INTRODUCCIÓN
La emergencia sanitaria suscitada desde el año 2020 ha marcado un antes y un después en la historia de la humanidad. A partir del anuncio que realizaron las autoridades de Wuhan (China) sobre la existencia de un nuevo tipo de coronavirus (SARS-CoV-2), se propagó por toda China y por la gran mayoría de países del mundo. (1 Este escenario incrementó los niveles de preocupación de la sociedad, situación que resulta comprensible, ya que las personas sintieron angustia por su salud y no deseaban contagiarse, porque las secuelas en el sistema respiratorio incrementaban el riesgo potencial de muerte. (2
Para afrontar dicho contexto, la Organización Mundial de la Salud (OMS)3 declaró a la COVID-19 como pandemia; decisión que originó repercusiones sanitarias, sociales, económicas, culturales y desde luego, educativas.4 En el campo educativo, se instauró la virtualidad de las clases, para evitar las aglomeraciones, disminuir la propagación del virus y dar continuidad al servicio educativo; sin embargo, las limitaciones de conectividad y accesibilidad de la comunidad educativa, que se percibieron durante varias décadas, se agudizaron y dificultó la transición a esta reforma.5,6
El cierre de las instituciones educativas provocado por la pandemia de la COVID-19 y la consecuente virtualización, afectó de manera significativa a los estudiantes, ya que muchos no tuvieron las mismas oportunidades, accesibilidad y conectividad para continuar aprendiendo durante dicho contexto.7 Por otro lado, fue notoria la falta de apoyo de los padres, debido al bajo nivel sociocultural y la pésima metodología de algunos docentes, al desarrollar las clases de manera sincrónica y asincrónica durante la pandemia.8
A partir del primer trimestre del año 2022, la tasa de contagios y de muertes provocadas por la COVID-19 disminuyó en la mayoría de países, debido a las campañas de vacunación.9 Muchas de las actividades que se mencionaron con antelación se realizaban de manera virtual y volvieron a desarrollarse de manera presencial, previo cumplimiento los protocolos de bioseguridad. En Perú, el Ministerio de Educación (MINEDU) estableció que, desde abril del año 2022, las clases retornaran a la presencialidad, previo cumplimiento de protocolos de bioseguridad.
Sin embargo, la labor de los docentes, desde que retornaron a las clases presenciales se tornó más compleja, puesto que los niveles de logro de los estudiantes no eran coherentes con lo que establece el Currículo Nacional de Educación Básica y los documentos de planificación curricular, es decir, los aprendizajes logrados a través de las clases virtuales fueron insuficientes en el común del estudiantado.8 Por ello, los docentes se esfuerzan y disponen de mayor atención y apoyo, para tratar de brindar reforzamiento escolar a los estudiantes, lo cual supone un incremento de la carga laboral, además tienen que realizar el refuerzo escolar en horarios que no están fijados en su jornada laboral. Este contexto preocupante, desalentador y de frustración al retorno a la presencialidad, ocasionaría el desgaste de sus recursos emocionales y la afectación de los aspectos fundamentales de la salud mental, lo cual provocaría a su vez depresión, ansiedad y estrés.
La depresión es un trastorno afectivo que se evidencia mediante manifestaciones de frustración, tristeza y modificaciones en el estado de ánimo.10 Respecto a la ansiedad, constituye una respuesta emocional que tiene una función activadora y facilitadora y a su vez cumple un rol adaptativo, frente a situaciones que son percibidas como amenazantes.11 En cuanto al estrés, consiste en un conjunto de reacciones psicofisiológicas, que están asociadas a respuestas emocionales, conductuales y comportamentales, frente a una situación que requiere una adaptación mucho más compleja que la habitual y son percibidas como peligrosas para la integridad psicológica de las personas.12
Durante la pandemia se realizaron estudios (13,14,15,16 para determinar la prevalencia de la depresión, ansiedad y estrés, los cuales determinaron que fluctuaba entre el nivel moderado y alto. (17,18 Es necesario precisar que en la actualidad son escasos los estudios de las variables mencionadas en la pospandemia. Entre los pocos estudios realizados, destaca uno en India, (19 en el cual reportan síntomas psicológicos, como depresión, entre los docentes después que reabrieron sus puertas para la enseñanza presencial. De la misma forma, en España (20 se realizó una investigación para evaluar el estado psicológico de los docentes al volver a la presencialidad y encontraron que presentaban síntomas de ansiedad, depresión y estrés.
El objetivo de la presente investigación es describir la presencia de depresión, ansiedad y estrés de los docentes de educación básica al retorno a la educación presencial.
