INTRODUCCIÓN
La Organización Mundial de la Salud (OMS), el 11 de marzo de 2020 declara la situación de pandemia debida a la aparición de un nuevo coronavirus, reportado por primera vez a finales de 2019 en Wuhan, provincia Hubei, China; responsable de la enfermedad denominada COVID-19.1
Esta pandemia ha trastocado el orden mundial en todas las esferas, convirtiéndose en un problema de salud pública sin precedente que ha obligado al aislamiento social y a la detención de la actividad productiva y educativa en todos los niveles. Se estima que más de 1 500 millones de estudiantes que acuden a escuelas y universidades fueron afectados por el cierre en 188 países hasta la primera semana de abril de 2020.1
En Cuba, el primer caso de COVID-19 fue reportado el 11 de marzo de 2020. En ese momento, en el resto del mundo había 125 048 casos confirmados y 4 613 fallecidos lo que cubría una zona de 118 países, territorios o áreas. Como parte de las medidas adoptadas con la finalidad de disminuir la propagación del nuevo coronavirus, se suspendieron las actividades docentes presenciales en las universidades de ciencias médicas en todo el país a mediados del mismo mes.2
Dentro del plan para la prevención y control de la COVID-19 diseñado en Cuba en el 2020, se involucraron todos los Organismos de la Administración Central del Estado, las empresas, el sector no estatal y la población en general; la participación de los estudiantes de las universidades de ciencias médicas jugó un papel fundamental acompañando decisivamente al sistema de salud cubano en el enfrentamiento a la pandemia, con la participación de más de 50000 estudiantes y 6000 profesores de ciencias médicas incorporados desde la atención primaria de salud a la pesquisa activa,3 además de su apoyo al programa de intervención poblacional de vacunación.
La OMS plantea que la amenaza de la COVID-19 y la influencia de las medidas para su prevención están causando un fuerte impacto psicológico en las sociedades4) dentro del cual se recoge el estado de ansiedad, definido como estado emocional caracterizado por una combinación única de sentimientos de tensión, aprensión, nerviosismo, pensamiento molesto y preocupaciones, determinado por circunstancias ambientales o la situación del momento el cual es modificable en el tiempo.5) Durante la pandemia, la vulnerabilidad a la afectación psicológica es mayor en las personas con vivencias más cercanas situaciones de riesgo.
Los trabajadores de la salud pueden experimentar estresores adicionales durante la pandemia COVID-19: riesgo de estigmatización por tener mayor contacto con personas con la enfermedad, temor de contagiar a sus amigos y familiares al estar más expuestos al virus por la naturaleza de su trabajo, cansancio físico por largas horas de trabajo, reducidas posibilidades para recurrir a redes de apoyo social, limitaciones para realizar acciones de autocuidado básico etc.,6) situaciones y preocupaciones de las que no escapan los estudiantes de Medicina debido a la labor que desempeñan en el enfrentamiento a la COVID-19, totalmente novedosa en su formación como futuros profesionales y para lo cual no estaban preparados. De manera que se realizó esta investigación con el objetivo de: valorar la repercusión que ha tenido la pandemia de COVID-19 en el orden psicosocial en los estudiantes de Medicina de la Facultad de Ciencias Médicas “Julio Trigo López”.
MÉTODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo y transversal en el periodo comprendido desde el 2 abril y el 2 de julio de 2021. Los datos fueron recogidos mediante la aplicación de un cuestionario anónimo a una muestra 60 estudiantes del total de la matrícula de la carrera de Medicina de la Facultad “Julio Trigo López” de la Universidad de La Habana, independientemente del año que cursaran, seleccionados al azar, con previo consentimiento informado de los participantes y aprobación de la comisión de ética de la institución. Se incluyeron los que estuvieran de acuerdo a participar y se excluyeron los que no quisieran hacerlo.
Se utilizaron métodos teóricos: análisis-síntesis e inducción-deducción para la fundamentación teórica de la investigación, así como métodos empíricos:
Cuestionario con interrogantes que dieron salida a las variables exploradas. La estructura y formulación de las preguntas fue sometido a un proceso de validación de contenido por criterio de expertos, quienes evaluaron la correspondencia de los ítems en relación con la definición operacional y las categorías propuestas, y para evaluar el cuestionario de acuerdo a las cinco propiedades básicas formuladas por Moriyama.
La selección de los jueces expertos se realizó teniendo en consideración su experiencia profesional e investigativa los que se caracterizaron por ser psicólogos y pedagogos con experiencia de más de cinco años en la profesión y vinculados a la docencia en la educación superior.
