La educación proporciona la definición de disímiles valores a través de los ejercicios escolásticos, pero no es suficiente que las normas sean conocidas o descubiertas, deben ser aceptadas por el individuo. Las inquietudes que van surgiendo a partir de los avances científicos sobre aspectos medulares como la propia vida, refuerzan la necesidad de perfeccionar, a la par, las ciencias y la Bioética.1
La salud pública en Cuba ha desarrollado el programa de Atención Primaria de Salud como modelo de servicios gratuitos con la participación comunitaria cuya condición principal es preservar y mejorar el estado de salud de la población. Se logra una actuación profesional sólida en lo humanístico, lo ético, lo sociocomunitario, lo inter, trans y multidisciplinario.2
La ética y los valores han sido objeto de análisis en estudios y discusiones. Albert Einstein, paradigma de la ética científica expresó: “Es esencial que el estudiante adquiera una comprensión de los valores y una profunda afinidad hacia ellos. Debe adquirir un vigoroso sentimiento de lo bello y lo moralmente bueno”. La bioética promueve la dignidad, los derechos humanos, la tolerancia, la diferencia, la autonomía, la justicia y beneficencia por encima de todo; resulta, por tanto, necesaria para la competencia del profesional de la salud.3
La formación en valores y la ética en el sector de la salud tiene una vital importancia, fundamentalmente por el carácter humano de la profesión. Involucra no solo a profesionales, técnicos, personal de servicios administrativos responsabilizados con procederes informativos, de atención médica, vinculados con la salud pública en el orden social o ambiental, de dirección u otras. En todas esas actividades, la práctica o conducta humana está ligada al problema de la elección: decidir qué se debe hacer o no, ante una situación dada.4
En Cuba, los procesos formativos se desarrollan en las escuelas, centros de superación técnica, universidades, diferentes servicios de salud, entre otros, basados en una educación en valores humanistas, que es necesario perpetuar como concepción y eje rector en el proceso educativo, junto al compromiso social y a la formación integral del estudiante.2
Este modelo de educación es fundamental para lograr un estudiante más activo e independiente. Con el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, se han introducido cambios dentro de la enseñanza, respecto a la forma y el contenido, y se aprecian resultados alentadores.5
Cuba, como país del tercer mundo, ha logrado niveles de salud similares a los países desarrollados. Durante décadas se han realizado esfuerzos por alcanzar una verdadera equidad y justicia social, se requiere entonces un cambio de modelo en la formación de los médicos, con una visión y formación holística, que sean conscientes del contexto donde llevan a cabo su práctica médica.
Ser profesionales con aptitudes compatibles para obtener un buen desempeño, con una sólida formación sociocultural, valores de solidaridad ante la vida, la comunidad y el entorno, con un significado heurístico y simbólico, permitirá promover la formación de individuos integrales, humanistas y éticamente capaces de lograr el ejercicio de su profesión.
En la enseñanza superior en Cuba, la educación en valores está vinculada a la cultura profesional lo que demanda su integralidad; entre las temáticas analizadas en la universidad, el vínculo universidad-sociedad-desarrollo es el de mayor relevancia.
En el proceso docente-educativo, el educador tiene un rol esencial porque estimula el desarrollo integral de la personalidad y la formación de valores. Se aspira a formar estudiantes integrales que obren con responsabilidad, modestia, honradez, honestidad, prudencia, solidaridad, amistad, respeto, altruismo, ética y justicia.6
La formación humanista de los profesionales de la Medicina en Cuba constituye una necesidad social. El “humanismo presupone tomar conciencia de la importancia del ser humano y fomentar todo lo que puede desarrollarlo y mejorarlo”. Por ello, se considera al hombre con el valor superior.7
La bioética y la ética pueden establecer puentes entre salud, ciencia y tecnología, siempre a favor de la vida.
El proceso formativo de los profesionales de la Salud en Cuba considera a la Bioética como una disciplina que estimula el desarrollo de valores en los estudiantes. La interpretación de los componentes cognoscitivos, afectivos, valorativos, motivacionales y conductuales permiten el perfeccionamiento de los aspectos teóricos y metodológicos en la formación curricular. La investigación realizada en el contexto cubano conjuga el pensamiento bioético con la formación de valores en los estudiantes, entre los que destacan el humanismo y la solidaridad. Esa coherente sistematización de conocimientos sobre las diferentes corrientes bioéticas en el proceso formativo en el campo de la salud garantizaría la formación altruista de dichos educandos.