INTRODUCCIÓN
El fenómeno del envejecimiento poblacional es un hecho de gran trascendencia social que suscita la atención de múltiples niveles por las enormes consecuencias que se empiezan a notar y que se acentuarán en los próximos años. Se asiste a un cambio profundo en la estructura por edades de la población que comporta un incremento en términos absolutos y relativos del grupo de personas mayores con disminución del grupo de los de menor edad.1
En Europa el 19,7% de la población supera actualmente los 65 años y más, se estima que el crecimiento de personas mayores de 65 años pasará de 101 millones en 2018 a 149 millones en 2050, fundamentalmente en la franja de personas con edades entre los 75 y los 84 años de edad (se calcula que esta franja crecerá un 60,5%).2
El envejecimiento es un fenómeno universal progresivo que se evidencia en las esferas biológica, psicológica, intelectual y social. En cuanto a lo biológico se producen cambios a escala celular y molecular en los órganos y los tejidos y cambios bioquímicos que afectan las capacidades de adaptación, recuperación y defensa del organismo. Se observan cambios biológicos progresivos a nivel estético en todos los órganos y sistemas, en los órganos de los sentidos y en los sistemas neuromuscular, neuroendocrino y conjuntivo. Aparecen problemas de salud física como mayor frecuencia de enfermedades crónicas (hipertensión arterial, diabetes mellitus, etc.), con tendencia a la disfunción y la discapacidad, presencia frecuente de más de una enfermedad, alteraciones en la locomoción por la aparición de las osteoartrosis, enfermedades descompensadas por los mismos estilos de vida inadecuadoscomo las adicciones y la polifarmacia, afecciones por infecciones y procesos neoplásicos y degenerativos.3
La edad aporta diferencias mínimas en la memoria sensorial, primaria y terciaria, no así en la secundaria, en la que se observa una declinación significativa tanto en el recuerdo espontáneo (evocación) como en el reconocimiento. En las personas mayores ocurren quejas frecuentes en la práctica diaria: olvidos de acciones cotidianas al realizar algo, dificultades para recordar nueva información y pérdida del hilo de la conversación. Estas quejas están relacionadas con la destructibilidad y con funciones cognitivas como la atención o la capacidad de aprendizaje. La idea popular de la pérdida de memoria como factor de la vejez muchas veces está asociada a estados depresivos más o menos enmascarados, lo que afecta sensiblemente este proceso cognoscitivo.4
La enfermedad de Alzheimer es la más frecuente de las demencias; sin embargo, la importancia de las demencias de origen vascular no debe ser subestimada.Estas afecciones tienen un gran impacto sobre la vida de los pacientes y también en sus familias. La presencia de disturbios no cognoscitivos como las alteraciones del comportamiento, la agresividad y las alteraciones del sueño, entre otras, aumentan la necesidad de cuidados permanentes y las solicitudes de ingreso en instituciones o residencias geriátricas.5
Los indicadores de calidad de vida son fundamentales para evaluar las distintas tecnologías sanitarias, tanto en la prevención como en el tratamiento, que ayudan a conocer el valor social de las diferentes opciones sanitarias disponibles y facilitan la selección de las más eficientes.6,7
Desde el punto de vista macrosocial deben tenerse en cuenta factores como:
Pérdidas (del cónyuge, amigos, hijos, familia)
Aislamiento, determinado por la soledad física o espiritual y por falta de comunicación
Ausencia de confidente, lo que es importante desde el punto de vista emocional
La inactividad física, que conlleva a frustraciones, vida sedentaria y enfermedades crónicas
Inadaptación a la jubilación (sin una debida preparación psicológica y social supone el paso brusco de una situación activa a otra pasiva e improductivaque puede llevar a que el individuo no encuentre bienestar ni estimulación en las actividades diarias), pueden verse afectadas la situación económica, el estado emocional y la participación social
La insatisfacción con actividades cotidianas, aparecen el síndrome de la vida rutinaria en el anciano,la pérdida de roles sociales, el no querer o no poder ejercer las actividades sociales que antes realizaban y que limitan su radio de acción
Institucionalización, cuando no tienen los soportes sociales necesarios se convierten en generadores de alteraciones emocionales (ansiedad y depresión) de caídas, de deterioro cognitivo, etc.
