a dejar. de lado las relaciones que no perciben como trascendentes.10
Otros estudios abordan la relación existente entre emociones y bienestar psicológico al existir un incremento en los niveles de bienestar afectivo en las personas mayores. Este hecho podría deberse a que durante la vejez se produce un mayor control sobre la regulación emocional, por ejemplo, mediante la manera que se tiene de revaluar el antecedente, mostrando estrategias más efectivas. Este aspecto permite una adaptación más saludable.7,8,18
La condición de vivir solos fue valorada por los sujetos en función de beneficios, siendo la autonomía una de las dimensiones que más influyó, a pesar de esto expresan “la soledad es triste“, desde la representación social que se tiene de esta experiencia los adultos mayores no tenían la percepción de sentirse solos.
Se encontraron contradicciones en las respuestas pues expresaron tanto que no les gusta vivir solos, como que no quieren vivir con otra persona. Esto justificado con temores e inseguridad ante la invasión de su espacio, intimidad, autonomía y la paz que vivir solos les proporciona, evalúan la convivencia con otra persona como pérdida y la ven solo como una necesidad ante la imposibilidad del autovalidismo y la independencia.
Al adulto mayor poseer determinadas competencias como aquellas habilidades que permiten mantener o establecer una perspectiva personalmente satisfactoria en su vida, los hace menos vulnerables cuando se enfrentan a desafíos vitales. Existen estudios que comprueban que las personas mayores presentan suficientes recursos adaptativos para hacer frente a las demandas vitales.
Conclusiones
De los análisis anteriores se interpreta que la soledad impacta subjetivamente a partir de la valoración de su realidad y está determinada por la relación entre las expectativas y lo que obtiene con su intimidad. En este sentido, la aparición del sentimiento de soledad estuvo relacionado en su mayoría con la percepción de la salud, la autoeficacia y su influencia en las variables bienestar psicológico.