INTRODUCCIÓN
Las drogas son sustancias psicoactivas, naturales o sintéticas, de efectos indistintamente estimulantes, depresores o distorsionantes, capaces de generar tolerancia y dependencia. Su uso prolongado determina relevantes daños biológicos, psicológicos, sociales y en la espiritualidad del consumidor. Entre las drogas depresoras se encuentran: alcohol, morfina, heroína y benzodiazepinas. En este grupo se incluyen “los derivados opiáceos y la mundialmente considerada como el prototipo de todas las drogas conocidas: el alcohol”.1
El alcohol es una sustancia adictiva, que al ser ingerida produce alteraciones metabólicas, fisiológicas y de conducta. Se clasifica como un depresor del sistema nervioso central, cuyo consumo frecuente puede generar dependencia física y psicológica. A edades tempranas, provoca “consecuencias negativas para el desarrollo cognitivo, académico y social; propicia la ocurrencia de riñas, accidentes, muerte prematura, encuentros sexuales sin protección y se asocia con otras conductas de riesgo, como el uso de drogas como la marihuana, bajo rendimiento académico, delincuencia, suicidios y homicidios”.2
La adolescencia es el período de la vida en el cual se profundiza en el aprendizaje social, en el que cada ser humano construye su identidad y consolida la personalidad como instancia reguladora del comportamiento. Este periodo es la más vulnerable para que aparezcan las adicciones, las cuales con frecuencia se instauran a partir del uso sistemático de alcohol; “la sustancia legal con más peligrosidad y de mayor consumo a nivel mundial entre los adolescentes”.3
La vulnerabilidad para iniciar el consumo de alcohol durante la adolescencia está determinada por:
“la curiosidad o necesidad de experimentar, la presión del grupo, desafío a la sociedad, agresión a los padres y las pérdidas afectivas. Entre los motivos que pueden propiciar el consumo de alcohol en los adolescentes se encuentran que suelen considerarlo una vía fácil y rápida para sentirse bien, un modo efectivo de ganar aceptación entre sus iguales y satisfacer la curiosidad sobre sus efectos, una manera de expresar independencia y a veces hostilidad o para el uso recreacional”.4
La teoría de la conducta planeada se desarrolló a partir de la teoría de la acción razonada. Fue elaborada por los investigadores Martin Fishbein y Icek Ajzen,5 los cuales la consideran un modelo “que proporciona un marco teórico para el estudio de la conducta teniendo como base el supuesto de que los seres humanos son seres racionales que hacen uso sistemático de la información disponible para regular su comportamiento”.
Por ejemplo, la intención de consumir alcohol es influida por las actitudes, que consisten en la evaluación positiva o negativa que el adolescente hace de dicho comportamiento. La norma subjetiva se refiere a la presión social que ejercen las personas significativas para el adolescente; esta presión puede ser favorable o no al consumo, además, por el control conductual percibido o autoeficacia que tenga para dirigir su comportamiento. El estudio de las intenciones de consumo de alcohol permite direccionar acciones preventivas, dirigidas tanto a consumidores como a no consumidores. Al modificar la intención de realizar dicha conducta, se disminuye la probabilidad de que se produzca la iniciación y sistematización del consumo de alcohol entre los adolescentes.
El objetivo del estudio es explorar la intención de consumo de alcohol y su relación con variables sociodemográficas y de consumo.
MÉTODOS
Diseño
Se realizó un diseño cuantitativo descriptivo de corte transversal, en el cual se exploró la posible participación de determinados factores (actitud, norma subjetiva y control conductual) en la producción de un evento (intención de consumo de alcohol).
Sujetos
Se utilizó una p de 41,4 % a partir de la III Encuesta Nacional de Factores de Riesgo; se fijó un valor máximo de error Eo= 4,14 % y una confiabilidad del 95 %. Se tuvo en cuenta un efecto de diseño del 1,5 por el que se multiplicó el valor de n y se obtuvo un tamaño mínimo necesario.
Se estimó una caída muestral de aproximadamente el 3 %. Finalmente, la muestra quedó conformada por 143 adolescentes, seleccionados de los que cursaban el nivel técnico en la Facultad de Tecnología de la Salud de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana, durante los años 2019 y 2020. Se seleccionaron a partir de un muestreo simple aleatorio.
