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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.280 La Habana jul.-dic. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 


El Quijote en Panamá

 


Don Quixote in Panama

 

 


Margarita Vásquez Quirós

Universidad de Panamá, Academia Panameña de la Lengua, Panamá.

 

 

 


RESUMEN

La lectura de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha ha dejado en la República de Panamá una huella en la cultura, la política y la educación. Este trabajo rastrea las perspectivas desde las cuales ha sido leído el Quijote en los siglos XX y XXI por colectividades de lectores informados en el Istmo. Curiosamente, en este primer asalto a la lectura del Quijote en Panamá, surge, desde un punto de vista psicosociológico, una oportuna reflexión sobre la identidad.

PALABRAS CLAVE: comunidades interpretativas, identidad, cultura, política, educación, lengua, raza, religión, inglés, nacionalismo, panamericanismo, Doctrina Monroe.


ABSTRACT

In the Republic of Panama, Don Quixote has left his mark on its culture, politics, and education. This paper explores two perspectives from which Don Quixote was read by interpretative communities in the 20th and 21st centuries. Interestingly, this first attempt at the reading of Don Quixotein Panama, viewed from a psychosocial point of view, reveals a timely reflection on identity.

KEYWORDS: interpretative communities, identity, culture, politics, education, language, race, religion, English, nationalism, pan Americanism, Monroe's Doctrine.


 

 

A la Feria del Libro de La Habana y a la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

En 1605 llegaron a Portobelo varias cajas con ejemplares de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha recién salido de la imprenta. La mayoría de ellas siguió su viaje por mar y tierra hacia el Perú,(1) pero en Panamá quedaron algunos libros en manos de los residentes interesados en conocer estas novedades editoriales. Tales son las primeras noticias del Quijote en Panamá. No se ha sabido, sin embargo, sobre la atracción que pudo producir la obra en los lectores del período colonial panameño (1605-1821) ni en los del período colombiano (1821-1903). Sus huellas vuelven más bien a principios del siglo XX, cuando en la capital istmeña se conformó un grupo de intelectuales -activos en 1916-1917- que conmemoró los trescientos años de la muerte de Cervantes con unos Juegos Florales,(2) y que concibieron una publicación para recoger sus acciones. Aquella fue una colectividad interpretativa de lectores informados.(3)

¿Quiénes conformaron aquel grupo de lectores de 1916 capacitados suficientemente para reelaborar ideas e interpretar el Quijote y, en general, la obra de Cervantes? Volvamos la mirada un poco atrás. Entre 1899 y 1902, la Guerra de los Mil Días desencajó y removió la existencia de la gente que vivía en el Departamento de Panamá.(4) En particular, según interesa en este trabajo, la guerra separó -pero no cercenó- la cepa panameña de hombres y mujeres ilustrados. La obra y actuación de los que sobrevivieron al conflicto crearon vínculos entre ellos. Tras la separación de Panamá de Colombia y la firma del tratado para la construcción del Canal de Panamá por los Estados Unidos en 1903, hubo un entusiasmo, un interés general -esperanzado aunque parsimonioso- por cuidar la cultura y sus instituciones. Paulatinamente, sin embargo, fue surgiendo cierto desencanto5 al que siguió una etapa caracterizada por un deliberado propósito de cimentar la identidad de los panameños.

En 1916, ya con una historia de más de una década de relaciones con los Estados Unidos, se dieron muestras de la necesidad de mantener, reavivar y fortalecer la relación del pueblo con la cultura hispánica.(6) Cuando se inauguraba el Canal de Panamá en 1914 y nuestra América observaba la hecatombe de la Primera Guerra Mundial, las autoridades tomaron decisiones con respecto a la educación y a los perfiles culturales de los panameños que, muy lentamente, se extendían por el país. Si se observan las manifestaciones artísticas y la literatura de ideas durante cuarenta años de república en el siglo XX, se diría que hubo una línea: Panamá debía mantener su lengua y su cultura hispánicas por encima de cualquier presión externa e interna, y cierto "quijotismo" ambientó la existencia -según la definición ofrecida por Alfredo Figueroa Navarro-.(7)Tras la Segunda Guerra fue perdiéndose aquel altruismo, aunque hasta principios de 1970 la lectura del Quijote ocupó un lugar reconocido en los programas de español de los estudios secundarios.

