Alguien se ha encargado de vender la imagen de los británicos como sujetos fríos, distanciados y arrogantes, que te miran desde la altura de su torre de marfil. No conozco a muchos británicos, pero puedo asegurar que Graham Wright era la personificación de lo absolutamente contrario a ese cliché.
Lo conocí en el CECAM, y presencié una conversación entre él y nuestra directora esperanza O´Farrill. Me llamó la atención que su trato hacia Esperanza era muy familiar. Pensé que eso se debía a que se conocían desde hacía varios años por la activa participación de Esperanza en la Asociación Internacional de Informática Médica (IMIA). Graham había venido a participar en el Congreso de Informática en Salud de la Convención de Informática de La Habana, y al día siguiente lo saludé en el Palacio de las Convenciones. Resultó que, a mí, alguien desconocido para él hasta la tarde anterior, me trató con la misma natural cordialidad. Luego hizo que mi esposa y yo conociéramos a su esposa Helen y a su adorable suegra Pamela.
En aquellos momentos tomaba auge el movimiento de software libre y Graham abogaba por su implantación en nuestro país. En dos ocasiones Graham publicó en nuestra revista, y eso nos da una medida de su identificación con el desarrollo de la Informática en Salud en nuestro país. 1), (2
Invitado por Graham, visité Stonehenge y la tumba de Florence Nightingale en Inglaterra y conocí la Ciudad del Cabo en Sudáfrica.
Después de su exitosa carrera en Inglaterra, Graham y Helen decidieron trasladarse a trabajar en Sudáfrica, donde lideró un vibrante grupo de colaboradores e impulsó la Informática en Salud en toda el África Subsahariana. Recuerdo el trabajo que presentamos en Buyumbura, Burundi, que él expuso en nombre de los dos. 3
En ocasión de la pandemia de Covid-19, Graham organizó un equipo de sus colaboradores y amigos y se publicó un trabajo sobre la posible evolución de la epidemia en África Subsahariana. 4
Todos los años, en el mes de diciembre, Helen nos enviaba un resumen de cómo le había ido en el año que concluía. Sabíamos que a él la salud no le acompañaba, pero a Graham eso parecía importarle poco. Su actividad no disminuía, y estaba centrado en escribir sobre el tema que más le apasionaba: la Informática Médica en África Subsahariana. Graham distaba de ser un hombre rico. Nació en 1947 en el seno de una familia de clase obrera inglesa de Liverpool, todo lo que logró fue resultado de su trabajo y esfuerzo, pero su generosidad no conocía límites, siempre irradiaba entusiasmo y fe en que todo tiempo futuro debía ser mejor.
Según el criterio muy autorizado de José Lezama Lima, el calor de Cuba posee la peculiaridad de que actúa sobre el cerebro tanto de los que aquí nacimos como de los que nos visitan, y hace que todo visitante comience a pensar y comportarse como si fuera un cubano de toda la vida. Parece que eso explica por qué nuestro querido Graham se había ganado la condición de cubano de toda una vida.