Introducción
Los estilos de vida han sido objeto de estudio de diferentes disciplinas, entre ellas la sociología, la antropología médica y la epidemiología, aunque con significados diferenciados.1 La transición epidemiológica de enfermedad aguda a enfermedad crónica, como principal causa de mortalidad, ha hecho importante el estudio del estilo de vida relacionado con la salud.2,3
Es imposible hablar de estilo de vida sin enmarcarlo dentro del concepto de modo de vida, ya que ambos determinan la forma en cómo se desarrolla el hombre dentro de la sociedad y su relación con el proceso salud-enfermedad.4
La salud es un reflejo del bienestar global físico, mental y social de la persona que rebasa, ampliamente, la mera ausencia de enfermedad; esta no se mantiene estable en el transcurso del tiempo y puede variar, en un desarrollo continuo, desde un funcionamiento fisiológico óptimo hasta situaciones próximas a la muerte.5
La constatación de que existe una relación entre algunos hábitos y la exposición a circunstancias riesgosas en un momento determinado o durante el transcurso de la vida, junto con el desarrollo de las enfermedades crónicas más prevalentes, ha favorecido la proliferación de investigaciones en este campo.6,7
Se plantea que, en la mayoría de las enfermedades crónicas ha fallado la toma de precauciones adecuadas contra los riesgos identificados públicamente: un fracaso de control individual, la falta de autodisciplina, un defecto moral intrínseco. El consumo de tabaco y alcohol, la inactividad física y la dieta no saludable son ejemplos de factores relacionados con el actuar individual que influye en el estado de salud de la población.8,9
Por otra parte, en la actualidad, a nivel mundial, las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) constituyen uno de los mayores desafíos que enfrentan los sistemas sanitarios. El gran número de pacientes afectados por su alto índice de incidencia es cada vez superior, su progresiva contribución a la mortalidad general, el alto costo de los tratamientos y los prolongados y repetidos períodos de hospitalización, así como de la rehabilitación que le sucede, son las causas fundamentales de dichos desafíos.10,11
La manera en que el entorno, las condiciones y los estilos de vida influyen en la salud y calidad de vida de los pacientes con ECNT cada vez son más contundentes. Ellas tienen como origen, principalmente, un conjunto de factores de riesgo comunes como el tabaquismo y la exposición pasiva al humo de tabaco en el ambiente, un régimen alimentario poco saludable, la inactividad física, la obesidad y el consumo nocivo de alcohol, entre otros.10,12
A nivel global, el envejecimiento poblacional representa la transformación demográfica más significativa de la sociedad contemporánea, hecho que incide directamente en el aumento de la tasa de ECNT.10
La población de la tercera edad no siempre desarrolla estilos de vida adecuados lo que implica afectación en la calidad de vida.13,14 El presente trabajo tuvo como objetivo describir la presencia de ECNT y hábitos tóxicos como el consumo de café, alcohol y tabaco en una población de la tercera edad.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo en el consultorio médico número 20 del municipio Arroyo Naranjo de la provincia La Habana, durante el período comprendido entre octubre de 2018 y mayo de 2019.
La población de estudio estuvo conformada por 365 pacientes geriátricos con ECNT diagnosticadas. El tamaño de la muestra objeto de estudio fue calculado mediante una hoja de cálculo de Microsoft Excel 2016 teniendo en cuenta el nivel de confianza 95 %, precisión 11 % y proporción esperada 0,50. Esta última fue establecida según la prevalencia reportada en la literatura para la HTA en pacientes geriátricos en Cuba.15) Los 67 pacientes que integraron la muestra fueron seleccionados a través de un muestreo aleatorio simple empleando un listado de números aleatorios.
Criterios de inclusión: Pacientes de 60 años o más, de uno y otro sexo, con diagnóstico de ECNT.
Criterios de exclusión: Pacientes con incapacidad mental, sin tratamiento medicamentoso, con enfermedad terminal.
La información se obtuvo a través de una planilla de vaciamiento, que fue elaborada para recoger los datos obtenidos a partir de la revisión de la historia clínica individual y de la entrevista realizada a cada paciente. Las variables utilizadas fueron edad (años); sexo (masculino o femenino); ECNT asociada (hipertensión arterial [HTA], diabetes mellitus [DM], artrosis, cardiopatía isquémica [CI], úlcera, catarata, enfermedad pulmonar obstructiva crónica [EPOC], asma bronquial [AB], hipercolesterolemia [Hcolest], litiasis vesicular y glaucoma) y sustancias tóxicas consumida (tabaco, alcohol, café).