El grupo organizador de los Juegos Florales de 1916 estaba formado por una minoría de personas doctas relacionadas con la educación, la lingüística, las artes, el derecho, la literatura y la diplomacia que, de cierta manera, continuaban una tarea, una forja retomada con pasión a partir de 1903. Eran "intelectuales profesionales hispanoamericanos"(8) porque, revisando los datos que suministra nuestra historiografía, se observa que sus profesiones estaban vinculadas a una herencia cultural y lingüística hispánica y, en general, europea, a la cual no estaban dispuestos a renunciar. Su propósito era conservar los bienes culturales heredados, extenderlos y enriquecerlos como fundamento de la vida republicana, de modo que la administración gubernamental, la educación y la vida social, que incluye la comunicación periódica, se expresaran básicamente en español (aunque hubo periódicos para angloparlantes y también los hubo en chino). Percibían en 1916 que la tradición en lengua española estaba amenazada por la cultura expresada en inglés que, con pujanza, iba tomando forma alrededor del Canal de Panamá, cuya construcción se llevó a cabo de 1904 a 1914, y que continuó manteniéndose y expandiéndose con una fuerza laboral proveniente de todas partes del mundo, especialmente del Caribe angloparlante, bajo la dirección del Gobierno y el ejército norteamericanos. Por lo tanto, aquellos señores ilustrados se propusieron no solo liberar su producción literaria de toda intervención controladora externa e interna (especialmente de cualquier potestad sobre la lengua en la que debía desenvolverse la vida ciudadana) sino promover el aprecio de lo hispánico por parte de la población. La lengua española devino así símbolo de la identidad panameña con Cervantes a la cabeza.

Ya en noviembre de 1921, el Gobierno ponía en circulación un sello de correos de tres centésimos de balboa, cuyo motivo era el monumento a Cervantes. En la década del treinta algunos grupos beligerantes proclamaban: "hable en español y cuente en balboas"; y aunque el "quijotismo" al que se refiere el sociólogo Figueroa Navarro fuera poco a poco arrinconado por un "antiquijotismo" que comenzó a fortalecerse paulatinamente en los años anteriores al cincuentenario (1953), se mantuvieron (y se mantienen) orillas panameñas impregnadas de generosidad.

Ahora bien, porque los discursos a los cuales me referiré de inmediato son de 1916, vale la pena comenzar dejando claras algunas ideas. Como expresa Mario Vargas Llosa, hay un tipo de patriotismo(9) que no es más que ideas abstractas, generales, políticas y esquemáticas "que están en la raíz de todos los nacionalismos",(10) y que describen los rasgos de raza, lengua, religión, para validar una personalidad específica que se diferencia de otras. Y sigue Vargas Llosa advirtiendo que el patriotismo del Quijote es "un sentimiento generoso y positivo, de amor al terruño y a los suyos, a la memoria y al pasado familiar, y no una manera de diferenciarse, excluirse y elevar fronteras contra los otros".(11) Estoy de acuerdo, pero ¿no seremos los lectores, reunidos en comunión, en su propio tiempo, con su historia a cuestas, los que hemos colmado de sentimientos y sentidos las palabras del libro que leemos?

Admirablemente, el Quijote, "que pertenece a la escritura errante por el mundo entre la semejanza de las cosas"(12), en su decisión de cumplir lo que prometen los libros, consigue durante el siglo XX hasta la actualidad en Panamá (y en el mundo entero), colmar de realidad los signos del relato. En este sentido, me parecen lúcidas las observaciones de Alberto Arturo McKay de Gracia, vicepresidente del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, cuando se celebraba el Año Cervantino 2004-2005, acerca del valor que adquieren la reflexión sobre el espacio que ocupamos mientras vivimos y los sentimientos. Destaca él que en el Quijote hay una reafirmación de la identidad hispana porque, a diferencia de los libros de caballería, que exaltaban lo distante y exótico,(13) se ubica la trama en un entorno geográfico verdadero. Al seleccionar a España como escenario, Cervantes levantó una polvareda de interés por conocer la geografía de la península, y "fortaleció la identidad española al cultivar sentimientos de deleite, amor o admiración por el territorio del reino mediante el enaltecimiento de sus paisajes".(14) Lo mismo se podría decir de su gente. Así explica McKay que una obra universal como el Quijote sea también un recurso de reafirmación de identidades regionales y del espíritu nacional español. Algo de esto tiene que ver con esa atmósfera cervantina, quijotesca, que envolvía al grupo de ilustrados panameños en 1916 y años posteriores, en cuyo espacio crecía, como los gigantes del Quijote, una quinta frontera, según frase de Omar Torrijos, a orillas del Canal.

