INTRODUCCIÓN
El síndrome 18q-, también denominado monosomía parcial 18q, síndrome de deleción 18q, deleción parcial 18q- o síndrome de De Grouchy fue inicialmente descrito por Grouchy en 1964.1 Es un síndrome de causa genética, poco frecuente, incluido dentro de la clasificación de las enfermedades raras;2 sin embargo, es el segundo síndrome más común que involucra al cromosoma 18.3,4
El término 18q- significa que falta el brazo largo en uno de los pares del cromosoma. El síndrome 18q- presenta una alta variabilidad fenotípica,5 lo que hace díficil su diagnóstico clínico y a su vez provoca que un niño con la deleción parcial 18q- pueda tener trastornos en su desarrollo, de forma global, diferente a otro niño con el mismo diagnóstico.
En relación a su prevalencia se informa que uno de cada 40 000 recién nacidos nace con una deleción del cromosoma 18q-.6 Este síndrome se tiende a confundir con la deleción del cromosoma 18p, la trisomía del cromosoma 18, el síndrome de Patau y Edwards7,8 o con un trastorno del neurodesarrollo sin un origen claro.
Los niños afectados presentan alteraciones neurológicas, oftalmológicas, osteomusculares y hormonales, pueden presentar enfermedades autoinmunitarias y distintas inmunodeficiencias,9,10,11,12 comparten características de los miembros de su familia y tienen sus propios talentos y habilidades únicas. No existe una deleción del cromosoma 18q que sea típica, el tamaño de la deleción es diferente en cada caso,13 por lo tanto, cada niño con síndrome 18q- es diferente.
La monosomía parcial 18q- cambia la forma en que el cerebro se desarrolla y funciona. Los niños presentan un retraso del desarrollo psicomotor y del lenguaje, pueden presentar una discapacidad intelectual o poseer un coeficiente cognitivo normal o normal bajo, tienen hipotonía, reflejos pobres o temblores y en un pequeño porciento pueden aparecer convulsiones, acompañadas de un diagnóstico de epilepsia.13,14,15
El objetivo de este trabajo es describir las características y la estimulación temprana del neurodesarrollo de un niño con deleción parcial del cromosoma 18q- de manera que los médicos u otros profesionales vinculados con el diagnóstico de los niños con trastornos del neurodesarrollo lo tengan presente en el momento de buscar una etiología.
INFORMACIÓN DEL PACIENTE
Se trata de un niño sin antecedentes familiares, nacido de un embarazo en el que se diagnosticó una restricción del crecimiento intrauterino. El parto fue eutócico, pero el niño fue bajo peso y baja talla al nacer y tenía la circunferencia cefálica por debajo de los parámetros normales. Durante sus primeros 24 meses de vida fue atendido en la Consulta de Neurodesarrollo del Hospital General Provincial Docente “Dr. Antonio Luaces Iraola” de la Provincia de Ciego de Ávila por un retraso del desarrollo motor: caminó a los 14 meses después de recibir tratamiento rehabilitador por el Especialista en Fisiatría.
A los 24 meses de vida fue llevado por su mamá a la Consulta de Logopedia y Foniatría del mismo hospital porque no hablaba. El especialista constató la presencia de rasgos dismórficos (microcefalia y estrabismo) y ligera espasticidad con afectación de la motora fina y del contacto verbal y le indicó interconsulta con el Especialista en Genética, que le realizó la prueba del cariotipo en sangre periférica y le diagnosticó una deleción parcial del brazo largo del cromosoma 18.
Se le aplicaron pruebas del lenguaje (prueba de pesquisaje del desarrollo del lenguaje, inventario de las primeras palabras y hora de juego linguísico) que confirmaron un trastorno del desarrollo del lenguaje, con una edad de funcionamiento de su lenguaje alrededor de los 13 meses de vida. Se le indicó potencial evocado de tallo cerebral, que descartó la presencia de una pérdida auditiva.
Se les orientó a sus familiares la interconsulta con un Especialista en Endocrinología por el crecimiento deficitario del niño para estudio hormonal (este estudio aún se realiza). También fue valorado por Especialistas en Neuropediatría y en Psiquiatría infantil, los que diagnosticaron una posible discapacidad cognitiva y un déficit de atención por hiperactividad; ambos especialistas decidieron dar seguimiento al niño para certificar estos posibles diagnósticos.
