INTRODUCCIÓN
No cabe duda de que la violencia es un fenómeno complejo, no solo por sus distintas manifestaciones a nivel individual y colectivo o por la diversidad de factores que la originan, sino por la gama de consecuencias sociales que genera, sobre todo, cuando los derechos de los individuos se quebrantan; y en el caso de los niños, es fácil llegar a contravenirlos.1
La familia como célula fundamental de la sociedad, no está exenta de este fenómeno. Una de sus funciones principales es la creación de un ambiente armónico de funcionamiento que brinde apoyo y seguridad a sus integrantes; sin embargo, en ocasiones, esa armonía está amenazada por actos violentos.
Se considera violencia intrafamiliar toda acción u omisión cometida por algún miembro de la familia en relación de poder, sin importar el espacio físico donde ocurra, que perjudique el bienestar, la integridad física, psicológica o la libertad y el derecho al pleno desarrollo de otro/a miembro de la familia.2
Los autores consideran que las generaciones futuras tienen derecho a crecer en un mundo de paz, sin violencia, lo que puede ser traducido en bienestar y calidad de vida, por lo que los profesionales de la salud deben conocer sobre esta temática e investigarla, identificar los niños que la viven y sufren, permitiendo no solo la aproximación a su comprensión, sino reconocer su existencia y la formulación de estrategias de intervención encaminadas a prevenirla y disminuir sus efectos. Es por esto que llenar el vacío existente en su conocimiento y trazar medidas encaminadas a prevenirla, constituye hoy una obligación ética, una necesidad inmediata y una prioridad para poder alcanzar resultados de excelencia en el manejo de la familia. Este es tema en general poco tratado, incluso, a criterio de los autores existe escasa percepción, no solo de su repercusión en la familia, sino también en las consecuencias que pudiera generar en el propio niño.
En los contextos internacional y nacional se encuentran disímiles investigaciones3,4,5,6,7) acerca del importante rol que tienen médicos y enfermeras de la Atención Primaria de Salud (APS), y que a pesar de la formación recibida, muestran dificultades para la detección, intervención y comprensión del fenómeno de la violencia intrafamiliar; es decir, se evidencian necesidades de aprendizaje y la escasez de protocolos de identificación y conducción.
De ahí la necesidad de realizar investigaciones que posibiliten potenciar el trabajo y competencia de médicos y enfermeras en la medicina familiar. El presente trabajo tiene como objetivo: identificar el nivel de competencia de los equipos básicos de salud en el manejo contra la violencia intrafamiliar en la edad pediátrica desde la atención primaria de salud.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo transversal en el Policlínico Universitario “Mártires del 10 de Abril”, municipio Corralillo, provincia Villa Clara, entre enero-abril de 2021. La población de estudio estuvo conformada por los integrantes de los equipos básicos de salud (EBS): médicos y enfermeras de los consultorios médicos de familia del policlínico antes mencionado, 47 en total. Para la determinación de la muestra se empleó un muestreo no probabilístico intencional por criterios; es decir, los titulares de los consultorios médicos y sus reservas que se encontraban laborando en el momento de la investigación, en total 34.
Métodos teóricos:
Analítico-sintético: para la interpretación de la información documental y emplearse en la interpretación de los resultados del diagnóstico y el arribo a conclusiones parciales y finales.
Inducción-deducción: para establecer las dificultades o insuficiencias esenciales en los médicos y enfermeras de la familia en cuanto a la prevención contra la violencia intrafamiliar en edad pediátrica.
Histórico-lógico: para describir, comparar y determinar la evolución de los antecedentes históricos sobre la violencia intrafamiliar en edad pediátrica.
Métodos empíricos:
Análisis de documentos: para determinar en los documentos rectores, los planes de estudio y los programas de las asignaturas de las carreras de Medicina y Enfermería, Especialidad de Medicina General Integral (MGI) y planes de superación (provinciales y municipales) el tratamiento al tema de la violencia intrafamiliar.
Examen de competencia a profesionales de salud: para conocer el nivel de competencia de los médicos y enfermeras de la familia sobre prevención de contra la violencia intrafamiliar en la edad pediátrica.
Las variables en estudio fueron: categoría ocupacional, años de graduado, dimensiones cognitivas, procedimentales y actitudinales; y competencias profesionales en prevención contra la violencia intrafamiliar en edad pediátrica.
Se confeccionó una base automatizada utilizando Microsoft Excel. Los datos fueron procesados a través de los programas Microsoft Excel y Epidat 3.0 lo que permitió el procesamiento matemático y estadístico para las frecuencias absolutas y porcentajes los que se agruparon en tablas y gráficos para su mejor análisis y comprensión.