Llegados a este punto, se debe advertir que una indagación primaria sobre la presencia de Cervantes y el Quijote en la cultura panameña del siglo XX se dirige inevitablemente a la consulta del libro publicado en 1917 por el grupo referido, titulado Juegos florales celebrados en Panamá en conmemoración del 3.er centenario de la muerte de Cervantes. Este volumen recoge los certámenes y actividades culturales realizados en la capital panameña los días 11 y 12 de octubre de 1916 por los motivos señalados en el título. La idea, que entusiasmó a los intelectuales del momento, nació en las clases de literatura castellana que dictaba Octavio Méndez Pereira(15) en el Instituto Nacional, para buscar la armonía hispanoamericana y para "cultivar y afianzar las características de nuestra civilización latina".(16)

¿Por qué en aquel preciso momento (1915, 1916) surgió en las aulas esta preocupación que se reproducía en los niveles más altos de la sociedad?(17)

Con el título de "Los Juegos Florales de Panamá", Ricardo J. Alfaro(18) explica en las páginas introductorias las razones de las celebraciones: en América circulaban en esos años dos corrientes de ideas, el panamericanismo y el hispanoamericanismo, que Alfaro resume como una necesidad material frente a una orientación sentimental. El panamericanismo aspira a la unión de los países americanos para "asegurar la libertad política y el desarrollo de su comercio". Su fundamento político es la Doctrina Monroe y su base económico-comercial se sustenta en el desarrollo tecnológico-comercial de los Estados Unidos y la "explotación"(19) de la tierra americana, virgen y generosa, desde el río Grande hasta el estrecho de Magallanes. El hispanoamericanismo, continúa Alfaro, tiende a mantener la unión espiritual que une a los pueblos de la misma "raza"(20) y lengua. Son dos movimientos, concluye, que se complementan.

A partir de esta sagaz explicación de Alfaro, que contiene motivaciones abarcadoras (políticas y culturales) que envuelven en una atmósfera particular no solamente a los panameños sino a los latinoamericanos, los discursos incluidos en las primeras páginas del libro que comento adquieren otro valor.

Guillermo Andreve, presidente de la comisión organizadora de los Juegos Florales, solicitaba: "mantengamos ¡oh, hispanoamericanos! [...], el prestigio del idioma; opongámonos a todo [...] intento de postergarlo, de falsearlo, de arrebatárnoslo, si no queremos desaparecer como entidad política; si no queremos que nuestros hijos piensen, sientan y hablen en idioma que no es el que arrulló nuestra infancia con sus canciones de cuna".(21) Andreve da su concepción de cultura: "es una visión del mundo adquirida en parte junto con la lengua, que determina las creencias, presuposiciones y comportamientos lingüísticos y no lingüísticos de los hablantes".(22)

En cambio, el discurso del Mantenedor de los Juegos Florales, Narciso Garay, profesor de francés, es más abierto. Explica las sorprendentes afinidades de los primeros Juegos Florales en la Francia del siglo XIV: "Les es común el empeño de fortalecer el idioma nativo para hacerlo capaz de alternar bajo un pie de recíproco respeto con un temible rival".(23) Luego revela Garay el origen de las "Cortes de Amor", homenaje público de veneración y gratitud a la mujer, incluidas en el programa de conmemoración en 1916 para embellecer la velada con la presencia femenina, pero nada más, pues a ninguna le correspondió pronunciar unas palabras. Y de paso, Garay se atreve a recordar que la muerte de Cervantes se conmemora junto a la de Shakespeare (según se pensaba), y dice: "Ese abrazo misterioso y fecundo que se dieron Cervantes y Shakespeare en la insondable eternidad asume proporciones de alegoría para este Nuevo Continente donde comparten el señorío espiritual y político las dos lenguas y las dos razas".(24)

