Introducción
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la Medicina Natural Tradicional (MNT) como la suma total de los conocimientos, capacidades y prácticas basadas en las teorías, creencias y experiencias propias de diferentes culturas, bien sean aplicables o no, utilizadas para mantener la salud y prevenir, diagnosticar, mejorar o tratar enfermedades físicas y mentales.1) Su desarrollo no se ha limitado a la acumulación de conocimientos derivados de la práctica, sino también al diseño de un cuerpo teórico completo sobre el arte de curar, integrado a los sistemas de salud modernos, lo que ha determinado que los gobiernos de varios países se responsabilicen con elaborar legislaciones al respecto.2
Entre las modalidades de la MNT se encuentra la fitoterapia, la cual constituye la forma de atención médica más antigua que conoce la humanidad.3 De esta práctica milenaria, en Cuba se recogen antecedentes verbales desde la época de los aborígenes.4 De esta forma, se ha conformado una tradición propia en el uso de las plantas medicinales, que alcanzó su máxima expresión en la década del 40 del pasado siglo en la persona de Juan Tomás Roig Mesa (1944); ilustre sabio, botánico, farmacéutico y agrónomo, quien realizó una investigación de gran importancia sobre las propiedades curativas de las plantas cubanas y publicó el resultado de sus investigaciones en su extraordinaria obra en dos tomos titulada Plantas medicinales, aromáticas y venenosas de Cuba.5
Entre las plantas de la flora cubana con propiedades medicinales se encuentra la Petiveria alliacea Linn (anamú), planta natural de la América tropical, específicamente de la selva amazónica y las áreas tropicales de Centro, Suramérica y el Caribe.6 Esta planta contiene numerosos principios activos (flavonoides, ácido benzoico, triterpenos, beta-sitosterol, cumarina, esteroides, taninos, isoarborinol, senfol, etc).7
Al anamú se le atribuyen múltiples propiedades, pero la gran mayoría de los reportes se refieren concretamente a su acción analgésica, proveniente de sus hojas y de sus raíces, estas últimas con un mayor potencial de esta propiedad terapéutica.8) Las hojas de anamú contienen polifenoles, a los cuales se les ha descrito un efecto inhibidor de la ciclooxigenasa-1 (COX-1), y las sustancias inhibidoras de la COX-1 son reconocidas como antiinflamatorias y por su efecto sobre el dolor.9
El dolor es uno de los motivos de consulta más frecuente en la clínica médica y estomatológica. En la atención primaria, el estomatólogo se enfrenta casi a diario con pacientes que sufren algún tipo de dolor, generado en la mayoría de los casos a partir de estructuras dentarias.10
Son varias las enfermedades que llevan a los pacientes a buscar ayuda profesional, la gran mayoría corresponde a procesos o estados inflamatorios pulpares y periapicales debido a la sintomatología dolorosa que los caracteriza; entre ellas se encuentra la pulpitis serosa.
La pulpitis aguda serosa transitoria es un estado inflamatorio amplio de la pulpa dental en el que se detectan células inflamatorias crónicas en el tejido, pero no en suficiente magnitud como para considerar la existencia de exudado.11 La pulpa inflamada conserva la capacidad de repararse una vez que se elimina el factor irritante que desencadena el proceso inflamatorio.
El diagnóstico de esta patología es clínico, determinado por las características que sobre el dolor se obtienen durante la anamnesis y las evidencias de caries, obturaciones defectuosas, secuela de trauma dentario, tratamientos operatorios realizados, abrasión o atrición, enfermedad periodontal, disfunción oclusal y bruxismo, todas ellas obtenidas en el examen clínico.12
El dolor es transitorio, de leve a moderado, provocado por cambios térmicos y otros estímulos. En ocasiones puede ser espontáneo, aunque no continuo. No remite inmediatamente que cesa el estímulo desencadenante y desaparece con analgésicos.