Se estudiaron las variables: sexo, ansiedad de estado en tiempos de pandemia acorde con la escala de ansiedad generalizada (GAD-7) cuya utilidad para medir trastornos de ansiedad social está validada, y consta de 7 preguntas puntuables entre 0 y 3, siendo la puntuación mínima y máxima posible de 0 a 21. Para cada ítem existen 4 respuestas posibles evaluadas por una escala Likert de 4 puntos (de 0 a 3), sobre cómo el individuo se sintió en las 2 semanas anteriores. La puntuación final clasifica la ansiedad como normal (0 a 4 puntos), ligera (5 a 9 puntos), moderada (10 a 14 puntos) y severa (15 a 21 puntos).7
Para explorar los factores que influyeron en los cambios de orden personal considerados como la causa de ansiedad, se operacionalizó dicha variable mediante la agrupación en categorías:
Factores cognitivos: el aumento de percepción, de vulnerabilidad, pesimismo o desconfianza respecto al futuro, incertidumbre, poca concentración e indecisión
Factores conductuales: el uso de alcohol, tabaco y/o sustancias ilícitas, sedentarismo, problemas de convivencia, acciones o prácticas inadecuadas, cambios en los hábitos alimentarios e insomnio
Factores emocionales: la tristeza y/o depresión, ansiedad, irritabilidad e ira
Los datos fueron almacenados en una base de datos confeccionada al efecto. Se utilizaron técnicas de estadística descriptiva y los resultados se expresaron como frecuencias absolutas y relativas porcentuales.
En esta investigación se siguieron los principios y recomendaciones para los médicos en la investigación biomédica en seres humanos adoptados en la Declaración de Helsinki.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
En la Tabla 1 donde distribuyen los encuestados acordes con los resultados de la escala de ansiedad generalizada (GAD7) en relación con el sexo, se observa que más del 80 % de los casos presentó algún grado de ansiedad con predominio de la leve, seguida de la moderada, siendo esta última más marcada en el sexo femenino.
En la Figura 1 se observa la población de estudio según causalidad de la ansiedad; se observa dentro de los indicadores que más puntuaron como factores generadores fueron el retraso académico, temor al contagio e incomprensión por parte de los profesores.
En la Figura 2 se distribuye la población estudiada según factores determinantes de cambios en el orden personal; se encontró un predominio de los emocionales dados por la ansiedad, irritabilidad, el pesimismo y la desconfianza respecto al futuro, seguido de los conductuales dado por cambios en el estilo de vida.
Ante la situación de la pandemia las personas pueden presentar reacciones psicológicas, en tal sentido Lis et al.,8 informaron que el 53,8 % de las personas que estudiaron consideraron que el impacto psicológico de la COVID-19 fue entre moderado y grave; el 16,5 % refirió síntomas depresivos, el 28,8 % síntomas de ansiedad, y el 75,2 % preocupación porque sus familiares se contagiaran.
El aprendizaje en casa puede constituir en sí mismo una fuente de estrés para las familias y los estudiantes, debido a la presión relacionada con el ejercicio de nuevas responsabilidades, en ocasiones, con tiempo y recursos limitados.
El virus SARS-CoV-2, además de provocar una pandemia con centenares de miles de enfermos y con decenas de miles de fallecidos, también ha tenido la capacidad de alterar las prácticas educativas estándares, lo que indudablemente ha sido un grave inconveniente, y representa también una magnífica oportunidad para mejorar el proceso de enseñanza aprendizaje.9
En la presente investigación la mayoría de los casos presentó ansiedad en el rango de leve a severa con un predominio del sexo femenino, lo cual coincide con el resultado encontrado por otros autores como Sousa et al.10
Es significativa la consideración de la dimensión de género al abordar los efectos psicosociales de la pandemia del COVID-19. Balluerka et. al.11 especificaron que, en las mujeres, comparada con los hombres, fue superior la proporción que presentó incertidumbre, angustia, ansiedad, irritación o enfado, cambios de humor, tendencia a no querer pensar y no hablar de los problemas, los sentimientos depresivos, pesimistas, de irrealidad, desesperanza, culpabilidad, desconfianza, y menor relajación, tranquilidad, vitalidad y energía.
Llama la atención de los autores el alto porcentaje de estudiantes con ansiedad leve, moderada, e incluso severa, si se compara con los resultados de otros autores como Cao et al.,12 aunque sí encuentran semejanza con los resultados de Lai et.al.;13 sin embargo, estos porcentajes son superados por los encontrados por Espinosa Ferro et. al.14
Los autores consideran que estos resultados pueden deberse al estrés añadido que viven los jóvenes estudiantes ante la necesidad de adaptarse al nuevo contexto educativo sin clases presenciales, con la consecuente desestructuración grupal, además de experimentar una situación que nunca habían vivenciado al desarrollar actividades de educación en el trabajo que en sí mismas pueden ser fuentes de ansiedad y estrés como lo son la pesquisa y la vacunación, y que los llevan a sentirse indebidamente cansados al finalizar la jornada.