INTRODUCCIÓN
La palabra “tutor” se deriva del verbo latino de la misma denominación, que significa “velar por, proteger, defender”. Según Barrantes, citado por Herrera, “el tutor no es un profesor en el sentido tradicional, pues su trabajo esencial no es transmitir información; debe ser un crítico constructivo que ayude al alumno a salir de ciertas dificultades y explorar nuevos campos”.1
Al igual ocurre con los estudios sobre los conceptos de “tutoría” que se pueden encontrar relacionados con el consejo y el acompañamiento o la protección, en sus primeras referencias, hasta llegar a ser entendida como un proceso de ayuda, con carácter formativo, integral y orientador; actividad inherente a la función docente e intencional que puede desarrollarse de forma individual o grupal.2,3,4
En las universidades, el ejercicio de la tutoría se ubica desde la tercera década del siglo xx. Se destacan en esta época la Universidad de Oxford, la Universidad de Cambridge y las universidades anglosajonas. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) ha desarrollado el sistema de tutoría desde los inicios de la década de los años 40, lo que se considera una de sus fortalezas académicas más importantes en la actualidad.5
En la educación superior la figura del tutor surge por la necesidad de elevar la calidad científica y práctica. A este se le otorga formalmente la tarea de guiar y acompañar a lo largo de su carrera a los estudiantes que se le asignan, para contribuir a su formación integral y estimular en el tutor la capacidad de hacerse responsable de su aprendizaje y de su actuación.6,7
La universalización de la educación superior es una política que se ha consolidado en Cuba. El socialismo constituye el proyecto social que la garantiza y la hace realidad. De ahí que el nuevo significado que cobra la tutoría está estrechamente relacionado con la aparición de las sedes universitarias municipales en 2005, donde esta figura se convirtió en el centro de la labor educativa.8
Así definió Oramas9 al tutor en la atención primaria de salud:
Como un profesional que participa en la formación integral de los estudiantes de las carreras de Ciencias Médicas, nombrado por Resolución Decanal a propuesta del Vicedirector de la Docencia e Investigación del policlínico; siendo un especialista de Medicina General Integral (MGI), que labore en un consultorio que reúna los requisitos materiales, los recursos humanos que propicien la calidad del trabajo para el desarrollo de su función, categorizado con una evaluación profesional satisfactoria, y que sea incondicional para cumplir las misiones que se le asignen y probadas cualidades éticas, morales y políticas que lo acrediten como un verdadero educador y formador de valores.
La educación universitaria requiere, cada vez más, que los profesores dominen un conjunto de conocimientos y habilidades que les permitan contribuir significativamente a la formación de profesionales capaces de garantizar la satisfacción del encargo social en las ramas donde se desempeñan.10,11
El consultorio médico de la familia distingue la formación desde un escenario distinto por su novedad y pertinencia. Para lograr este propósito los profesores deben trascender la función de trasmisores de conocimientos, propia de la educación universitaria tradicional, para convertirse en orientadores, en tanto diseñan situaciones de aprendizaje que potencien una actuación profesional responsable, competente, ética y de compromiso social. El tutor debe tener un adecuado proceso de capacitación pedagógica que lo prepare para su labor educativa con los estudiantes.12,13
El proceso de formación del médico cubano en los momentos actuales está en correspondencia con su futuro modo de actuación profesional en el nivel de la Atención Primaria de Salud (APS), en particular en lo referido al trabajo en la comunidad, según se establece por la dirección de docencia del Ministerio de Salud Pública.14
Los autores añaden nuevas ideas sobre la preparación tutelar de los estudiantes de la carrera de Medicina en la APS. Esta se encamina a la formación de un profesor integral, entrenado y capacitado, con herramientas metodológicas que le permitan transmitir conocimientos con fundamentos científicos, desarrollar acciones sistemáticas capaces de proporcionar cuidado y asesoramiento continuo para la formación de los estudiantes, y enriquecer sus convicciones humanas, éticas, estéticas y morales. El principal objetivo de este empeño es integrar, profundizar y consolidar las habilidades cognoscitivas y prácticas para lograr, de formación flexible y protagónica, que estos fortalezcan la relación entre el médico, el paciente, la familia y la comunidad.
