Introducción
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo desarrollado. La insuficiencia cardíaca (IC) constituye el síndrome clínico más frecuente en la evolución natural de estas enfermedades. Es la causa directa de muerte en un elevado número de estos pacientes.1,2
Ningún síntoma o signo es patognomónico de la enfermedad, aunque la presencia de un mayor número de ellos aumenta la precisión diagnóstica. Esta se caracteriza por síntomas cardinales: la disnea y el edema. Estos síntomas son sensibles, pero muy poco específicos, por lo que su evaluación se ve comprometida por una gran variabilidad interobservador.1,2) El término de “insuficiencia cardíaca congestivaˮ (ICC) es utilizado con frecuencia en la práctica médica. Los signos congestivos pueden estar ausentes o ser muy escasos en pacientes sintomáticos, lo que conlleva a subregistro de los casos diagnosticados.3,4,5
La IC ha alcanzado magnitudes epidémicas y constituye uno de los problemas de salud más importantes de la medicina moderna: afecta a más de 20 millones de personas en el mundo; entre el 1 y el 2 % de la población general, y hasta un 10 % de los mayores de 60 años en países desarrollados, la ha padecido o la padece. Es la cuarta causa de hospitalización de la población global.6,7,8,9 La mortalidad a los cinco años de diagnosticada la enfermedad es superior al 50 % y puede llegar a ser de un 50 % anual en pacientes en estadio funcional IV según la escala de la New York Heart Association.10,11,12
Un diagnóstico precoz de IC influye sobre la vigilancia clínica y decisiones terapéuticas evita complicaciones y descompensaciones, lo cual mejora la calidad de vida y supervivencia de los pacientes. Las descompensaciones y hospitalizaciones, encarecen los costos, tanto para el paciente como para el estado.13,14,15,16
El diagnóstico de IC es eminentemente clínico a pesar de los avances tecnológicos actuales, en los cuales los test por imagen y laboratorio se han visto favorecidos. La anamnesis, la correcta observación de síntomas y signos, es decir, la aplicación del método clínico, constituye la clave del diagnóstico.15,16
El paciente pudiese parecer asintomático y la presencia de factores de riesgo de alto impacto para esta enfermedad, alertan para establecer un diagnóstico precoz. El ecocardiograma es un estudio de invaluable para el diagnóstico y toma de decisiones, aunque en ocasiones no es asequible.17
Es experiencia de los autores de esta revisión que el porciento de pacientes que ingresan en salas de medicina interna en nuestro medio, con diagnóstico de insuficiencia cardiaca de “novo” es relativamente alto.18
La investigación tuvo el objetivo de revisar y describir los elementos claves para el diagnóstico precoz de la insuficiencia cardíaca IC.
Métodos
Para la localización, selección y evaluación de estudios primarios, se realizó una búsqueda bibliográfica en las bases de datos Pubmed, SciELO, ESBCO, Cochraney y BVS durante tres meses entre mayo de 2021 al 31 de julio de 2021. Se realizó además una búsqueda en la web médica Medscape.com, heart.org de la AHA (siglas en inglés de la Asociación Americana de Cardiología), secardiologia.es de la SEC (Sociedad Española de Cardiología) y escardio.org de la Sociedad Europea de Cardiología o ESC (siglas en inglés).
Se emplearon las siguientes palabras claves: insuficiencia cardiaca, de novo, heart failure; a través de los motores de búsqueda en Internet, Google Scholar. Se utilizaron operadores booleanos (AND y OR). Los artículos se seleccionaron por título y resumen, se realizó una lectura crítica a un total de 46 artículos seleccionados como citas, con un 71,7 % de los últimos cinco años, y se hizo revisión de bibliografía relacionada con el tema en la biblioteca médica del hospital universitario “Calixto Garcíaˮ.
Se consideraron los artículos con una perspectiva novedosa de acuerdo a la evolución de los conocimientos sobre el tema.
El objetivo fundamental de la búsqueda, es abordar los conocimientos actuales sobre cómo mejorar la certeza diagnóstica de la insuficiencia cardiaca en estadios precoces de instauración. Como gestor de base de datos se utilizó el programa EndNote X3 v 13,0.
Resultados
El término Insuficiencia Cardíaca “de novoˮ hace referencia a aquella que puede aparecer en fase aguda (por ejemplo, en el seno de un infarto agudo de miocardio) o en fase subaguda (gradual) en pacientes con miocardiopatía dilatada que tienen síntomas durante semanas o meses antes de que se confirme el diagnóstico.19 Aunque los síntomas y signos de IC desaparezcan, la disfunción cardiaca subyacente puede permanecer y los pacientes seguirían en riesgo de descompensación recurrente.19
Con el término de IC “de novo”, nos referimos a pacientes sin diagnóstico previo de dicha enfermedad.
