INTRODUCCIÓN
Una de las funciones fundamentales de la universidad como órgano encargado de mantener y desarrollar la cultura social es la formación de posgrado, la cual se considera como el proceso formativo para la creación del conocimiento a modo de valor. Entre sus funciones básicas está desarrollar la investigación tecnológica y cultural con el objetivo de promover el desarrollo sostenible y garantizar la autogestión del aprendizaje y la socialización del conocimiento.1
La educación avanzada, teoría, escuela y cátedra académica, como movimiento pedagógico social tiene un marcado carácter humanista y poder de convocatoria en las ciencias médicas, no se limita a proponer respuestas a problemas que el devenir moderno ha planteado en diversos contextos al proceso educativo, sino que comienza a cobrar fuerza con propuestas de acción colectiva que pretenden responder a las complejidades de la actividad pedagógica, teniendo como objeto el mejoramiento profesional y humano. Constituye una obligada necesidad.2
Enrumbar el proceso de formación posgraduada en la especialización significa cumplir y aplicar lo más avanzado que sustenta dicha educación para lograr sus fines y propósitos. Esto reclama que los implicados diseñen innovaciones educativas en sus diferentes escenarios para perfeccionar, y no solo velar y cumplir con cuestiones puramente burocráticas que se detienen en lo fenomenológico de dichos procesos lo cual se necesita; pero no agota ni da cumplimiento a una gestión científica en el posgrado en sus esencialidades.3
El proceso formativo de posgrado desempeña un papel determinante en la formación y desarrollo de sus recursos humanos en el sector de la salud, desde concepciones salubristas que redimensionen el papel de los profesionales en el abordaje de los problemas de forma integral e integrada, y en función de los principios propios de la nueva universidad científica, tecnológica y humanista.4
La superación continua de los graduados universitarios enfatiza en el aprendizaje colectivo, la integración en redes, el desarrollo de la investigación, la tecnología, la cultura y el arte en busca de una alta competencia profesional e innovadora. Para cumplir esta variedad de funciones se estructura en dos subsistemas: la superación profesional y la formación académica. La superación profesional comprende un conjunto de procesos que posibilitan la adquisición y perfeccionamiento continuos de los conocimientos y habilidades, para un mejor desempeño en sus responsabilidades y funciones laborales, y para el desarrollo cultural integral del individuo.5
El análisis del proceso pedagógico de posgrado a partir de la actividad rectora del profesional universitario de la salud permite llegar a su esencia lo cual se corresponde con el principio rector de la educación en el trabajo. Esto tiene implicaciones curriculares y didácticas en los programas que hacen que sean pertinentes para el mejoramiento de la salud de la población.6
Las universidades por su condición de centros académicos e investigativos vinculados al progreso científico, técnico y social, deben garantizar la actualización y concreción de las mejores experiencias científico-técnicas; y en consecuencia, ofertar programas de superación que cumplan con el requisito de generar, desde su intervención, nuevos conocimientos que garanticen el desarrollo humano y social sostenible mediante la articulación coherente de actividades metodológicas, académicas e investigativas, orientadas al desarrollo profesional.7
La superación profesional se convierte en un elemento estructurador esencial de la cultura universitaria. De hecho, se vincula a las actividades de cada curso lectivo, a partir de las estrategias que se organizan en cada institución con el objetivo de elevar el desarrollo profesional y alcanzar la excelencia universitaria que se declara como propósito político y pedagógico para la educación superior.8
En la Conferencia Mundial de Educación Médica, Declaración de Santa Fe de Bogotá, octubre 1995, se enfatiza en la necesidad de contribuir a mejorar los procesos de salud desde el perfeccionamiento de la superación profesional con referente en las competencias para lograr las transformaciones necesarias en un sector tan sensible, de modo que contribuyan a resolver la contradicción externa existente entre la práctica profesional y las demandas de esos procesos. Para ello deben concebirse procesos formativos de posgrado que posibiliten “… la difusión, transferencia, adaptación y aplicación de conocimientos en la práctica”.9
La superación profesional debe constituir una gestión estratégica educacional en la búsqueda de la excelencia de los servicios. Es un proceso que se desarrolla durante toda la vida del trabajador, y que tiene como ejes fundamentales la problematización y la transformación de los servicios por el propio trabajador, así como su participación consciente y activa con un alto grado de motivación y compromiso en la evaluación de la calidad de las actividades profesionales que brinda a la población.10
Las actividades de superación profesional se deben planificar y ejecutar de modo que se logren los resultados esperados con mínimo gasto de tiempo, movimiento y recursos humanos, materiales y financieros. Para ello se elabora el plan de desarrollo profesional que responde a las necesidades de las instituciones y a las sentidas por cada profesional, debe corresponderse con la misión, visión y objetivos del sistema nacional de salud cubano.
