INTRODUCCIÓN
El déficit de hierro constituye uno de los déficits de macronutrientes más comunes, afectando a casi un tercio de la población mundial. Este déficit generalmente causa una anemia microcítica, la cual se manifiesta con fatiga, debilidad, disnea y agotamiento.1,2
Se define, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al estado de descenso de los niveles de hemoglobina dos desviaciones estándar por debajo de los valores normales de referencia por edad y sexo como anemia. Esta representa un grave problema de salud pública, que afecta a poblaciones vulnerables como los niños entre seis y 59 meses (20 %), al 30 % de las féminas entre 15 y 49 años y al 37 % de las embarazadas.3
Según el Global Burden of Disease Study 2019,4 donde se estudió los factores e incidencia de la anemia en 204 paises según datos del periodo 1990-2019, en 2019 existían aproximadamente 1,8 billones de casos de anemia en el mundo, con una prevalencia de 23176,2 por cada 100000 personas, siendo un 13,4 % más baja que en 1990. La región con una mayor prevalencia registrada fue la zona sur de Asia (41646,1 por cada 100 000 personas) y África Sub-Sahariana (40977 por cada 100 000 personas); con respecto al país con mayor prevalencia se reportó Zambia (49327 casos por cada 100000 personas). El estudio concluyó que, a pesar de las múltiples etiologías de la anemia, la deficiente ingesta de hierro continúa siendo la causa principal, de ahí que se necesiten trazar estrategias para lograr la prevención mediante el tratamiento de grupos vulnerables como los niños y las mujeres en edad reproductiva.
Un estudio desarrollado con el objetivo de determinar la prevalencia y los factores asociados a la anemia en la mujer en edad reproductiva en África determinó una prevalencia del 34,85 % (IC95 %: 34,56-35,14).5
La tasa global de fecundidad en América Latina y el Caribe varía entre países. Bolivia presenta una tasa de 2,8, Perú de 2,3 y Ecuador de 2,2; otros países reportan tasas inferiores como son el caso de Colombia (1,8) y Chile (1,7). Entre 1989 y 2018 se ha apreciado en Ecuador una tendencia a la disminución de dicha tasa, de 3,8 a 2,2.6
El embarazo como proceso fisiológico en la mujer representa un grupo de cambios en el funcionamiento del organismo a nivel físico y psicológico, que altera la dinámica interna del organismo. El cuerpo de la fémina debe modificarse para suplir la demanda de poseer un nuevo ser en su interior. Si bien estos cambios son graduales, múltiples factores, como enfermedades previas o condiciones predisponentes, pueden alterar este proceso, llegando a situaciones no planificadas.7
Si bien el cese de la menstruación durante el periodo gestacional produce una disminución de los requerimientos de hierro durante el primer trimestre, en el segundo trimestre este aumenta nuevamente, debido a un acrecentamiento de la eritrocitosis materna, crecimiento acelerado placentario y fetal.8
Aunque existen mecanismos de regulación para enfrentar esta situación, en la gestante se registra, debido a un proceso similar a una hemodilución, una disminución fisiológica de las concentraciones de hemoglobina. Esto es un fenómeno secundario a un gran aumento de volumen plasmático, que desencadena una disminución de aproximadamente 2-3 g/dl de hemoglobina. Ante la existencia de un déficit previo de hierro, esta situación desemboca en una anemia por déficit de hierro.8
La presente investigación se desarrolló con el objetivo de caracterizar los factores sociodemográficos de las gestantes con anemia en Ecuador.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, transversal sobre los factores sociodemográficos de las gestantes con anemia en Ecuador durante el 2018. La investigación tomó como población de estudio el total de embarazadas con anemia del Ecuador durante el 2018.
Para la obtención de la información se emplearon las estadísticas brindadas en el portal del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC) (https://www.ecuadorencifras.gob.ec/institucional/home/), el Ministerio de Salud Pública (MSP) (https://www.salud.gob.ec/) y los micro datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de 2018 (https://anda.inec.gob.ec/anda/index.php/catalog/891/get_microdata).
Los datos descargados fueron curados para extraer los resultados de interés para el estudio. Con los datos finales se procedió a realizar un análisis estadístico descriptivo mediante el cálculo de frecuencias absolutas y relativas porcentuales.
Al ser un estudio desarrollado a partir de datos públicos, no fue necesario la solicitud de aprobación por un comité de ética o consejo científico. Los datos se emplean únicamente con fines académicos.
RESULTADOS
De las 305 979 embarazadas reportadas en estadísticas del INEC y el MSP en el año 2018, aproximadamente el 22,3 % (n=68 233) presentó anemia. El 40 % de las gestantes con anemia pertenecían a la clase pobre (bajos ingresos) (n=27 294) (figura 1).
Con respecto a la situación demográfica, el 61 % de los pacientes residía en zona rural (figura 2).
El 53 % de las embarazadas con anemia fueron adolescentes (figura 3).
Con respecto a los grupos etarios, el 27 % de las gestantes con anemia se encontraban entre los 10 y 14 años, y el 25 % entre los 15 y 19 años (figura 4).