La IC se puede definir como un síndrome complejo, caracterizado por anomalías de la función ventricular izquierda y de la regulación neurohormonal, que se acompaña de intolerancia al ejercicio y retención de líquidos.19) Se caracteriza por la presencia de síntomas y signos de hipertensión venosa pulmonar y/o sistémica o de bajo gasto cardíaco, atribuibles a disfunción mecánica de uno o de ambos ventrículos.20
Uno de los principales problemas en el tratamiento de la IC “de novo” es que en las primeras fases, esta enfermedad puede pasar desapercibida. Un pronóstico más grave se origina, si el paciente no está correctamente diagnosticado.21
El reto diagnóstico de la insuficiencia cardíaca
El diagnóstico de IC representa un reto para los médicos por las siguientes razones:
Elevada incidencia y prevalencia de la enfermedad (importancia)
Síntomas y signos poco específicos (dificultad).
Elevada comorbilidad y edad avanzada de los pacientes (complejidad).
Implicación de múltiples profesionales (variabilidad).22
El diagnóstico de IC implica la detección de los síntomas y signos característicos de la enfermedad junto a la evidencia objetiva de disfunción cardiaca en reposo. Respecto a los síntomas y signos, el diagnóstico puede ser difícil. Algunos de los síntomas pueden presentarse en otras enfermedades y muchos de los signos pueden relacionarse con retención hidrosalina y ser por tanto, inespecíficos.23 Estos síntomas y signos pueden ser difíciles de identificar e interpretar en personas longevas, obesos y en pacientes con enfermedad pulmonar crónica. A pesar de estas dificultades, son la clave para la detección precoz de la enfermedad ya que motivan al paciente a buscar atención médica.23
Debido a esa dificultad, demostrar una causa cardiaca subyacente, es esencial para el diagnóstico y para el tratamiento porque existen dos grandes grupos de cardiopatías en las cuales el tratamiento específico modifica de forma drástica el pronóstico: enfermedad coronaria y valvulopatías.23
Clasificaciones de insuficiencia cardíaca en base a un diagnóstico precoz
Existen muchas clasificaciones de IC, pero pocas son aplicables cuando el individuo está asintomático o con escasos síntomas. Por tanto, se hará referencia a clasificaciones como:
La relacionada con la alteración inicial de la función del músculo cardiaco (apoyada en ecocardiograma).
La de la New York Heart Association (NYHA).
La Clasificación de la ACC/AHA (siglas en inglés del Colegio Americano de Cardiología y Asociación Americana del Corazón), basada en la estructura y el daño del músculo cardíaco (a juicio de los autores es muy significativa para un diagnóstico precoz, pues parte de estadios totalmente asintomáticos).
En dependencia de la alteración inicial de la función del músculo cardiaco (evidenciado por ecocardiograma) la IC se clasifica en:
IC sistólica: Hay disminución del gasto cardíaco por deterioro de la función contráctil. Se caracteriza por el deterioro de la fracción de eyección (FE) y la dilatación de la cavidad (cardiomegalia).24
IC diastólica: Hay dificultad en el llenado ventricular por deterioro de la relajación (compliance), con la función sistólica conservada. Esta situación se define por la existencia de congestión pulmonar (y/o sistémica) con FE normal, y generalmente sin dilatación ventricular (ausencia de cardiomegalia).24
Una mejor compresión del síndrome ha conducido a introducir el término de disfunción ventricular sistólica asintomática, también conocida como IC latente, en referencia a las etapas del proceso donde todavía no hay síntomas, pero sí se producen las alteraciones que conducirán al deterioro progresivo de la contractilidad del miocardio.24
Para detectar el mayor número de casos en esta situación pre-sintomática se recomienda la determinación de la FE ventricular izquierda mediante ecocardiografía en todo paciente que haya sufrido un infarto y en los que, de forma casual se encuentre cardiomegalia en una radiografía de tórax o presenten trastornos de la conducción interventricular (especialmente bloqueo de rama izquierda) en un electrocardiograma.25
Según su afectación funcional
La NYHA definió cuatro clases de limitación funcional en base a la valoración subjetiva que hace el médico sobre la presencia y severidad de la disnea se distingue:26
Clase funcional I: Actividad ordinaria sin síntomas. No hay limitación de la actividad física.
