INTRODUCCIÓN
A finales del año 2019, en la ciudad de Wuhan, se detectó inicialmente el SARS-CoV-2, cuya propagación se realizó de manera acelerada en todo el mundo.1 A causa de esto, la Organización Mundial de la Salud,2 en marzo del siguiente año, la declaró pandemia mundial. Se reconoce que la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19) no solo ha afectado la salud física de las personas, sino también su salud mental.
En todo el mundo se optaron por medidas para frenar la transmisibilidad y propagación de la COVID-19, como el distanciamiento social y el confinamiento de las personas en sus propios hogares.3 El Estado peruano no fue ajeno a ello y optó por la declaración del estado de emergencia sanitaria, para la quincena de marzo del 2022.4 Pese a estas medidas, el impacto no solo fue sanitario ni económico, sino educativo, lo cual afectó el proceso formativo de los profesionales, especialmente de los que pertenecen al área de salud.3
Para la comunidad estudiantil de las universidades, la migración hacia una nueva forma de enseñanza-aprendizaje a entornos digitales,5 así como las preocupaciones derivadas por la propia pandemia, trajeron consigo afectaciones para la salud mental.6 Como reconoce Rajkumar,7 la paralización de las actividades académicas posicionaron a los estudiantes en un estado de vulnerabilidad respecto a sus aspectos psicológicos y emocionales.
Aunque la salud mental de los estudiantes universitarios siempre ha generado preocupación, por las repercusiones sociales y académicas, e implicaciones en el desarrollo y oportunidades profesionales, la pandemia por la COVID-19 hizo más evidente este problema. De hecho, diversos estudios8,9,10,11) han demostrado que, durante la pandemia, la ansiedad, estrés y depresión han sufrido variaciones en gravedad y frecuencia, y que estos problemas se han asociado a distintos factores que denotan la necesidad de que las instituciones formadoras promuevan el desarrollo de intervenciones preventivas.
La formación en obstetricia es un proceso académico exigente, debido no solo a las demandas académicas y prácticas, sino también a las demandas emocionales, que pueden generar afectación de su salud mental.12 Aunado a ello, los problemas o desafíos económicos, formativos y personales, devenidos por la pandemia generaron un escenario de alta tensión, preocupación y estrés.13 De hecho, diversos estudios14,15) muestran que, durante la pandemia, los estudiantes de partería presentaron niveles de estrés, ansiedad o depresión en distintos niveles.
El desenvolvimiento óptimo de un estudiante requiere de un estado de bienestar físico, social y emocional. Sin embargo, esta crisis sanitaria ha supuesto desafíos críticos para su salud mental, que han afectado su capacidad de afrontamiento y generado, como consecuencia de ello, un impacto psicológico sin precedentes.16,17
Este estudio tiene por objetivo identificar el nivel de estrés, ansiedad y depresión durante la pandemia por la COVID-19 en los estudiantes de una universidad pública.
MÉTODOS
Diseño
Se realizó un estudio descriptivo de corte transversal, en la población de estudiantes de la Escuela Profesional de Obstetricia, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), durante el periodo agosto a octubre del 2021.
Sujetos
La población estudiada fueron 470 estudiantes de obstetricia, matriculados en el segundo semestre académico del año 2021. En el estudio se consideró una muestra de 212 estudiantes, la cual se estimó con el programa Epidat 4,2 a partir de un nivel de confianza del 95 %, una precisión del 5 % y un 50 % de la proporción anticipada. La selección de estudiantes fue no probabilística, por conveniencia; se incluyeron los de la carrera de obstetricia, que cursaban entre el tercer y décimo ciclo, contaban con matrícula para el ciclo 2021-II y desearon participar voltariamente; mientras que, los que refirieron alguna afectación psicológica o psiquiátrica fueron excluidos.
