INTRODUCCIÓN
Desde tiempos remotos, el alcohol constituye una droga aceptada por la sociedad, cuyo consumo resulta mayormente consentido y, hasta cierto punto, promovido de generación en generación en diversas culturas. En la actualidad, no obstante, el acercamiento a ese hábito se establece desde una edad cada vez más precoz; la adolescencia es la etapa donde se empieza el consumo que se prolonga hasta la edad adulta.1
El consumo de bebidas alcohólicas afecta a las personas sin importar raza, culturas, y perfiles sociodemográficos. Se asocia con múltiples aspectos de la vida social y cultural; y forma parte de los rituales de celebración, de terapia medicinal, del placer, y de la socialización.2
Los mayores niveles de consumo de alcohol se registran en los países desarrollados donde han ocurrido importantes cambios de tendencia en los patrones de consumo con el cursar de los años, al observarse un incremento de la ingestión en países muy poblados de África y Asia. Europa tiene la proporción más alta de adolescentes (15 a 19 años) que beben alcohol, un 70 % admite ser consumidor en la actualidad.3
Esta sustancia se ingiere con mayor frecuencia entre los adolescentes varones que entre las mujeres, con una prevalencia aproximada de 26,5 y 5,7 % respectivamente. En América Latina se evidencia un consumo promedio entre los hombres de 2 a 10 veces superior al de las mujeres. En la mayoría de los países, la cerveza es la bebida más consumida (representa 54,7 % del consumo total en las Américas).3
En Cuba, desde tiempos remotos, existía el hábito de consumir bebidas alcohólicas elaboradas a partir del azúcar de la caña. A pesar de ello, y de que el consumo siempre fue aceptado por la mayoría de la población, la enfermedad alcohólica y los problemas asociados con ella comienzan a incrementarse a partir de los años 70, tendencia que ha aumentado en las últimas décadas.4
Estudios actuales indican que en Cuba la situación no es diferente al resto de los países. En la población mayor de 15 años hay 430 000 alcohólicos (5 %) y 860 000 bebedores de riesgo (10 %). En el año 2019 fallecieron un total de 674 pacientes por trastornos mentales debidos al uso de alcohol: 647 hombres y 27 mujeres.3
La gravedad del alcoholismo adquiere una mayor connotación al constituir una adicción cada vez más frecuente entre los adolescentes. Por tanto, la adolescencia constituye uno de los principales grupos de riesgo, favorecido por las características biológicas, psicológicas y sociales que se definen en la literatura científica con respecto a este período evolutivo.5
El consumo excesivo de alcohol en los adolescentes ha suscitado una importante atención social y científica durante las últimas décadas, motivado por las importantes consecuencias en el orden individual, familiar y social que acarrea esta práctica. Por esto se decide realizar la siguiente investigación con el objetivo de caracterizar el consumo de alcohol en estudiantes del preuniversitario "Irán Durañona Figueredo" del municipio Majibacoa, provincia Las Tunas, desde septiembre a diciembre del año 2020.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal en un universo de estudiantes de decimo y onceno grado del preuniversitario "Irán Durañona Figueredo" del municipio Majibacoa, Las Tunas desde septiembre a diciembre año 2020.
El universo estuvo constituido por 45 estudiantes del preuniversitario "Irán Durañona Figueredo" que mostraron disposición para participar en el estudio, se trabajó con la totalidad de estos.
Se confeccionó un modelo para la recolección de los datos en Excel, el cual fue llenado en cada caso a partir de la información obtenida de las entrevistas individuales. Fueron estudiadas las variables: edad (14-15 y 16-17 años), sexo (masculino y femenino). Consumo de bebidas alcohólicas: si (refieren consumir bebidas alcohólicas) y no (refieren no consumir bebidas alcohólicas). Estado de embriaguez: si (refieren que han llegado al estado de embriaguez al menos una vez) y no (refieren que nuca han llegado al estado de embriaguez). Consumo de otras drogas (café, cigarro, otras y ninguna), convivencia con familiares consumidores de alcohol (padres, hermanos, madre, tío, otros).
El procesamiento y análisis de la información se realizó a través del procesador estadístico SPSS versión 21.0. Para evaluar las variables estudiadas se utilizaron análisis estadísticos descriptivos, tales como frecuencias absolutas y relativas porcentuales.
Esta investigación fue aprobada por el Comité de Ética Médica y el Consejo Científico del Policlínico Docente "7 de Noviembre" al que pertenece la institución educacional. Se obtuvo el consentimiento informado (oral y escrito) de los participantes, así como el de los padres o tutores legales. Se respetó la confidencialidad de los datos obtenidos, además, se mantuvo como premisa respetar los principios bioéticos de los estudios con seres humanos, establecidos en la II Declaración de Helsinki y en las normas éticas cubanas.
