INTRODUCCIÓN
A principios de diciembre de 2019, el municipio de Wuhan, Hubei, en China, informó un grupo de casos de neumonía con etiología desconocida. El 7 de enero de 2020, el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades identificó un nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) como el agente causante.1 En cuestión de semanas se extendería a todo el mundo.
Las características propias del virus y su rápida propagación ocasionaron el colapso de los sistemas sanitarios; situación que de forma directa e indirecta contribuyó a que el personal sanitario incrementara el agotamiento sufrido, tanto físico como mental.2
Es conocido que el agotamiento reduce la calidad de los servicios médicos; es un factor desencadenante de depresión, abuso de sustancias tóxicas y es muy común entre el personal sanitario, sobre todo entre los que participaron en la asistencia a los pacientes enfermos con la COVID-19.3
El bienestar del personal sanitario se ha comprometido durante la pandemia, pues se han visto sometidos a extenuantes jornadas laborales, mayor carga emocional y riesgo laboral asociado a la exposición a pacientes con la COVID-19. Estos factores han contribuido a desarrollar un aumento significativo de la prevalencia del estrés, desgaste, insomnio, ansiedad y depresión.4
Los autores, conscientes de la importancia del cribado meticuloso de los factores que influyen de forma negativa en el bienestar mental del personal sanitario, plantean como objetivo de este estudio, determinar el impacto psicológico de la pandemia de la COVID-19 en el personal sanitario.
MÉTODOS
Diseño
Estudio multicéntrico de corte transversal. Se aplicó un cuestionario al personal sanitario de la provincia de Holguín, Cuba, entre el 13 de febrero y el 1 de marzo de 2023.
Sujetos
Se utilizó una muestra intencional de 145 sujetos que se desempeñaron como personal sanitario en el periodo de enero a diciembre de 2021 y que respondieron de forma completa un cuestionario online suministrado a través de Formularios de Google.
Variables
Variable dependiente: impacto psicológico (alto, permisible).
Variables independientes:
Demográficas: edad (expresada como mediana ± intervalo intercuartílico); sexo, antecedentes patológicos personales (COVID-19, asma bronquial, hipertensión arterial, otras enfermedades, sin antecedentes); instituciones de salud donde laboró (centros de educación médica, colaboración internacional, atención primaria, atención secundaria).
Estresoras: categoría laboral (médicos y enfermeras, estudiantes de medicina y enfermería); acceso diario a información sobre la COVID-19 (≤ 2 h, > 2 h); asistencia directa a pacientes infectados (sí/no) y muerte por la COVID-19 de personas cercanas (sí/no).
Recopilación y procesamiento de la información
Se convocó al personal sanitario a través del correo electrónico, WhatsApp, Telegram y Messenger, a completar un cuestionario online en Formularios de Google. El cuestionario incluyó las variables independientes y el Cuestionario de Salud General (GHQ-12, por sus siglas en inglés), propuesto por Goldberg5 para valorar del estado de salud mental, validado en Cuba por García Viniegras.6,7 Emplea una escala tipo Likert de 12 ítems, y cada ítem presenta 4 opciones de respuesta (nunca, a veces, casi siempre y siempre), con puntuación de 0 a 3 (0-1-2-3), y totaliza entre 0 y 36 puntos. Se adoptó como punto de corte un puntaje > 12 puntos para considerar un impacto psicológico alto y ≤ 12 puntos para un impacto psicológico permisible.
Los resultados del cuestionario fueron exportados al IBM SPSS v. 23 para análisis. Se aplicó la prueba de normalidad de Kolmogorov-Smirnov, para la muestra > 50 sujetos.
Las variables demográficas cuantitativas no tuvieron distribución normal; se expresan como mediana ± intervalo intercuartílico (IQR); las categóricas se expresan como frecuencias. Se correlacionaron las frecuencias y porcentajes de las variables estresoras según el impacto psicológico reportado.