Variables
Las variables evaluadas durante la investigación fueron: edad, sexo, año académico, consumo de alcohol, edad de inicio del consumo de alcohol, consumo de alcohol en los últimos 30 días, municipio de residencia e intención de consumo. Esta última variable incluyó 3 dimensiones:
Actitud: evaluación positiva o negativa que hace el individuo acerca de un comportamiento determinado.
Norma subjetiva: percepción de cada individuo de la presión social para llevar a cabo o no determinado comportamiento.
Control conductual: percepción de una persona acerca de la facilidad o la dificultad de manifestar un determinado comportamiento.
Procedimientos
Para la recogida de la información se empleó una planilla de datos generales, en la cual se indagó sobre las características relacionadas con el consumo de alcohol. Se aplicó el Cuestionario de intención de uso de alcohol,6 el cual consta de 4 secciones (actitud, norma subjetiva, control conductual percibido e intención de consumo), en las que se explora la intención de consumo de alcohol entendida como la base motivacional que lleva al individuo a tomar la decisión de emprender dicho comportamiento, y sus 3 dimensiones.
Procesamiento
La información recogida fue recodificada e introducida en bases de datos construidas a partir de los programas Microsoft Excel y SPSS, versión 11.5. Se realizó un análisis exploratorio para evaluar normalidad en las variables cuantitativas. Se realizó la prueba de bondad de ajuste de Kolmogorov-Smirnov.
Se calcularon medidas de resumen para variables cualitativas: frecuencias absolutas y relativas. En el caso de las variables cuantitativas se utilizaron, media y desviación estándar; mientras que la mediana y el rango intercuartílico fueron usados cuando la distribución de datos no presentaba normalidad.
Con el objetivo de identificar relación entre el consumo de alcohol y el resto de las variables estudiadas, se emplearon las pruebas ji cuadrado con corrección de Yates y tendencia lineal, cuando se tratase de variables nominales y discretas; y la prueba U de Man Whitney en el caso de las variables cuantitativas: actitud, norma subjetiva, control conductual e intención. Con el fin de determinar qué variables de las exploradas constituían predictores del consumo de alcohol se empleó la regresión logística múltiple. En todos los análisis se fijó un nivel de confianza del 0,05.
Aspectos bioéticos
Se cumplieron los principios éticos de la investigación científica. Se obtuvo la autorización de la institución en la cual se realizó el estudio, el consentimiento informado de los padres y el asentimiento informado estudiantes. Se les explicó en qué consistía la investigación; se garantizó la privacidad de la información y se les comunicó que el hecho de no participar o abandonar la investigación no traería ningún tipo de perjuicio ni incidiría en el proceso docente.
RESULTADOS
En la tabla 1 se puede observar que, con relación a las variables sociodemográficas, el 31,8 % de los no consumidores se encontraban en los 17 años de edad, mientras que en el grupo de consumidores el porcentaje mayor (45,5 %), se encontró entre quienes tenían 18 años.
Al observar la distribución de los adolescentes según año académico, se observó mayor cantidad de consumidores (45,5 %) en los estudiantes de primer año que en el resto de los años. Coinciden tanto consumidores como no consumidores en el primer año de la carrera (45,5 % y 59,1 %) respectivamente.
En relación con el sexo se encontró que la cifra de no consumidores se distribuía de igual manera entre hombres y mujeres; 50,0 % en ambos grupos. En el caso de los adolescentes consumidores se encontró que el masculino la cifra fue superior que en el femenino: 57,9 % y 42,1 % respectivamente. Cuando se calculó la prevalencia de consumo en los últimos 30 días se encontró un 86,4 % para el masculino y un 82,3 % para el femenino. Estas diferencias no alcanzan el nivel de significación para declarar diferencias importantes según el sexo (p= 0,653).
En la tabla 2, en relación con la edad de inicio del consumo, se observa que estuvo entre los 8 y 18 años, con una edad promedio de 14,6 años. El mayor porcentaje (41,3 %) de estudiantes consumidores refiere haber iniciado esta práctica a los 15 años.
Edad de inicio | Frecuencia | Porcentaje |
---|---|---|
8 años | 1 | 0,8 |
10 años | 2 | 1,7 |
11 años | 1 | 0,8 |
12 años | 4 | 3,3 |
13 años | 21 | 17,4 |
14 años | 17 | 14,0 |
15 años | 50 | 41,3 |
16 años | 13 | 10,7 |
17 años | 5 | 4,1 |
18 años | 7 | 5,8 |
Total | 121 | 100,0 |
= 14,6 años.