Historia del neurodesarrollo: inició su sonrisa social a los dos meses, mientras que el control cefálico fue a los tres meses y medio, mantuvo la posición de sedestación a los nueve meses y caminó a los 15 meses. Estuvieron presentes el gorgeo y el balbuceo pero la mamá no recuerda el tiempo en que aparecieron; con 24 meses solo decía mamá y “aua” por agua y para solicitar lo que deseaba señalaba con su dedo índice el objeto deseado. Constantemente se encontraba intranquilo y, en ocasiones, agredía, en especial cuando no se le prestaba atención o se intentaba poner límites. Era capaz de cumplir órdenes muy sencillas y con ayuda de su mamá y no lograba mantener un juego de manera funcional por un breve período de tiempo.
Historia de atención logofoniátrica y de otros especialistas: desde los cuatro meses inció con tratamiento fisioterapéutico en la Sala de Rehabilitación de su área de salud, lo que permitió que desarrollara el área motora gruesa (sentarse, caminar y correr). Desde los 24 meses que acudió a Consulta de Logofoniatría se indicó tratamiento rehabilitador para el desarrollo de su lenguaje y de la motora fina(desarrollo de pinza digital); en la actualidad, con tres años de edad, el niño nomina de forma correcta los objetos, se comunica en oraciones, con la inclusión de verbos y adjetivos cotidianos en su estructura, cumple órdenes complejas (hasta dos órdenes) sin ayuda, ni apoyo extraverbal, señala y nomina sus partes corporales, utiliza de manera funcional el mío y el yo, utiliza correctamente la pinza digital, colorea con crayolas y modela con dificultad la plastilina.
DISCUSIÓN
Al evaluar la descripción clínica se corroboró que lo más llamativo en el niño era su trastorno en el neurodesarrollo y en el crecimiento, y que se manifestaban escasos síntomas y signos característicos del síndrome 18q, lo que provocó un diagnóstico tardío, por lo que queda explícito que todo niño que acuda a consulta con un trastorno en el neurodesarrollo y del lenguaje debe ser valorado por los Especialistas en Genética para que valoren la pertinencia o no de realizar estudios genéticos y lograr una detección precoz de las etiologías genéticas que pueden provocar este trastorno del neurodesarrollo y del lenguaje.
Se han informado entre 150 a 200 casos con síndrome 18q-, solo un 29% presentan un trastorno de discapacidad intelectual y microcefalia.15,16,17 Se plantea que los pacientes con deleciones cercanas a la región centromérica del cromosoma 18 tienden a tener mayor afectación en sus capacidades motoras y cognitivas.16,18 En el presente caso se presenta un trastorno del neurodesarrollo y del lenguaje con favorable evolución, a pesar de un diagnóstico tardío, una estimulación temprana a partir de los cuatro meses en el área motora gruesa y una estimulación tardía en el lenguaje y en la motora fina. Todo lo anterior, logrado por el niño, habla a favor de presentar una afectación de moderada a ligera en su capacidad motora y cognitiva, con un neurodesarrollo en progreso.
Aunque el diagnóstico no fue precoz y aún permanece con tratamiento rehabilitador y seguimiento multidisciplinario se aprecia una evolución favorable en su neurodesarrollo durante este año de vida. Es importante señalar que la evolución favorable del neurodesarrollo y del lenguaje del niño depende del apoyo y la cooperación familiar, de que el Especialista en Rehabilitación sea constante y trabaje con calidad y de la existencia de un equipo multidisciplinario coordinado y en constante comunicación para el logro de una homogeneidad adecuada que permita el establecimiento del progreso durante el transcurso del tratamiento rehabilitador del niño.
Por primera vez, en la Provincia de Ciego de Ávila, se sigue en evolución y rehabilitación logofoniátrica a un niño con síndrome 18q- que presenta una evolución favorable en el lenguaje y la motora fina a pesar de su diagnóstico tardío. Lo interesante del caso es que no hay dos niños con el síndrome 18q- que presenten las mismas y tampoco todas las características del síndrome; por lo que cada niño con este trastorno es único. Es fundamental e importante el diagnóstico precoz para mejorar la calidad de vida y estimular el neurodesarrollo de los niños con este síndrome.