Hatim Ricardo11 planteó que esta superación en cuanto a las posibilidades que ofrece, sus manifestaciones y la influencia que ejerce en profesionales e instituciones de salud, tiene las características siguientes:
Es permanente y continuada.
Tiene un carácter activo.
Es desarrolladora.
Es social y personalmente significativa.
Se lleva a cabo a través de diferentes modalidades: autopreparación, cursos, entrenamientos, talleres, diplomados y otras formas.
Constituye parte integrante del proceso de formación y desarrollo de la personalidad del profesional.
Tiene un carácter sistémico.
La superación profesional tiene carácter permanente y continuado porque todo graduado universitario al comenzar a aplicar los conocimientos adquiridos, empieza a necesitar algunos elementos que no recibió en la carrera, o desea profundizarlos o actualizarlos, teniendo en cuenta que hoy los conocimientos se convierten en obsoletos con mucha rapidez debido al desarrollo científico y técnico de la época.
Tiene carácter activo pues aquello que ayer se concebía de una forma, hoy ha variado, y será diferente mañana; así una intervención quirúrgica que antes requería hospitalización por varios días, hoy se realiza por mínimo acceso y de forma ambulatoria, para lo cual, los profesionales que tienen la responsabilidad de intervenir a un paciente, han tenido que irse preparando en cada nuevo método o técnica. Por tal motivo, constituye la superación profesional una actividad desarrolladora, porque va complementando la formación del profesional y haciéndolo competente para enfrentar su desempeño.11
Borroto Cruz et al.10 investigaron sobre esta temática y confirman la existencia de ciertas insuficiencias en el diseño de eventos donde no se consideran los problemas concretos de la práctica profesional, teniendo como dificultad esencial la dispersión de los saberes.
Hatim Ricardo11 planteó que los problemas del desempeño profesional deben tener un reflejo en la cuarta enseñanza. Se connota que, específicamente la superación profesional como figura del proceso formativo de posgrado que contribuye a la actualización, sistematización, consolidación y difusión de los saberes, se constituye en el medio ideal para preparar a los profesionales con una cultura y una visión integral de los procesos de salud, es decir, la integración de lo asistencial, lo gerencial, lo docente y lo investigativo, lo cual contempla el trabajo del enfoque de riesgo desde el vínculo del método clínico con el epidemiológico y al análisis de la situación de salud como el principal instrumento para la toma de decisiones.
En la medida en que los profesionales se superan, la calidad de los servicios mejora, y por lo tanto, el nivel de satisfacción de la población es superior, así como el reconocimiento social a la profesión. Además, se logra un mayor desarrollo de conocimientos y habilidades, un crecimiento de su autoevaluación, la autoestima, el nivel de realización personal, y por tanto, aumentan sus motivaciones e intereses, por lo que la superación profesional es social y personalmente significativa. Puede el profesional superarse utilizando aquellas modalidades que les sean más convenientes: la autopreparación, los cursos, los entrenamientos, los talleres, los seminarios y la educación a distancia.12
Por la necesidad de profundizar en el tema, los autores se propusieron como objetivo: caracterizar las principales tendencias históricas y teóricas del proceso de superación de los profesionales de la salud, a nivel nacional e internacional.
MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica sistemática para indagar sobre el contenido en documentos sobre esta temática; se consideraron artículos originales y de revisión publicados entre 2000 y 2015 en español e inglés. La búsqueda fue realizada en las bases de datos SciELO y Google Académico de enero a diciembre de 2018, las palabras clave utilizadas fueron: “superación”, “superación profesional”, “superación posgraduada”. Tras la identificación de los estudios preseleccionados, se llevó a cabo la lectura de los títulos, resumen y palabras clave, para comprobar su pertinencia con el estudio.