Condiciones materiales de vida, vivienda y recursos económicos que repercuten en el bienestar y la calidad de vida y la edad avanzada que aumenta la morbilidad y disminuye la salud.2,3,8-11
Desde el punto de vista microsocial la familia juega roles principales como la adaptación para satisfacer las necesidades del anciano y la aceptación por parte de sus miembros de los deseos de los ancianos a partir de reajustes en el estilo de vida que les permitan participar en la discusión de cuestiones familiares.4,5,12
Esta investigación tiene el objetivo de describir las alteraciones biopsicosociales más frecuentes en los ancianos que ingresaron en la Sala de Geriatría del Hospital “Arnaldo Milián Castro” en el período de marzo de 2016 a marzo de 2017.
MÉTODOS
Se realizó una investigación descriptiva con el objetivo de describir las alteraciones biopsicosociales más frecuentes en los ancianos que ingresaron en la Sala de Geriatría del Hospital Clínico Quirúrgico Universitario “Arnaldo Milián Castro” de la Ciudad de Santa Clara, Provincia de Villa Clara, en el período comprendido entre marzo de 2016 y marzo de 2017. La población de estudio estuvo constituida por 926 adultos mayores, fueron excluidos del estudio 42 ancianos que tuvieron una estadía hospitalaria menor de 48 horas y seis pacientes demenciados a los que sus tutores legales no dieron el consentimiento para ser incluidos en este estudio. Los 878 gerontes adoptados como muestra en este estudio formaron parte de este con previo consentimiento informado para participar en la investigación.
Técnicas para la recolección de la información
Para la recolección de los datos primarios se revisaron las historias clínicas y las evaluaciones geriátricas de los estudiados que recogen las siguientes variables: edad, sexo, convivencia, escolaridad, enfermedades crónicas no trasmisibles, trastornos psicológicos, funcionabilidad y diagnósticos al ingreso. Se aplicaron la escala de depresión geriátrica de Yesavage para determinar la depresión y el minimentalstate para el deterioro cognitivo13, el índice de Katz para determinar la funcionabilidad ante las actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y la escala de valoración sociofamiliar de Gijón.
RESULTADOS
En esta investigación del total de pacientes (884) 348 (39,3%) eran mujeres y 536 (60,7%) hombres. El grupo con mayor cantidad de integrantes fue el de 80 y 89 años de edad (302, 34,1%), seguido del de 70 y 79 (238, 26,9%) y del de 90 a 99 años (225, 25,4%).
El mayor número de pacientes vivían acompañados (493, 55,8%). Poco más de la mitad (186, 53,4%) de las mujeres vivían en compañía de otros y residían solas 162 (46,6%) ancianas. En los varones se comprobó un patrón similar: vivían con alguien más de la mitad de los pacientes (307, 57,3%) y vivían solos 229 (42,7%) -Tabla 1-.
La Tabla 2 muestra la relación entre las condiciones de vivienda y el sexo de los pacientes atendidos. El mayor número de pacientes refirió tener condiciones regulares (382, 43,2%) y la menor representación fue la del grupo que tenían buenas condiciones de la vivienda (235, 26,6%). Entre las mujeres predominaron las pacientes que vivían en viviendas con condiciones regulares (178, 51,1%), le siguen las que tienen condiciones de la vivienda buenas (58, 16,7%). En los hombres la mayor cifra fue también la del grupo con condición regular de su vivienda (204, 38,1%) y el menor grupo, con igual comportamiento que en las mujeres, el de los que tenían la vivienda en buenas condiciones (177, 33%).