MÉTODOS
El estudio fue observacional, descriptivo de corte transversal. (21) La población estuvo constituida por 592 docentes pertenecientes a 8 instituciones educativas de educación básica de la ciudad de Puerto Maldonado (Perú); la muestra fue conformada por 233 docentes, cantidad determinada a través de un muestreo probabilístico, con un nivel de confianza del 95 %. Fueron excluidos los docentes que no aceptaron participar en la investigación y aquellos que llenaron de forma incompleta el instrumento de recolección de datos.
Se consideraron 3 variables de estudio: la depresión, la ansiedad y el estrés, las cuales se categorizaron en 3 niveles: leve, moderado y alto. Se incluyeron variables sociodemográficas y laborales: el sexo, grupo etario (de 21 a 30 años, de 31 a 40 años, de 41 a 50 años y de 51 a 64 años), situación laboral (contratado y nombrado), nivel educativo de enseñanza (educación inicial, educación primaria y educación secundaria) y antigüedad laboral (de 1 a 5 años, de 6 a 10 años, de 11 a 15 años y más de 15 años).
La recolección de datos se realizó mediante una encuesta, mientras que el instrumento fue la Escala de Depresión, Ansiedad y Estrés (DASS-21), adaptada a la realidad peruana,22 en la cual obtuvo adecuadas propiedades psicométricas. Dicha escala está conformada por 21 ítems y evalúa 3 dimensiones: la depresión (ítems del 1 al 7), ansiedad (ítems del 8 al 14) y estrés (ítems del 15 al 21). Se solicitó a los docentes información sociodemográfica y laboral (sexo, grupo etario, situación laboral, nivel educativo al que enseña y antigüedad laboral).
La recolección de datos se realizó en los meses de junio, julio y agosto del año 2022; fechas en las que todas las instituciones educativas de educación básica brindaban el servicio educativo de manera presencial. Se solicitó la autorización a la Unidad de Gestión Educativa Local de Tambopata; una vez obtenida, se gestionó el permiso del personal directivo de cada institución educativa y se solicitó una reunión de coordinación con los docentes, para definir los días a aplicar los instrumentos de recolección de datos.
El análisis de datos se realizó con el software SPSS V.25. El análisis descriptivo se desarrolló mediante un análisis de frecuencias; después, se obtuvieron los resultados inferenciales a través de la distribución ji cuadrado (X2) para determinar asociación de las variables sociodemográficas y laborales (sexo, grupo etario, situación laboral, nivel educativo al que enseña y antigüedad laboral), con los niveles de depresión, ansiedad y estrés.
En cuanto a los aspectos bioéticos, la presente investigación contó con el aval del Comité de Ética Institucional de la Universidad Nacional Amazónica de Madre de Dios. Los docentes fueron informados sobre la finalidad, naturaleza de la investigación y prestaron su consentimiento informado. Se garantizó el carácter anónimo y voluntario de su participación.
RESULTADOS
De acuerdo con las características sociodemográficas y laborales hubo mayor participación de docentes del sexo femenino, de entre 41 y 50 años, eran nombrados, enseñaban al nivel de educación primaria y tenían una antigüedad laboral entre 11 y 15 años (tabla 1).
Como se aprecia en la figura 1, la mayoría de los docentes se caracterizaron por presentar un bajo nivel de depresión (56,2 %); sin embargo, en cuanto a la ansiedad (45,1 %) y el estrés (42,9 %), predominó el nivel moderado.
En la tabla 2 se observa que la depresión se asociaba de manera significativa al sexo y grupo de los docentes (p< 0,05). Las mujeres y quienes tenían más de 50 años presentaron mayores niveles de depresión que los hombres y docentes con edades entre los 21 y 50 años.
De acuerdo con la tabla 3, la ansiedad se asoció de manera significativa solo con el sexo (p< 0,05). Las mujeres presentaron niveles más altos de ansiedad que los hombres.
Según la tabla 4, el estrés también se asoció de manera significativa al sexo y grupo de los docentes (p< 0,05). Las mujeres y quienes tenían de 21 a 30 años presentaron niveles más altos de estrés, en comparación a los hombres y docentes de más de 30 años.
DISCUSIÓN
Durante los últimos años las investigaciones enfocadas en la salud mental de los docentes se han incrementado de manera notoria, ya que, las variables psicosociales son determinantes en el estado emocional y bienestar psicológico, factores necesarios para un adecuado desempeño.