Con asistencia del presidente de la República, fue inaugurada el 12 de octubre de 1916 la Plaza de Cervantes, situada en donde hoy está el Parque de Porras.(25) Fue una de las actividades de los Juegos Florales. Méndez Pereira, en su discurso inaugural, expresó:

No se trata de crear corrientes de hostilidad o de aislamiento. [...] Yo creo que América realizará la más elevada obra de fraternidad humana el día en que sus dos espíritus, sin tratar de sobreponerse, se unan en un abrazo sincero, respetuoso, amigable. Feliz Panamá si acierta a tomar en esta magna obra el papel y la parte que le corresponde. Porque este Istmo, que es la llave del mundo si logra conservar su personalidad y vigorizar su espíritu, puede llegar a ser, así mismo, [...] el ara milagrosa en la cual se celebren las nupcias de las civilizaciones superiores.(26)

He ahí la atmósfera que envolvía al grupo. Los Juegos Florales tenían su fin: extender la reflexión sobre la identidad. Se organizaron un concurso escolar y un concurso de composiciones en prosa y en verso para escritores. La selección de los temas ensayísticos ("Don Quijote como lazo de unión entre España y la América Hispana", y "La conservación del idioma puede influir en el sostenimiento de la independencia nacional")(27) enfocan las motivaciones de los organizadores y los fines de los Juegos. Recibieron sendas medallas de oro José de la Cruz Herrera y Octavio Méndez Pereira, y de plata, Lisandro Espino.

En su ensayo ganador, "El Quijote como lazo de unión entre España y la América Hispana", el Dr. Méndez Pereira afirma que leyendo el Quijote reconocemos nuestros orígenes, nuestra filiación, nuestra índole y nuestras aptitudes como pueblo; también fortalecemos nuestra personalidad, y, logrado esto, obligamos al mundo a reconocernos como miembros de una comunidad: la latina.(28) En aquel lejano 1916 explicaba Méndez Pereira que el estudio de nuestra historia y solidaridad nos da energía para hacer que el conocimiento general de la tradición, con sus altas y sus bajas, alumbre un futuro sostenido con la adopción y adaptación de nuevas ideas.29

Años después, en 2004-2005, la Universidad de Panamá celebró el IV centenario del Quijote y los organizadores entregaron a los universitarios un libro que reúne los resultados de las conmemoraciones.(29)

Noventa años después de Méndez Pereira, hablando del Quijote en 2005, el sociólogo panameño, Dr. Alfredo Figueroa Navarro, equipara el concepto de "personalidad básica", usado por los psicólogos, con uno de los elementos definitorios del alma española o del carácter social hispánico reconocible en las páginas del gran libro cervantino: el quijotismo y el antiquijotismo: "Y he aquí que el quijotismo, como rasgo esencial de la psicología española, ha impreso su sello indeleble en la manera de comportarse de los habitantes de Panamá y nuestra América, aun cuando riña, en cada uno de nuestros ánimos, la dualidad de don Quijote y Sancho Panza como extremos temperamentales que conviene elucidar".(30) Figueroa Navarro añade: "Confieso que buena parte de mi generación aprendió el español genuino zambulléndose, primero, en el escrutinio de algunas novelas panameñas e hispanoamericanas, y dedicándose luego a estudiar cada uno de los capítulos del Quijote. Hacia 1964, mi maestro quijotesco, Humberto Vergara Díaz [...] inició a la hornada a la que pertenecí en los arcanos del Quijote".(31)

