Introducción
Se considera síndrome de torsión cuando se tuerce un órgano -excepto cualquier parte del sistema digestivo- sobre su eje vascular, con afectación, de no tratarse en el momento adecuado, de la viabilidad del órgano.
Varias clasificaciones incluyen el síndrome de torsión como causa de abdomen agudo quirúrgico, y dentro de estas afecciones se citan la torsión de quistes de ovarios, de tumores pediculados, epiplón, apéndices epiploicos y afecciones menos frecuentes como la torsión esplénica.1,2,3
La torsión esplénica ocurre más frecuentemente en el llamado bazo errante, vagabundo, ectópico, flotante, en el que existe anomalías en los medios de fijación del bazo (ligamentos esplenofrénico, gastroesplénico, esplenorrenal y esplenocólico), ya sea su ausencia o hiperlaxitud, lo que provoca una mayor movilidad de este órgano y causa su descenso o su torsión.4
El bazo se considera el mayor órgano linfoide del cuerpo humano en niños y su función inmunológica es muy importante en este grupo etario, en la regulación de la inflamación, en la inmunidad innata y adaptativa, además de su función de filtración de la circulación, hematopoyética y en la hemostasis.5,6
El objetivo de este trabajo fue informar sobre la evolución de una paciente tratada por torsión de un bazo errante.
Presentación del caso
Se trata de una paciente de 8 años de edad, femenina, de color no blanco de la piel y con antecedentes de dolor abdominal crónico recurrente de cinco meses de evolución, de poca intensidad en hipocondrio izquierdo y flanco lateral izquierdo, que acudió al Servicio de Urgencias del Hospital Pediátrico de Cienfuegos “Paquito González Cueto”, con dolor abdominal agudo, intermitente, de 48 h de evolución, acompañado de vómitos, primero alimentarios y después biliosos.
Al examen físico, como datos positivos, se trata de una niña con apariencia general de estar enferma, y al examen físico del abdomen se detectó dolor a la palpación superficial en cuadrante superior izquierdo, con una masa palpable en flanco lateral del mismo lado, de bordes regulares, de aproximadamente 3 cm, por debajo del reborde costal, sin seguridad de signos de irritación peritoneal.
Como exámenes diagnósticos se le indicó:
Ultrasonido abdominal, que informó esplenomegalia de 2-3 cm por debajo del reborde costal, homogénea. Con el Doppler se constató disminución del flujo sanguíneo esplénico.
Tomografía contrastada de abdomen, que informó bazo en flanco lateral izquierdo, que horizontalizado no captó contraste (fig. 1).
Con los resultados imagenológicos y estabilizada la paciente, se anunció para tratamiento quirúrgico con el diagnóstico de torsión esplénica y se le realizó antibioticoterapia profiláctica con cefazolina (40 mg/kg/dosis).
En el acto quirúrgico se confirmó el diagnóstico preoperatorio, se encontró un bazo errante, sin ningún medio de fijación, excepto el hilio esplénico, con una vascularización magistral -vasos esplénicos que se ramifican en vasos terminales y polares cerca del hilio del bazo-, torcido, aumentado de tamaño, consistencia firme y de coloración oscura (fig. 2).
En el acto quirúrgico se destorció el bazo, el cual recuperó su color normal casi en su totalidad y se apreció disminución progresiva del tamaño del órgano (fig. 3).
Como complemento del tratamiento se logró fijar el órgano desde remanentes del ligamento esplenocólico a la pared abdominal, con escarificación de dicha pared. Al terminar la operación, el bazo quedó ubicado en hipocondrio izquierdo y no se palpó esplenomegalia.
La evolución de la paciente resultó satisfactoria, y un año después de su operación no se constataban complicaciones.
Discusión
El bazo errante es una malformación rara con incidencia de 0,2 %, más frecuente en el sexo femenino y edad promedio de 25 años, con dos picos de incidencia, antes del primer año de edad y en la tercera década de la vida.2
El bazo errante puede cursar asintomático, manifestarse solamente como una posible esplenomegalia -cuando lo que se palpa es el bazo descendido más frecuentemente en flanco lateral izquierdo-, y ser causa de dolor abdominal crónico recurrente por posibles eventos de torsión-destorsión, como en este caso. También puede presentarse como un abdomen agudo por torsión del pedículo esplénico, donde las manifestaciones clínicas más frecuentes resultan el dolor abdominal intermitente y los vómitos, con asociación a tumoración palpable; además, puede involucrar a estructuras vecinas y se describe la asociación de torsión esplénica con pancreatitis, vólvulo gástrico y obstrucción intestinal.4,7
En los complementarios diagnósticos de torsión esplénica, el inicial debe ser el ultrasonido Doppler, en el que se determina la posición del bazo y su vascularización. En algunos centros con experiencia este diagnóstico puede ser suficiente para un diagnóstico definitivo y realizar tratamiento. La mayoría de los autores, por lo infrecuente de esta afección, realizan tomografía contrastada computarizada o resonancia magnética nuclear.1,2,8
El tratamiento de la torsión esplénica resulta quirúrgico, ya sea por laparotomía o cirugía laparoscópica. Dependiendo de la viabilidad del bazo después de su distorsión se realiza esplenectomía o esplenopexias, como la colocación del bazo en una bolsa extraperitoneal en el epiplón o el uso de malla absorbible para fijar el bazo en su ubicación anatómica normal.1,4,9
Se concluye que la torsión esplénica, aunque infrecuente, debe sospecharse en pacientes con dolor intermitente y masa palpable, principalmente en flanco lateral izquierdo. La tomografía contrastada resulta el examen diagnóstico de elección y se requiere de un diagnóstico temprano para poder conservar el bazo, órgano muy importante para una mejor función inmunológica en los niños.