Introducción
La obesidad es una condición de salud crónica, multifactorial, que genera gran morbilidad y aumenta los costos sociales dada la magnitud de su extensión, la rapidez de su incremento y el efecto negativo que le imparte a la salud de la población que la padece.1,2) Se considera un factor clave en la magnitud de las enfermedades crónicas no transmisibles (ENT). La epidemia de obesidad constituye uno de los grandes desafíos en su prevención. Esta situación en los próximos 20 años podría afectar al 50 % de la población mundial si no se implementan estrategias para frenar este aumento acelerado.3,4
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 1975, la obesidad se ha triplicado en todo el mundo. En 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. La mayoría de la población mundial vive en países donde estas condiciones cobran más vidas de personas que la insuficiencia ponderal.5,6
Por su parte, la obesidad infantil está alcanzando proporciones alarmantes en muchos países, lo que supone un desafío urgente y serio. En 2016, 41 millón de niños menores de cinco años y más de 340 millones de niños y adolescentes (de 5 a 19 años) tenían sobrepeso o eran obesos.3,6) Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas establecen como prioridad la prevención y el control de enfermedades crónicas con énfasis en las edades tempranas de la vida.7,8
En el ámbito escolar sobrepeso y obesidad se han convertido en un grave problema global de salud. Cada día son más numerosos los escolares con exceso de peso en las aulas, lo que implica rechazo grupal, deficiente rendimiento académico y deserción escolar, al mismo tiempo que colocan al niño o adolescente en riesgo incrementado de sufrir insulinorresistencia y con ello, diabetes, hipertensión arterial y otras manifestaciones del síndrome metabólico.4,7) En el contexto cubano poco se ha avanzado en estudios de base poblacional en escolares que incorporen de manera integral la evaluación del estado nutricional, la adiposidad abdominal como predictor del riesgo cardiometabólico y que aborden las conductas alimentarias y patrones de alimentación que permitan intervenciones factibles para transformar el entorno y las pautas obesogénicas.
El presente estudio se realiza con el objetivo de describir el comportamiento del sobrepeso, obesidad y conductas alimentarias en escolares de primaria del municipio Cruces, de la provincia Cienfuegos.
Métodos
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal entre septiembre y noviembre de 2019. El universo estuvo constituido por 1263 escolares de 6 a 12 años de edad pertenecientes a 7 escuelas, 4 urbanas y 3 rurales, del municipio de Cruces, en la provincia Cienfuegos, durante el curso escolar 2019-2020. Esta decisión se realizó sobre la base de los resultados de estudios de prevalencia provinciales con datos que superan la media nacional (22,7 %), lo que favorece la presencia de enfermedades crónicas no transmisibles desde edades tempranas de la vida. Cruces es un municipio urbano - rural, en el cual se identificaron espacios vacíos de información dados por ausencia de datos y evidencias en este grupo de edad.
Para evaluar el estado nutricional se utilizaron los valores cubanos del índice de masa corporal (IMC) en niños y adolescentes de 0 a 19 años9 según los puntos de corte siguientes:
< 10 percentil: insuficiencia ponderal.
10 - 90 percentil: normopeso.
> 90 - 97 percentil: sobrepeso.
> 97 percentil: obeso.
Para determinar el grado de acumulación de grasa abdominal se utilizaron los percentiles de la circunferencia de la cintura para escolares de 8 años y más (n = 585),10) se consideró el percentil 90 como posible límite superior de la normalidad, el rango de valores entre 90-97 como posible situación de riesgo y los superiores al percentil 97 como posibles valores francamente atípicos para esta población.
Para evaluar aptitudes y prácticas alimentarias se aplicó un instrumento diseñado al efecto, previamente validado en el contexto cubano para triangular información (Anexo). Como indicadores dietéticos se estudiaron la frecuencia de consumo semanal de alimentos, frecuencia de eventos semanales y alimentos de mayor consumo durante el desayuno. La evaluación del estado nutricional y la aplicación de encuestas sobre conductas alimentarias fueron realizadas por personal capacitado para este fin.
Se solicitó el consentimiento informado a padres y alumnos, funcionarios del Gobierno y Ministerio de Educación, así como el Aval del Consejo Científico y el Comité de Ética de la investigación del Instituto Nacional de Higiene, Epidemiología y Microbiología para realizar este trabajo. Los datos fueron tabulados utilizando el programa SPSS versión 21. Los resultados se presentan en figuras.
