INTRODUCCIÓN
Dentro de los microorganismos, los parásitos intestinales son particularmente frecuentes. Las infecciones parasitarias son altamente prevalentes en todo el planeta, sin embargo, se conoce que son más comunes en poblaciones económicamente menos favorecidas.1
Datos recientes evidencian que existen más de 3 500 millones de individuos parasitados a escala global, siendo los niños los más vulnerables. Personas en todo el mundo están infectadas por Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiura y Ancylostomídeos. En cuanto a los protozoos, se estima que 480 millones de personas sufren de amebiasis y cada día aumentan las notificaciones de infecciones por Giardia lambia y, Cryptosporidium sp.2
Estudios realizados en Centroamérica demuestran elevadas tasas de prevalencia de las parasitosis intestinales en niños y se identifican con relativa frecuencia cargas parasitaias elevadas por Ascaris y Tricocéfalos. En América del Sur la situación es igualmente seria, investigaciones en Colombia y en Venezuela demuestran que continúan siendo un problema de salud importante.2
En Cuba, se han realizado diferentes estudios donde se evidencia que más de la mitad de los niños se encontraban parasitados, sobre todo los que asisten a los círculos infantiles y viven en comunidades rurales.3-5
El efecto deletéreo de los parásitos intestinales sobre la salud de los niños es mayor de lo que realmente se admite. Con el objetivo de determinar la prevalencia de las infecciones parasitarias intestinales más frecuentes en niños asistentes a los círculos infantiles del Consejo popular Matanzas oeste e identificar los factores asociados, se realiza este estudio.
MATERIALES Y MÉTODOS
El universo de estudio estuvo conformado por 319 niños. Para el cálculo del tamaño muestral se utilizó el Programa Statcalc de EpiInfo 6.04 y se tuvieron en cuenta la prevalencia esperada de Parasitismo intestinal (58%) y el peor resultado esperado (53%). Se trabajó con 190 niños de ambos sexos para compensar las posibles pérdidas. La selección de la muestra se efectuó a través de un muestreo sistemático. Se dividió el total de niños matriculados en los círculos infantiles entre el número a seleccionar (190). Se seleccionó un número de arranque y posteriormente se utilizó el listado de matrícula de cada círculo infantil.
Consideración ética
La participación de los niños dependió del consentimiento de los padres. La información se recogió a través de una entrevista estructurada y sé colectaron dos muestras fecales, en días alternos. Se procesaron con dos métodos coproparasitológicos: Examen directo de heces con lugol, eosina y solución salina y Método de concentración de Willis- Malloy modificado. Adicionalmente, a la primera muestra de cada niño, se le realizó la técnica de concentración de Ritchie. Se estudiaron variables sociodemográficas y factores higiénicos sanitarios. En el procesamiento estadístico se calcularon las frecuencias absolutas, relativas y el Odds Ratio. Se realizó un análisis bivariado y se controlaron los posibles factores de confusión utilizando la regresión logística del programa SPSS.
RESULTADOS
De los 190 niños, 93 estaban infectados por algún parasito o comensal, prevalencia 48,9% (IC: 41,6% - 56,3%) nivel de confianza de un 95% (Tabla 1).
La tabla 2 muestra las diferentes especies de parásitos intestinales: Blastocystis sp. 57,8%, Giardia lamblia 55,4% y E. histolytica/ E. dispar. Los comensales y/o protozoos con patogenicidad discutida resultaron menos frecuentes. No se notificó la presencia de helmintos intestinales (T. trichiura, A. lumbricoides, E. vermicularis, S. stercoralis, Necator americanus, Taeniasp.).
Especies parasitarias | No. | % | IC 95 % |
---|---|---|---|
Blastocystis sp. | 48 | 57,8 | 46,5-68,6 |
E. histolytica /E. dispar | 10 | 12,0 | 5,9-21,0 |
G. lamblia | 46 | 55,4 | 44,1-66,3 |
Endolimax nana * | 17 | 8,9 | 5,3-13,9 |
Entamoeba coli * | 9 | 4,8 | 2,2-8,8 |
Idoamoeba butschilii * | 4 | 2,1 | 0,6-5,3 |
* Comensales o protozoos de patogenicidad controversial
Los parásitos estuvieron representados en frecuencia similar en ambos sexos: masculino 48,2%, y femenino 51,8% (Tabla 3).