El análisis de los datos se realizó mediante un análisis porcentual. Se confeccionaron tablas y gráficos para la presentación de los resultados mediante el programa de Microsoft Excel 2016 y el procesador de texto Microsoft Word 2016.
Previo al desarrollo de la investigación se le solicitó a la doctora del consultorio su permiso para revisar las historias clínicas (HC) y entrevistar a sus pacientes, los cuales después de brindarles toda la información necesaria referente al estudio debían dar su consentimiento para participar en este, siempre siguiendo las normas éticas. Este estudio fue aprobado por el consejo científico y de ética de la institución de salud a la que pertenece el consultorio.
Resultados
De los pacientes estudiados, 28 (42 %) eran de sexo masculino y 39 (58 %), femenino. Las edades de los pacientes que participaron en el estudio oscilaban entre 60 y 94 años. Los pacientes fueron divididos en tres rangos de edades: 60-71 (40 %), 72-82 (36 %) y 83-94 (24 %) años.
En la muestra estudiada se detectó un total de 21 enfermedades, de las cuales 11 que representan el 52 % de estas, sobresalieron como las más frecuentes, teniendo en cuenta que se repetían a partir de tres pacientes en adelante (Tabla 1). Se observó mayor prevalencia de la HTA seguida por la DM.
La figura 1 muestra notablemente cómo en las pacientes femeninas de esta muestra es mayor la presencia de Hcolest (100 %), litiasis vesicular (100 %), CI (82 %), artrosis (77 %), glaucoma (67 %), HTA (64 %), DM (64 %) y úlceras (56 %) en ese orden. Mientras, en el sexo masculino solamente se evidencia el incremento de catarata (62 %) y EPOC (60 %); y existe una semejanza con respecto al asma bronquial (50 %) para ambos.
La figura 2 muestra los resultados relacionados con las enfermedades más frecuentes de la muestra en estudio según los rangos de edades establecidos.
En los pacientes con edades entre 60 y 71 años la Hcolest (67 %) fue mucho mayor, seguida de EPOC (60 %) y en porcentajes semejantes la DM (50 %), la HTA (47 %), la artrosis (46 %) y la CI (46 %). Los pacientes dentro del rango de 72 a 82 años se encontraban afectados en gran medida por la presencia de úlceras (67 %) y en ellos fue más notable el AB (50 %); mientras que en los que pertenecían al rango de 83 a 94 años se destacó la catarata (62 %) como enfermedad de mayor prevalencia.
En la figura 3 se representa el consumo de café, bebidas alcohólicas y tabaco con respecto al sexo.
Al analizar estos hábitos de mayor riesgo en el gráfico, se observa que en las mujeres el consumo de alcohol y tabaco fue ligeramente menor que en los hombres, no así para el consumo de café, donde las féminas fueron las mayores consumidoras.
La figura 4 muestra el consumo de café, bebidas alcohólicas y tabaco por rango de edades, donde es evidente cómo la presencia de estos hábitos disminuye al aumentar la edad.
Discusión
Son muchos los elementos que influyen en la calidad de vida de los ancianos, fundamentalmente en su salud. Las ECNT comparten varios factores de riesgo que presentan efectos interactivos, adictivos y sinérgicos, por lo que cuando se previene un factor de riesgo, es posible que se prevengan varias enfermedades no transmisibles de forma simultánea.10
En la muestra seleccionada se pudo observar que los pacientes estudiados eran mayoritariamente del sexo femenino, lo que puede ser producto de que en Cuba predominan las mujeres, según las estadísticas obtenidas en el Censo de Población y Vivienda del 2012.16 Esto se atribuye a que el sexo femenino tiene una esperanza de vida superior debido a que su respuesta inmune es mucho más fuerte, según resultados de un estudio realizado sobre las diferencias entre hombres y mujeres.17 Además, lo observado en este estudio se corresponde con el comportamiento del adulto mayor a nivel nacional, donde las mujeres asisten más a las consultas médicas que los hombres, lo que puede ser consecuencia de que existe una mayor preocupación de la mujer en mantener un mejor estado de salud.18 También se observa que a medida que aumenta la edad disminuye la cantidad de pacientes, lo cual puede ser consecuencia del aumento de la morbilidad y mortalidad con el transcurso de los años, que tiende a duplicarse cada 8 años. A medida que el individuo envejece, va perdiendo capacidad funcional y se hace más vulnerable a enfermedades y accidentes.19
En pacientes de la tercera edad, la presencia de pluripatología, condición muy común en estos, constituye un riesgo, pues conlleva en muchas ocasiones al empobrecimiento de su calidad de vida. Por esta razón, es importante conocer cuáles son las enfermedades de prevalencia, así como sus características generales. En el estudio, la pluripatología se manifiesta por lo general con la presencia de 2 a 5 enfermedades en un mismo paciente.