Resultados
La prevalencia de sobrepeso global encontrada fue del 37,3 % (IC 32,9-41,6), lo que se considera un problema de salud pública (Fig. 1). Se evidenció una mayor afectación en la zona urbana (37,9 %, IC 33,2-42,7) vs. zona rural (33,7 %, IC 29,5-43,5), que se incrementa con la edad, con un predominio ligero en hembras (39,5 %, IC 31,5-46,4) vs. varones (38,2 %, IC 30,8-45,5).
La evaluación de la circunferencia de la cintura, como predictor de riesgo cardiometabólico, para identificar el grado de adiposidad abdominal en niños mayores de 8 años, arrojó que el 38,8 % de los varones presentó valores no deseables vs. el 24 % en hembras, con un predominio de la zona rural en comparación con la urbana (Fig. 2).
Este riesgo se incrementó en escolares con sobrepeso y obesidad (34,5 y 30,6 %) demostrando correlación entre los valores del IMC y la circunferencia de la cintura (Fig. 3).
Las conductas alimentarias se caracterizan por:
El 88 % realiza el desayuno como principal comida del día.
El 89,6 % realiza el almuerzo como principal comida del día
El 19,8 % de los sobrepesos y obesos lo realiza fuera del hogar.
El 80 %, de manera general, consume habitualmente alimentos preparados en casa.
Se encontraron preferencias por los alimentos fritos (viandas, huevos, carnes). Se apreció adecuado consumo de frutas de forma natural o entera y en jugos con diferencias marcadas entre las zonas geográficas con predominio del área urbana. Sin embargo, persiste la adición de azúcar, lo que contribuye al incremento del sobrepeso y la obesidad junto al consumo de productos industrializados de bajo costo y alta densidad energética que están al alcance de los grupos más vulnerables y favorecen su aparición.
Con relación a las bebidas mayoritariamente consumidas, se encontró un consumo elevado de refrescos gaseados (35,9 %) y refrescos instantáneos (39,2 %), mientras que los jugos representaron el 24,5 %. El consumo de vegetales fue bajo (32,0 %). El mayor consumo de alimentos se realiza en el horario de la tarde/noche (comida) por 67,5 % de los escolares, zona rural 79,8 % vs. zona urbana 64,1 %. El consumo de 2 a 4 vasos de agua natural al día no supera el 50 %. La misma cantidad de sujetos no conocen las guías alimentarias para la población cubana mayor de dos años de edad.
Discusión
El sobrepeso y obesidad en la infancia son un problema complejo que necesita atención prioritaria, cuyos factores condicionantes son susceptibles de modificación mediante una acción esencial concertada de salud pública con la cooperación de sectores involucrados. Lo que se puede alcanzar a través de la creación de entornos de capacitación y de motivación a las personas, familias y comunidades para adoptar decisiones y conductas positivas en relación a una alimentación saludable y la práctica de actividad física. Para ello la Organización Panamericana de la Salud (OPS)11 reitera que se requiere de la participación destacada de los profesionales de la salud y otros campos pertinentes.
La obesidad infantil está alcanzando proporciones alarmantes en muchos países y supone un desafío urgente y serio. A escala mundial se estima que un 10 % de los niños en edad escolar (entre 5 y 17 años) padecen de sobrepeso u obesidad.3,12) Por su parte, ambas condiciones constituyen un problema que actualmente afecta a niños, niñas y adolescentes de nuestro país. Datos reportados en un estudio realizado en la provincia de Cienfuegos13 con el objetivo de determinar la presencia de sobrepeso y obesidad en niños y niñas de 5-12 años, seleccionados al azar, reflejaron un 20,5 % de sobrepeso y un 35,9 % de obesidad, que indica un problema de salud pública, con valores muy superiores a los encontrados en el municipio en estudio.
Para identificar niños y jóvenes con sobrepeso y obesidad se utiliza habitualmente el índice de masa corporal (IMC),14 sin embargo, en los últimos años se ha enfatizado más en la importancia de la distribución de la grasa corporal, que en la cantidad de grasa corporal total. La evidencia ha demostrado que el exceso de grasa visceral constituye un importante predictor de riesgo metabólico y cardiovascular en niños y adolescentes.15,16 La variable antropométrica que más se utiliza en la actualidad para la estimación de la grasa abdominal es la circunferencia de cintura (CC), que además de requerir un equipo simple y económico, tiene un bajo error de medición y se ha demostrado que se correlaciona adecuadamente con la cantidad de grasa intraabdominal.