Variables
Para evaluar el estrés se utilizó la escala de Percepción Global de Estrés (EPGE-13) adaptada y validada por Guzmán y Reyes.18 Este instrumento es una escala Likert con 5 alternativas, conformado por 13 ítems. Se compone de 2 dimensiones que poseen una alta confiablidad, la de eustrés (α= 0,79) y distrés (α= 0,77). Las categorías finales se establecieron a partir de una sumatoria de puntajes. Para el eustrés se consideró un nivel bajo (0 y 17 puntos), nivel moderado (10 a 22 puntos) y nivel alto (23 a 28 puntos); para el distrés, un nivel bajo (0 a 9 puntos); nivel moderado (10 a 12 puntos) y nivel alto (13 a 24 puntos).
Para evaluar ansiedad se utilizó la Escala de medición del desorden de ansiedad generalizada-7 (GAD-7), la cual fue adaptada y validada por Camargo y otros;19 también adaptada a la realidad peruana.20 Este instrumento presenta una elevada confiabilidad (α= 0,936). Los 7 ítems fueron tipo Likert, cuya puntuación total varía entre 0 y 21. Se establecieron las siguientes categorías: normal (0 a 7 puntos), leve (8 a 10), moderado (11 a 14 puntos) y grave (15 a 21 puntos).21
Para medir la variable depresión se utilizó el Cuestionario de salud del paciente (PHQ-9) adaptada y validada por Baader y otros.22 Este cuestionario está constituido por 9 ítems y su confiabilidad es elevada (α= 0,835). Las categorías finales de esta variable fueron: normal (0 a 4 puntos), leve (5 a 9 puntos), moderado (10 a 14 puntos), moderado a grave (15 a 19 puntos) y grave (20 a 27 puntos).23
Se describen además las variables: sexo, edad (agrupada en 18 a 20 años, 21 a 25 años, 26 a 30 años y 31 a 35 años), año de estudio (2do año, 3er año, 4to año y 5to año), convivencia familiar (vive con ambos padres, vive solo, vive solo con uno de los padres), y diagnóstico de la COVID-19 (positivo y negativo).
Procedimientos
Estos instrumentos se adaptaron a una versión digital mediante Google Forms. El enlace se distribuyó a los estudiantes durante los horarios de clase, previa coordinación con los docentes de las asignaturas, y a través de los delegados de curso. Este formulario digital tuvo un primer apartado que presentaba el propósito del estudio y señalaba que las respuestas eran anónimas y los datos solo serían utilizados para fines de investigación. Se presentó una opción de identificación del año académico que estaban cursando.
Procesamiento
Se realizó la estimación de frecuencias y porcentajes para las variables categóricas, las cuales se distribuyeron en tablas para su presentación. Para el procesamiento de los datos se descargó el archivo generado por el Google Forms. Esta base de datos se revisó y posteriormente fue analizada con el programa estadístico SPSS versión 26.
Aspectos bioéticos
Esta investigación fue aprobada por el Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Medicina de la UNMSM (Acta de evaluación ética N°0121). Se aseguró la confidencialidad de los datos proporcionados y mediante el uso del consentimiento informado se garantizó la participación voluntaria. Este manuscrito forma parte de una tesis de la Escuela Profesional de Obstetricia.24
RESULTADOS
De los 212 participantes, la mayor parte era de sexo femenino (95,8 %) y tenía entre 21 y 25 años (66 %). El 37,2 % de los estudiantes cursaban el cuarto año de la carrera. Respecto a la convivencia familiar, el 65 % convivía con sus padres y solo 6,1 % vivía solo (tabla 1).
El nivel moderado y alto de eustrés (estrés positivo) se presentó en el 85,8 % y 4,8 % de estudiantes de obstetricia, respectivamente. Por otra parte, el 66 % tuvo un nivel alto de distrés y 15,1 % tuvo un nivel bajo (tabla 2).
Aproximadamente la mitad de los estudiantes de obstetricia tuvo un nivel normal de ansiedad (49 %), además, el nivel grave (18,9 %) y moderado (17,5 %) fueron más frecuentes. La preocupación (81,1 %), incapacidad para relajarse (80,7 %) y la irritación (79,7 %) fueron los síntomas de ansiedad que se presentaron en la mayor parte de estudiantes (tabla 3).
