De forma tradicional, la educación médica se ha apoyado en la transmisión oral y relativamente pasiva de conocimientos y habilidades de los educadores a los estudiantes mediante “la clase”. En el caso de las disciplinas clínicas, son de especial importancia los principios de aprender en las salas de los hospitales, apoyados por los profesionales del servicio y con la ayuda de la literatura médica adecuada. Estos métodos son totalmente válidos en la actualidad,1 pero presentan la desventaja de que los profesores a menudo no tienen suficiente tiempo para dar una atención personalizada; además, no son muy convenientes para la integración horizontal y vertical del proceso de enseñanza, por lo que crean una autoeducación endeble.2 En contraste, un correcto uso de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) por parte de los docentes, se presta a entornos de aprendizaje centrados en el estudiante como constructor de su conocimiento, apoyado en el concepto de “aprender a aprender”.3
A lo largo del siglo XXI el uso de las TIC ha llegado con fuerza a la educación superior, de la mano de las tecnologías de cómputo móviles (laptops, tablets y smartphones) y las redes inalámbricas (Wi-Fi, Bluetooth), así como la disponibilidad de acceso a internet o intranet. Las TIC ofrecen soluciones a la creciente necesidad de compartir información y conocimientos entre los médicos de hoy, al permitirles mantenerse mejor informados y comunicarse más fácilmente. Un estudio realizado4 en la Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara muestra que, tras un esfuerzo de 10 años, el uso que dan los profesionales de la salud a las TIC para obtener información de valor, ha aumentado significativamente. Casi todos los encuestados tenían acceso a internet, correo electrónico u otros medios de comunicación, y la mayoría consideraba que son recursos importantes para mejorar la calidad de la atención asistencial; el uso más frecuente resultó la búsqueda de información sobre las últimas investigaciones, una enfermedad o problema particular presentado por un paciente.
Este entorno de marcado aumento en la alfabetización informacional aún no es totalmente aprovechado por los docentes, ya que en muchos casos simplemente han traslado la información de la pizarra al power point, distribuyen los textos básicos de forma digital y permiten a sus alumnos grabar las actividades docentes. El uso potencial de las TIC por los estudiantes debe ir más allá y está relacionado con el nivel de confianza de los profesores en sus competencias digitales. El grado de alfabetización informacional del profesor, en función de su edad, condicionará normalmente el tipo y uso de las tecnologías en el proceso docente.5
Dada la gran cantidad de recursos digitales disponibles en internet, el concepto de alfabetización informacional demanda gran atención,1,5 particularmente en el campo médico. Se define como el conocimiento y dominio de una variedad de herramientas técnicas que facilitan el acceso a información relevante (softwares especializados, sitios web, bases de datos, etc.) que permiten encontrar soluciones a los problemas de la especialidad; es un proceso de aprendizaje que dura y se perfecciona a lo largo de la vida.5
Los docentes deben analizar los recursos disponibles en la web e incorporarlos, según su experiencia a la enseñanza; algunos de ellos se ofrecen en la Tabla 1.
Estos recursos les permiten a los estudiantes aprender junto a otros de forma colaborativa, usando redes y comunidades de aprendizajes, muy adaptadas a la idiosincrasia de sus miembros.5 La expresión ya mencionada, “aprender a aprender”, cuando se apoya en las TIC contribuye a crear entornos personales de aprendizaje (o por sus siglas en inglés PLE “Personal Learning Environments”). Estos entornos integrados en la educación favorecen el desarrollo de las competencias en las que se basa el mundo moderno, donde no solo es importante el contenido a aprender sino cómo hacerlo.3) De igual forma un buen manejo de ellos, permite atrapar al estudiante poco motivado en un ambiente estimulante que le da un papel central en la gestión de su aprendizaje. Este esfuerzo, creado para situarlo en el centro del proceso, lleva a redefinir el currículo de los planes de estudios en función no tanto desde “qué enseñar” sino desde “cómo enseñar”.3
En la actualidad la educación médica en Cuba cuenta con una red de información, comunicación y colaboración (Infomed), que brinda un amplio grupo de servicios y recursos; sin embargo, el modelo tradicional de enseñanza centrado en el profesor hace que se desaprovechen, y aunque en sus páginas haya varias aproximaciones acerca de cómo revertir este problema,1,3,5,6 pocas son las acciones generalizadas que se pueden señalar. A la espera de la implementación de los nuevos planes de estudio que definan estos espacios personalizados de aprendizaje apoyados en las TIC, los profesores pudieran emplear métodos activos, añadiendo objetos de aprendizaje, foros de discusión y medios de e-learning. Este entorno permite aumentar el desempeño de los estudiantes al favorecerles la gestión de la información, la creación de contenidos y la conexión con otros condiscípulos para promover el debate. Las potencialidades de la universidad virtual deben ser aprovechadas y las plataformas de e-learning como Moodle deben ser de dominio común de los docentes.
El sistema cubano de educación médica dispone de recursos y personal calificado, que les permiten generar cambios efectivos en la adopción de estas tecnologías, las cuales además de mejorar los procesos, contribuyen a la reducción de gastos económicos, al trasladar al mundo virtual elementos de la práctica real. La producción de objetos de aprendizaje y repositorios institucionales es una tarea que debe ser potenciada por los departamentos docentes de las universidades de ciencias médicas del país