Estimados lectores:
La Universidad como institución ha sobrepasado guerras, pandemias y conflictos. Se han requerido ciertas transformaciones que van desde cambios en los paradigmas docentes hasta los propios escenarios; sin embargo, la nueva escuela tiene aún algunos viejos problemas. Esta cualidad intrínseca que le permite adoptarse a ciertas situaciones, ocasiona problemas, los cuales se encuentran enraizados en los cimientos del pensar, muchos de ellos derivados del “siempre ha sido así” o el “así funciona bien”.1
La investigación científica constituye el método por excelencia para la generación de nuevos conocimientos. En las ciencias de la salud esto cobra un significado mayor, pues los nuevos conocimientos sientan las bases para el tratamiento de las enfermedades. Para ello, se necesitan años y experiencia como investigador, la cual debe comenzar desde el pregrado.
La formación del estudiante es un proceso complejo y multifactorial, sin embargo, la formación del estudiante como investigador es aún más complicado. Según Rugarcía Torres,2 “…a los estudiantes no les gusta la ciencia y por tanto no hay suficientes investigadores, porque no entienden los conceptos que representan…” Sin embargo, y desde mi corta experiencia, ¿Qué hacemos por los estudiantes que si les interesa la investigación?
Muy a nuestro pesar, aún existen en hospitales y aulas profesionales de la salud que minimizan la actividad científica estudiantil. Estos detractores de la ciencia joven en ocasiones la consideran a priori como de bajo nivel, deficiente o fraudulenta. Sin embargo, el estudiante de pregrado se ha encontrado vinculado a los procesos investigativos desde tiempos de antaño.
Los docentes constituyen el ejemplo a seguir por los estudiantes. Gran parte de los patrones del comportamiento humano son reproductivos. Si los docentes transmiten desinterés a los estudiantes o frases como “no estás al nivel para realizar esa actividad”, “no estas al nivel para impartir ese curso”, “no sabes como para hacer esa investigación”, entonces solo tendremos estudiantes y futuros profesionales desmotivados.
El compromiso de los docentes para con la investigación es el motivar, enseñar y acompañar a esa cantera científica. Cada día insistimos en que las nuevas generaciones están destinadas a estar mejor preparadas que las pasadas por contar con toda la información a la distancia de un clic; entonces ¿Qué pasa si los desmotivamos?
Los estudiantes universitarios se han crecido constantemente ante los desafíos que le han planteado su tiempo. Las capacidades docentes del estudiantado quedaron demostradas con la creación del Movimiento de Alumnos Ayudantes “Frank País” como solución de la Revolución cubana al éxodo de profesores universitarios, con el propósito de asegurar la formación de los futuros profesores, investigadores y especialistas.3
La función asistencial se ratifica cada día con los miles de estudiantes en los hospitales, o el paso al frente durante la batalla contra la COVID-19 en las zonas rojas o como asistenciales en los consultorios. La labor investigativa se evidencia cada día al dirigir revistas científicas estudiantiles que crecen cuando otras se encuentran en detrimento, al publicar en revistas de primer nivel indexadas en Scopus o la Web of Science. Entonces, ¿Es el estudiante un mero consumidor de ciencia? ¿Puede el estudiante producir y enseñar investigación?
Conflicto e Intereses
No se declara conflicto de intereses. Aunque el autor pertenece al equipo editorial no participó en el proceso editorial del artículo.
Contribución de Autoría
Los autores se encargaron de la conceptualización, redacción - borrador inicial, redacción - revisión y edición.
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Los autores no recibieron financiación para el desarrollo de la presente editorial