La enfermedades crónicas no transmisibles más frecuentes en los pacientes estudiados fueron la hipertensión arterial (637, 72,1%), la osteoartrosis (617, 69,8%) y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica -EPOC- (583, 65,9%); las enfermedades que menos padecen estos pacientes son los tumores malignos (190, 21,5%). La mayor cantidad de mujeres padece diabetes mellitus (302, 86,8%); le siguen la EPOC (227, 65,2%) y la osteoartrosis (223, 64,1%); la afección menor son los tumores malignos (77, 22,1%). Entre los hombres hubo un comportamiento similar al patrón general pues la enfermedad predominante fue la hipertensión arterial (426, 79,5%), seguida de la osteoartrosis (394, 73,5%) y de la EPOC (356, 66,4%); la enfermedad con menor prevalencia en hombres fueron, al igual que en las mujeres, los tumores malignos (113, 21,1%) -Tabla 3-.
En la Tabla 4 se muestra la valoración sociofamiliar según el sexo. El mayor número de ancianos pertenece al grupo de los que tenían una situación intermedia (368, 41,6%) y el menor a los que tenían una situación social buena (207, 23,4%). En las mujeres la mayor cantidad quedó agrupada en las que tenían una situación intermedia (223, 64,1%) y la menor correspondió a las que tuvieron una situación social buena (49, 14,1%). Entre los hombres la cifra superior perteneció a los que tenían deterioro social severo (233, 43,4%) y la inferior fue alcanzada por los pacientes con situación intermedia (145, 27,1%).
DISCUSIÓN
La Tabla 1 hace referencia a la distribución de los pacientes según la convivencia y el sexo y muestra que la mayoría de los adultos mayores (de ambos sexos) que ingresan en la Sala de Geriatría viven acompañados.La menor cantidad de ancianos solos está representada por las mujeres, resultado que no concuerda con los de Zayas Somoza y Fundora Álvarez14 porque en su estudio Sarcopenia y su impacto en la calidad de vida la mayor parte de los ancianos estudiados vivían solos y había más hombres que mujeres ni con los de Arredondo Ramírez y Estrada Ramírez12 pues en su investigación ellas obtuvieron un resultado mayoritario por los ancianos que vivían solos. La autora considera que estas cifras tienen explicación en la pobre situación del fondo habitacional de Cuba, pues es un fenómeno particular en el mundo en el que prevalecen las familias numerosas y ampliadas y los adultos mayores, generalmente propietarios de vivienda, permiten la convivencia con los familiares más jóvenes dentro de su hogar.
Según las condiciones de la vivienda y el enfoque de género en la Tabla 2 se observó que el grupo de ancianos más frecuente es el que tienen condiciones de vivienda regulares; el grupo con menor representación fue el de mujeres con buenas condiciones. La bibliografía respecto a este tema al momento de la revisión fue muy escasa; no obstante, la autora considera que influyó en este resultado que los ancianos institucionalizados fueran incorporados dentro del grupo de adultos mayores con buenas condiciones de la vivienda al tener en cuenta las condiciones estructurales de los Hogares de Ancianos.
En la Tabla 3 se presentó la distribución de los adultos mayores ingresados en la sala en el período estudiado según las enfermedades crónicas no transmisibles y el sexo. Las más frecuentes en los pacientes estudiados fueron la hipertensión arterial, la osteoartrosis y la EPOC.
La enfermedad que menos pacientes padecían fueron los tumores malignos. En las mujeres la mayor morbilidad resultó a expensas de la diabetes mellitus, seguida de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y la osteoartrosis; resultaron menos frecuentes los tumores malignos. En el caso de los hombres las enfermedades más frecuentes fueron la hipertensión arterial, la osteoartrosis y la EPOC; fueron menos frecuentes los tumores malignos y la osteoartrosis. En la bibliografía consultada Romero Cabrera15 menciona la osteoartrosis, catalogada como “la hermana pobre de las enfermedades reumáticas”, como la forma más común de artropatía en el anciano y que alrededor del 25 al 85% la padecen.