Clase funcional II: El paciente tolera la actividad ordinaria, pero existe una ligera limitación de la actividad física, apareciendo disnea con esfuerzos intensos.
Clase funcional III: El paciente puede realizar actividad física inferior a la ordinaria, está notablemente limitado por la disnea.
Clase funcional IV: Hay disnea al menor esfuerzo o en reposo, y es incapaz de realizar cualquier actividad física.
Esta clasificación tiene gran valor pronóstico y se utiliza como criterio decisivo en determinadas intervenciones terapéuticas médicas y quirúrgicas. Además, permite seguir la evolución y la respuesta al tratamiento.27
Clasificación de la ACC/AHA (basada en la estructura y el daño del músculo cardíaco)12,28
En los últimos años, los estudios clínicos se han encaminado a identificar criterios para un diagnóstico precoz y buscar modelos terapéuticos encaminados a mejorar la calidad de vida de los enfermos, así como su supervivencia. Han surgido clasificaciones que posibilitan la atención primaria, encaminada a la prevención y secundaria cuando ya el síndrome se ha manifestado clínicamente.29
Esta clasificación del síndrome de IC en estadios (A, B, C y D), tiene como elemento muy interesante, considerar los enfermos que aún no han desarrollado el síndrome, pero, potencialmente, en un momento determinado pueden desarrollarlo.30,31,32
Pacientes en estadio A
Pacientes con alto riesgo de presentar IC. Esos pacientes no tienen anormalidades estructurales o funcionales identificables a nivel del pericardio, miocardio, o aparato valvular y nunca han tenido signos o síntomas de IC. En este grupo se encuentran sujetos hipertensos, con cardiopatía isquémica, diabetes mellitus, son susceptibles de un tratamiento preventivo, que resulta importante si se quieren ejercer acciones inclinadas a disminuir la mortalidad por enfermedades cardiovasculares.30,31,32
Pacientes en estadio B
Pacientes que han desarrollado enfermedad cardiaca estructural fuertemente asociada con la presencia de IC; pero que nunca han mostrado signos o síntomas de IC. Es el caso de los pacientes que han sufrido un infarto cardíaco, tienen una enfermedad valvular asintomática u otras patologías susceptibles de desarrollar el síndrome. Este estadio, como el anterior, forma parte de la prevención primaria del síndrome de IC.30,31,32
Pacientes en estadio C
Pacientes que presentan actualmente o han presentado previamente signos o síntomas de IC asociados con enfermedad estructural cardiaca subyacente. Esta etapa forma parte de lo que llamamos prevención secundaria, tendiente a conseguir calidad de vida y prolongar la supervivencia.30,31,32
Pacientes en estadio D
Pacientes con enfermedad cardiaca estructural avanzada y marcados síntomas en reposo de IC pese a terapia máxima y que requieren intervenciones especializadas. Como la etapa anterior forma parte de la prevención secundaria del síndrome.30,31,32
El estadio A incluye a personas con alto riesgo de padecer el síndrome. El Estadio B corresponde a la disfunción ventricular izquierda asintomática, y que el estadio C engloba a las cuatro clases funcionales de la NYHA. Los del estadio D son evidentemente casos de IC avanzada, o refractaria al tratamiento, que requieren internación y terapia de sostén con medicaciones intravenosas, y eventualmente asistencia mecánica.12,28,32
La opinión de los autores en esta última puede ser la más empleada pues resulta aplicable desde la atención primaria, se establece una visión global de la enfermedad por estadios que permite considerar prevención, diagnóstico, estratificación del riesgo y tratamiento. La presencia de factores de riesgo (estadio A) conduce a la aparición de una cardiopatía (estadio B), que supone el principal factor de riesgo para la aparición de síntomas de IC (estadio C), cuya evolución natural es la progresión a estadios avanzados de la enfermedad (estadio D).
Diagnóstico precoz de insuficiencia cardíaca
El diagnóstico de la IC tiene dos componentes principales: la historia clínica y las exploraciones específicas.33
Historia clínica
Permite identificar síntomas y signos sugestivos de IC en las consultas iníciales. En la mayoría de los casos son de tipo congestivo; la disnea por congestión pulmonar y los edemas por congestión periférica son los más habituales, aunque en ocasiones el paciente refiere síntomas poco específicos, como cansancio o fatigabilidad.