Sexo | Parasitismo intestinal | Total | IC 95 % | ||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Parasitados | no parasitados | No. | % | ||||
No. | % | No. | % | ||||
Masculino | 40 | 48,2 | 52 | 53,6 | 92 | 51,1 | 43,6-8,6 |
Femenino | 43 | 51,8 | 45 | 46,4 | 88 | 48,9 | 41,4-6,4 |
Total | 83 | 100 | 97 | 100 | 180 | 100 | 95 |
Al analizar la edad, los niños de 4 años fueron los más representados (43,3%) seguidos de los de 3 años; en estos últimos se encontró la mayor prevalencia de parasitaria, 39,8%, para un Chi cuadrado de 8,58 y un valor de p de 0,03. Existe asociación estadísticamente significativa entre la edad y el parasitismo intestinal (Tabla 4).
Edad en años cumplidos | Parasitismo intestinal | Total | IC 95% | |||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
parasitados | no parasitados | No. | % | |||||
No. | % | No. | % | |||||
2 años | 17 | 20,5 | 22 | 22,7 | 39 | 21,7 | 15,9 -28,4 | |
3 años | 33 | 39,8 | 21 | 21,6 | 54 | 30,0 | 23,4 -37,3 | |
4 años | 28 | 33,7 | 50 | 51,4 | 78 | 43,3 | 36,0 -50,9 | |
5 años | 5 | 6,0 | 4 | 4,3 | 9 | 5,0 | 2,3 - 9,3 | |
Total | 83 | 100 | 97 | 100 | 180 | 100 | 95 |
En el análisis bivariado de los factores higiénico sanitario posiblemente asociado con el parasitismo intestinal se demostró que: ingerían agua hervida 17 y de ellos 21 (25,3%) estaban infectados por alguna especie parasitaria. De los 73 niños que tomaban agua sin hervir 62 (74,7%) estaban infectados. Se encontró asociación estadísticamente significativa de tipo protección. Los niños que toman agua hervida tuvieron menos riesgo de sufrir un parasitismo intestinal que los que ingieren el agua sin hervir.
En 103 niños sus viviendas tenían vectores, 56 (67,5%) y estaban infectados por parásitos intestinales. Los que residían en casas sin vectores estaban menos parasitados, 27 (32,5%). Se demostró diferencias estadísticamente significativas entre ambos grupos. Los niños que residían en viviendas con vectores tenían dos veces más posibilidad de estar parasitados que aquellos que residían en viviendas libres de vectores.
Los niños que se comían las uñas o se chupaban el dedo estuvieron más parasitados que aquellos que no tenían ese mal hábito higiénico. Demostrando la asociación estadísticamente significativa de tipo factor de riesgo, los que se comen las uñas o se chupan el dedo tienen casi 8 veces más riesgo de padecer un parasitismo intestinal que los que no lo hacen.
De 35 (42,2%) niños parasitados caminaban descalzos y 48 (57,8%) no lo hacían, los que caminan descalzos tenían casi 3 veces más posibilidad de infectarse que los que no lo hacían.
De 91 niños que convivían con animales en su vivienda, 52 (67,2%) estaban infectados por parásitos. Solo el 37,3% de los 89 niños que no estuvieron expuestos al factor de riesgo estaban infectados. Los que conviven con animales domésticos tienen el doble de posibilidad de infectarse por parásitos intestinales.
El 54,2%(45) tenían malos hábitos higiénicos y 38 (45,8%) no los tenían. Se demostró diferencias estadísticamente significativas. Los niños que se lavan las manos antes de ingerir los alimentos y después de defecar o jugar con animales domésticos tienen menor riesgo de adquirir parásitos intestinales que aquellos que no tienen esos hábitos. Siendo estos -los adecuados hábitos de higiene- factores de protección.