He transcrito aquí estos fragmentos del ensayo del Dr. Figueroa Navarro porque responden en el año 2005 a las recomendaciones y resoluciones de aquellos panameños de principios del siglo XX. Es notable cómo las palabras de Méndez Pereira en 1916 sobre la lengua y la historia parece que confrontan las corrientes educativas de última generación en Panamá, cuando añade que dejar el estudio de la lengua y de la historia es la mayor de las claudicaciones de un pueblo. Es como perder el sentimiento de nosotros mismos; es dejar que se disuelva y anule la personalidad. Por lo tanto, primero hay que cultivar la lengua castellana y cuidarla en Panamá, y en general en los pueblos hispanohablantes, para llevarla internacionalmente a un primer lugar, porque la nacionalidad se fundamenta en el idioma en que descansa. Después, aprender otras lenguas. Pero Méndez Pereira también apremia a sus lectores: hay que actuar con urgencia porque existe la necesidad de resguardar y fortalecer todo aquello que, como la lengua, constituye una energía fecunda y asimiladora que nos vincule a la tradición. Hacia la conservación y la pureza del castellano deben tender, pues, todos nuestros esfuerzos ya que es posible, conscientemente, detener la corrupción sin perjuicio de la transformación progresiva que obedece al genio de la lengua. La índole propia de la lengua, la identidad de su esencia se conservan a pesar de su transformación progresiva a través de los grandes monumentos literarios del castellano como el Quijote, de cuya lectura se deberían enamorar las nuevas generaciones.

Por otro lado, y como si Méndez Pereira viviera en esta época en que la humanidad se comunica con rapidez increíble, anuncia que el Quijote, además, auscultó el corazón de la humanidad y puso sus latidos en el corazón de sus personajes. Observó que a pesar de las diferencias étnicas de los lectores del Quijote, y de las particularidades nacionales, el pensamiento resultante es un vínculo de unión entre los hombres. Por encima de su concepción española y del colorido peninsular, el alcalaíno trazó en los tipos a los que dio vida las líneas que caracterizan la fisonomía moral de los hombres, vivan donde vivan.

Pero finalmente, Méndez Pereira llega a su "hora actual", y reclama de nosotros los suramericanos (en oposición a los norteamericanos) todos los esfuerzos y las energías de que somos capaces para impedir que desaparezca la vida espiritual que nuestros abuelos nos enseñaron a alimentar intensamente; para frustrar que sucumba el espíritu entre la vorágine materialista y utilitaria que vamos atravesando entre esa veneración fetichista hacia el dinero que reemplaza al culto de los valores morales e intelectuales. Más aún, rechaza a los maestros que rebanan en lascas la edad de ensueño y del ideal juvenil en el yunque de la utilidad para que pronto produzcan dinero sin haberlos convertido en lectores. Nos parecen tan insensatos, dice, como los agricultores que dieran en arrancar de los árboles las flores para que viniese más luego el fruto.

El ensayo pide que reconquistemos la vida espiritual por la educación de los ciudadanos, por el racional estudio de nuestra alma colectiva y la sugestión de los viejos ideales que Cervantes supo aprisionar en su obra. Evitemos toda influencia que nos descaracterice y nos impida afirmar nuestra índole americana. No se trata de adoptar el concepto de vida de los españoles, ni sus ideas, ni sus instituciones. Se trata de construir nuestro idealismo sobre el fondo español y el fondo americano de nuestro linaje latino, de espíritu latino y cultura latina, no obstante todas las mezclas. Finalmente, Méndez Pereira explica qué se debía aprovechar del Quijote:

Este ideal que abarca a la humanidad entera, esta vieja sentimentalidad nacional, ese santo amor a las bellas utopías, esa exaltada confianza en sí mismo, flor de juventud y de vida, esa vena ensoñadora que nos eleva sobre las materialidades de la vida y que Azorín juzga indispensable para la realización de todas las grandes y generosas empresas humanas, eso es lo que debemos hacer manar del Quijote para establecer otro lazo de unión entre España y América Hispana.(32)

El ensayo de José de la Cruz Herrera va por otra vertiente más cercana a la lingüística y su historia. Si Méndez Pereira confía en que la esencia, la índole de la lengua española se conservará a pesar de su evolución paulatina, en la base del pensamiento de Herrera hay otra convicción: la futura fragmentación de la lengua y el surgimiento de dialectos del castellano en cada una de las diversas regiones americanas. Sin embargo, convencido de que se debe retardar la transformación del castellano en América, solicita una unión de tipo política que permita un creciente intercambio espiritual y material de los Estados Unidos del Sur, "que contrapesaría la acción sajona de los Estados Unidos del Norte". Propone, de inmediato a Don Quijote de la Mancha como símbolo y lazo de unión, porque ningún libro muestra como el Quijote los recursos de que es capaz la lengua castellana, de modo que cuando llegue la irrevocable separación, servirá todavía como monumento que recuerde nuestro origen.(33)

