Introducción
En diciembre de 2019 en Wuhan, una ciudad de la República Popular China, se detectó el SARS-CoV-2, un nuevo tipo de coronavirus causante de la enfermedad infecciosa denominada COVID-19. Si bien la mayoría de los casos son leves, en otros casos la enfermedad puede ser grave y cursar con dificultad respiratoria, neumonía, fracaso renal y otras condiciones médicas, incluso la muerte.1,2
En enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declara al brote de la COVID-19 como emergencia de salud pública de importancia internacional; y el 11 de marzo la declara como pandemia global. Se comunicó al mundo sobre su elevado potencial de propagación internacional y emitió alertas con referencia a las consecuencias e impacto en las naciones en los sectores de salud pública, sociales y económicos.3
Debido a la alta contagiosidad del virus, a la incontrolabilidad de la amenaza, al número cada vez mayor de casos confirmados y muertes en el mundo, una de las estrategias de salud pública para detener la propagación de la COVID-19 ha sido el confinamiento, la cual implica condiciones de distanciamiento social, implicando un cambio drástico en las actividades fuera de la casa; obligando a los ciudadanos a implementar nuevas formas de vida dentro del hogar ante esta contingencia.4,5
A medida que la pandemia del coronavirus se extiende rápidamente por todo el mundo, provoca un grado considerable de miedo y preocupación en los adultos mayores. La pandemia de la COVID-19 ha cambiado la vida de muchas personas y, en particular, sus costumbres diarias. Ha traído incertidumbre, rutinas diarias alteradas, presiones económicas, aislamiento social y temor a enfermarse. Esta situación se agrava ante el desconocimiento de cuánto tiempo durará la pandemia y qué puede traer el futuro.6
Un grupo especialmente vulnerable a la COVID-19 es el de las personas de 60 años y más. Las variables que las ponen en riesgo son varias. Entre ellas, mayor prevalencia de fragilidad y vulnerabilidad a eventos adversos, discapacidad y dependencia, condiciones de salud subyacentes, tales como: enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias, insuficiencia renal crónica, hipertensión arterial y diabetes mellitus; las que hacen más difícil la recuperación, una vez que se ha contraído el virus, e incrementan la probabilidad de muerte.7
El exceso de información y los rumores infundados pueden hacer que las personas se sientan sin control y que no tengan claro qué hacer. Por esta causa, los individuos sienten sensación de estrés, ansiedad, miedo, tristeza y soledad, por lo que aumenta la posibilidad de que empeoren los trastornos de salud mental previos.8
A través de la presente investigación se pretendió identificar estados emocionales de los adultos mayores en aislamiento social durante la COVID-19.
Método
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, entre mayo y junio de 2020, en el Policlínico Universitario “Dr. Rudesindo Antonio García del Rijo”, del municipio y provincia Sancti Spíritus.
La población de estudio estuvo conformada por 142 adultos mayores del Policlínico Universitario “Dr. Rudesindo Antonio García del Rijo” durante el periodo comprendido antes mencionado.
La muestra quedó constituida por 100 adultos mayores que cumplieron los criterios de inclusión: adultos mayores que mantienen las capacidades funcionales básicas para realizar las actividades de la vida diaria y que evidenciaron voluntariedad para participar en la investigación, pertenecientes a cinco consultorios médicos de la referida área de salud. Fueron excluidos de la investigación aquellos con estado demencial.
Se tuvieron en cuenta las variables: edad, sexo, estado civil, convivencia, ocupación, comorbilidades como diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, hábito de fumar, dislipidemia, consumo de alcohol, ansiedad, depresión, irritabilidad y estrés.
Para la recogida de la información se aplicó una entrevista semiestructurada; la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HAD) de Carmen Terol Cantero M et al.9 (al considerar los niveles normal, leve y severo) y la Escala de estrés percibido relacionado con la pandemia de COVID-19: una exploración del desempeño psicométrico en línea de Campo Arias A et al.10 (al meditar las categorías normales, ha pasado el límite, excesivo estrés, demasiado estrés). Los instrumentos fueron aplicados durante la pesquisa y manteniendo el distanciamiento físico.
