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Cuadernos de Historia de la Salud Pública
versión impresa ISSN 0045-9178
Cuad Hist Salud Pública n.96 Ciudad de la Habana jul.-dic. 2004
Los indios, su origen, sus costumbres, su aspecto y su medicina
Todo lo que existe se formó por gases y su condensación. Se formaron las nebulosas primitivas que sufrieron explosiones
y fragmentaciones. La ley de la gravitación permitió que se fundieran y formaran soles, planetas, etc. Las explosiones de
gases y sus rapidísimos movimientos determinaron el tamaño del sistema. De esta manera se formó nuestro Sol que es
una masa gaseosa con altísima temperatura que envía su energía radiante a la Tierra; esta la transforma y la devuelve
al espacio; así se engendra la vida que es sólo una transformación de la energía, un equilibrio o una lucha de fuerzas.
La Tierra, formada también por gases, transformados, tiene una corteza compuesta por rocas ígneas, sedimentarias y metamórficas. En su estudio se consideran cuatro eras: paleozoica (de hace 335 millones de años), en la que aparecieron algas, animales de mar, plantas de tierra y reptiles; mesozoica (125 millones de años) con sus dinosaurios, pájaros, algunos mamíferos y grandes árboles; y cenozoica (60 millones de años) el más reciente llamado "edad de los mamíferos", invertebrados recientes de tierra y mar y posiblemente el hombre a fines del pliocene y ya presente en el pleistocene (hace un millón de años).
Con respecto al hombre americano dice mi hermano el Dr. Carlos A. Martínez-Fortún y Foyo, erudito en estos estudios:
"Mucho se ha discutido y se discute aún sobre cúal fue el primer habitante de América. Unos sostienen la tesis de la autoctonía, es decir que en nuestro Continente surgió el hombre en cuanto aquel estuvo en condiciones de sustentarlo, y afirman por tanto que existió el Hombre Americano como existió el Hombre Asiático. Otros por el contrario afirman que el hombre surgió sólo en Asia y de allí vino a América por el estrecho de Behring, descendiendo después paulatinamente hasta llegar a su extremo sur, la Patagonia.
"En Cuba se afirmó también la existencia del Homo cubensis o cubano que llegó a nuestra isla después del primer tercio de la época pliocena y antes de la época cuarta; pero esa afirmación no ha podido ser comprobada.
"Tenemos pues, que atenernos sólo a las razas indígenas que poblaron nuestro territorio en épocas posteriores a todas las enunciadas.
"La existencia del 'Auabanay' o indígena mucho más antiguo que el que pasamos a estudiar y enunciada por el Dr. Fernando Ortiz, no se ha podido comprobar hasta ahora. Tenemos pues, que conformarnos con el estudio de las tres clases de indígenas cuyas existencias están totalmente comprobadas: el 'Guanahatabey', el 'Siboney'y el 'Taíno'.
"Aun se discute si el siboney fue anterior al guanajatabey o si éste le precedió en su venida a Cuba. A nuestro juicio el más antiguo de los cubanos lo fue el 'guanajatabey', cuyos restos fueron descubiertos por el ingeniero José A. Cosculluela, en el
montículo de Guayabo Blanco, en la Ciénaga de Zapata, a fines del año 1913. Pertenecía al período o cultura de la concha; su artefacto característico era la gubia; su cráneo sin deformar, grande con 1382 c.c. de capacidad, Lipsi-Subbraquicéfalo. Ha sido nominado por los sabios del Grupo Guamá, 'Hombre de Cosculluela'. Pobló en toda la Isla; pero cuando ocurrió el descubrimiento de ella, había mermado notablemente y refugiado en la parte occidental de Cuba (Provincia de Pinar del Río) y en algunos cayos en la costa sur de la Isla. Su procedencia no se conoce con exactitud.
"Le siguió en tiempo el 'Siboney'; el verdadero cubano. Pertenecía al Período Segundo o Cultura de la Piedra. Sus instrumentos característicos eran la gubia, bola y dagas. Sus asientos típicos fueron: Pico Tuerto del Naranjal, Cayo Redondo y Soroa. Su cráneo pequeño, sin deformar, 1165 c.c., Mesosubbraquicéfalo; ha sido denominado 'Hombre de Montané'. Habitó en toda la isla y cuando ocurrió el descubrimiento ya había sido sojuzgado por el Taíno.