Un estudio realizado por Mederico en Venezuela17 refleja que en todas las edades el indicador antropométrico de la CC fue mayor en los niños que en las niñas, con un aumento progresivo de la media y significativo con el incremento de la edad (p = 0,0001) en ambos sexos, coincidentes con esta investigación. Resultados similares fueron encontrados por Benjumea18 en el cual la circunferencia de la cintura de las niñas fue inferior a la de los niños, a la vez que se incrementaba con la edad (p = 0,000000), con una significancia menor en los bajo peso (p = 0,000).
El exceso de adiposidad abdominal evaluado a través de la circunferencia de la cintura (CC), parece ser un indicador más sensible de alteraciones en el metabolismo de insulina, por lo que se considera un mejor predictor del riesgo cardiometabólico. La medición de la circunferencia de la cintura, técnica relativamente sencilla, debe ser incorporada de manera sistemática en la evaluación del sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes. Poder contar con estas primeras estimaciones de percentiles de este indicador y sus curvas correspondientes, para niños y adolescentes, permitirá definir no solo las estrategias de atención, sino también las estrategias de prevención de riesgo cardiovascular y metabólico en este grupo vulnerable.19,20
La alimentación y la nutrición son procesos que favorecen a un desarrollo cognitivo, crecimiento óptimo y disminuyen el riesgo de sobrepeso, obesidad y desarrollo de enfermedades no transmisibles a futuro, es imperioso que los niños durante esta etapa adquieran hábitos alimentarios saludables. Sin embargo, cambios en los estilos de vida generan cambios en las conductas alimentarias, tal es así que ahora se consumen más alimentos hipercalóricos, más azúcares libres, más sal y más grasas saturadas y de tipo trans. Además, la ingesta de frutas, verduras y fibra dietética es insuficiente o casi nula.
Al explicar los porcentajes elevados de sobrepeso y obesidad es necesario valorarlos como factores condicionantes del estado nutricional, lo cual se fundamenta en la literatura consultada. Esto no resulta sencillo ya que existe una diversidad de conceptos, sin embargo, la mayoría converge en que se tratan de manifestaciones recurrentes de comportamiento individuales y colectivos respecto al qué, cuándo, dónde, cómo, con qué, para qué se come y quién consume los alimentos, y que se adopten de manera directa e indirecta como parte de prácticas socioculturales.21,22
En su adopción intervienen principalmente tres agentes; la familia, los medios de comunicación y la escuela. La familia, como el centro de la vida del escolar, es determinante en la formación de estilos saludables de vida, que contemplen una adecuada alimentación y actividad física. La escuela también debe promover entre los educandos formas correctas de alimentación y actividad física mediante la enseñanza de prácticas adecuadas en cuanto a la selección de los alimentos, la conformación de menús, y la práctica del ejercicio físico. Los ambientes obesogénicos en los que pudiera participar el escolar deben ser identificados y corregidos para prevenir influencias negativas sobre el estado futuro de su salud.23
Otros estudios realizados en grupos de escolares de primaria concluyen que más del 25 % tienen conductas alimentarias inadecuadas, coincidentes con los encontrados en la presente investigación.24,25) La relación del estado nutricional y la calidad de hábitos alimentarios refleja una calidad media (65,6 %) y baja (34,4 %) en la población con sobrepeso. En el caso de los obesos se encontraron en los niveles medio (57,1 %) y bajo (42,9 %), mientras que, los individuos con delgadez manifestaron una calidad baja (100 %). Los individuos con estado nutricional normal exhibieron una calidad alta (13,6 %), media (70,7 %) y baja (15,7 %).24
Se puede concluir que el estado nutricional en Cruces se caracteriza por una alta prevalencia de sobrepeso y obesidad, con un mayor riesgo de que se presenten enfermedades crónicas no transmisibles relacionadas con la dieta; resultados que podrían encontrarse en la población de escolares del país. Lo que justifica las acciones de promoción del consumo de alimentos sanos en la comunidad educacional del territorio y la implementación de pautas obesogénicas y de acciones transformadoras del entorno
Estos resultados sugieren la necesidad de revisión y adecuación de los programas de nutrición que se llevan a cabo en las distintas unidades educativas y en particular indican la necesidad de promover una cultura alimentaria. Pues se considera que algunos de los programas no toman en consideración la idiosincrasia, las percepciones, los criterios, actitudes y posibilidades de determinadas poblaciones en cuanto a una alimentación saludable.