El 91,6% del total de niños parasitados ingerían las frutas y vegetales lavados. No existiendo diferencias estadísticamente significativas entre este grupo y aquellos que ingerían esos alimentos sin lavar. No existe asociación entre esas variables.
El 38,6% jugaban con tierra y el 61,4% no lo hacían. Se demostró diferencias estadísticamente significativas (Tabla No. 5). Existe asociación de tipo factor de riesgo. Los que juegan con tierra tienen casi 3 veces más posibilidad de adquirir la infección parasitaria intestinal que los que no lo hacen.
Mediante la regresión logística las variables que se mostraron como verdaderos factores asociados fueron: características del agua de consumo fue la variable de mayor asociación, los que toman agua sin hervir tienen 20 veces más riesgo de contraer una infección parasitaria que aquellos que toman agua hervida. Se come las uñas o se chupa el dedo, tenían 14 veces más riesgo de infectarse por parásitos intestinales que los que no tenían ese mal hábito higiénico. Los niños que se lava las manos antes de ingerir alimentos y después de defecar o jugar con animales domésticos tenían menos riesgo de infectarse por lo que esta es una variable de tipo protección. El resto de las variables fueron consideradas como factores de confusión (Tabla 5).
DISCUSIÓN
Es conocido que en los círculos infantiles (guarderías o jardines de la infancia) los parásitos intestinales, particularmente los protozoos, son más frecuentes que en otras instituciones educacionales. Lo anterior ha sido relacionado, entre otros factores, a la relativa inmadurez del sistema inmune de los niños menores de 5 años, la falta o limitada exposición previa a los parásitos, así como los inadecuados hábitos higiénicos sanitarios. 2-4,6
Un estudio realizado en el año 2014 que incluyó a niños de los seis círculos infantiles del municipio La Palma, Pinar del Rio, evidenció que el 48,3% de la muestra estaba infectada. Por otra parte, en niños que asisten a las escuelas públicas en las áreas urbanas de Irán la prevalencia de parasitismo intestinal se comportó en un 33,3%.6
Los niños asistentes a círculos infantiles tienen condiciones que favorecen la presencia y persistencia de parásitos en su aparato digestivo, en especial protozoos. Se conoce que la ingestión de las formas infectantes de esos microorganismos es transmitida al hombre fundamentalmente contenidas en alimentos y agua de consumo, así como en superficies y manos contaminadas. Se debe considerar que los niños pequeños tienen hábitos gregarios y por consiguiente esa es otra condición de riesgo para padecer parasitosis.
Blastocystis sp, protozoo de patogenicidad discutida,7 fue el más prevalente por encima incluso de G. lamblia el parásito más frecuente de este grupo en Cuba y el mundo.8 Los resultados expuestos evidencian la importancia que cada día cobra este parásito dado la frecuencia creciente con que se notifica y el interés que hacia él se dirige por su posible papel patógeno.7
Llama la atención la no notificación de infecciones por helmintos. Este hecho probablemente se asocie a que los niños que asisten a estas instituciones educacionales viven en la ciudad, donde la probabilidad de infectarse por este grupo de parásitos es reducida.
Se debe mencionar que en la población cubana es frecuente tratar a las personas con antiparasitarios ante la presencia de cualquier sintomatología digestiva aún sin la prescripción médica. Mebendazol o albendazol son de los medicamentos que con mayor periodicidad se utilizan; ambos con eficacia demostrada frente a las helmintosis.
La variabilidad en los resultados se asocia con diferentes causas; entre ellas, la diferencia de los métodos diagnósticos utilizados, el número de muestras tomadas por persona, el grado de adiestramiento que tenga la persona encargada en el diagnóstico coproparasitológico, el desigual desarrollo socioeconómico de las regiones estudiadas y las diferentes condiciones higiénico sanitarias existentes.