DISCUSIÓN
Se identificó un predominio de gestantes con anémia en el grupo de escasos recursos, definiendose como el grupo predominante en la sociendad actual en el pais. Esta poblacion por consecuencia esta ligada a padecer necesidades especialmente en el area de salud, por falta de implementos medicos necesarios y medicina para tratar la anemia en mujeres embarazadas.
Según refiere el estudio de Safiri et al.,4 el factor socioeconómico constituye un determiante en la incidencia y prevalencia de la anemia, donde se han establecido asosiaciones inversas entre los ingresos y la presencia de anemia; de ahí que mejores ingresos se expresen generalmente en una menor probabilidad de sufrir anemia. Este hecho es entendible, ya que mayormente la anemia se desencadena por deficit nutricionales.
Además, la situación demográfica existente en nuestro país limita a las mujeres embarazadas que presentan anemia a tener una atención oportuna, ya que la mayor parte de las mujeres de bajos recursos, están presentes en el campo. La deficiencia que tiene el sistema de Salud Pública en la parte rural restringe a las mujeres a tener una línea de control de su salud y las de sus bebes aumentando las posibles enfermedades posteriores.
Se ha considerado que la zona de residencia constituye un factor de impacto en la salud. Varios son los elementos que hablan a favor residir en zonas urbanas para presentar un menor riesgo de anemia, los cuales pueden ser directos o indirectos.9 Referentes a los factores socioeconómicos se expone que en las zonas urbanas existe una mayor disponibilidad de empleos, lo cual tiene eimpacto directo en la economía. Con respecto a factores sanitarios, se expone que en las urbanidades existe mayor disponibilidad y variead de servicios de salud y planificación familiar, así como una mejor higienización del agua para el consumo y sistemas para la eliminación de productos de desecho. Todos estos elementos se registraron como factores protectores ante la anemia durante el embarazo.10
Si se contrasta esta información con datos de la ENSANUT 2018,6 solo en el indicador de acceso a los servicios de salud, el número de madres que recibieron al menos cinco controles prenatales fue menor en el área rural comparados el área urbana (75,7 % vs 87 %). En este resultado pueden intervenir varios elementos, como por ejemplo, el nivel sociocultura de las personas, la economía familiar y la percepción de riesgo de las gestantes.
Un estudio de cinco años realizado por Ampiah et al.11 encontró una mayor prevalencia de anemia en gestantes adolescentes con respecto a las gestantes adultas, oscilando entre el 70 % y el 80 % de las gestantes adolescentes y entre el 55 % y el 70 % para las gestantes adultas, encontrando relación estadísticamente significativa entre la edad de la gestación y la presencia de anemia (p<0,05).
Este resultado puede estar determinado por varios elementos, sin embargo, los autores consideran necesario resaltar el papel de la falta de preparación o inmadurez del organismo de las adolescentes para enfrentar el embarazo, lo cual trae consigo mecanismos de compensación ineficientes o no adaptados y por tanto un mayor riesgo de sufrir anemia durante la gestación.12,13,14
La edad promedio del primer nacimiento en Ecuador es de 21 años. 6) De igual forma, se ha reportado en Ecuador mayores porcentajes de nacimientos en los grupos etarios de 20 a 24 años (27 %), de 25 a 29 años (23,5 %), seguidos de lasa gestantes en edades entre los 15 y 19 años (18,8 %) y de los 30 a 34 años (17,4 %).15 Similares resultados se encontraron en la presente en cuanto a la edad de las gestantes con anemia.
Un estudio realizado por Cerón Martínez et al.16 en 39 gestantes con anemia encontró que el 66,67 % se encontraba en edades entre los 21 y 35 años, similar a los presentes, aunque el citado estudio encontró menor por ciento en el grupo de 14 a 20 años (15,38 %) que el presente.
La educación de las mujeres está íntimamente ligado a el cuidado de ellas en sus periodos de gestación, el desconocimiento de estas enfermedades hace que no se tomen las debidas precauciones para evitar este problema, especialmente la anemia en madres e hijos.17
Uno de los principales problemas que enfrenta el Sistema de Salud es el aumento de embarazos especialmente en adolescentes. Las gestantes que pertenecen a este grupo no tienen definido la responsabilidad que conlleva tener un hijo a temprana edad, así como los riesgos aparejados.
Para paliar esta situación una de las estrategias adoptadas por el gobierno de la República del Ecuador es la atención oportuna de las personas mediante su red de salud pública, la cual a través de campañas ha impulsado la suplementación de micronutrientes para niños, madres embarazadas y en lactancia, recibiendo complementos de hierro, multivitaminas, minerales en polvo, vitamina A, hierro más ácido fólico. Esta acción es parte del Programa Integrado de Micronutrientes, a fin de contribuir con la reducción de las principales deficiencias y prevenir la anemia, ya que los micronutrientes son elementos necesarios en la alimentación diaria de este grupo de la población.
Se concluye que, en Ecuador, en 2018 existió una alta prevalencia de anemia en el embarazo, donde las embarazadas adolescentes, las residentes en zonas rurales y aquellas con menor poder adquisitivo presentaron mayor prevalencia.