Hasta el presente, la caries dental ha sido el factor etiológico más frecuente en la incidencia de los estados inflamatorios pulpares, ya que sigue siendo la enfermedad que se encuentra más diseminada en los seres humanos con una prevalencia promedio del 90 %.11
La Estomatología utiliza en sus tratamientos medicamentos muy costosos, pues los más importantes son importados de un mercado internacional cuyos precios sobrepasan las posibilidades de compra de los países subdesarrollados, lo que obliga a la investigación y búsqueda de soluciones para la sustitución de medicamentos por otros asequibles, inocuos y más eficientes, por lo que esta investigación tiene como objetivo evaluar el efecto terapéutico de la tintura de Petiveria alliacea Linn (anamú) al 20 % en la remisión del dolor pulpar producto de la pulpitis aguda serosa transitoria durante el periodo de septiembre de 2020 a septiembre de 2021.
Método
Se realizó un estudio de tipo cuasi-experimental en pacientes que acudieron a la consulta de Urgencia Estomatológica del Policlínico Comunitario “Hermanos Martínez Tamayo”, con dolor producto de una pulpitis aguda serosa transitoria, durante el periodo de septiembre de 2020 a junio de 2021.
El universo de estudio estuvo integrado por 42 pacientes, los cuales fueron incluidos en el estudio mediante el método no probabilístico intencionado, siguiendo el orden de recepción en la consulta estomatológica. Fueron excluidos del estudio pacientes con limitaciones mentales, embarazadas y pacientes con tratamiento de anticoagulantes.
Se trabajó con las variables: edad, tiempo de refracción del dolor y efecto terapéutico. Se tuvo en cuenta la edad biológica presente en el momento del estudio y el tiempo en minutos en que se logró el alivio del dolor una vez aplicada la tintura.
Procedimiento: posterior a la eliminación de la causa desencadenante de la pulpitis aguda serosa transitoria, se colocó en la cavidad terapéutica del diente afectado un algodón embebido en tintura de anamú al 20 %. Esta tintura fue elaborada a partir de las hojas de la planta en el laboratorio de producción local correspondiente a la farmacia comunitaria “La Pasada”. La aplicación se realizó hasta conseguir la remisión del cuadro doloroso, para luego proseguir con el sellado de la cavidad con óxido de zinc y eugenol durante 48 horas.
Los datos obtenidos se llevaron a una planilla de vaciamiento como fuente para el procesamiento y análisis de los mismos. El procesamiento estadístico de los datos se realizó mediante estadística descriptiva y como medida de resumen se utilizó el porcentaje.
Para la realización de la investigación se tuvo en cuenta los principios de la Bioética y Ética Médica: beneficencia, no maleficencia, justicia y autonomía. A los pacientes se les explicó detalladamente los objetivos de la investigación, sus características, así como sus beneficios. Se les garantizó la confidencialidad de los datos, los cuales fueron utilizados por los autores sólo con fines investigativos.
Resultados
La tabla 1 evidencia que las edades comprendidas entre los 21 y 40 años fueron las más afectadas por pulpitis aguda serosa transitoria.
El 64,3 % de los casos el dolor logró remitir en los primeros 5 minutos, el 23, 8 % lo hizo en un periodo de tiempo mayor de 5 y menor a 10 minutos, y solo en el 11, 9 % se logró la remisión del dolor a los 10 minutos o más, sin rebasar los 5 minutos posteriores; como se aprecia en la tabla 2.
La tabla 3 muestra que el efecto terapéutico obtenido fue evaluado de favorable en el 64,3 % de los pacientes y, de medianamente favorable, en el 35,7 % restante. En el 100 % de los casos se logró el alivio del dolor provocado por pulpitis aguda serosa transitoria.