Pero en los primeros años del siglo XXI, las políticas públicas en Panamá han cambiado para ser insertadas en el contexto de la globalización, según expresan los historiadores, y una parte del pueblo solicita el olvido de los ideales pasados. El poeta Arístides Martínez describe esta situación en su libro Protesta sin maneras: "Al dinero / no se le ponen condiciones". Figueroa Navarro expresó en 2004:

Frente al antiquijotismo, tan patente en el rumbo de hoy, habría que reivindicar lo vivificante del quijotismo en lo que posee de valeroso, excelso, renovador, progresivo, justiciero, intrépido y "desfacedor de entuertos" para enfrentar con donaire los sablazos que nos asesta la postmodernidad. No contemplemos el Quijote como un anacronismo ni como una grande obra alcanforada sino como un resorte que nos permita enfrentar con destreza los retos que se ciernen sobre nosotros. Orientémonos hacia el futuro con el optimismo de Alonso Quijano y emprendamos nuestro derrotero por la existencia armados del carácter batallador de aquel inolvidable personaje de Cervantes, para que el Quijote logre ser una cosa viva, actuante, capaz de ponernos en marcha hacia mejores destinos.(34)

Leído este texto esperanzador, en contrapunto con la atmósfera antiquijotesca reinante en Panamá en el 2014-2015, saludo la nobleza de los cervantistas de todos los tiempos.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

 

ARAÚJO, NARA y TERESA DELGADO (selec. y apuntes introductorios): Textos y teorías y crítica literarias, Universidad de La Habana y Universidad Autónoma Metropolitana, México D. F., 2003.
CERVANTES, MIGUEL DE: Don Quijote de la Mancha, Real Academia Española-Asociación de Academias de la Lengua Española-Santillana Ediciones Generales, S. L., Madrid, 2004.
EnCaribe. Enciclopedia de historia y cultura del Caribe, <http://www.encaribe.org> [2/2/2015].
FOUCOULT, MICHAEL: Las palabras y las cosas, Siglo Veintiuno Editores, México D. F., 1995.
Juegos florales celebrados en Panamá en conmemoración del 3.er centenario de la muerte de Cervantes, Tipografía Moderna, Panamá, 1917.
Lotería, n.o. 463, Panamá, noviembre-diciembre, 2005.
MIRÓ, RODRIGO: La literatura panameña, Litho Editorial Chen, Panamá, 1987.
SÁNCHEZ LOBATO, JESÚS e ISABEL SANTOS GARGALLO (coords.): Vademécum para la formación de profesores, Sociedad General Española de Librería S. A., Madrid, 2005.
UNIVERSIDAD DE PANAMÁ: Memoria del año cervantino 2004-2005 en honor al IV centenario del Quijote, Facultad de Humanidades, Editora Novo Art, S. A., Panamá, 2008.
UNIVERSIDAD DE PANAMÁ: Patrimonio artístico, 2010, <http://www.up.ac.pa/ftp/2010/principal/libros/PatrimonioArt%C3%ADsticoUP.pdf> [2/2/2015].


 

RECIBIDO: 6/3/2015
ACEPTADO: 6/5/2015

 

 


Margarita Vásquez Quirós. Universidad de Panamá, Academia Panameña de la Lengua, Panamá. Correo electrónico: mjvasquez@cwpanama.net


 

NOTAS ACLARATORIAS

1. Cfr. Marcela Díaz Cabal: "Presentación", en Universidad de Panamá, Memoria del año cervantino 2004-2005 en honor al IV centenario del Quijote, p. 10. Díaz Cabal compila informaciones sobre el Quijote en América de Irving A. Leonard, Francisco Rodríguez Marín y Aurelio Miró Quesada.

2. El grupo incluye algunos de los fundadores de la Academia de la Lengua en 1926, de los organizadores de la coronación de la poetisa María Olimpia de Obaldía en 1928 e incluso de los promotores de la fundación de la Universidad de Panamá en 1935.