Las razones anteriores justifican la realización de esta revisión, a fin de profundizar en los diferentes aspectos cognoscitivos sobre el tema para incrementar la ejecución adecuada de esta imprescindible actividad docente asistencial.
El objetivo del presente trabajo es realizar un análisis sistemático sobre los referentes teóricos de la preparación pedagógica, que permita el mejoramiento del desempeño profesional pedagógico de los tutores de la carrera de Medicina en la APS.
MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica del tema en los sitios de revistas médicas MedLine, PubMed, SciELO, LILACS y la Biblioteca Virtual de Salud (BVS), mediante las palabras clave: “labor profesional y pedagógica del tutor”, “tutor en el proceso de formación del estudiante”, “proceso enseñanza-aprendizaje” y “educación en el trabajo”. La selección de los artículos tuvo en cuenta el objetivo propuesto. De un total de 64 se seleccionaron 50 artículos en idioma español e inglés, que respondían a los descriptores definidos por los autores, según el tema, estos se ordenaron por relevancia, fecha de publicación y se realizó una síntesis de toda la información contenida referida al objetivo propuesto.
RESULTADOS
La figura del tutor en la educación médica
En la historia de las ciencias médicas pueden rastrearse antecedentes de la tutoría. Desde la medicina prehipocrática griega, basada en lo sobrenatural, se rendía culto a Apolo como el dios del que se originaban la enseñanza del arte de curar y se consideraba a Esculapio -que parece haber tenido existencia humana hacia el año 1200 a.n.e.- como el dios de la medicina. La obra de este último, Consejos de Esculapio, se recoge en la actualidad como un documento trascendente para la misión del médico en la sociedad. El libro refleja con claridad lo que se conoce como “principios de la ética médica”, tales como la “beneficencia”, la “no maleficencia” y la “justicia”, así como la compasión y el deber. Estos aspectos deben estar presentes en toda labor de tutoría que se realice para formar a un profesional de la salud con valores propios de esta labor y de acuerdo con las aspiraciones de nuestra sociedad.15
Luego apareció la figura de Hipócrates (460-459 a.n.e.), quien consideró a la medicina más que como una ciencia, como un arte, un oficio, una práctica. De su historia se destaca el destreza que tuvo para enseñar a sus discípulos a interrogar, inspeccionar, palpar y auscultar de modo directo el tórax, así como el aspecto ético que caracterizó su medicina, la cual se sustentaba en dos principios: el amor al hombre y el amor a su profesión. En tal sentido, Hipócrates escribió: “Solo un hombre humano puede ser un buen médico. La medicina si es ejercida con amor, como cosa sagrada, solo debe de enseñarse a personas sagradas, esto es, dignas de respeto y veneración”.15
La formación médica en Cuba se inició en 1728 con la fundación de la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de La Habana. El sistema pedagógico era muy deficiente; y la enseñanza, totalmente memorística, sustentada en escuchar la lectura de los textos en latín y observar la representación gráfica que ofrecían los tratados anatómicos de la época.16
Las condiciones socio-políticas de la Isla limitaron el aprendizaje de la Medicina desde la práctica, por lo que la enseñanza tuvo un profundo carácter teórico, repetitivo, memorístico y escolástico. Lo antes expuesto contribuyó al egreso de un médico limitado para responder a las necesidades de la población.17
La literatura consultada no recoge referencias de cómo se ejercía la tutoría en esa época, a pesar de que se describe la existencia de la figura del tutor desde el propio surgimiento de la universidad en el siglo x. Por las características descritas en cuanto a la formación médica, los autores infieren que el ejercicio de la tutoría se mantuvo como una labor individual, en vínculo intersubjetivo, dirigido unilateralmente del profesional como tutor al discípulo, y los conocimientos se transmitían de manera rígida sin facilitar un intercambio.