Discusión
Este resultado guarda similitud con un estudio realizado por la autora en 2017 sobre los estados inflamatorios pulpares más frecuentes, destacándose las edades comprendidas entre 25 a 34 y 35 a 44 años como las más afectadas (60 %) por estados inflamatorios pulpares reversibles.10
De igual forma, los resultados alcanzados por la autora Núñez Gudás en su estudio “Comportamiento de algunas enfermedades pulpares como urgencias en pacientes de 15 y más años”, revelan predominio del grupo de edad de 19 a 34 años.11
Como se puede apreciar, los autores citados coinciden en que estos estados inflamatorios se presentan con mayor frecuencia en dientes jóvenes. El tejido pulpar y la cavidad que lo aloja sufren variaciones estructurales y funcionales en relación a la edad.12) Estos cambios ocasionan una disminución en la capacidad de respuesta biológica y, como consecuencia de ello, el tejido pulpar con la edad no responde a los estímulos externos como la hace una pulpa joven.13
La dentina secundaria se forma gradualmente al aumentar las tensiones funcionales sobre el diente. Se estima que en el hombre se depositan diariamente 4 um de dentina secundaria, lo que disminuye progresivamente el volumen de la pulpa. La cantidad y calidad de la dentina terciaria que se forma se encuentra relacionada con la duración e intensidad del estímulo. Si la dentina terciaria se forma rápidamente, pueden quedar odontoblastos incluidos.14
La disminución del número de estas células sensitivas disminuirá, a su vez, la capacidad de respuesta de la pulpa frente a la acción de los irritantes locales o terapéutica seleccionada.
Existen investigaciones que señalan que la densidad de los túbulos dentinarios varía de 40 000 a 70 000 túbulos por mm2 y, otras, afirman que los túbulos dentinarios ocupan del 20 % al 30 % del volumen total de la dentina intacta.14) La existencia de los túbulos dentinarios determina que la dentina sea muy permeable en los dientes jóvenes, por lo que estos constituyen una vía de ingreso rápido de microorganismos provenientes de una caries, ante lo que la pulpa responde inflamándose. En la dentina de dientes jóvenes, en donde no se ha terminado de formar el ápice, los túbulos son más amplios y permeables, lo cual facilita aún más la filtración de bacterias o sus toxinas.15
La dentina peritubular se deposita en forma centrípeta en relación al túbulo dentinario, de manera lenta y gradual, y con la edad puede llegar a obliterar parcial o totalmente los túbulos dentinarios, esto que provoca la disminución de la permeabilidad de la dentina y, por tanto, limita la difusión de las sustancias nocivas a través de esta, como son los productos bacterianos, lo que ayuda a proteger la pulpa frente a la irritación.15
Con la obliteración parcial o total los túbulos dentinarios se pierden numerosas prolongaciones odontoblásticas, las que en las proximidades del límite amelodentinario actúan como verdaderos receptores de estímulos físicos y químicos.
Con el paso de los años la pulpa dental también experimenta cambios importantes que modifican su capacidad de respuesta.13) Se produce una disminución gradual de la población celular, quedando reducida a la mitad en pulpas adultas. Ocurre una transformación progresiva del tejido conectivo laxo de la pulpa en tejido conectivo semidenso, ello se debe al aumento de fibras colágenas y a la consiguiente disminución de la sustancia fundamental amorfa.14
Algunos autores han descrito el remplazo de los elementos normales de la pulpa por componentes grasos como un cambio asociado con el paso del tiempo. En las pulpas envejecidas se han podido aislar monoglicéridos, diglicéridos, fosfolípidos, lipoproteínas, colesterol y ésteres de colesterol, las cuales son sustancias que se calcifican, y que pueden dar paso a la formación de dentículos.13
Lo cierto es que con la sustitución del componente celular de la pulpa por tejido fibroso o calcificado quedan disminuidas las funciones sensitivas, reparadora y de defensa de esta.