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DESARROLLO
Caracterización histórico-tendencial del proceso formativo de posgrado en el sector cubano de la salud
El proceso de formación posgraduada en la especialización se mantiene en constante desarrollo, a él se incorpora lo más avanzado de la teoría para su perfeccionamiento. El desempeño especializado de los graduados es ampliamente demandado a nivel nacional e internacional, y se deben lograr niveles de calidad superior en el aspecto concerniente a aprender a investigar.3
En el estudio del proceso formativo de posgrado en el sector de la salud en Cuba se hace necesario analizar los principales momentos de su evolución en la formación y desarrollo de sus recursos humanos, en la conformación de un modelo autóctono de universidad caracterizada por la profunda huella de la identidad del cubano y que devendría en una universidad científico-tecnológica y humanista.4
La etapa de desarrollo más significativa del proceso formativo de posgrado en los centros de enseñanza médica superior se puede enmarcar a partir del triunfo de la Revolución. Como es conocido, antes de 1959 se dedicaban pocos esfuerzos y recursos a este, debido a que los profesionales se graduaban mayoritariamente en los Estados Unidos y continuaban estudios de posgrado en las escuelas de verano de ese país o en Europa. De acuerdo con lo planteado se propone la siguiente periodización del proceso formativo de posgrado en el referido sector:13,14
I período: orientación estratégica del proceso formativo de posgrado en el sector de la salud (1959-1983).
II período: desarrollo integral del proceso formativo de posgrado en el sistema nacional de salud (1984-2003).
III período: cambio sostenible del proceso formativo de posgrado en el sistema nacional de salud (2004 hasta la actualidad).
I. Orientación estratégica del proceso formativo de posgrado en el sector de la salud (1959-1983)
A partir de la reforma universitaria de 1962 se comienza a organizar el proceso formativo de posgrado de forma centralizada. Inicialmente los cursos de superación profesional tenían el propósito de realizar una formación especializada emergente en una población de médicos que había mermado en un 50 % por el abandono del país hacia Estados Unidos. Debía suplirse esta insuficiencia y resolverse las demandas impuestas por la existencia de enfermedades de carácter endémico: parasitismo intestinal, malaria, tifus y otras causadas por décadas de abandono gubernamental en materia de políticas de salud.
Esta superación profesional se centraba más en la cultura curativa que en la preventiva y constituía una enseñanza donde se privilegiaba el papel del profesor por encima del alumno.
El enciclopedismo, el empleo de métodos de aprendizaje rígidos, la falta de tecnologías actualizadas, el diseño de cursos superestructurados y el elitismo, entre otros aspectos, caracterizaron este período y trajeron como consecuencia la formación de un profesional de la salud con limitaciones culturales para desempeñarse en la comunidad, ya que el pensamiento secundarista era el que prevalecía.
En el proceso formativo de posgrado este período se caracterizó por el pobre vínculo de los planes de superación profesional con las necesidades formativas, y a pesar de que en otros sectores ya se estaban implementando políticas de evaluación del desempeño profesional para determinar estas necesidades, en el de la salud prevaleció la dispersión y la pobre consideración de las demandas de la práctica profesional. Asimismo, el empleo de las nuevas tecnologías era insuficiente y poco actualizado.
Las concepciones pedagógicas del proceso formativo de posgrado eran limitadas y repetitivas de modelos foráneos donde prevalecía el memorismo, la superestructuración curricular, la falta de adecuados métodos de enseñanza y de organización del proceso, el marcado acento conductista de la evaluación y la poca pertinencia de los cursos con las demandas de la realidad social. Era, en síntesis, un proceso que comenzaba a gestarse y que en su desarrollo dependería de las políticas que se adoptaran en los congresos del Partido Comunista de Cuba para su perfeccionamiento.
En 1974 se implantó en Cuba un nuevo modelo de atención primaria de salud denominado Medicina en la Comunidad, que tuvo como unidad base el policlínico comunitario. A partir del I Congreso del Partido Comunista de Cuba (1975) se instauraron las bases para el desarrollo de la medicina social y comunitaria.
Aparejado a ello se constituyó en julio de 1976 el Ministerio de Educación Superior y en sus nuevas directivas se definió claramente el sistema de superación profesional como un proceso para la formación continua. En el nivel primario de salud, el modelo de posgrado utilizado es el “ofertista”, según el cual el conocimiento es generado en las instituciones productoras -universidades por lo general- y no en el contexto de su aplicación.
En 1978, la Conferencia Internacional sobre Atención Primaria de Salud, celebrada en Alma Ata estableció una concepción de salud más integral y amplia e instauró el concepto de atención primaria como una estructura, la cual fue adoptada por los Estados miembros de la Organización.13,14
II. Desarrollo integral del proceso formativo de posgrado en el Sistema Nacional de Salud (1984-2003)
Este período se caracterizó, esencialmente, por la irrupción de una nueva especialidad: la Medicina General Integral (1984) diseñada para la atención a 120 familias, con un enfoque centrado en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades y la participación activa de la comunidad en la identificación y solución de sus propios problemas.