Desde el punto de vista inferencial se aplicó la prueba Chi Cuadrado de Homogeneidad para la que fue fijado un nivel de significación de 0,05, y se tomó la decisión estadística respecto a la significación (p) del estadígrafo: si p<0,001 existe relación altamente significativa, si 0,001≥ p <0,05 existe relación significativa y si p≥0,05 no existe significación.
Aspectos éticos
Los médicos y enfermeras fueron informados de los objetivos del estudio y los beneficios que de él se derivarán. Fueron invitados a dejar constancia por escrito de su voluntariedad para participar en la investigación (consentimiento informado). Al efectuar dicho estudio se tuvo en cuenta no violar la ética médica y siempre comunicarles si existía algún resultado positivo o negativo. La información obtenida no se empleó para otros fines fuera del marco de la investigación.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
La Tabla 1 muestra la distribución entre la categoría ocupacional y los años de graduado de los profesionales del EBS; donde se constató que el mayor número de los profesionales tenían más de 5 años de graduados (52,94 %); hubo predominio de residentes de MGI y licenciados en enfermería, respectivamente 44,12 % y 35,29 %.
En los EBS mostraron las mayores cifras los médicos 21 (61,76 %) que el personal de enfermería 13 (38,23 %). En cuanto a los años de experiencia, en los médicos predominaron los de 1-5 años, (9; 26,47 %), no así en el personal de enfermería que el mayor porciento se encontró en los de más de 5 años de experiencia, (11; 32,35 %). Estos resultados difieren de los alcanzados por Guevara Díaz et. al.,8) donde correspondió el 55,6 % a personal de enfermería y el 44,4 % de medicina. La experiencia profesional de la muestra evidenció que los médicos tenían menos años de experiencia que el personal de enfermería.
Las competencias profesionales expresan el grado de capacidades o el conjunto de atributos, conocimientos (saber), habilidades (saber hacer), y actitudes (saber ser con los demás); que facilitan el mejoramiento del desempeño profesional (saber transformar), en la toma de decisiones relacionadas con una determinada actividad, en un contexto dado, en diferentes niveles de complejidad en la atención en salud.9
La Figura 1 muestra la evaluación de las dimensiones de competencias para la prevención contra la violencia intrafamiliar de los EBS, las que resultaron medianamente adecuadas: la cognitiva en 18 (52,94 %), la procedimental en 21 (61,76 %) y la actitudinal en 24 (70,59 %), se evidenciaron diferencias muy significativas entre cada dimensión y la escala cualitativa empleada.
En el presente estudio los resultados de la evaluación de dimensiones cognitivas, procedimentales y actitudinales en las competencias profesionales sobre la prevención contra la violencia intrafamiliar coinciden con Elizalde Martínez6) en su tesis sobre competencias clínicas del médico familiar en la detección de violencia en el adulto mayor, donde en la dimensión cognitiva el 45,0 % alcanzó nivel alto y el 33,0 % muy alto; en la procedimental o habilidades el 62,0 % obtuvo nivel alto y en la actitudinal obtuvo ese nivel el 80,0 %; este estudio solo fue realizado en una población de médicos.
Además se difiere de Pérez Martínez et al.,4 donde el 22,7 %, señaló la escasa formación en habilidades de comunicación y la carencia de conocimiento sobre el fenómeno de la violencia.
Los autores encontraron pocos estudios relacionados con las competencias profesionales de los médicos y personal de enfermería sobre prevención contra la violencia familiar; de ahí la importancia que revierte la presente estudio puesto que permite un acercamiento a esta sensible temática. Se encontraron otros estudios donde se diagnostican las competencias profesionales de los EBS sobre otros temas con los cuales se compararan los resultados.
Después de analizadas las dimensiones cognitivas, procedimentales y actitudinales se observó un nivel medianamente adecuado en 22 para el 64,71 %, no se encontró significación estadística entre las diferentes categorías ocupacionales, como se muestra en la Tabla 2.
En otra investigación sobre competencias profesionales en médicos de familia acerca de la prevención de la conducta suicida a nivel comunitario, González Sábado et. al.10 señalaron que eran inadecuadas. Aunque el tema de estudio de estos autores no es exactamente el mismo, si se constató la pertinencia de continuar trabajando en el desarrollo de las competencias profesionales en la APS en temas tan álgidos como la violencia intrafamiliar, el suicidio, etc.
CONCLUSIONES
Se identificó el nivel de competencia para la prevención contra la violencia intrafamiliar en la edad pediátrica, en los profesionales muestreados, como medianamente adecuado como promedio. El diagnóstico realizado evidenció la necesidad de diseñar y aplicar estrategias educativas para solucionar esta problemática en el entorno comunitario y con el protagonismo de los integrantes del EBS de cada consultorio de familia.