RESULTADOS
El 57,8 % de los estudiantes correspondían al grupo de edad de 14 a 15 años. Existió un predominio del sexo femenino (64,4 %).
El 71,1 % de los estudiantes preuniversitarios refirieron consumir bebidas alcohólicas; de ellos la mayor incidencia se obtuvo en las edades de 14 a 15 años (44,4 %). (Tabla 1).
El 75 % de los estudiantes que consumen bebidas alcohólicas llegan al estado de embriaguez. Con una mayor incidencia en aquellos de 14 a 15 años (43, 8 %). (Tabla 2).
La mayoría de los estudiantes consumidores de bebidas alcohólicas consumen otras drogas como café (81,3 %) y cigarro (75 %). (Fig. 1)
Los padres y los hermanos consumidores de alcohol representaron el mayor porcentaje de los convivientes con estudiantes consumidores (59,4 % y 46,9 % respectivamente). (Fig. 2)
DISCUSIÓN
En el presente estudio se observó una superioridad de estudiantes entre 14 y 15 años. Resultado que se asemeja al descrito por Páez-Rodríguez y col.,3 quienes observaron una edad promedio de 15,89 ± 0,73 años. Por su parte Pérez-Milena y col en España,6 describieron una media de edad de 14,2 años (± 0,3), con similar distribución entre hembras y varones.
Respecto al sexo, un estudio realizado en México,7 describe una prevalencia de estudiantes del sexo femenino (83,7 %); esto coincide con lo descrito en el estudio. En contraposición, Bedendo y col.,8 en Brasil muestran que más de la mitad de los estudiantes eran del sexo masculino (55,2%). Esto puede deberse a que, en el estudio en cuestión, la mayor parte de la matrícula del centro educacional escogido pertenecía al sexo femenino.
La adolescencia es considerada la etapa de la vida de paso de la infancia a la edad adulta del ser humano, y constituye un período transicional. Dicha etapa es idónea para la adopción de hábitos y actitudes, en especial el uso de sustancias adictivas que pueden permanecer en la adultez si no son bien manejadas, y llegan a afectar la salud del individuo y la sociedad. Durante la adolescencia pueden iniciarse estilos de vida no saludables y poner en riesgo la percepción de calidad de vida.9
El inicio precoz del uso de drogas, implica un mayor riesgo de deterioro psíquico, físico y social; contrariamente, si el consumo empieza hacia el final de la adolescencia, los riesgos tienden a disminuir. Así, la adolescencia representa una etapa de gran vulnerabilidad, en la que se incrementan las conductas de riesgo que el consumo de sustancias puede conllevar, tales como violencia, sexualidad no planificada, deserción escolar, conducción vehicular imprudente, entre otros.10
Predominó en este estudio el grupo de estudiantes consumidores de bebidas alcohólicas, sobre todo aquellos de 14 y 15 años. Resultado similar al encontrado en la literatura revisada, en la que se afirma que la edad de inicio promedio es entre los 10 a 14 años, y se plantea que las edades en las que se comienza a ingerir bebidas alcohólicas son cada vez más tempranas si se compara con décadas pasadas.5
En consonancia Oliver Anglès y col.,11) en la provincia de Barcelona, refiere que cerca de una tercera parte de los jóvenes de esa provincia consumen regularmente bebidas alcohólicas. Además, identifican el sexo como la variable más importante para explicar el consumo de bebidas. Por lo que concluyen que el consumo está mucho más extendido entre la población masculina, y señalan la influencia de la socialización de género, la identidad aprendida de lo femenino y lo masculino, sobre las conductas de riesgo.
De igual manera, Ponce Guerra,1 en Ecuador, refiere que el 70,2 % de la población estudiada consumen bebidas alcohólicas. Góngora Gómez y col., 4 también encontraron un predominio en el grupo de consumidores (65,9 %) y describen que por cada 100 mujeres que ingieren bebidas alcohólicas aproximadamente 80 hombres lo hacen.
En discrepancia, Morales y col.,12 plantean que solo el 35,3 % de los adolescentes preuniversitarios eran consumidores de alcohol, de estos el 15,6 % eran bebedores de riesgo. Afirman, además, que dichos resultados pueden deberse a que la institución donde estudian se caracteriza por la disciplina y alta exigencia académica, y la mayoría de los estudiantes tiene aspiraciones de estudiar en las universidades más prestigiosas del país.