La concepción cultural de la formación de este médico supera a la desarrollada en el período anterior sobre la base del modelo flexneriano en el hecho de que consideró los problemas de salud desde la integración de lo biológico, lo psicológico y lo social.
La formación académica se caracterizó por la necesidad manifestada en las políticas de salud de formar un profesional que lograra integrar las funciones gerencial, asistencial, docente e investigativa con una fuerte orientación epidemiológica y social lo que, desde su inicio, presentó insuficiencias debido a que la academia, entendida por tal la plantilla profesional de los centros formadores, presentaba deficiencias en su actuación pedagógica.
Una característica distintiva fue la introducción paulatina de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en pregrado y posgrado, también comienzan a desarrollarse proyectos de investigaciones científicas de relevancia nacional e internacional así como especialidades, maestrías y doctorados; pero estas se controlaban centralmente por instituciones nacionales autorizadas.
La creación del médico y la enfermera de familia puso a prueba una experiencia que sería difundida a otros pueblos del mundo, con el valor agregado de enfocar los problemas de salud desde la consideración de las dimensiones biológica, cultural, organizativa y medioambiental, se aplicó el análisis de la situación de salud según el modelo del canadiense Marc Lalonde, como el principal instrumento para la toma de decisiones.
La necesidad impostergable era buscar alternativas plausibles para el desarrollo de la función investigación en los profesionales que se desempeñan en la atención primaria de salud, quienes debían revertir la situación de escasez de competencias para el ejercicio de esta actividad, consecuencia de un currículo de pregrado y posgrado que privilegiaba el desarrollo de la función asistencial y docente sobre la investigación, y de un claustro que no alcanzaba el nivel exigido para la enseñanza de estos contenidos. Esta intención se vio frenada por el hecho de que los eventos de superación no respondían a las demandas de los procesos de salud.15,16
A pesar de los esfuerzos por perfeccionar el proceso de formación y desarrollo de los recursos humanos aún existían elitismo y academicismo, y la superación profesional no respondía a las necesidades. Los cursos se diseñaban de forma rígida y sin considerar metodologías adecuadas para su desarrollo, lo que limitaba el perfeccionamiento de la cultura del profesional y su desempeño.
Otra característica que es necesario resaltar es la aparición de múltiples programas de salud dirigidos al médico de familia que limitaban su actividad de superación. Asimismo, la formación de los profesionales del sector, centrada en las universidades, impedía determinar las direcciones estratégicas de la cuarta enseñanza, lo que marchaba unido al pobre movimiento de categorización docente y de formación de grados científicos.
En este período se implementa la Resolución Ministerial 6/96 que normaba el proceso formativo de posgrado pero, en el caso específico del sector de la salud, hacía más énfasis en las especializaciones que en maestrías y doctorados. En el año 2003 se universalizó la educación médica superior y el proceso de formación de los especialistas pasó a ser atendido integralmente por las facultades e institutos superiores de ciencias médicas y por la Escuela Nacional de Salud Pública (Ensap). En los estudios de posgrado se consolidaron el diplomado y las especializaciones, que anteriormente se estudiaban en lo fundamental en países socialistas, y las maestrías en Psicología y Atención Primaria en Salud.17,18
El proceso de universalización de la educación médica superior denotó desde el principio, insuficiencias en los profesionales en cuanto a la formación pedagógica, lo cual introdujo la necesidad de considerar la función docente dentro del perfil del profesional; no obstante, los diplomados que se implementaban en las universidades médicas se dirigían más a la función asistencial. En este período se pone de manifiesto la necesidad de formar profesionales con categorías docentes principales y científicas, pero de forma centralizada.
Las tendencias de este período se pueden resumir en:19
Tránsito del desarrollo del proceso formativo de posgrado dirigido a la especialización de un profesional de la salud con enfoque eminentemente curativo a un proceso de especialización de forma integral, según el modelo de Lalonde, y universalizado; pero con manifestaciones de insuficiencias en la integración de las funciones profesionales: gerencial, asistencial, docente e investigativo.
Tránsito de la concepción dispersa y centralizada de la formación académica de especialidades biomédicas a la formación centralizada por instituciones nacionales en cuyas investigaciones no se consideraban las demandas locales de los procesos de salud.
