EDITORIAL

 

Doctor Carlos Juan Finlay de Barres, paradigma en valores éticos profesionales

 

Doctor Carlos Juan Finlay de Barres, an Example of Ethical and Professional Values

 

 

Roxana Finalés Hechavarría ¹, Miguel Ángel Olivé Iglesias ²

1. Máster en Ciencias Sociales y Axiología. Licenciada en Marxismo-Leninismo e Historia. Asistente. Facultad de Enfermería Arides Estévez Sánchez. Universidad de Ciencias Médicas de Holguín. Holguín. Cuba.
2. Máster en Ciencias Pedagógicas. Licenciado en Educación Especialidad Inglés. Profesor Auxiliar. Universidad de Ciencias Pedagógicas José de la Luz y Caballero. Holguín. Cuba.

 

 

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El galeno cubano Carlos Juan Finlay de Barres (1833-1915) vivió etapas importantes en la historia de su país. Estas fueron parte de un periodo prolongado que atravesara momentos convulsos y definitorios del proceso de formación de la nacionalidad cubana.

El estudio de su personalidad, como ejemplo de paradigma dentro de la Ciencias Médicas, devela sus valores éticos profesionales. Esto se revela en los criterios de autores que han escrito sobre este eminente doctor, al decir que es indudable que utilizar la figura de Finlay para fines educativos debe dejar huellas indelebles en los jóvenes y repercutir en sus formas de ver la vida, de pensar, de actuar ¹.

Al hablar de la ética profesional del insigne médico se justifica atribuirle cualidades morales excepcionales reveladas en su actividad científica, la que estuvo vertebrada por la forma sui generis de la unidad: ciencia-humanismo-patriotismo como piedras angulares de su conducta. La revelación axiológica de este médico es posible verla desde el análisis de los valores como fenómeno complejo y multidimensional que aportan autores reconocidos ².

Entre los valores éticos profesionales que lo acompañaron siempre en su accionar estuvieron el amor a la profesión, el sentido del deber, la responsabilidad ante las ciencias, disciplina, bondad, paciencia, altruismo, generosidad, cooperación, modestia, sencillez, desinterés, así como ilimitado interés por el bienestar, cuidado y conservación de la vida humana.

Su contribución a las Ciencias Médicas (descubrimiento del agente trasmisor de la fiebre amarilla en 1881), fue original y decisiva. Puso de manifiesto un razonamiento enteramente dialéctico, digno de un investigador objetivo. Enunciar una teoría nueva y verdadera fue su genialidad. Su nivel científico, estudios, la profundidad de sus conocimientos, su mente clara y su intuición fueron los elementos que lo condujeron a su magistral aporte. Estos elementos de su vida son tratados por variedad de autores y publicados en revistas especializadas ^{3, 4}.

Él fue capaz de reproducir por primera vez en el mundo formas leves de la fiebre amarilla y crear de manera experimental el primer caso de inmunidad contra la enfermedad, para ello estuvo guiado por dos principios: no producir formas graves o mortales de la enfermedad y no provocar un caso de fiebre amarilla en un área libre de esta, aspecto este que resalta el carácter ético de su obra.

Era del criterio de poner en todo momento la ciencia al servicio del hombre. Para él, la medicina no podía ni debía entrañar el más mínimo sufrimiento o riesgo en el ser humano. No justificaba ningún procedimiento o método que comprometiera la salud o vida del individuo.

Los que lo conocieron lo describen como el perfecto ejemplo de médico querido, con aguda mentalidad e incansable persistencia. Fue erudito en otros campos, autoridad en sus estudios, firme e infatigable en la profesión y de observación escrupulosa con apego a los atributos de la verdad y las reglas.  Fue un profesional que nunca anticipaba prematuramente sus opiniones ni juicios, y no participaba en una discusión sin estudiar antes el tema en cuestión.

Su elevado sentido del deber profesional lo interpretó siempre como su compromiso más sagrado con la humanidad. Demostró siempre ser un hombre inteligente, con tendencia a asimilar lo nuevo y buscar la explicación y comprobación de los fenómenos biológicos, fue un profesional de la medicina consagrado a la investigación.

Han transcurrido muchos años desde que se impuso su verdad. Cuba y el mundo honran al hombre que no erró, ni en la ciencia, ni en la moral, al profesional fiel al principio de entrelazar la práctica clínica con la investigación y la experimentación. Resultó justa la decisión de la UNESCO de considerarlo entre los seis grandes microbiólogos de todos los tiempos y entre los grandes benefactores de la humanidad. Esta personalidad de amplio espectro valoral se sitúa entre los más prestigiosos paradigmas axiológicos de su tiempo y el nuestro, lo que queda refrendado en la idea que los verdaderos valores siempre  adquieren la connotación positiva que los hace trascender y establecerse con rango de universalidad fuera de la personalidad al colectivo, a toda la sociedad e incluso  fuera de la época ⁵.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. López Sánchez J. Finlay. El Hombre y la Verdad Científica. La Habana: Editorial Cientifico Tecnica; 2007.

2. Fabelo Corzo JR. Los valores y sus desafíos actuales. La Habana: Editorial José Martí; 2011.

3. Gisela Sánchez D, Sánchez Dager JA, Herrera O.  Finlay, científico cubano. Rev Cubana Hig Epidemiol 2000[citado 13 dic 2013]; 38(2):145-50. Disponible en: http://bvs.sld.cu/ revistas/hie/vol38_2_00/hie200.pdf

4. Guzmán Tirado MG. Oración Finlay. Rev Cubana  Sal Púb. 2011 [citado 13 dic 2013]; 37(5). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34662011000500018&script=sci_arttex

5. Finalés Hechavarría R. Valores éticos profesionales en la figura del Dr. Carlos Juan Finlay de Barres y su proyección para la formación axiológica de los estudiantes de las Ciencias Médicas (Tesis). Holguín. Holguín: Universidad Oscar Lucero Moya; 2013.

 

 

Recibido: 21 de mayo  de 2014
Aprobado: 21 de mayo de  2014

 

 

MSc. Roxana Finalés Hechavarría. Facultad de Enfermería Arides Estévez Sánchez. Holguín. Cuba
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