Al igual que en este estudio, Pérez-Gómez y col.,13 refiere que el 65 % de los adolescentes llegan hasta el estado de embriaguez. De igual forma en el artículo de Góngora Gómez y col., 4 predominaron el grupo que ha llegado embriagarse, mientras que el sexo que llega a este estado con mayor frecuencia es el masculino.
Ambos autores manifiestan que puede estar asociado a que en la adolescencia no existe conciencia creada en torno a la cantidad de alcohol que es tolerada por el organismo y, la mayoría de las veces, se consume más de lo que podría ser soportado, principalmente, por la presión grupal, en el que los adolescentes no son capaces de detener el consumo debido al miedo al rechazo por los coterráneos.
En divergencia Enríquez Villaplana y col.,14) apreciaron en su investigación que solo el 39,1 % señalaron haber presentado estado de embriaguez alcohólica al menos en una oportunidad.
El consumo abusivo de alcohol es un problema de salud que afecta a la población en general, pero con las jóvenes generaciones hay que tener especial cuidado no solo por ser la droga lícita más ingerida en el mundo, sino porque abre paso al consumo de otras sustancias adictivas, de ahí que se conozca como "droga portera".
Con respecto a esto, en Perú, Morales y col.,12 preponderan que los estudiantes consumidores de alcohol también consumen otras drogas sobre todo ilícitas. En su estudio, el 7,6 % de los adolescentes eran fumadores. Por otro lado, el 1,8 % habían consumido cocaína, el 7 % marihuana y 0,9 % pasta básica de cocaína. Con un alarmante predominio en las edades de 15 a 19 años. Sin embargo, en el presente estudio no existieron estudiantes consumidores de estas sustancias adictivas ilícitas, debido a que son infrecuentes en Cuba.
En Cienfuegos Enríquez Villaplana y col.,14 al analizar la relación entre el consumo de alcohol y el hábito de fumar apreciaron una asociación significativa pues el 50, 5 % fuman mientras el 49,5 % no lo hace, lo que es más evidente en el sexo masculino.
Los efectos de los compañeros en la toma de riesgo son fuertes en los adolescentes, tener amigos que beben aumenta la probabilidad de consumo de alcohol. Por otro lado, la predisposición genética representa aproximadamente la mitad del riesgo en el desarrollo de la dependencia del alcohol. Los adolescentes con un historial familiar positivo de problemas de alcohol corren mayor riesgo de desarrollar problemas con el consumo de alcohol y a una edad más temprana.12
La familia es el núcleo principal de desarrollo psicológico y apoyo para menores donde se aprende la mayor parte de las conductas sociales y emocionales. Los adolescentes cuyos padres son consumidores habituales de alcohol muestran una menor percepción del riesgo que aquellos cuyos padres no consumen.3
En este estudio predominaron los pacientes que conviven con otros consumidores, en mayor proporción con padres y hermanos. Resultados que se acercan a los encontrados por Rivas-Rivero y col.,15 en España, quienes resaltan que el 41,2 % conviven con padres con problemas con el consumo excesivo de alcohol. Además, refieren que este sumado a otros factores como las agresiones físicas y dificultades económicas figuran entre las principales causas de alcoholismo en estas edades.
Páez-Rodríguez y col.,3) reportaron que el 36,63 % de los padres que conviven con estudiantes consumidores, son bebedores habituales. También, Linares Cánovas y col.,16 afirman que el 84,62 % de los adolescentes estudiados conviven con familiares con consumo de hábitos tóxicos.
Por su parte, un estudio realizado en Estados Unidos,17) mostró que los hijos de padres que cumplían los criterios para un trastorno por consumo de cannabis de por vida, tenían más probabilidades de iniciar el consumo de alcohol (razón de probabilidades = 6,71, IC del 95% [1,92, 23,52]) y cannabis (razón de posibilidades = 8,13, IC del 95% [2,07, 31.95]) a los 15 años.
Los autores del presente estudio hacen alusión, a que, en el área de salud escogida para el estudio, el alcoholismo representa un importante problema en la población adulta, por lo que puede resultar para el adolescente normal ingerir alcohol e incorporarlo a su estilo de vida, lo que favorece el inicio de este hábito a edades tempranas. Por tanto, es necesario la realización de actividades de promoción y prevención de salud por parte de las instituciones de salud en conjunto con la escuela y la familia, que aumenten en los adolescentes la percepción de riesgo en cuanto al consumo nocivo de alcohol.
CONCLUSIONES
Existe una mayor incidencia del consumo de alcohol en varones, sobre todo en aquellos de 15 a 16 años. La mayoría manifiestan llegar hasta el estado de embriaguez. Además, es común que estos adolescentes consuman otras drogas como cigarro y café. Convivir con padres o hermanos consumidores de alcohol representa un factor de riesgo.