Se contrastaron las puntaciones del GHQ-12 y la variable edad, con el coeficiente de correlación de Spearman y en las variables categóricas con la prueba de U de Mann-Whitney, para buscar diferencias estadísticamente significativas (p< 0,05). Cuando los resultados fueron estadísticamente significativos para el grupo que obtuvo un impacto psicológico alto vs. permisible; se determinó el tamaño del efecto con g de Hedges y se clasificó como bajo (g< 0,3); medio (g= 0,3-0,7) y alto (g> 0,7).8 El signo de g de Hedges se consideró arbitrario y todos los datos se redondearon para obtener resultados con 1 decimal.
Aspectos bioéticos
Se obtuvo la aprobación del Comité de Ética Médica del Hospital General Universitario “Vladimir Ilich Lenin” antes de iniciar la investigación. Se informó a los profesionales sanitarios que accedían al cuestionario online del carácter voluntario y anónimo de la participación. Se respetaron los principios bioéticos de la investigación con seres humanos. Completar y enviar el cuestionario se consideró como muestra de la aprobación para participar en el estudio. La información recopilada se utilizó para fines puramente científicos y bajo los principios de la Declaración de Helsinki.9
RESULTADOS
En la tabla 1 se detallan las características demográficas de la muestra. Participaron 145 sujetos, con una mediana de edad de 29 ± 16 años; el sexo femenino representó el 53,1 %; el 46,9 % se infectó por la COVID-19, y el 23,4 % padecía hipertensión arterial. Según la institución de salud, el 60,7 % laboró en instituciones de atención secundaria (hospitales municipales y provinciales).
En la tabla 2 se muestra la influencia de las variables estresoras en el impacto psicológico. De quienes reportaron impacto psicológico alto, 70,0 % se identificó como personal médico y de enfermería; 62,2 % afirmó que accedía > 2 h/día a información sobre la COVID-19; el 64,4 % participó directamente en la atención a pacientes infectados y el 35,6 % dio una respuesta afirmativa a si habían perdido a personas cercanas relacionado con la pandemia.
En la tabla 3 se aprecia que mostraron diferencias estadísticamente significativas en el impacto psicológico: el sexo femenino (p= 0,008), el acceso diario a información sobre la COVID-19 > 2 h/día (p= 0,026), la asistencia directa a pacientes infectados (p= 0,033) y la muerte de personas cercanas, relacionado con la pandemia (p= 0,018) (g de Hedges sugiere efecto medio; g= 0,3-0,7).
DISCUSIÓN
La pandemia de SARS-CoV-2 aumentó la percepción y la difusión masiva de emociones negativas. Ramírez y otros10 hacen alusión a que es un fenómeno nuevo, con repercusiones graves para la salud en su dimensión biológica, psicológica y social.
En el presente estudio llama la atención un aspecto importante con respecto a los participantes: la puntación media obtenida en el GHQ-12 implica la existencia de un impacto psicológico alto (salud mental deteriorada), estado esperable en el contexto de la emergencia sanitaria. Su máxima expresión es el síndrome de burnout o síndrome del trabajador quemado, el cual es multifactorial y se ha agravado durante la pandemia.11
Ser mujer implicó un efecto medio en la tendencia a reportar valores más altos en el cuestionario, lo cual se explica desde un punto de vista multifactorial. Son precisamente las mujeres las que se desempeñan frecuentemente como enfermeras, cuidadores de familiares frágiles y las que mayor responsabilidad tienen en el mantenimiento de la salud de los hijos. Arpacioglu12 encontró resultados similares en su estudio. Cipolotti y otros13 y Giusti14 también coinciden en que ser mujer presenta mayor relación con el estrés laboral y el agotamiento.
Los médicos y enfermeras presentaron un impacto psicológico alto, con respecto al resto de los trabajadores encuestados, lo cual se debe a que usualmente se enfrentan a largas jornadas laborales, alto nivel de exigencia y exposición laboral. Esto se corresponde con lo reportado por Silva-Gómez.15 Por su parte, González-Anglada16 reporta que el impacto de la pandemia en la formación sanitaria fue tal, que el 67,8 % de médicos residentes estudiados, se sintieron superados por cansancio, sobrecarga asistencial, falta de recursos y miedo al contagio.