En los países desarrollados una de cada seis personas sufre de osteoartritis, su incidencia está ligada directamente a la edad, por lo que el aumento de la expectativa de vida deberá conllevar a un incremento de la incidencia de esta enfermedad. La osteoartritis es la enfermedad articular más frecuente de los seres humanos y es fuente mayor de morbilidad, discapacidad y pérdida funcional entre la población general. Hasta el 8% de la población la padece en grado moderado a grave.16
La prevalencia de la EPOC está entre el 2,5 y el 3,5% de la población adulta y llega al 19% en los mayores de 65 años.17 Más del 10,2% de la población española entre 40 y 80 años padece la enfermedad, que es en la actualidad la cuarta causa de muerte en ese país. Es una de las principales causas de mortalidad tanto en Norteamérica como en Europa y el número de muertes por año va en aumento, se estima que en 2020 será la tercera causa de muerte a escala mundial, momento en que la enfermedad será causante del 4,1% de los años de vida ajustados por incapacidad y la quinta causa de incapacidad,18 tema en el que coincide coneste estudio pues resultó más frecuente en hombres que en mujeres.
En la diabetes mellitus, enfermedad que más mujeres padecían, se incrementan también la incidencia y la prevalencia en las personas ancianas, planteamiento que coincide en su totalidad con Yanes Quesada,19 que asegura que a los 75 años aproximadamente el 20% de la población la padece y el 44% de los diabéticos tienen más de 65 años.
En cuanto a los tumores malignos, la incidencia y la prevalencia del cáncer en mayores de 65 años ha aumentado en los últimos años a medida que también ha aumentado la esperanza de vida.
En los últimos años entre los ancianos fallecidos en el Hospital Militar Clínico Quirúrgico “Comandante Manuel Fajardo Rivero” de la Ciudad de Santa Clara, Provincia de Villa Clara, la primera causa de muerte fueron las neoplasias malignas. Es un hecho comprobado estadísticamente que el cánceraumenta su incidencia con la edad. En la literatura médica se confirma que los cambios fisiológicos evolutivos en las personas mayores, la falta de protección frente a infecciones, la acción prolongada de los carcinógenos, el papel de los agentes hormonales, dietéticos y metabólicos, los cambios histológicos de diversos órganos, entre otros, permitenconsiderar a la edad como un factor de riesgo de padecer cáncer y que la vejez, en la medida que se acompaña de comorbilidad excesiva y grave, implica un riesgo añadido.20
En la Tabla 4 se observa la distribución de los pacientes según la valoración sociofamiliar y el sexo. Se puede apreciar que el mayor número de ancianos estudiados tenían una situación sociofamiliar intermedia, y la menor proporción tenía una situación buena. En el caso de las mujeres también el mayor número fue alcanzado por las que tenían una situación social intermedia, mientras que eran mucho menos las pertenecientes a situación social buena. Para los hombres el comportamiento fue totalmente diferente: el mayor grupo respondió a un deterioro social severo, y el menor, a una situación intermedia.
Estos resultados coinciden parcialmente con los obtenidos por Zayas Somoza y Fundora Álvarez,14 pues plantean que la tendencia actual es que los ancianos, sobre todolos ancianos solos, tengan un estatus social bajo, lo que es un inconveniente para la comparación con esta bibliografía porque en el actual no se contempló solo a ancianos con estas características, sino a adultos mayores de cualquier condición social. En Cuba gran número de jubilados y pensionados tienen posiciones económicas más desfavorecidas, lo quecoincide con lo que afirma Vila Pérez:21 la política laboral y salarial tendrá que hacer frente al envejecimiento poblacional y, como efecto, el Estado deberá garantizar no solo el empleo a la población de 60 años y más, sino también deberá implementar medidas que contribuyan al empleo de la población joven acorde con su nivel científico profesional.
CONCLUSIONES
Los ancianos que ingresan en la Sala de Geriatría del Hospital “Arnaldo Milián Castro” se caracterizan mayoritariamente por ser masculinos, por estar en el grupo etario de entre 80 y 89 años y tener escolaridad primaria sin terminar, por vivir acompañados en viviendas con condiciones regulares y estar casados. Predominan la hipertensión arterial como enfermedad crónica no trasmisible. El mayor número de ancianos tiene una situación sociofamiliar intermedia.