"Este es el último y más adelantado de nuestros indígenas. Pertenecía al Período Tercero o Cultura de Barro o Alfarería; siendo sus instrumentos característicos, las hachas petaloides y las vasijas de barro. Sus lugares típicos fueron: Baracoa, Banes, Morón y Cienfuegps. Su cráneo tenía deformación tubular oblicua, y un promedio de 1435 c.c. de capacidad craneal (según Broca la capacidad media del cráneo de la raza germánica en el siglo XIX era de 1534 c.c., la de la negra 1371 y la de la australiana 1228). El Siboney pobló desde Maisí hasta la porción occidental de Cuba, en tanto el Taino sólo hasta Cienfuegos; sojuzgó al Siboney al que tenía como sirviente; pero no como esclavo, según afirmación del padre Las Casas. El y el Siboney eran de origen Aruacos, procedentes de la América del Sur; pues sus lenguajes eran muy parecidos y con raíces semejantes".
"Se calcula que los Siboneyes llegaron a Cuba hace más de 6 000 años; se ignora la llegada de los Guanahatabeyes y en cuanto a los Taínos se supone que arribaron 50 años antes del descubrimiento por Colón.
Fig. 5. Behique Mariana Nava (siglos XVI a XVII). Médica taína cubana.
Los indios cubanos, de color cobrizo y cara achinada, aunque bajos de estatura y de complexión mediana, estaban bien formados, tenían buena presencia y estaban acostumbrados al trabajo ligero como lo requería su vida primitiva y la dulzura del clima y riqueza de su país. Su alimentación consistía en vegetales, yuca-casabe- pero comían algunos animales crudos, peces y moluscos. Sus casas de paja formaban a veces pequeños pueblos situados comúnmente a orilla de los ríos, del mar o de algún valle fértil. Su religión y su cultura eran primitivas y dejaron muy poco rastro en la Isla: ídolos de barro, implementos de concha y piedra, hacha petaloide, esferolitas y gladiolitos- dagas de piedra- y escasa alfarería. No dejaron monumentos, ni escritura.
Poseían una medicina propia y primitiva formada por nociones elementales y por datos que arrojaba la tradición. Pobres sus conocimientos de anatomía y de fisiología. Sabían conservar los huesos y los cadáveres. Conocían la diarrea, la constipación, las niguas y piojos. Su terapéutica era menos rica que la de los mexicanos. Usaban las hojas de cojioba, yerba santa, manzanilla y guaguasí. El almácigo y el tabaco en reuma y dolores. El guayacán contra las bubas. Hacían pequeñas sangrías, reducían las fracturas, la castración a maceta y sin sutura. Usaban cebadilla y xutola en parto laborioso y llegaron a practicar la cesárea. Aislaban a los enfermos contagiosos y enterraban a los muertos. Atribuían la enfermedad a castigo divino. En su terapéutica entraba la sugestión. Los sacerdotes y behíques hacían de médicos empleando la medicina mágica. El behíque se cubría muchas veces la cara con hollín y se presentaba ante el enfermo haciendo ceremonias raras, que se acompañaban de cantos y antorchas encendidas. Otras veces guardaba silencio, empleaba sus amuletos, soplaba sus manos, gritaba y hacía ruidos extraños, haciendo de este modo más impresionante su cometido. Pero a veces sucedía que el enfermo moría y los familiares le atribuían la muerte al behíque y entonces los parientes hablaban al oído al muerto y si decían que su respuesta era afirmativa daban una paliza o castigo mayor al asustado behíque.
Entre sus enfermedades más comunes citaremos las dermatitis, eczema, lesiones por niguas y "caracol" o pelagra. En el Continente existía la fiebre amarilla (cocolitztle, mexicanos; paulicantina, caribes), el paludismo, fiebre tifoidea, disentería y otras infecciones de distintas índoles.