Oprisan4 hace mención a que el desgaste en radiólogos había aumentado significativamente desde un tercio previo a la pandemia, hasta la mitad de los profesionales durante esta. Por otra parte, Macía-Rodríguez17 añade que aumentó el síndrome de burnout en los adjuntos de medicina interna (34,4 % en febrero-abril de 2019 vs. 38,0 % en mayo de 2020), acompañado de una baja realización personal (33,6 % vs. 66,4 %; p< 0,01).
Estos datos apuntan a la existencia de un serio problema, que ha sido exacerbado en más de 2 años de pandemia. Esteban-Sepúlveda18 reflexiona que el consumo de sustancias y conductas adictivas en enfermeras, durante la pandemia, afecta de forma directa en los resultados en salud, tanto de los pacientes como de los propios profesionales.
En el presente estudio el acceso a la información sobre la COVID-19 más de 2 horas al día, tuvo un efecto medio en el impacto psicológico. En este contexto cobra solidez el empleo del término “infodemia”, o sea, un aumento del volumen de información relacionada con un tema en particular, que se puede acompañar de manipulación de la información con intenciones dudosas.19
Durante la pandemia se hicieron frecuentes las cadenas de mensajes con información falsa, sin rigor científico, las cuales podían traer consecuencias negativas para la salud de la población;20 otras no se podían refutar totalmente, al carecer de evidencia científica para ello.
El acceso a información sobre la COVID-19 se realizaba por los profesionales sanitarios en los horarios de descanso, o eran forzados a extender el tiempo de acceso por la influencia de redes sociales, programas televisivos y las consultas online de familiares y personas cercanas. Lo cual, en opinión de los autores, incrementa los sentimientos negativos, como el estrés, la angustia y produce una verdadera intoxicación de información, difícil de filtrar y produce un efecto negativo sobre la salud mental. El acceso a la información correcta en el momento oportuno y en el formato correcto, es decisivo.21
Desde los primeros meses de la pandemia en Cuba se adoptaron medidas, para aislar a los pacientes infectados en consultas destinadas a las infecciones respiratorias agudas, centros de aislamiento, policlínicos y hospitales preparados para ello. El personal sanitario asignado a la atención directa de los enfermos se rotaba, con el objetivo de mantener la exposición y los niveles de estrés laboral en el mínimo posible. Ante el incremento exponencial de los casos, resultaron poco efectivos estos protocolos y cada paciente, hasta que no se demostraba lo contrario, era un potencial portador del SARS-CoV-2 en el contexto de las especialidades clínicas y quirúrgicas.
Ser un profesional vinculado a la asistencia directa a pacientes infectados tuvo un efecto medio en el deterioro de la salud mental. Danet Danet22 en una revisión sistemática sobre el impacto psicológico de la COVID-19 en personal de primera línea, reporta que, en servicios de urgencias, unidades de cuidados intensivos, geriatría y neumología, la incidencia de estrés varió desde 37,0 % al 78,0 %. Estos resultados difieren de los de Man;23 mientras que Wu24 observó una prevalencia menor de burnout entre los profesionales sanitarios que trabajaron en primera línea.
Es de interés la variabilidad en las puntaciones del cuestionario de los participantes que tuvieron una persona cercana, fallecida por la COVID-19. Solo el 30,4 % afirmó haberse visto en esta situación, el 22,1 % reportó un impacto psicológico alto, lo que hace teorizar sobre la existencia de una relación causal. Larrota-Castillo25 menciona que en caso de muerte de un ser querido a causa de la COVID-19, no se despliegan estrategias de afrontamiento adecuadas; Ceberio26 añade que a este proceso también contribuye la angustia de no estar presente, la sensación de dejar solo al paciente, cargarse de culpa y la depresión y las ansiedades que genera la incertidumbre de la distancia. En el presente estudio, la pérdida de una persona cercana tuvo un impacto medio en la obtención de un alto puntaje en el GHQ-12.
Como limitaciones del presente estudio se señalan las propias de un diseño transversal que explora asociaciones, pero no permite inferencias de causalidad.
Se concluye que la pandemia de la COVID-19 se asocia a un impacto psicológico alto en el personal sanitario.