En la tabla 3, el puntaje medio en la escala actitud fue significativamente mayor en los consumidores que en los no consumidores: 1,95vs. 0,60 puntos (p= 0,000).
Para las escalas norma subjetiva e intención, también se encontraron diferencias significativas entre las medianas de ambos grupos. Los consumidores exhibieron un puntaje mediano en dichas escalas, superior al de los no consumidores: norma subjetiva: 1,65 frente a 0,90 e intención: 2,67vs. 1,00.
Variable | No consumo (mediana (RI)) | Consumo (mediana (RI)) | Prueba estadística | p |
---|---|---|---|---|
Actitud | 0,60 (0,43)* | 1,95 (1,18) | -1,35 (gl = 141)a | 0,000 |
Norma Subjetiva | 0,90 (0,45-1,60) | 1,65 (1,10-2,70) | 717,00b | 0,001 |
Control Conductual | 4,90 (3,70-5,00) | 4,20 (2,80-5,00) | 1082,50b | 0,156 |
Intención | 1,00 (1,00-1,00) | 2,67 (1,67-3,67) | 426,00b | 0,000 |
*Media y desviación típica; a: t de Student; b: U de Man Whitney.
En la tabla 4 se observa que, al considerar las variables introducidas en el análisis, se detectó que solamente la actitud constituía un favorecedor del consumo de alcohol (Wald= 14,56; p= 0,000). Dicha variable alcanzó un odd ratio (OR)= 10,87, es decir, por cada punto en la escala, el riesgo de consumo se incrementa en 10,9 veces.
DISCUSIÓN
La iniciación en el consumo de alcohol a edades tempranas constituye un problema social, que se manifiesta con frecuencia en la adolescencia, como etapa del ciclo vital humano en que el individuo asume una posición intermedia entre la niñez y la adultez. Se trata de un periodo especialmente vulnerable para que se expresen comportamientos de riesgo, como es el caso del uso indebido de alcohol; práctica que consideran socialmente aceptada y es un comportamiento facilitador de la socialización.
En la investigación se encontró que la mayoría de los participantes habían consumido bebidas alcohólicas en alguna oportunidad; que este comportamiento se incrementó con la edad y que predominó entre el sexo masculino; aunque el nivel de consumo en el femenino fue también elevado. Estos resultados coinciden con los obtenidos en España por García-Montoliu y otros,7 quienes encontraron que “la edad media de inicio de consumo de alcohol se sitúa en los 14 años. Además, la prevalencia de consumo en la adolescencia es del 73,9 %. Este consumo puede tener efectos perjudiciales a largo plazo y favorecer el desarrollo de la dependencia hacia este tipo de sustancia en la edad adulta”. Barragán-Martín y otros8 destacan “la prematuridad del consumo de sustancias en la etapa adolescente y la importancia de las relaciones familiares en la prevención del consumo”.
Según datos de la encuesta sobre uso de drogas en la enseñanza secundaria en España (ESTUDES 2021),9 los adolescentes empiezan a consumir alcohol a los 14 años como promedio. Por otra parte, Boza-Díaz y otros10 plantean que en América Latina se refieren cifras alarmantes de consumo de alcohol entre adolescentes; por ejemplo, en Ecuador11 se identifica que el alcohol se consume por el 52,0 %, con un notable aumento entre los 15 y 19 años. En México12 se ha identificado un promedio de edad de 14,5 años para iniciar el consumo de alcohol. En Colombia, un estudio13 llevado a cabo con adolescentes reveló que el 70,0 % había consumido alcohol al menos una vez en la vida; mientras que en Chile,14 específicamente en un grupo de estudiantes de educación secundaria, se identificó consumo de alcohol en el 35,6 %.
Al analizar la influencia del sexo en el consumo de alcohol, los resultados de esta investigación coinciden con lo reportado por la Organización Panamericana de la Salud;15 que en su informe sobre la situación mundial del alcohol y la salud, refleja el hecho de que los hombres beben más alcohol que las mujeres. Sin embargo, en los estudios de Gárciga-Ortega y otros,16 sobre el consumo de drogas y estilo de vida en estudiantes de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de La Habana, los resultados difieren, pues el consumo en el sexo femenino superó al masculino.