Desde el punto de vista ético, el estudio fue analizado y aprobado por la Comisión de Ética del Consejo Científico de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus y por la Dirección Municipal de Salud del municipio Sancti Spíritus. Se obtuvo por escrito el consentimiento informado de cada uno de los adultos mayores, en el cual se explicaron los objetivos del estudio y se estableció la voluntariedad de participar y de abandonar el estudio en el momento que lo desearan.
Para el análisis estadístico se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 20 realizándose una descripción de las distribuciones para cada variable del estudio a partir de la estadística descriptiva.
Resultados
En la Tabla 1 se aprecia que, de un total de 100 ancianos, el 61,0 % pertenecía al sexo femenino y el 39,0 % al sexo masculino. En cuanto a las edades, predominó el grupo de 70-79 años con el 48,0 %, seguido por el grupo de 60-69 años con el 36,0 %. Se encontró, que la mayoría vivía acompañado con su pareja adulta mayor, con un menor de edad o con un discapacitado (64,0 %); solo un 36,0 % vivía efectivamente solos. Asimismo, el 81,0 % de los ancianos tenía pareja, casado o unido de manera consensual.
Referente a la ocupación, el 65,0 % no tenía vínculo laboral (jubilados o amas de casa); el 35,0 % aún se mantiene trabajando, ya sea para el estado o cuentapropista; pero se encontraban en aislamiento social por ser considerados personas vulnerables por la edad o por la comorbilidad. Referente a esta última se puede apreciar en la tabla 1 que el 89,0 % de los adultos mayores presentaba patologías consideradas de riesgo para la COVID-19.
La irritabilidad externa se refleja en la relación con objetos o con otras personas; la interna en la relación con uno mismo, siendo lo más significativo que en el 30,0 % de los encuestados apareció la irritabilidad, lo que aumenta su vulnerabilidad ante la COVID-19 (Tabla 2).
Los estados emocionales de los adultos mayores en aislamiento social durante la pandemia COVID-19 se recogen en la tabla 3, donde predominó un nivel leve de ansiedad en 73 adultos mayores (73,0 %), y el 21,0 % presentó un nivel severo de ansiedad. La mayoría de los adultos mayores mostró un nivel leve de depresión (50,0 %), mientras que el 26,0 % manifestó un nivel de depresión normal. Se puede apreciar el nivel de estrés de los adultos mayores participantes en el estudio, que mostró alteración en los niveles de estrés: el 47,0 % ha pasado el límite; el 23,0 % con excesivo estrés y el 9 % con demasiado estrés. Solo el 21,0 % estaba normal.
Discusión
La soledad como emoción y el aislamiento como condición estructural en la que viven muchos de los adultos mayores juegan un papel importante frente a su capacidad de responder a las enfermedades contagiosas como la COVID-19.11
La pandemia COVID-19 nos inunda de noticias alarmantes que llenan de inseguridad, desesperación, miedo, amenaza, soledad. Todo ello provoca en el ser humano depresión, irritabilidad, insomnio, somatización, angustia, ansiedad, debido a la incertidumbre de la situación, los riesgos de contagio reales para la salud, la sobre información y la angustia de no tener contacto con familiares y amigos.12
Las preocupaciones, miedos y/o ansiedad de las personas confinadas podrían asociarse también a otros factores secundarios, como la salud de las personas queridas, la expansión mundial del virus y sus consecuencias económicas y sociales, entre otras.13
Dentro de las múltiples causas involucradas en las repercusiones perjudiciales por la pandemia, la pérdida de la libertad en las actividades de la vida diaria es una de sus fuentes principales, autonomía temporalmente restringida por el aislamiento obligatorio durante la cuarentena.14
Los adultos mayores son el grupo donde existe la tasa de mortalidad más alta por COVID 19, por lo que esta situación los hace más vulnerables al estrés. En Cuba, el aislamiento ha provocado que las personas de 60 años o más hayan tenido que abandonar las actividades cotidianas y centrarse solo en las que se pueden realizar dentro del hogar. Dejar de trabajar, el que aún lo hacía, no asistir a los círculos de abuelos, a la Universidad de la tercera edad, a sus prácticas religiosas, no visitar a las amistades, a sus familiares, ni a los vecinos, no poder realizar compras de ninguna clase15; todos estos factores podrían explicar los estados emocionales no satisfactorios identificados en los ancianos estudiados.