A partir de 1920 y hasta 1942, con la influencia del informe Flexner, se fundamentó la formación del médico por ciclos, el aprendizaje en el hospital para atender a pacientes enfermos y se incrementó el protagonismo estudiantil. Esta etapa fue de crisis de los estudios universitarios por la escasa intencionalidad de la formación práctica del médico, pobre formación didáctica y pedagógica de los profesores, y limitado uso de métodos de enseñanza-aprendizaje activos y productivos, dirigidos a la solución de casos clínicos desde la práctica médica.18
El triunfo de la Revolución cubana en1959 marcó el quehacer formativo del médico. Inmediatamente se instituyó la formación de un médico general de perfil amplio, capaz de aplicar cuidados médicos al individuo sano o enfermo.19
La medicina con los principios revolucionarios propició el desarrollo de un profesional capaz de crecer con valores éticos y humanos, los cuales se evidenciaron en el desarrollo de la tutoría con un enfoque teórico y práctico en beneficio de la sociedad, básicos para una preparación fundamentada, esencialmente, en la promoción y prevención de salud.20
En 1983 surgió la especialidad Medicina General Integral, que sustentó el diseño, en 1984, de un nuevo plan de estudio orientado a la formación del médico general desde y hacia la Atención Primaria de Salud, preparado para la atención a la familia y la comunidad. Esto condujo a potenciar las formas de una enseñanza práctica en este nivel de atención: consulta médica y visita de terreno; y a la necesidad de que el profesor revelara una proyección hacia la APS en la práctica médica educativa en los servicios hospitalarios.21
No obstante, los profesores y estudiantes no contaban con una vía científica concreta que los guiara por la eficiencia de la educación en el trabajo en sus diferentes modalidades, en las que, además, se priorizaron la enseñanza y el aprendizaje de las acciones diagnósticas y terapéuticas, en detrimento de las promotoras, preventivas y rehabilitadoras. Los tutores nombrados para la APS eran muy jóvenes, de corta experiencia y tenían insuficiente preparación para la función educativa. Esto no permitió el mejor aprovechamiento del escenario de la APS para los fines docentes.22,23
En 2004 el policlínico comunitario se convirtió en universitario y, con ello, en un nuevo modelo y escenario importante para el aprendizaje, ya que formaba al médico en el lugar donde desarrollaba sus actividades en la APS. El policlínico universitario como Universidad de Ciencias Médicas propiciaría la organización y planificación del trabajo educativo y político-ideológico con los estudiantes. Mediante este escenario central de formación se indicaron todas las acciones que debían cumplir los futuros profesionales en la comunidad.24,25
En 2009, con el Modelo del Profesional se amplía la formación del médico general en tres perfiles: ético humanista, profesional y ocupacional. En esta nueva visión, los estudiantes de pregrado adquirieron su formación desde los primeros años en el propio policlínico, integrados al equipo de salud, con una concepción más objetiva de la educación. Su llegada, cuando menos, obligó a su preparación en los aspectos éticos que deben contemplar durante su educación en el trabajo en estos escenarios.26
Con la presencia de la relación profesor-tutor-estudiante, el educando incorporó a su formación la actuación del médico de la APS y el tutor tuvo la responsabilidad de la integración de los conocimientos del estudiante en la práctica diaria.27
En este período se estableció una estrategia docente para el desarrollo de la carrera de Medicina de forma tutorial y se garantizó la preparación metodológica de los tutores durante todo el proceso de aprendizaje como figura protagónica, encargado como tutor al especialista de MGI y, en casos excepcionales, como residente de dicha especialidad, pero siempre vinculado directamente a la atención a la población en un Consultorio Médico de Familia.
Preparación pedagógica de los tutores de la carrera de Medicina
La figura del tutor ha sido estudiada por investigadores cubanos vinculados a la Educación Avanzada, en particular el tutor de la producción intelectual, entre ellos: Añorga,28,29,30,31) Alpízar,32) Martínez,33) Valcárcel,34 etcétera.