III. Cambio sostenible del proceso formativo de posgrado en el Sistema Nacional de Salud (2004 -hasta la actualidad)
Se desarrolla en esta etapa un amplio y masivo movimiento de especialidades, maestrías y doctorados, amparados en la difusión de las nuevas tecnologías. Este período se caracteriza también por el incremento de la ayuda solidaria a otros países, el desarrollo de eventos de posgrado encaminados a la formación pedagógica y el de investigaciones en proyectos de Investigación+Desarrollo+Innovación y la incorporación masiva de los profesionales del sector al movimiento de maestrías en diferentes denominaciones, las cuales habían comenzado en la etapa anterior.
Se concretan proyectos aunque todavía insuficientes, relacionados con programas ramales del Ministerio de Salud Pública y con financiamiento en moneda libremente convertible de organizaciones no gubernamentales así como de ensayos clínicos en la atención secundaria. Se fortalece, asimismo, el trabajo metodológico dirigido al proceso de universalización y surge la disciplina Morfofisiología, integradora de diferentes asignaturas, con el objetivo de lograr una visión holística de la relación salud-enfermedad, aunque se manifiestan insuficiencias en la aplicación de la didáctica de la educación superior. También comienzan a introducirse modelos pedagógicos relacionados con el pensamiento cubano de avanzada y de actualidad, pero con limitado impacto en la formación cultural integral.14,15
Urbina Laza20) refiere que la educación de posgrado es la vía para el desarrollo de la superación profesional y formación académica en la adquisición de competencias en los servicios asistenciales, docentes e investigativos, y por ello se hace necesaria una adecuada ejecución como estrategia para los procesos de superación profesional y formación académica en las universidades médicas cubanas. Así mismo Álvarez Escalante et al.21 plantean en su estudio que las actividades de superación profesional experimentaron un progresivo incremento en cada curso académico, al emplearse como principal figura del posgrado los cursos que se relacionaron mayoritariamente con los programas priorizados de salud pública.
La experiencia cubana está vinculada a las profundas transformaciones socioeconómicas resultantes de la Revolución de 1959. En el tiempo transcurrido, Cuba, sorteando peligros, agresiones y dificultades de toda índole, transformó la estructura de la sociedad y puso en práctica una política de desarrollo social integral, en la que la salud y la educación han constituido sectores priorizados. La integración entre los diferentes actores del proceso docente-atencional-investigativo ha creado espacios comunes de acción con la finalidad de consolidar la producción social de salud y la cobertura sanitaria universal.22
La enseñanza de la medicina en Cuba después del triunfo de la Revolución, se ha caracterizado por la vinculación del estudio con el trabajo y se ha plegado a la ideología de la salud pública cubana, basada en la medicina social. Todo esto gracias al surgimiento de una nueva proyección de los servicios de salud, condicionado por la creación de un sistema nacional de salud único, que constituyó el marco conceptual para transformar la educación médica cubana.23
La misión de la universidad de ciencias médicas cubana está bien definida y orientada acorde a la nueva visión y contextualizada. Su logro está favorecido por las políticas y decisiones del Estado que evidencian la equidad y priorizan la formación de un profesional de la salud sustentado en valores; su cumplimiento enfrenta importantes retos mediante un proceso de transformación y revisión constante incorporando nuevas tendencias, cuyo objetivo fundamental es elevar la calidad del proceso educativo.24
Reflexionar sobre los diferentes momentos del proceso revolucionario cubano durante más de 50 años, permite significar que el pensamiento estratégico del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz siempre ha estado dirigido a la necesaria interacción y complementación del desarrollo cualitativo del sistema nacional de salud y la formación de su capital humano, bajo el prisma de la calidad, pertinencia, equidad y accesibilidad; y partiendo en todo momento de que su eje principal es el bienestar del individuo y su comunidad.25
CONCLUSIONES
En el devenir de los referidos períodos se han producido transformaciones importantes en el proceso formativo del profesional de la salud, con énfasis en el posgrado; se destaca la intención del Estado cubano de ofrecer los servicios salubristas a toda la población bajo los principios de la gratuidad y accesibilidad, y la planeación perspectiva de la formación y desarrollo de los recursos humanos en pregrado y posgrado. Se profundizó en la superación como vía para formar un profesional que logre integrar las funciones gerencial, asistencial, docente e investigativa como respuesta a la demanda cada vez más creciente del desarrollo de las ciencias.