Se han realizado investigaciones en la población en general de distintas edades, incluyendo la de 60 años y más. En China16, se observó en la población general un 54,0 % de impacto psicológico moderado a severo, un 29,0 % de síntomas ansiosos y un 8,0 % de estrés, todos entre moderados y severos; las personas mayores de 60 años presentaron un alto distrés psicológico.
En España, Sandín, Valiente, García Escalera y Chorot17, al valorar el impacto psicológico de la pandemia en su población, encontraron síntomas (moderados a severos): estrés 32,0 %, psicosomáticos 6,0 %, problemas para dormir 36,3 %, disfunción social en la actividad diaria 10,0 % y depresivos 5 %.
El hecho de que en los adultos mayores participantes en este estudio hayan predominado niveles leves de depresión y ansiedad pudiera deberse a factores como el conocimiento que ya se tiene sobre el virus, al manejo de la pandemia por el Estado, el gobierno y el Ministerio de Salud Pública de Cuba, a la información constante y precisa sobre la COVID-19 y las medidas para enfrentarla. En esta área de salud existieron casos positivos, lo que aumenta el riesgo de contraer la enfermedad y, con ello, el desarrollo de emociones y sentimientos negativos que ponen en riesgo la salud no solo física, también psicosocial.
A pesar del predominio de los estados emocionales en niveles normales, existieron adultos mayores que presentaron un nivel severo de ansiedad y depresión; la mayoría de los adultos mayores mostró alteración en los niveles de estrés. Esto se debe en gran medida por la concientización de su propia vulnerabilidad ante la pandemia por la edad y las patologías que presentaban y la incertidumbre asociada a no poder predecir cuándo y cómo será posible retomar el ritmo habitual de vida así como por las preocupaciones por la repercusión a nivel de la sociedad de la COVID-19.18,19
Existe una alta probabilidad de que muchos adultos mayores necesiten de la asistencia de familiares, vecinos o de la comunidad. El apoyo y la solidaridad resultan cruciales para este grupo social. En esta área, igual que en toda Cuba, se estableció como estrategia poner en funcionamiento el servicio de mensajería para los adultos mayores, que respondiera a sus necesidades específicas y que se ocupara de asistir a las personas que así lo requirieran.20
La enfermedad ha mostrado que los factores psicológicos y sociales son tan esenciales como los biológicos. El aislamiento social, como medida para evitar el contagio, ha repercutido de forma significativa en la salud mental de los adultos mayores solos, con respuestas emocionales como los trastornos leves de ansiedad y depresión, y marcada alteración en los niveles de estrés.21,22
Entre las limitaciones del estudio se sugiere para investigaciones futuras utilizar las escalas cubanas IDERE (Inventario de Depresión Rasgo-Estado) e IDARE (Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado), en lugar de la Escala de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HAD), para contrastar los resultados obtenidos fuera del contexto pandémico.
Conclusiones
El aislamiento social como medida para evitar el contagio de la pandemia por COVID-19 ha repercutido en los estados emocionales no satisfactorios identificados en los ancianos estudiados, por lo que se requiere establecer estrategias encaminadas a la atención integral de los ancianos como respuesta rápida en el sistema de salud cubano y del mundo.