También se plantea que en las pulpas envejecidas se produce una disminución gradual de la irrigación y de la inervación como resultado de la reducción del volumen del órgano pulpar. Se producen obliteraciones de vasos sanguíneos en estas pulpas.14) Con el paso de los años aumenta la aposición de dentina y de cemento en el ápice, lo que tiende a estrechar el foramen apical original.13) Debido a que el suplemento sanguíneo, linfático y nervioso penetra a la pulpa a través de este foramen, es lógico pensar que con la edad este suministro se comprometa. En dientes extremadamente envejecidos, es posible que la aposición de dentina y cemento cierren completamente la entrada de este suministro.15
A través del tiempo, los nervios pulpares se hacen menos sensibles, esto explica por qué los dientes envejecidos frecuentemente no experimentan dolor.13 Con la disminución de todos los elementos pulpares, circulatorios y nerviosos, al final solo queda en la pulpa prácticamente tejido fibroso. Esta etapa es conocida como fibrosis de la pulpa, fibrosis senil, pulpa atrófica, pulposis o atrofia pulpar senil. En este estado, la pulpa puede mostrar una respuesta disminuida a las pruebas de vitalidad y a la vez funcionar normalmente.14
El conocimiento de todos estos cambios tiene gran importancia clínica, pues la capacidad de defensa en una pulpa joven es mayor al contar con un número más elevado de elementos indiferenciales, capaces de neoformar odontoblastos.
La capacidad de autodefensa o la posibilidad de regeneración del tejido no solo depende de la edad biológica, sino también del estado general de la salud del organismo, la cantidad de trauma ejercido sobre la pulpa y la cantidad de daño tisular, por lo que puede decirse que existen pulpas biológicamente viejas en individuos cronológicamente jóvenes.15
Desde hace mucho tiempo la planta anamú ha sido utilizada de manera tradicional para aliviar el dolor y disminuir la inflamación. De acuerdo a una investigación realizada por Chinese Journal of Integrative Medicine, el anamú reduce los marcadores de inflamación como la interleucina 6, la prostaglandina E2 y el factor de necrosis tumoral alfa.9
Gupta (1995); Germosén-Robineau (1995); Furones, et al. (1996), Cáceres, et al. (1998); Martins, et al. (2000); Coelho, et al. (2001); Rösner, et al. (2001); Ruffa, et al. (2002); Bezerra, et al. (2005) hacen referencia en sus investigaciones al efecto analgésico del anamú.16
Un grupo de investigación en Suecia informó que las hojas del anamú contienen polifenoles, a los cuales se les ha descrito un efecto inhibidor de la ciclooxigenasa-1 (COX-1). Las sustancias inhibidoras de la COX-1 son reconocidas por su efecto sobre el dolor y como antiinflamatorias.17
Phytomedicine: International Journal of Phytotherapy & Phytopharmacology encontró que el anamú puede aliviar de manera relevante el dolor.18
Los estudios de fitoquímica de Petiveria alliacea Linn (anamú), indican que esta planta contiene una diversidad de compuestos biológicamente activos, con variaciones cualitativas y cuantitativas de los compuestos mayoritarios según la región de recolección y la temporada de cosecha, como aceite esencial (Petiverina), glucósidos saponínicos, isoarborinol-triterpeno, isoarborinol-acetato, isoarborinol-cinamato, esteroides, alcaloides, flavonoides y taninos.
Mientras que los análisis químicos de la raíz han revelado cumarinas, bencil-hidroxi-etil-trisulfuro, benzaldehído, ácido benzoico, dibencil trisulfuro, nitrato de potasio, b-sitosterol, isoarborinol, isoarborinol-acetato, isoarborinol-cinamato, polifenoles, tritiolaniacina, glucosa y glicina.9
Otros estudios realizados plantean que el anamú suprime significativamente la secreción de prostaglandina E2, leucotrieno C4, interleucina (IL)-1 β, IL-6, IL-10, interferón gamma óxido nítrico (NO), NO sintasa inducible, IL-1 β, I -4, en células RAW264.7 de forma dependiente de la dosis.7
La diferencia se establece en el tiempo en que se alcanza el alivio del dolor, lo cual puede estar dado precisamente por los cambios morfofuncionales que experimenta la pulpa a medida que envejece o al grado de retracción de esta y la cámara pulpar, producto del tiempo exposición a los irritantes e intensidad de la acción de estos.
El suministro nervioso disminuido de la pulpa, el volumen aumentado de la dentina, la esclerosis de los túbulos dentinarios y demás cambios en el contenido de la sustancia fundamental y del colágeno tiende a hacer que la pulpa sea menos sensible a los estímulos; en este caso, a los principios químicos con acción antiinflamatoria y analgésica identificados en la planta anamú.