La anamnesis posterior debe permitirnos realizar una aproximación más precisa sobre la probabilidad de que el paciente tenga IC, y para ello es necesario considerar:
Antecedentes o probabilidad a priori de IC. La existencia de factores de riesgo cardiovascular (CV), edad avanzada o una enfermedad cardiaca previa incrementan las probabilidades de presentar una IC.
Síntomas y signos recogidos en una anamnesis y exploración dirigidas, cuya presencia apoya el diagnóstico de IC, pero su ausencia no permite excluirla. El diagnóstico clínico tiene un valor limitado.
Exploraciones específicas esenciales
Para establecer el diagnóstico de IC, la historia clínica debe complementarse con pruebas complementarias que resultan esenciales sobre todo para un diagnóstico precoz. El diagnóstico debe contemplar además la identificación de factores precipitantes y factores pronósticos que no serán abordados en esta revisión.
Factores de riesgo para la insuficiencia cardíaca
En países desarrollados, la hipertensión arterial (HTA) y la cardiopatía isquémica se han identificado como las causas más importantes de IC. La enfermedad coronaria como la causa subyacente en dos tercios de los pacientes con disfunción ventricular izquierda.34
Diferentes estudios han identificado varios factores de riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca, entre los que destacan los siguientes:34,35,36 La HTA, hipertrofia ventricular izquierda, edad, sexo, riesgo de tromboembolismo venoso (TEV), tabaquismo, dislipidemia, diabetes mellitus, obesidad y alcoholismo.
Síntomas y signos que mejoran su precisión diagnóstica
El diagnóstico sigue es eminentemente clínico, y se apoya en la evidencia objetiva, mayormente ecocardiográfica, de disfunción mecánica del corazón, de carácter sistólico, diastólico u obstructivo. Éste debe contemplar la búsqueda de factores etiológicos, precipitantes y pronósticos; además se refuerza por la respuesta favorable al tratamiento instaurado.36,37
En el estudio Framingham se definen una serie de criterios mayores y menores, exigiéndose la presencia de 2 criterios mayores o, uno mayor y dos menores para realizar el diagnóstico clínico de IC6,37 (Tabla 1).
Complementarios de utilidad ante su sospecha
Todo paciente con sospecha de IC no diagnosticada con anterioridad y tras una minuciosa historia clínica y una exploración física detallada, debe ser sometido a un estudio inicial que debe incluir:37,38
Electrocardiograma
El electrocardiograma proporciona información diagnóstica de enfermedades cardíacas previas predisponentes y causales. Un electrocardiograma en reposo normal, no excluye la posibilidad de este síndrome. Es así como hasta un 2 % de los pacientes sin historia de enfermedad coronaria previa y electrocardiograma normal presentan, de todos modos, un cuadro coronario agudo el cual puede ser causa de IC. De ahí la importancia de integrar la información electrocardiográfica con datos de la anamnesis y examen físico, así como de la obtención de electrocardiogramas seriados y de muestras sanguíneas para marcadores de IC como péptido natriurético.32
Dentro de las alteraciones del ECG, la presencia de bloqueos de rama, signos de hipertrofia ventricular o crecimiento de cavidades son los signos más específicos. Especial atención requiere la duración del QRS: es normal por debajo de 120 ms, pero por encima de este valor puede estar reflejada la afectación del miocardio ventricular o asincronía en la contracción.32,35
Estudios humorales
La analítica aporta información de dos tipos por una parte, la que nos orienta hacia determinados factores etiológicos o de descompensación de la enfermedad y por otra, información sobre la repercusión de la IC y de su tratamiento en la situación hemodinámica y el balance hidrosalino. También ayuda en el diagnóstico diferencial.35,36
Los estudios diagnósticos habituales del paciente con IC crónica incluyen hemograma completo (serie roja, blanca y plaquetas), electrólitos, creatinina, glucosa, enzimas hepáticas y análisis de orina. Se tomarán en consideración pruebas adicionales para la valoración de la función tiroidea dependiendo de los hallazgos clínicos. En exacerbaciones agudas, el infarto de miocardio puede excluirse mediante el análisis de enzimas miocárdicas específicas.36,37
Biomarcadores de falla cardíaca