En estas instituciones educacionales los niños se exponen a análogas condiciones de vida y por consiguiente la posibilidad de infectarse es equivalente.8
Resultado similar se obtuvo al estudiar un grupo de niños indígenas de Bolivia donde no se encontró diferencias estadísticamente significativas según sexo.9) No correspondiendo con el resultado de investigaciones realizadas en círculos infantiles de Pinar del Río,6 y Guantánamo10 donde el sexo masculino, resultó el más afectado.
Estos resultados probablemente se asocian a que son precisamente los niños de esa edad los que mayor movilidad e independencia comienzan a manifestar en círculos infantiles. Por otro lado, el desconocimiento de sus padres y o tutores incrementa igualmente el riesgo de ellos a infectarse. Se debe recordar que estos niños aún no han alcanzado la madures suficiente para establecer correctos hábitos higiénicos.11
Al hacer una comparación de la frecuencia de parásitos respecto a la edad en los centros de cuidado de día de Guatemala se evidenció que los niños de edad preescolar se encontraban infectados con alguna especie parasitaria.12
La influencia negativa de los parásitos intestinales sobre el estado nutricional de los niños está ampliamente demostrada,12-14 estudios realizados en el 2012 en África,15 y en el 2011 en Filipinas,16 evidenciaron que los niños parasitados tenían mayor probabilidad de tener bajo peso y desnutrición severa. Se sabe que la presencia de parásitos puede inducir una disminución de la respuesta inmune, a su vez, se conoce que la caída en los niveles de inmunidad aumenta la susceptibilidad de los individuos ante los parásitos.
Se demostró la importancia de la ingestión de agua con calidad sanitaria para evitar las infecciones parasitarias. Más importante aún en los círculos infantiles donde las parasitosis generalmente son producidas por protozoos que utilizan el agua como principal vehículo de transmisión.3,4
Algunos autores señalan la deficiente calidad y cantidad del agua de consumo como un factor de riesgo con asociación estadísticamente significativa con la presencia del parasitismo intestinal, por ejemplo, estudios realizados en Cuba,17 en Brasil,18 y en Malasia.19
La transmisión de parásitos a partir de vectores mecánicos ha sido demostrada a escala nacional e internacional.3,4,8 Lo cual es completamente lógico considerando que la contaminación fecal oral utilizada por los parásitos es frecuente en los círculos infantiles.3,4,8 En un estudio realizado en el 2011 en Cuba,20 se notificó que el chupetearse el dedo y comerse las uñas fueron los factores de riesgo que con mayor frecuencia se presentaron en los niños parasitados.
Recordar, sin embargo, que los malos hábitos higiénicos generalmente se presentan combinados en aquellos niños que no se lavan las manos, se chupan los dedos, estos también son los que caminan descalzos debido a las costumbres culturales.4,13,21
El nivel cultural de las madres, tutoras o cuidadoras y las condiciones socioeconómicas están ampliamente demostrados por investigaciones tanto en y fuera de Cuba como factores de riesgo con asociación estadísticamente significativa a las parasitosis.3,4,13,22,23
Se conoce que la presencia de animales en el hogar se relaciona con una mayor probabilidad de ser infestados por parásitos intestinales.4,14) Hallazgo también encontrado en investigaciones realizadas en Perú,24 donde el piso de tierra, la mala eliminación de excretas y animales en casa, fueron factores significativos para la presencia de parasitosis en los niños.
La relación entre el parasitismo intestinal y el lavado de manos en los niños de edades pres escolares y escolares ha sido notificada en diferentes investigaciones,3,4 ejemplo de esto la realizada en el distrito norteño de Palestina.24,25
Se ha demostrado en otras investigaciones que aquellos niños que ingieren frutas y vegetales sin lavar tienen mayor riesgo de adquirir una infección parasitaria.3,4
La adquisición de hábitos higiénicos adecuados desde edades tempranas reducirá la probabilidad de adquirir infecciones parasitarias en edades tempranas de la vida y por consiguiente facilitará el adecuado desarrollo físico y mental de los niños.