Se puede observar cómo en la población estudiada existe una prevalencia de HTA, lo cual coincide con un estudio publicado, que plantea que esta enfermedad en Cuba presenta cifras superiores al 55 % del total de personas que tienen 60 años en adelante,15 es así la enfermedad crónica más prevalente de este grupo etario, y constituye el principal factor de riesgo cardiovascular y representando una causa relevante de discapacidad y mortalidad. Además, es la principal causa de accidentes cardiovasculares tanto isquémicos como hemorrágicos, especialmente la hipertensión sistólica.20 Seguida a esta se encuentra la DM, que es muy común, pues según lo planteado, para pacientes geriátricos su prevalencia aumenta con la edad, debido a que con el envejecimiento disminuye la secreción de insulina posprandial.21 Por otra parte está la artrosis, que constituye la enfermedad reumática más frecuente entre personas de edad avanzada, debido al desgaste que se produce en sus huesos.22 También se destaca la incidencia de enfermedad coronaria, enfermedad que aumenta progresivamente con la edad, de manera que los ancianos tienen más riesgo de CI. La alta tasa de aparición de esta enfermedad en pacientes geriátricos es producto al aumento del grosor de sus arterias y el estrechamiento de estas como consecuencia.23
Se afirma que en geriatría, de modo general, la prevalencia de HTA es mayor en hombres que en mujeres, pero la relación sexo-HTA puede ser modificada por la edad. Así, las mujeres antes de los 40 están más protegidas que los varones contra la muerte por enfermedad coronaria. La razón de esta protección es discutida y se ha relacionado con numerosos factores, entre los cuales se encuentran el efecto protector de los estrógenos, el menor consumo de tabaco que los hombres y la disminución de la resistencia periférica total. Sin embargo, después de los 60 años exhiben niveles tensionales similares a los de los hombres, aunque sigue siendo el sexo masculino el de mayor predisposición a desarrollar esta enfermedad.15 Esto no se evidencia en la muestra estudiada, donde un total de 30 pacientes femeninas tienen diagnosticada HTA y solo se detectaron 17 masculinos, lo cual puede estar relacionado con el hecho de que en el estudio existe un número mayor de mujeres.
Según estudios realizados, la mortalidad en Cuba por DM se incrementa a partir de los 45 años y alcanza las tasas superiores en personas con más de 65 años;24 de ahí que a medida que avanza la edad es menor la probabilidad de encontrar pacientes con DM, lo cual es notable en la muestra estudiada.
La artrosis es considerada una consecuencia del envejecimiento y se plantea que se presenta igual para ambos sexos, pero por lo general en las mujeres surge a edades más tempranas (45 años) la más común aparece en la rodilla y en las articulaciones interfalángicas (manos). Mientras tanto, en los hombres se manifiesta de forma tardía y predomina en la cadera.22) Esto, unido al hecho de que en el estudio hay mayor cantidad de féminas, puede explicar la prevalencia de esta enfermedad en las mujeres de la muestra.
Es universalmente aceptado que la mayor incidencia de CI ocurre en el sexo masculino, sin embargo, se demostró que en las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas esta diferencia se borra, ya que a los 65 años el 75 % de los fallecimientos se deben a ataques coronarios agudos. Para explicar esto se invoca el factor protector estrogénico, que desaparece de forma paulatina a partir de los 55 años, lo que favorece el incremento de su precursor: colesterol sérico.25 Esto coincide con los resultados de este estudio, donde se hace evidente en 9 mujeres, todas hipertensas y solo en 2 hombres; además de lo planteado anteriormente puede deberse también a que hay un mayor porciento de mujeres con hipertensión en la muestra, enfermedad de gran riesgo para la CI debido a que aumenta la tendencia a tener trastornos en las arterias coronarias.20
La aparición de úlceras indistintamente de que sean pépticas, duodenales o gástricas en los pacientes estudiados es un poco más elevada en mujeres, al contrario de lo que se ha reportado en otros estudios.26 Esto puede estar dado porque en la muestra predominan las féminas.
Tanto el glaucoma como la catarata tienen diversas causas, pero son atribuibles mayormente a las personas con edad avanzada. En este estudio fue más notable la catarata en los varones, mientras que el glaucoma fue mayor en las mujeres. Las cataratas se desarrollan como parte del proceso natural de envejecimiento; con la edad, poco a poco el lente del ojo se vuelve menos flexible, menos transparente y más grueso, opacándose algunas zonas de este. En la catarata, la edad es la causa más común como factor de riesgo, pues las proteínas se desnaturalizan y degradan con el tiempo provocando la reducción de la visión a gran escala a medida que pasan los años.27 También la presencia de DM suele provocar pérdida de visión con el transcurso del tiempo.28) Todo ello explica la presencia en gran escala de esta enfermedad en el último rango de edades establecido.