En la educación médica, el tutor tiene la tarea de orientar y dar seguimiento al desarrollo de los estudiantes, apoyarlos en los aspectos cognitivos y afectivos del aprendizaje, fomentar su rendimiento académico y su capacidad crítica y creadora, y perfeccionar su evolución social y personal, que implica la interacción entre el tutor y el tutorado. Estos aspectos han sido estudiados por varios investigadores, entre ellos: Oramas,19) Urquiza y colaboradores,35) González y colaboradores,20) Alpízar,32) Añorga,28) Lugones y colaboradores,6) y Pernas y colaboradores.36
Para enfrentar los retos de la enseñanza tutelar hay que profundizar en los conocimientos pedagógicos, de los que deben dotarse todos los tutores para perfeccionar su trabajo. En este sentido es importante declarar los diferentes términos para interpretar la temática expuesta.
Preparación. En el glosario de términos de la educación avanzada, se define como “el proceso de organización de la formación para el desempeño de los recursos laborales y de la comunidad, que les permita en su actuación lograr el mejoramiento profesional y humano de los seres humanos y su entorno”.37 El objeto de la pedagogía dirigida a la formación y el desarrollo de los seres humanos en su preparación para la vida y, en particular, el de las Ciencias dela Educación Médica, está relacionado con la formación permanente y continua de los profesionales de la salud en sus diferentes especialidades y niveles de profesionalización (obrero calificado, técnico medio y licenciado). Esto se logra desde el desarrollo de la profesionalización de los docentes en calidad de tutores en el área asistencial, reflejado en el desarrollo de sus competencias en el desempeño profesional pedagógico. Esta interpretación se conoce como “preparación pedagógica” y llevó a los autores a teorizar acerca de la categoría desempeño.
Desempeño. Constituye otro término importante, el cual ha sido estudiado por diferentes investigadores. Los autores se referirán específicamente a los estudios de la teoría de la Educación Avanzada, la cual clasifica el desempeño como: desempeño laboral, desempeño profesional, desempeño pedagógico y desempeño profesional pedagógico. Esta última es la que distingue a los sujetos de esta investigación como profesionales de las ciencias médicas que realizan funciones docentes desde la tutoría y en el contexto de la APS. Los autores, después de realizar la revisión documental, asumen la definición de Añorga,38) de “desempeño profesional pedagógico”: “proceso desarrollado por un sujeto a través de relaciones de carácter social que se establece en la aplicación de métodos para el cumplimiento de su contenido de trabajo, en correspondencia con los objetivos de la actividad pedagógica profesional en que participa y el logro de un resultado que evidencia el mejoramiento profesional, institucional y social alcanzado; la atención a la educación de su competencia laboral y la plena comunicación y satisfacción individual al ejercer sus tareas con cuidado, precisión, exactitud, profundidad, originalidad y rapidez”.
Competencias. Dentro de la preparación pedagógica de los tutores de la carrera de Medicina que laboran en la APS, para los autores tiene particular interés esta categoría, porque contribuye a mejorar el desempeño profesional pedagógico en la formación de los estudiantes. Esta resulta muy cercana a las funciones que se realizan en el contexto de la educación en el trabajo donde los tutores ejercen sus influencias educativas. Se reconoce que existen diversas definiciones de “competencia”, unas más cercana al contexto de la dirección empresarial, otras desde el diseño curricular de pregrado y posgrado, y otras más propias de los modos de actuación de los profesionales en ejercicio, por lo que los autores asumen la siguiente: “la posesión de un nivel satisfactorio de conocimientos y de habilidades relevantes que incluyen componentes relacionales y técnicos. Estos conocimientos y habilidades son necesarios para realizar las tareas propias de la profesión. La competencia difiere de la actuación puesto que esta implica siempre las actividades que se llevan a cabo en situaciones de la vida real”.38
A partir de la integración y el análisis reflexivo de forma dialéctica de estos tres términos, se hizo necesario, por parte de los autores, definir la “preparación pedagógica del tutor” como un proceso continuo, organizado y sistemático, que desarrolla habilidades, operaciones y acciones relacionadas con la competencia pedagógica en su desempeño en la tutoría de los estudiantes en el contexto de la APS y como parte de los escenarios docentes desde la educación en el trabajo, más cercano a los objetos y sujetos de la profesión médica y que propicia la formación integral de los estudiantes desde los valores propios de la ética médica.
