Estimado editor:
En la lucha contra las enfermedades infecciosas, la vacunación como herramienta indispensable de la salud pública ha permitido ganar diversas batallas en la erradicación y eliminación de enfermedades como la viruela y la poliomielitis, así como controlar otras, entre las que figuran el sarampión, la tosferina y el tétanos. Anualmente, la inmunización evita una cifra estimada de 2,5 millones de muertes entre niños menores de cinco años a nivel mundial, de ahí que la eficacia y seguridad de las vacunas sea incuestionable.1,2,3) En la medida que estos logros representan importantes avances, nos convertimos en “víctimas de nuestros éxitos”.4
Hoy, en el contexto de la pandemia de la COVID-19, los programas de vacunación están sufriendo importantes caídas y demoras. De ahí la importancia de mantener altas coberturas de vacunación, para evitar la emergencia y reemergencia de estas enfermedades, algunas potencialmente graves o mortales. La Directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Dra. Carissa F. Etienne expresó: “Las vacunas salvan vidas y deben mantenerse incluso durante la pandemia de COVID-19. Las personas más vulnerables no deben sufrir las consecuencias de no recibir las vacunas que necesitan”. De ahí, que se insta a los países a que durante la pandemia mantengan los programas de vacunación contra la gripe y el sarampión y así evitar la carga añadida que pueden suponer estas enfermedades.5,6
En 1961, la creación del Sistema Nacional de Salud (SNS) cimentó el resultado más trascendente de la política de la Revolución. Este sistema unificado, descentralizado en su gestión, de amplia cobertura global, eficaz, económicamente sustentable y abierto a su perfeccionamiento constante, desde 1962 incluye en sus decisiones el apoyo multisectorial a las campañas de vacunación. La que está integrada al primer nivel de atención, es gratuita y alcanza hoy coberturas superiores al 98 % y cuenta con una protección asegurada contra 13 enfermedades. Con el desarrollo biotecnológico logrado por nuestro país, ocho de los preparados vacunales que hoy se utilizan son de producción nacional. Pese a la pandemia de la COVID-19, el país sostiene su programa de vacunación infantil.7,8,9,10
En los momentos actuales, la vacunación escolar se encuentra suspendida temporalmente, para evitar un mayor riesgo de transmisión de la COVID-19 entre los estudiantes, el personal de las escuelas y los proveedores de atención sanitaria. En la medida que nuestro país avance en la eliminación de esta pandemia, se deberá continuar con esta estrategia, con la aplicación de medidas de prevención y control, teniendo en cuenta las buenas prácticas de vacunación, por lo que deben realizarse en zonas bien ventiladas que deben ser desinfectadas con frecuencia. En el caso de la vacunación de los recién nacidos, se mantiene en el contexto de la pandemia la inmunización con la vacuna BCG y contra la hepatitis B, según el esquema nacional de vacunación de cada país, que debe seguir siendo una prioridad.11,12,13
Durante los últimos años ha aumentado de forma alarmante la presencia de colectivos antivacunas en el mundo y constituyen una amenaza cada vez mayor para los programas de vacunación. Debido al desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación, los mensajes de estos grupos tienen mayor difusión. Mientras los científicos se esfuerzan por conseguir una vacuna contra la COVID-19, este movimiento ya se moviliza en su contra, y cuestionan la seguridad de la inmunización, lo que supone un grave problema para dar solución a la pandemia del nuevo coronavirus.2,14,15
La decisión de no vacunar, no solo comporta riesgos a nivel individual, sino también a nivel colectivo, lo que se ha podido corroborar por el descenso de las coberturas, con la consiguiente aparición de casos y brotes de enfermedades, que han llegado a producir muertes.2,16,17 Para mantener los logros de la vacunación hace falta también “inmunizar” contra todo lo que se oponga. En esta nueva era de la información y las comunicaciones, todos los actores sociales involucrados deben ser capaces de trabajar en el mantenimiento de este gran logro sanitario.