El nivel de depresión leve fue más frecuente en los estudiantes de obstetricia (31,1 %), además, el 22,2 % tuvo depresión moderada y 11,8 % tuvo depresión grave (tabla 4).
DISCUSIÓN
Para los estudiantes universitarios, las disposiciones impuestas por la pandemia de la COVID-19, como el aislamiento social, la interrupción de las actividades presenciales, el acelerado aumento de contagios, la mortalidad en casos graves y, principalmente, la migración a entornos virtuales para la enseñanza aprendizaje, afectaron su salud mental. Fruehwirth y otros25 afirman que el deterioro de la salud mental en los estudiantes universitarios fue muy frecuente durante la pandemia por la COVID-19.
Al respecto, Alkhamees y otros26 concluyen que los estudiantes tienen hasta 5 veces la probabilidad de padecer estrés durante el contexto sanitario. En concordancia con esto, el presente estudio demostró que los niveles de estrés elevados se presentaron con mayor frecuencia (66 %). Esto difiere con Wynter y otros14 y Haririan y otros15 quienes informan que el 40,2 % y 15 % respectivamente, de estudiantes de partería expresaron un incremento del estrés a raíz de la pandemia por la COVID-19.
En un estudio realizado en China27 se encontró que los niveles se ansiedad se mantuvieron normales durante la crisis sanitaria; de igual manera, la presente investigación ha demostrado que la mayor proporción de estudiantes mantuvieron estos niveles. En distintas investigaciones, los estudiantes de partería han experimentado niveles leves y moderados de ansiedad.15,28 En el contexto formativo, estos hallazgos podrían deberse al escaso tiempo para aprender y al proceso de adaptación a las nuevas formas de enseñanza digital.25,29
La crisis sanitaria generó una preocupación en toda la comunidad universitaria, en los gestores educativos, docentes y estudiantes. En esta investigación, los estudiantes han presentado síntomas como intranquilidad e incapacidad para lograr un estado de calma, lo cual puede deberse a la incertidumbre por la adquisición de nuevas habilidades para el desempeño adecuado dentro de su profesión, a partir de la práctica clínica en los establecimientos de salud. En concordancia con ello, Kuliukas y otros30 afirman que los estudiantes de partería sintieron impotencia por la restricción del contacto con los pacientes.
El aislamiento social y la restricción de actividades, acompañados de la rutina de estudio virtual, pudieron generar sentimientos de inutilidad, negativismo y tristeza. Los resultados de este estudio evidencian que la depresión moderada y grave se presentaron en al menos la tercera parte de los estudiantes. Este hallazgo se asemeja a lo señalado por otra investigación13 en la que la se identificaron niveles elevados de depresión.
En general, los hallazgos evidencian la necesidad de que las universidades desarrollen e implementen estrategias preventivas, para la identificación oportuna de estudiantes con riesgo de afectación de su salud mental; además de actividades físicas o culturales que permitan el esparcimiento. Con el retorno gradual a la presencialidad en todos los sectores de la sociedad, se espera que las instituciones formadoras en articulación con los establecimientos de salud, favorezcan una inmersión segura, integral y eficaz de los estudiantes a las aulas y campos clínicos, respectivamente.
Las limitaciones del estudio fueron: la selección no aleatoria de los sujetos de estudio, con lo cual no es posible la generalización de los resultados a toda la población de estudiantes de ciencias de la salud; el sesgo de medición debido a que los instrumentos utilizados se basaron en el autorreporte; además, cabe precisar que estos no permiten determinar un diagnóstico clínico; la mayor parte de la muestra estuvo conformada por estudiantes mujeres y no existen baremos de las variables específicas, para estudiantes de obstetricia.
En conclusión, durante la pandemia por la COVID-19 los estudiantes de obstetricia presentan una afectación a su salud, en distintas magnitudes para cada trastorno, en mayor proporción se evidencia niveles altos de estrés, depresión leve y ansiedad grave, y en este último, los síntomas más frecuentes son la incapacidad para relajarse y la preocupación patológica.