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Revista Cubana de Medicina General Integral
versión On-line ISSN 1561-3038
Rev Cubana Med Gen Integr v.23 n.3 Ciudad de La Habana jul.-sep. 2007
Editorial
Tabaco y alcohol. Las drogas bajo piel de cordero
En una revista internacional que leí muchas décadas atrás encontré una caricatura con cierto matiz de humor negro en la que un médico de cara inexpresiva, le informaba al paciente que acababa de examinar: mire, lo que usted tiene es una simple gripe y aunque yo sé que le produce muchos malestares, debo decirle que se trata de una enfermedad viral para la que no existe tratamiento, sin embargo, si se complica con una neumonía lo podemos curar con penicilina.
Después de un tercio de siglo de trabajo como especialista en adicciones y de haber desarrollado todas las gestiones preventivo-rehabilitatorias que dicha dedicación profesional implica, he llegado a pensar, que en el campo de los problemas asociados al uso inadecuado de drogas legales, y drogas de prescripción médica, así como al siempre totalmente inaceptable consumo de drogas ilegales, el uso generalizado del tabaco y las bebidas alcohólicas el primero como paradigma de drogas legales que no afecta de manera relevante el comportamiento, y las segundas como prototipo de las drogas legales que sí lo hacen de manera catastrófica representa en el plano social, lo que fue la grippe en el paciente de la caricatura, y que a partir de la sexta década del pasado siglo, el mundo se complicó con neumonía, a partir de la dolorosa generalización mundial del uso de la marihuana, la cocaína, las anfetaminas, el LSD, los hongos alucinógenos, el éxtasis, el ice, el love, y cuanta sustancia psicoactiva se les ocurra elaborar, traficar y vender a quienes se enriquecen con el sufrimiento ajeno
En la Asamblea General de la OMS, efectuada en Ginebra, Suiza, en mayo de 2005, se hizo evidente que el tabaco y el alcohol eran las dos drogas de mayor significación mundial en lo referente a la Carga Global de Enfermedades (CGE) que determinaban, y se difundió a nivel planetario el significado de un nuevo indicador de salud, bajo las siglas AVAD (Años de Vida Ajustados a Discapacidad), que expresa la magnitud del daño biológico, psicológico, social, cultural y espiritual determinado cada 12 meses por dichas sustancias tóxicas. Su importancia radica en que expresa a nivel mundial el número de años perdidos como consecuencia de discapacidades físicas o mentales determinadas por dichas drogas. Las cifras de AVAD en el año 2000 alcanzaron 59 millones de años para el tabaco, 58 millones de años para el uso inadecuado de bebidas alcohólicas y 20 millones para las drogas ilegales. Es justamente el AVAD quien ha permitido valorar con mayor nivel de detalle la repercusión médica, social y económica determinada por los diferentes tipos de drogas, con independencia de su carácter legal o ilegal, y su avance como indicador de salud está precisamente en que posibilita la suma del tiempo vinculado a las discapacidades y conforma la CGE cuando le sumamos los años de vida perdidos por muertes precoces de los consumidores. El estimado de CGE es para el tabaco de 150 millones de años, para el alcohol de 140, y para las sustancias ilegales de 40 millones de años cada 12 meses.
Aun cuando debe destacarse que en los indicadores comentados no se registran las discapacidades ni las muertes precoces determinadas por la criminalidad asociada a las drogas ilegales como las fatalidades y discapacidades psíquicas y físicas asociadas a la violencia implícita en guerras de mafias, ajustes de cuenta, rivalidades entre narcotraficantes y expendedores, así como otros crímenes relacionados con la producción, tráfico, y venta de dicha categoría de sustancias constituyen un marco de referencia para considerar al tabaco y a las bebidas alcohólicas como drogas de alta peligrosidad, que no deben engañarnos con la piel de cordero derivada de factores culturales que implican actitudes tolerantes ante su consumo, y en ocasiones, hasta cierto malestar ante las medidas tomadas para disminuir sus nefastos efectos. Fue también en la propia Asamblea General de la OMS donde se elaboró la resolución 58.26, que ratifica una realidad epidemiológica constatada por décadas en la práctica de los especialistas en adicciones, y es que la repercusión médica, social y ético- humanística del uso inadecuado de alcohol en sujetos no alcohólicos, es mayor que la determinada por los propios pacientes alcohólicos.
La explicación del fenómeno se comprende si en lugar de valorar los riesgos adictógenos de las drogas en general, y del alcohol en particular, pensamos en la consecuencia del bloqueo funcional prefrontal implícito en la embriaguez, que decapita temporal o permanentemente los centros corticales vinculados a los valores de mayor jerarquía. De lo que se trata es de que por cada alcohólico existen aproximadamente 15 consumidores sociales de dicho tóxico, y si los patrones de consumo se hacen inadecuados por la vía del consumo inoportuno, irresponsable o embriagante, sus consecuencias son probabilísticamente muy superiores a las determinadas por los enfermos alcohólicos, tanto en su forma clínica de abuso de alcohol como en la dependencia, y algo similar ocurre a nivel mundial con el resto de las drogas que afectan el comportamiento.
Reportes ingleses muy recientes, destacan que dicho país el 40 % de los pacientes hospitalizados presentan afecciones vinculadas con el tabaco, y el 50 % de los concurrentes a servicios de urgencia se vinculan al uso inadecuado de alcohol.
Ya el mundo conoce la tragedia global de las drogas, solo comparable con las guerras, las hambrunas y la miseria extrema, sin embargo en nuestra opinión debe mantenerse el franco rechazo a las drogas ilegales, pero reconsiderar la frecuente actitud de tolerancia incondicional ante el problema original que son las drogas legales, que además de sus trascendentes efectos nocivos, fungen como porteras de las restantes.
Es imperioso prevenir y tratar simultáneamente la grippe y la neumonía y promover cada vez con mayor fuerza el desarrollo de estilos de vida saludables. Solo así lograremos darle más años a la vida y más vida a los años.
Recibido: 9 de abril de 2007. Aprobado: 20 de abril de 2007.
Dr. Ricardo González Menéndez. Calle 78 # 1 309, entre 13 y 15, municipio Playa, Ciudad de La Habana, Cuba.
E mail: isaric@infomed.sld.cu
1Dr. C. Profesor Principal de Psiquiatría. Especialista de II Grado en Psiquiatría. Facultad de Ciencias Médicas General Calixto García. Jefe del Servicio de Adicciones del Hospital Psiquiátrico Dr. Eduardo Ordaz.