3. Cfr. Stanley Fish: "La literatura en el lector: estilística "afectiva"", en Nara Araújo y Teresa Delgado (selec. y apuntes introductorios), Textos y teorías y crítica literarias, p. 429.

4. Cfr. "La Guerra de los Mil Días", EnCaribe.

5. En los poemas insignia de principios del siglo xx hay un lamento, una protesta. Así, "Al cerro Ancón" (1907), de Amelia Denis de Icaza: "ya no guardas la huellas de mis pasos / ya no eres mío, idolatrado Ancón"; "Patria" (1908), de Ricardo Miró: "el huerto ya sin flores, sin hojas, sin verdor"; y "Canto a la bandera" (c. 1915), de Gaspar Octavio Hernández: "si ves que el hado ciego / en los istmeños puso cobardía / desciende al Istmo convertida en fuego / y extingue con febril desasosiego / a los que amaron tu esplendor un día". Los poetas percibían pérdidas, más allá de la riqueza relativa del Estado para el desarrollo cultural y humano.

6. Ricardo Miró escribe por aquellos años su poema "Patria de mis amores", "consciente de su irrenunciable identidad hispánica" (Rodrigo Miró: La literatura panameña, p. 206):

Todavía la lengua de Castilla
Ensalza a Dios bajo tu limpio cielo,
Y en tus noches de seda y terciopelo
La misma estrella de la raza brilla.
Y así será por siempre, que en tus lares
Los pájaros cantores, la fontana,
Y hasta las mismas olas de los mares
Solo aprendieron lengua castellana.

7. Quijotismo: "Desprendimiento, heroísmo, imaginación y constancia. Otros caracteres
inolvidables del quijotismo se resumirían en la perseverancia, la continuidad de los propósitos, la lucha por la justicia y la equidad, la elevación de los proyectos, el combate contra el desgobierno y la sed de propender a un mundo mejor". Antiquijotismo: "Del antiquijotismo se advierten el inmediatismo, el pragmatismo, el utilitarismo, el oportunismo, el realismo y cierto cinismo". (Alfredo Figueroa Navarro: "Quijotismo y antiquijotismo en el mundo de hoy", en Universidad de Panamá, ob. cit., pp. 125-126).

8. El grupo de intelectuales estaba formado por Octavio Méndez Pereira, José de la Cruz Herrera, Guillermo Andreve, Roberto y Samuel Lewis García de Paredes, Narciso Garay, Pablo Arosemena, Nicolás Victoria Jaén, Melchor Lasso de la Vega, Santos Jorge, Ricardo J. Alfaro, Lisandro Espino.

9. El concepto de patriotismo que manejo está relacionado con la fidelidad a los bienes culturales heredados.

10. Mario Vargas Llosa: "Una novela para el siglo XXI", en Miguel de Cervantes: Don Quijote de la Mancha, p. XXIII.

11. Ídem.

12. Michael Foucoult: Las palabras y las cosas, p. 54.

13. En las novelas de caballería los personajes eran extranjeros procedentes de señoríos mal
conocidos y distantes como Trapisonda, Hircania, Gaula, Tracia o de países míticos como California. Cfr. Alberto Arturo McKay de Gracia: "La geografía y el Quijote", en Universidad de Panamá, ob. cit., pp. 157-160.

14. Ídem.

15. El Dr. Octavio Méndez Pereira fue el primer rector de la Universidad de Panamá, fundada en 1935 (cfr. EnCaribe).

16. O[ctavio] M[éndez] P[ereira]: "Dos palabras", Juegos florales..., p. III.

17. Prestaron su concurso a la comisión organizadora de los Juegos Florales el Gobierno, la Sociedad Española de Beneficencia, el Consejo Municipal, la Asociación La Salle, La Estrella de Panamá, el Diario, La Prensa, la Revista de Instrucción Pública y la Revista Nueva. Además, la celebración fue en el Teatro Nacional con la presencia de una "Corte de Amor".

18. Ricardo Joaquín Alfaro Jované (1882-1971). Estadista, escritor, jurisconsulto, historiador y lingüista, considerado como uno de los más importantes internacionalistas panameños del siglo xx (cfr. EnCaribe).