Aunque el diagnóstico de la falla cardíaca es, y deberá ser siempre, basado en una historia clínica y una exploración física exhaustiva, se ha demostrado que las pruebas complementarias que respaldan el juicio clínico mejoran la exactitud del diagnóstico y facilitan el pronóstico y el tratamiento de los pacientes. Para que resulten útiles, estas pruebas complementarias deben ser de acceso rápido, fáciles de interpretar, adicionales a las variables clínicas y otras pruebas objetivas, y tener una relación costo-efectividad favorable. En la última década han aparecido varios biomarcadores que facilitan el diagnóstico, la estratificación del riesgo y el tratamiento de la IC.38
Los biomarcadores son moléculas circulantes que se determinan mediante análisis que quedan fuera de las pruebas rutinarias habituales.37) Entre los utilizados en la insuficiencia cardíaca, los péptidos natriuréticos (PN) son los mejor estudiados y validados, y constituyen el patrón de referencia con el que se comparan todos los demás marcadores para esta enfermedad.38
Péptidos natriuréticos
La presencia de valores bajos de péptidos natriuréticos (PN) apoya la exclusión de la IC con un valor predictivo negativo superior al 95 %, mientras que la de niveles elevados apoya el diagnóstico de IC, pero no es suficiente. Los PN son moléculas con múltiples efectos biológicos favorables, clasificados como tipo A o auricular, tipo B o cerebral y tipo C o endotelial.38
Tipos de péptido natriurético tipo B
Los PN tipo B son los de mayor utilidad clínica. La producción de PN tipo B está regulada de forma mecánica por el incremento de tensión en los cardiomiocitos y es proporcional al grado de aumento de volumen o presión dentro de las cavidades cardiacas.38
En la circulación existen 3 formas mayoritarias de PN de tipo B: El NT-proBNP de 76 aminoácidos, biológicamente inactivo; el BNP de 32 aminoácidos, biológicamente activo; y la molécula precursora, proBNP, de 108 aminoácidos cuya actividad biológica es aproximadamente un 10 % de la de BNP.38
Estos PN de tipo B son producidos en aurículas y ventrículos. El ventrículo izquierdo es la principal fuente, pero la producción por parte de las aurículas es significativa. La vida media de BNP es de 21 min y la de NT-proBNP de aproximadamente 70 min. Por este motivo, la concentración de NT-proBNP es superior a la de BNP.38
Cuatro son los momentos clave en la falla cardíaca donde tienen especial valor la cuantificación de los PN: para hacer el diagnóstico, para evaluar pronóstico, durante el seguimiento y tratamiento, y para la continuidad asistencial.39
Diagnóstico
Su medida, añadida al juicio clínico, mejora la precisión diagnóstica respecto al juicio clínico aislado ante situaciones de incertidumbre. Su utilidad ha sido estudiada en pacientes donde la disnea es el síntoma principal de consulta, y viene principalmente determinada por el elevado valor predictivo negativo para excluir IC, especialmente en pacientes sin un diagnóstico previo.38
En resumen un valor elevado de BNP > 400 pg/mL, independientemente de la edad, debe hacer considerar el diagnóstico de IC como probable, con un valor predictivo positivo del 86 %.39
Urgencias
La medida de las concentraciones de PN tipo B debe realizarse en todos los pacientes que acuden por disnea, en quienes existe sospecha de IC «de novo» (sin diagnóstico previo establecido).39
De forma ambulatoria
La medición de las concentraciones de PN debe ser accesible en las consultas ambulatorias a criterio médico en pacientes que presentan sospecha clínica de IC «de novo». Se recomienda indicar a los pacientes con duda diagnóstica, tras la valoración clínica inicial y que el resultado esté disponible, antes de 48 h de la obtención de la muestra. Este resultado debe servir para excluir la enfermedad, si es menor que los valores de referencia (NT-proBNP<125 pg/mL y BNP <35 pg/mL); pues las concentraciones inferiores tienen un valor predictivo negativo entre 96-99 %. Su solicitud inicial es preferible a la ecocardiografía (por accesibilidad y coste económico), especialmente si esta última tarda más de 7 días en realizarse; además, un valor superior a los de exclusión hace recomendable el inicio del tratamiento para la IC, y la indicación del ecocardiograma para definir la presencia de cardiopatía.39
Otros biomarcadores
Troponinas
Las troponinas cardíacas son proteínas contráctiles del miocardiocito que se liberan a la circulación cuando existe daño celular aunque también se elevan en situaciones distintas a la enfermedad coronaria, e indican daño miocárdico. La presencia de troponinas circulantes, incluso a baja concentración, debe ser interpretada como una señal de alarma de un mayor riesgo de muerte en pacientes con IC.40
ST2 soluble