Diversas investigaciones sobre el consumo de alcohol reportan datos diferentes sobre la edad de inicio. Lazo-Herrera y otros17 encontraron en estudiantes de la enseñanza secundaria básica, que la edad de inicio del consumo que prevaleció fue de 15 años y más. En un estudio, realizado en la comunidad gallega, Rial-Boubeta y otros18 identificaron que la edad de inicio del consumo de alcohol se sitúa en 13,4 años. Por otra parte, Ahumada y otros19 reportan que el 83,3 % de los adolescentes estudiados tuvieron su primer contacto con el consumo de alcohol entre los 10 y 15 años, con una edad promedio de 11,5 años.
El hecho de que el puntaje medio en la escala de actitud fuera significativamente mayor en los adolescentes consumidores de alcohol, demuestra que es la dimensión determinante para la iniciar el consumo; supera la norma subjetiva o percepción de la presión grupal favorecedora del consumo y el control conductual o autoeficacia. Estos resultados son consistentes con los obtenidos por Guzmán-Facundo y otros:20
“al evaluar la actitud ante el consumo de alcohol en estudiantes de preparatoria de México y al estudiar la actitud, norma subjetiva y control conductual como predictores del consumo de drogas en jóvenes de zona marginal del norte de México. En ambos casos las creencias conductuales hacia el consumo y su evaluación en sentido positivo, fueron más elevadas en los consumidores de alcohol que en los no consumidores”.
La actitud del individuo hacia el consumo de alcohol incluye 3 componentes: afectivo, cognitivo y conductual. El componente afectivo es el aspecto central, se refiere a los sentimientos y emociones que el objeto de la actitud despierta en el sujeto, lo que se siente acerca del objeto de la actitud. El componente cognitivo tiene que ver con el conocimiento, las ideas o la información que tiene el individuo acerca del objeto de su actitud. El componente conductual indica el comportamiento del individuo respecto al objeto de su actitud, o sea, la conducta que se materializa en acciones dirigidas a proteger o rechazar el objeto de actitud. Es este último componente es el elemento directamente observable o visible que posibilita evaluar su existencia.
Los resultados de la regresión logística identificaron que la actitud constituía el principal factor favorecedor del consumo de alcohol en los adolescentes estudiados. Existen factores con potencial desencadenante del consumo de alcohol como fenómeno global; entre ellos se encuentran: la influencia del grupo de iguales, malas relaciones familiares, uso de alcohol en el contexto familiar, experiencia precoz en su uso, factores etiológicos individuales y disponibilidad de alcohol. El uso de bebidas alcohólicas durante la adolescencia, está mediatizado por un aprendizaje fomentado en gran medida por las conductas y actitudes de la sociedad.
La ingestión de bebidas alcohólicas puede ser un reflejo de la necesidad del adolescente de integrarse al mundo adulto; posibilidad que se acrecienta si los padres o familiares con los que convive son consumidores sistemáticos de alcohol. El consumo de los padres, así como las actitudes permisivas hacia el adolescente, guardan relación con el consumo de alcohol y con actitudes positivas hacia esta sustancia.
Según García-Barba y otros,21 “los padres ejercen un papel muy importante en el desarrollo de sus hijos como modelos de todo tipo de conductas”.
Si bien es cierto que, la adolescencia es la etapa en la cual suele iniciarse el consumo de sustancias, el grupo de iguales ejerce bastante influencia; pero los padres siguen desempeñando un papel muy importante en su desarrollo. Moreta-Herrera y otros22 plantean que “la actitud de los adolescentes hacia el consumo de alcohol será más favorable cuando menor sea la percepción del riesgo, mayores sean las creencias distorsionadas y más permisiva sea la disposición para el consumo de alcohol”. Según Ahumada y otros,19) “en lo que respecta a las expectativas hacia el consumo de alcohol, a mayores expectativas positivas mayor es el consumo de alcohol en los adolescentes”.
Por otra parte, las creencias y expectativas de los adolescentes suelen atribuir efectos positivos al consumo intensivo de alcohol. Por ejemplo, durante la pandemia de la COVID-19, el uso abusivo de alcohol fue considerado por muchos, una opción de vida saludable y útil para afrontar el aislamiento social.23 Por lo general, los elementos favorecedores de la intención de consumo en adolescentes que están presentes en mayor magnitud, según las características generales de esta etapa de la vida son la norma subjetiva y el control conductual percibido.
Se concluye que los adolescentes se caracterizan por ser en su mayoría consumidores de bebidas alcohólicas, con predominio del sexo masculino y una edad promedio de inicio del consumo de 15 años. La variable fundamental favorecedora de la intención de consumo de alcohol es la actitud positiva hacia el consumo, frecuentemente reforzada en el ambiente social y familiar.