Estos referentes les permitieron a los autores interpretar los cuatro pilares básicos de la educación para el siglo xxi39) y su relación con el tutor, capaz de demostrar su competencia a través del desempeño profesional pedagógico en la APS:
Aprender a conocer: está presente por la acción de despertar la curiosidad intelectual, estimular el sentido crítico, propiciar vías para descifrar la realidad y favorecer la autonomía del juicio.
Aprender a hacer: establece adecuadamente la vinculación de la teoría con la práctica y perfeccionar infinitamente su capacidad profesional.
Aprender a vivir juntos: contribuir a una toma de conciencia de las semejanzas y diferencias entre todos los seres humanos, fomentar el sentimiento de empatía, lograr armonía con la familia y la comunidad en el trabajo pedagógico, y propiciar el espíritu crítico ante lo mal hecho.
Aprender a ser: contribuir al desarrollo de la integralidad del ser humano, prevenir la deshumanización a que puede conducir el desarrollo de los medios de comunicación, promover la libertad en el pensamiento a partir de firmes convicciones, lograr sentimientos que orienten al individuo para defender su naturaleza humana y a favor del progreso social, no de su autodestrucción, y además favorecer la creatividad sobre la base de su identidad, sus recursos y la unidad de lo diverso.
El perfeccionamiento del sistema nacional de educación plantea continuamente la preparación del personal docente en lo pedagógico y metodológico de cada asignatura. No basta solo con que el profesor conozca los objetivos y contenidos de los programas que se imparten, debe conocer también los que cumple su asignatura en el plan de estudios general, cómo dirigir acertadamente la actividad cognoscitiva de sus alumnos, y cuáles son las etapas y los componentes estructurales del proceso docente educativo. Con todo esto se puede ver con claridad la importancia del trabajo metodológico organizado y controlado.40,41
En la sistematización realizada los autores asumen las características del modelo actuante de tutoría para contribuir al desarrollo exitoso del desempeño profesional pedagógico del tutor, expuestas por Ponce42 en su tesis doctoral y se contextualizan aquellas que debe tener este desempeño en la Atención Primaria de Salud, por ejemplo, las siguientes:
Ser muy comprometido. Implica el compromiso político, para que sea asumida la tutoría desde lo humano, lo profesional y lo personal como trabajador de la salud.
Dialógica orientadora. Significa la comprensión de la orientación basada en el diálogo dirigido a lo psicopedagógico, a lo ideopolítico, cultural y científico-investigativo, que debe ocurrir entre los miembros de los equipos básicos de la salud y desde la relación médico-paciente-acompañante.
Personalizada. Se refiere a la flexibilidad entre la personalidad del tutor y del estudiante en los escenarios propios de la Atención Primaria de Salud, lo que requiere de una relación particular, irrepetible, que se expresa en el carácter bidireccional del proceso tutorial.
Necesaria. Por constituir una vía de orientación, de guía, y apoyo en diferentes situaciones, entre ellas la motivacional en correspondencia con las exigencias de la educación médica en Cuba.
Respetuosa. Para que se mantenga el límite entre el tutor y el tutorado.
Confianza. El tutor debe ser la persona de confianza del estudiante en formación durante la carrera de Medicina y desde la educación en el trabajo, para que lo oriente, lo guíe y lo ayude en diferentes circunstancias.
La comprensión de estas características es imprescindible para que el Policlínico Docente reciba la influencia del proceso tutorial en la preparación de los profesionales que se desempeñan como tutores, y sus modos de actuación deben satisfacer las necesidades personales, grupales y sociales propias de un profesional de la salud.