19. Alfaro no utiliza la palabra "explotación", que me parece precisa.

20. La palabra "raza" se usa mucho en los escritos de este libro. Encierra un concepto relacionado con el linaje, ascendencia o descendencia de cualquier familia, que expresa orgullo hispanoamericano referido más a la cultura que a los asuntos "de color". En los primeros sesenta y cinco años del siglo xx se celebró el 12 de octubre como Día de la Raza. Aunque hoy algunos vean otras intenciones, creo que ese día se dedicaba a conmemorar "el lazo de amistad" que debía unir a los países hispanoamericanos. Solamente hay que recordar los himnos que se entonaban.

21. Guillermo Andreve: "Discurso pronunciado por D. Guillermo Andreve, presidente de la comisión organizadora", Juegos florales..., p. 11.

22. Apud Lourdes Miguel López: "La subcompetencia sociocultural", en Jesús Sánchez Lobato e Isabel Santos Gargallo (coords.), Vademécum para la formación de profesores, p. 511.

23. Narciso Garay: "Discurso del Mantenedor de los Juegos Florales, don Narciso Garay", Juegos florales..., p. 26.

24. Ibídem, p. 32.

25. Significativamente, el monumento a Cervantes fue la primera piedra del Campus Central de la Universidad de Panamá. La historia es esta: la Plaza de Cervantes estaba ubicada en donde hoy se encuentra el Parque Porras, entre Ave. Perú y Ave. Cuba, frente a la Embajada de España. Fue inaugurada el 12 de octubre de 1916 con la develación de una placa durante las fiestas cervantinas. En 1923 fue colocado en medio del parque el monumento a Cervantes (técnica hormigón) creado por el artista ovetense Julio González Pola y García. El 9 de octubre de 1947, en un acto que comenzó con una romería desde el Instituto Nacional (en donde funcionaba la Universidad) hasta los terrenos del actual campus, fue colocado el monumento a Cervantes como la primera piedra. En el acto participaron el presidente de la República, sus ministros, el rector y estudiantes universitarios. En estos últimos años, el Departamento y la Escuela de Español de la Universidad de Panamá reviven aquella romería en las celebraciones cervantinas (cfr. Universidad de Panamá: Patrimonio artístico).

26. Octavio Méndez Pereira: "Discurso pronunciado al descubrir la lápida del Parque de Cervantes", en Juegos florales..., p. 41. Cuando habla de "sus dos espíritus", pienso que se refiere a las lenguas española e inglesa.

27. El tercer tema ensayístico era "La influencia del cristianismo en la literatura española". Había también dos concursos de composiciones poéticas: uno de tema libre y otro titulado "Don Quijote".

28. Cfr. Octavio Méndez Pereira: "El Quijote como lazo de unión entre España y la América Hispana", Juegos florales..., p. 69.

29. En el siglo XXI, las autoridades de educación han eliminado del pensum escolar cursos como "Historia de las relaciones de Panamá y los Estados Unidos". Los universitarios
están en desacuerdo.

30. Con el rector de la Universidad a la cabeza, se agruparon historiadores, profesores de literatura, un cineasta, una dramaturga, un sociólogo, un psicólogo, un musicólogo y un geógrafo. Para la celebración fue decisivo contar con la pasión de la cervantista Marcela Díaz Cabal, profesora del Departamento de Español de la Universidad de Panamá. Se publicaron una
Memoria y un número de la revista cultural Lotería.

31. Alfredo Figueroa Navarro: Ob. cit., p. 125. En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), la palabra "quijotismo" significa: 1. m. Exageración en los sentimientos caballerosos. 2. m. Engreimiento, orgullo. El significado que le asigna el Dr. Figueroa Navarro se corresponde con "quijotería": 1. f. Modo de proceder de un quijote. La palabra "quijotería" no se usa en Panamá.

32. Octavio Méndez Pereira: Ob. cit., p. 69.

33. Cfr. José de la Cruz Herrera: "El Quijote como lazo de unión entre España y la América hispana", en Juegos florales..., p. 83.

34. Alfredo Figueroa Navarro: Ob. cit., p. 129.

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