Supresor de tumorigenicidad (ST2) es miembro de la familia de receptores de interleucina-1 (IL-1). Es una proteína que se eleva en los estados de tensión mecánica de los miocitos cardíacos y se ha demostrado que desempeña un papel importante en la hipertrofia y la fibrosis miocárdicas. Las concentraciones de ST2 soluble mostraron una intensa asociación con la gravedad de los síntomas y la mortalidad a corto y largo plazos.41
Galectina-3
Es un péptido soluble que secretan los macrófagos durante la fagocitosis, que secretan colágeno, y es un importante mediador en la fase inicial del proceso que conduce a la fibrosis cardíaca; además, se ha demostrado que está elevada en pacientes con IC aguda, por lo que representa un biomarcador pronóstico para eventos adversos futuros como muerte y rehospitalización.42
Región media de proadrenomedulina (MR-proADM)
Aislada por primera vez de las células de feocromocitoma humano, la adrenomedulina es una hormona peptídica con efectos natriuréticos, vasodilatadores e hipotensores, mediados por monofosfato de adenosina cíclico (cAMP), óxido nítrico y sistemas de prostaglandina renal. Se expresa en muchos sistemas de órganos y tejidos, incluidos los tejidos cardiovascular, renal, pulmonar, cerebrovascular, gastrointestinal y endocrino.43
Biomarcadores renales
La disfunción renal en pacientes con IC aguda descompensada es frecuente. Es importante determinar elevación de la urea y la creatinina plasmáticas así como la reducción de la tasa de filtración glomerular. Se han evaluado nuevos biomarcadores, como la cistatina C o la proteína traza beta (BTP, por sus siglas en inglés), por su capacidad de predicción en la mortalidad en la IC aguda descompensada. También se han obtenido buenos resultados con la lipocalina asociada a la gelatinasaneutrofílica (NGAL), la N-acetil-beta-D-glucosaminidasa y la molécula de lesión renal-1.44
Estudios imagenológicos
En la radiografía simple de tórax nos permite valorar si existe cardiomegalia y signos de congestión pulmonar. En ocasiones, puede mostrar signos de edema pulmonar debido a disfunción ventricular, en otros casos puede revelar un mediastino más ancho que lo habitual, ayuda a plantear la posibilidad de una disección aórtica. La radiografía es útil también ante la sospecha de complicaciones o factores precipitantes como neumonía o tromboembolismo pulmonar.45
El ecocardiograma es la prueba más útil y disponible para establecer el diagnóstico en pacientes con sospecha de IC. Constituye una técnica no invasiva y segura que proporciona información muy fiable sobre la anatomía cardiaca, movilidad de las paredes, función sistólica y diastólica ventricular, función valvular y la existencia o no de hipertensión pulmonar. Se recomienda para confirmar la presencia de IC. En determinadas circunstancias la accesibilidad a la técnica puede verse limitada, especialmente en medios ambulatorios no especializados, por falta de disponibilidad y costes.46
En relación con las alteraciones de la función sistólica, el cálculo de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo (FEVI) es esencial para clasificar al paciente con IC y determinar la estrategia de tratamiento más adecuada.46
Es una herramienta fundamental y rutinaria en la evaluación de los pacientes con cardiopatías, como elemento indispensable de apoyo a la exploración física, para juntos proporcionar los datos más importantes que se requieren a la toma de decisiones.
La resonancia magnética nuclear (RNM) es una alternativa a la ecocardiografía en los casos en los que ésta proporciona imágenes de baja calidad y en los casos en los que el estudio del tejido miocárdico sea muy importante, como en las miocarditis o la enfermedad infiltrativa.46
Se concluye que el diagnóstico precoz de IC permitirá disminuir el número de pacientes que llegan a la atención secundaria sin diagnóstico previo (IC “de novo”). Existen clasificaciones que diagnostican estadios tempranos de la enfermedad, es a nuestro juicio, la clasificación de la ACC/AHA la que más se debería aplicar, en este sentido, en la atención primaria. La aplicación del método clínico constituye la clave del diagnóstico. El ecocardiograma debe emplearse como herramienta rutinaria ante una persona con factores de riesgo, además contribuye en el diagnóstico etiológico, estructural y funcional. Identificar el tipo de disfunción predominante es clave para el enfoque. Es muy útil la determinación de las concentraciones circulantes del péptido natriurético tipo B (BNP) y del fragmento proN-terminal para el diagnóstico de la disfunción ventricular izquierda. Este biomarcador debería estar accesible en las consultas ambulatorias para pacientes que presentan sospecha clínica de IC «de novo», pero no siempre está disponible en algunos centros médicos.