Los logros en el desempeño del Médico General Básico y su proceso de formación requieren de un continuo perfeccionamiento en función de elevar los niveles de competencia y desempeño previstos en el diseño curricular, tanto en su rol asistencial como en el de formador de recursos humanos en salud, por ser estas funciones simultáneas en su práctica médica y por el presupuesto educacional. Este proceso tiene lugar en los escenarios propios de la Atención Primaria de Salud. El proceso tutorial y su desarrollo en la educación en el trabajo como método y forma predominante de enseñanza-aprendizaje, tiene un carácter científico y académico, representa el núcleo central de su teoría pedagógica y la enseñanza debe estar centrada en el aprendizaje. Estos logros se reconocen como mejoramiento del desempeño profesional pedagógico de los tutores en la APS.43,44
Ninguna habilidad, destreza o conducta apropiadas se conseguirá mediante la lectura de textos, conferencias magistrales, demostraciones clínicas esporádicas y ejercitación espontánea del estudiante, el cual solo aprenderá a comunicar, comunicándose; a palpar, palpando; a auscultar, auscultando; a poner buenos tratamientos, realizando planes terapéuticos; a diagnosticar, diagnosticando; a realizar historias clínicas integrales, haciéndolas. Es necesario que la técnica sea efectuada exquisitamente por el tutor bajo los ojos atentos de los estudiantes y que, a su vez, este la ejecute bajo la observación atenta del docente, quien identificará errores y mostrará los pasos para su consecución (retroalimentación), siempre con la base teórica indispensable.45
En este estudio se destaca otro enlace del trabajo de tutoría con la investigación y la producción científica,46 para la mejora de la calidad en la educación superior desde la función investigativa,47,48 que para los autores incluye todos los procesos sustantivos de la educación superior.
Además, estas referencias acerca de las funciones y los roles de los tutores en la formación del estudiante, se particulariza en todos los niveles del currículo (Macro-, desde el perfil de egreso; Meso-, en los años y disciplinas; hasta el Micro-, vinculado con el proceso de enseñanza aprendizaje de cada asignatura).49,50
Estos elementos en el contexto de la Educación Médica Superior cubana tienen como singularidad que ocurren en todos los escenarios de la educación en el trabajo, desde la integración de los procesos académico, asistencial, investigativo y extensionista, con el aprovechamiento de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), y de forma permanente y continuada, tanto en la educación de pregrado como de posgrado, exigencias que las ciencias de la Educación Médica enfrentan en el proceso de construcción científica.
Estos referentes propios de la pedagogía y de la educación médica consolidan científicamente el proceso de preparación pedagógica de los tutores de la carrera de Medicina que laboran en la APS, para el mejoramiento de su desempeño profesional pedagógico en la formación de sus estudiantes, aspecto que favorece la formación de un profesional en correspondencia con las exigencias actuales, tales como: el acercamiento afectivo y cognitivo de los docentes y tutores a una formación integral en sus estudiantes; el aprendizaje activo y desarrollador de los estudiantes comprometidos con los resultados de lo que aprenden, hacen y sienten en su profesión; el apoyo y aprovechamiento de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) en el proceso docente educativo; así como la integración de la evaluación, a formas más metacognitivas y de autoevaluación de los estudiantes, entre otras exigencias que reclaman de rediseñar los escenarios docentes y el proceso de tutoría.
CONCLUSIONES
El análisis sistemático realizado a los referentes teóricos de la preparación pedagógica de los tutores, ha posibilitado que los autores identifiquen regularidades en el proceso de tutoría que les permita el mejoramiento del desempeño profesional pedagógico a los tutores de la carrera de Medicina en la Atención Primaria de Salud.
Desde la sistematización y el estudio de estos referentes teóricos en la preparación pedagógica de los tutores de la carrera de Medicina, se denota el enriquecimiento de las ciencias de la Educación Médica.