Se halló que la mayoría de los docentes presentaban bajos niveles de depresión, lo cual podría explicarse, porque la emergencia sanitaria parece haberse controlado y con ello la probabilidad de poderse contagiar, hospitalizarse o fallecer. No obstante, resulta preocupante que más de la tercera parte muestre niveles moderados de depresión, asociados a las dificultades ocasionadas por la complejidad del trabajo a realizar, luego de 2 años de virtualidad. Resultados similares se obtuvieron en la India19 y España,20 en los cuales evaluaron los niveles de depresión en los docentes al retorno a la presencialidad y encontraron que existían síntomas asociados.
Respecto a la ansiedad los resultados indican que el nivel predominante en los docentes fue el moderado. Ello se debe a que los estudiantes no han logrado desarrollar las competencias y capacidades planificadas por los docentes, debido a que durante la pandemia no alcanzaron óptimos niveles de logro y en otros casos, no participaron de la estrategia “Aprendo en casa”. Resultados similares se reportan en una investigación realizada en Japón,23 en la cual analizan la ansiedad en docentes que se desempeñaban de manera presencial tras la reapertura de las instituciones educativas; encontraron que los docentes padecen niveles moderados de ansiedad, ocasionado por el temor al contagio de la COVID-19 y el retraso en la educación de los estudiantes.
En cuanto al estrés se determinó que predominó el nivel moderado; sin embargo, más de la tercera parte reportaron altos niveles. Una investigación realizada en Perú24 coincide con lo reportado, ya que encontró que la valoración de los docentes sobre los síntomas psicosomáticos asociados al estrés era moderada. Los principales síntomas observados fueron el agotamiento, deseo de no levantarse por las mañanas, tics nerviosos y dolores de cabeza.
Un hallazgo emergente indica que las mujeres presentaban mayores niveles de depresión que los hombres, lo cual coincide con algunos estudios,15,19 los cuales también determinan que las mujeres muestran mayores niveles de depresión que los hombres. Por otro lado, también se determinó que los docentes que tenían más de 50 años presentaron mayores niveles de depresión, que quienes tenían menos edad. Resultados similares se reportan en investigaciones19,25 que comparan la depresión, de acuerdo con el grupo etario y encontraron que los docentes con más edad se deprimen más que los jóvenes. No obstante, discrepa con lo reportado en una investigación,26 en la cual encontraron que los docentes con edades comprendidas entre los 30 y 39 años tenían mayores niveles de depresión que quienes tenían más de 50 años.
Se determinó que la ansiedad se asociaba de manera significativa al sexo de los docentes, es decir, las mujeres reportaron mayores niveles de ansiedad que los hombres. Existe divergencia con los reportes de investigaciones previas que buscaron asociar ambas variables. Por ejemplo, en Ecuador26) encontraron, en coherencia con los resultados del presente estudio, que las mujeres tendían a tener más ansiedad que los hombres; sin embargo, en la India19 analizaron el estado emocional de los docentes, después de que reabrieron para la enseñanza presencial y encontraron que los hombres padecían de ansiedad en mayor medida que las mujeres. Dichas diferencias en los resultados se darían debido a los aspectos sociodemográficos y las condiciones contextuales de donde fueron obtenidos los datos.
En lo que respecta al estrés se determinó que tuvo mayor incidencia en las mujeres que en los hombres y se debía a que ellas, además de sus responsabilidades laborales (las cuales se tornaron más complejas), asumen tareas adicionales, tales como la responsabilidad familiar, el cuidado de los niños y otras actividades domésticas.27 Al respecto, existen diversas investigaciones15,20,25) que coinciden con lo reportado. También se halló que los docentes más jóvenes se estresaban más que los de más edad, situación que se explicaría porque los primeros no tienen estabilidad laboral, en otros casos debido a que laboran en más de una institución educativa o dan clases particulares en su tiempo libre, además, es durante los primeros años de ejercicio profesional cuando se da la transición de las expectativas que tenían antes de comenzar a trabajar a la realidad.24 Al respecto, existen diversos estudios28,29,30) que respaldan el hallazgo descrito.
Las principales limitaciones de la presente investigación son la homogeneidad de la muestra y la particularidad del instrumento (ser autoadministrado), por lo que los resultados no se pueden generalizar y podrían contar con sesgos de deseabilidad social o valoraciones subjetivas por parte de los participantes. Por ello, se sugiere que en futuros trabajos se incremente el tamaño de la muestra, se incluyan a docentes de contextos rurales y se utilicen técnicas e instrumentos de recolección de datos adicionales para que este proceso sea más objetivo.
Se concluye que los docentes de educación básica presentan niveles leves de depresión y niveles moderados de ansiedad y estrés al retorno a la presencialidad. Por otro lado, las mujeres son las que presentan más síntomas de depresión, ansiedad y estrés que los hombres.