La EPOC es más frecuente en los pacientes masculinos de esta muestra, lo que puede asociarse al elevado consumo de tabaco por parte de este sexo, que constituye el factor de riesgo más prevalente en esta enfermedad (95 % de los casos de EPOC), pues disminuye la capacidad pulmonar. 29
El AB es una enfermedad frecuente que varía mucho de un país a otro. Afecta alrededor del 3 al
7 % de la población adulta, siendo más frecuente en edades infantiles; lo que hace normal los valores encontrados en el estudio, donde se evidencia en igual proporción para ambos sexos, a razón de dos pacientes en cada uno.30)
En la muestra, la Hcolest se manifiesta solo en el sexo femenino; esto puede ser consecuencia de que los niveles de colesterol en sangre son superiores en las mujeres con edades por encima de los 60 años.25 Igual ocurre con la formación de cálculos en vías excretoras, o sea, la litiasis vesicular, que se relaciona en cierta medida con el elevado nivel de colesterol, ya que el 80 % de los cálculos de vesícula están compuestos por colesterol. Además, el sexo femenino constituye un factor de riesgo para esta enfermedad, más frecuente en las mujeres que en los hombres, con una proporción de 4-1.31
En la muestra sobresalen el consumo de café, bebidas alcohólicas y el hábito de fumar como factores de riesgo que influyen de forma perjudicial en la salud de los pacientes.
El consumo de café es dañino para todo individuo principalmente por la cafeína presente en su composición, la cual tiene un efecto irritante en el sistema digestivo y acidifica el pH, favoreciendo la desmineralización del organismo. Además, tiene una acción contraria al sueño provocando la presencia de insomnio. En cantidades elevadas produce un efecto diurético e invariablemente en todos los casos provoca alteraciones nerviosas por sus propiedades.26
El consumo habitual de tabaco causa una fuerte dependencia a la nicotina, pudiendo convertirse en un vicio que produce una elevada adicción por su influencia en el Sistema Nervioso Central (SNC). Además, se considera un factor de riesgo cardiovascular y causa de enfermedades respiratorias, como el AB y principalmente de la EPOC.29,32 En este estudio el elevado valor del consumo de tabaco por el sexo masculino se corresponde con la aparición de EPOC según lo planteado anteriormente.
El consumo de alcohol afecta gradualmente las funciones cerebrales, debilita la musculatura cardíaca y, por consiguiente, la capacidad para bombear sangre, aumenta la producción de ácido gástrico que genera irritación e inflamación en las paredes del estómago por lo que, a largo plazo, pueden aparecer úlceras e inhibe la producción de glóbulos blancos y rojos, entre otras disímiles afectaciones.33,34
Teniendo en cuenta que el café es un factor agresor del tracto gastrointestinal (TGI) y es más consumido por la población femenina, se corresponde esto con lo planteado anteriormente, pues la úlcera es mayor en las mujeres. Además, el insomnio y la ansiedad detectada en este sexo también se asocian a la ingesta de café, por su influencia sobre el SNC.
En los pacientes del primer rango de edades fue mayor el consumo de bebidas alcohólicas, lo que coincide con la presencia de HTA en este grupo, si se tiene en cuenta que el alcohol constituye un riesgo para esta enfermedad, pues uno de sus efectos sobre el aparato circulatorio es que aumenta la presión sanguínea.34
En el grupo de 72-82 años el tabaquismo es mayor, lo cual se asocia en cierto grado a que en este grupo el AB es la segunda enfermedad de prevalencia, si se tiene en cuenta el alto riesgo que posee el hábito de fumar para afecciones respiratorias.
El consumo de café en los pacientes de 83-94 años fue superior con respecto a los dos primeros grupos. Por la elevada influencia negativa que posee la cafeína en el TGI este debería ser el grupo con mayor presencia de úlceras, pero no ocurre de esta manera.
En conclusión, en la muestra analizada, las ECNT son un importante problema sanitario por la alta tasa de prevalencia de estos padecimientos en los pacientes geriátricos, por lo cual se hace evidente la necesidad del trabajo educativo hacia la prevención de estas enfermedades. Se observó una morbilidad y mortalidad que se corresponde con lo reportado en la literatura y se encontró la presencia de diferentes hábitos tóxicos que se asocian a la aparición de las enfermedades presentes.