INTRODUCCIÓN
Desde la economía clásica Marx hizo del desarrollo económico uno de los temas centrales de su teoría social; obras como: Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía y El Capital, exponen su preocupación por las desiguales condiciones de apropiación de las riquezas y enfatizan en la necesidad del cambio con la crítica al orden existente. Uno de sus mayores aportes al pensamiento social fue descubrir la Ley del desarrollo de la historia humana, así como la sociedad burguesa -sus clases, contradicciones y relaciones- que se engendró (Engels, 1883).
Una de las ideas más significativas de su teoría social y que hoy continúa orientando los análisis del desarrollo radica en el ordenamiento económico que gira en torno a la contradicción fundamental entre capital y trabajo. Es una herramienta sociológica que contribuye a entender al análisis crítico histórico y reorientar la teoría del desarrollo hacia la justicia social, la equidad, el bienestar y la inclusión social. Un análisis sucinto de su teoría para enriquecer los constructos de la sociología condiciona explicar la dialéctica entre los cambios tecnológicos y el modo de producción para comprender el cambio social; establecer los mecanismos que permiten el estudio de las relaciones sociales, sus contradicciones y vías para el mejoramiento humano. Su dialéctica, como método científico, es el principal recurso teórico y metodológico para el análisis de la sociedad actual y las relaciones de clases que afloran con la división social del trabajo (Borón, Amadeo & González, 2006).
[…] el regreso a Marx supone, como punto de partida, la aceptación de un permanente “ir y venir” merced al cual las teorías y los conceptos de la tradición marxista son aplicados para interpretar y cambiar la realidad, y, simultáneamente, resignificados a la luz de la experiencia práctica de las luchas populares y de las estructuras y procesos que tienen lugar en el marco del capitalismo contemporáneo. (Borón, Amadeo & González, 2006, p. 36)
La teoría crítica de Marx resulta el necesario horizonte desde donde la sociología latinoamericana y cubana ha desplegado sus acciones reflexivas para desentrañar la profunda madeja de relaciones que hoy caracterizan a nuestras sociedades. Más allá de las consideraciones que se exponen en este apartado, estas reflexiones confirman la supervivencia de la teoría social como una tradición intelectual y política para explicar los procesos de rupturas y cambios que nos acompañan en nuestras indagaciones empíricas y conceptuales.
Ubicar a Marx es hacerlo regresar a los nuevos escenarios y contextos, no solo para consolidar su valía, sino para enriquecer sus postulados. Esta perspectiva del pensamiento marxista se asume para el análisis sociológico sobre el desarrollo local, la que afianza la necesaria presencia de la tradición en las investigaciones sociales que se han realizado en Cuba y, a su vez, constituye herramienta para el debate, la reflexión y la crítica.
DESARROLLO
El desarrollo local y su impronta en las investigaciones sociales cubanas
En las condiciones de nuestro archipiélago, los problemas del desarrollo económico, social, político y cultural tienen una larga data en la reflexión de las distintas disciplinas sociales que a tales temas se vinculan, y que están relacionadas no solo con las preocupaciones teóricas, sino también con las gubernamentales.1
Los crecientes problemas estructurales que afloraron a partir de la década de los noventa del pasado siglo xx y asociados a las precariedades de las condiciones de vida de sectores poblacionales, los desiguales accesos al empleo -mejores y mayores ofertas se concentran aún en la región occidental-, el deterioro del fondo habitacional, la violencia de género, la marginalidad y una mayor visibilidad de grupos humanos en riesgo, y desigualdades territoriales, constituyeron temas de interés para una sociología cubana que comenzaba a incorporar perspectivas analíticas necesarias para la comprensión del desarrollo local como un concepto complejo que requiere acercamientos plurales.2
En estas condiciones se revaloriza el rol de lo local en el enfrentamiento de la problemática de los territorios, se desarrolla un mayor funcionamiento participativo de las distintas instancias sociales, que se revierte en una mayor flexibilidad de los nexos entre las instituciones estatales y las organizaciones sociales. Esto inicia un proceso de su perfeccionamiento como canales de transferencia de poder a los diferentes sectores, con la consiguiente multiplicación del protagonismo social (Fernández & Núñez, 2020).
La crisis y la reforma de los noventa del pasado siglo xx hicieron emerger con gran fuerza la relevancia del escenario territorial-local, como espacio de heterogeneidad social, de expresión de desventajas y desigualdades, y de toma de decisiones estratégicas. En la segunda mitad de los noventa se realizó un conjunto de estudios que permitiera inferir direcciones generales de la heterogenización territorial que se había venido produciendo en el país. Las oportunidades de inserción en la reforma económica y los impactos sociales de esta tienen un marcado carácter de selectividad y diferenciación territorial, y ha tenido como efecto la expansión de proyectos e iniciativas locales de naturaleza diversa y el reforzamiento de los programas sociales con base en los servicios públicos comunitarios (Espina, 2001; Labrada, 2008; Álvarez, 2008; Hernández, 2015).
En los primeros años del actual siglo xxi, las ciencias sociales cubanas han aportado experiencias desde enfoques diversos y contextos geográficos diferentes. Trabajos como los de Ravenet, 2006; Fleitas y Rojas, 2004; Caballero y Yordi, 2004; Alonso y Pérez, 2004; Caño, 2005; Arias y Ciro, 2008; Guzón, 2006; Espina, 2006; Núñez, 2006; Martínez y Hernández, 2013; Limia, 2011; Suset, Miranda, Machado, González y Nicado, 2013; y Zabala, 2014, incorporan elementos que enriquecen la concepción teórica y metodológica: el espacio, el territorio, la participación, lo rural, la perspectiva de género, el cooperativismo, la sostenibilidad alimentaria, la exclusión y la vulnerabilidad como ejes de explicación del desarrollo. Existe, por consiguiente, una extensa información sobre el concepto, lo cual apunta a subrayar su carácter estratégico en materia de políticas para el desarrollo (Martínez, 2016).
Desde el enfoque integrador de la Sociología y combinando métodos cuantitativos y cualitativos, se está en presencia de una enjundiosa información que da cuenta de una nueva epistemología para repensar lo social, y una reconceptualización crítica del desarrollo local. Se ha podido apreciar la diversidad de criterios expresados por diferentes autores en relación con el concepto de «desarrollo local», lo que evidencia que ha ido impregnándose de heterogeneidad. Así, al mismo tiempo que se amplía el horizonte de aplicación, se engloban en él nuevos elementos, por lo que buscar una definición cerrada de este carecería de sentido cuando se toma en consideración la amplia y diversa producción intelectual en torno a él.
¿Qué se entiende por «desarrollo local» para la sociología cubana?
Los acercamientos y debates sociales dejan claro que el desarrollo local es un proceso (Espina, 2006) de múltiples dimensiones (económica, cultural, institucional, ambiental, social y espacial), que se constituyen en relaciones complejas. Como apuntan Guzón y Hernández (2015), «[…] hablar de desarrollo local en Cuba en los momentos actuales no resulta una novedad, sobre todo, porque en los últimos años ha tomado fuerza el papel de la escala local de la gestión del desarrollo» (p. 105). Esto cobra mayor relevancia al establecer correlación entre un concepto de desarrollo local asumido como bien público (Torres, 2018), las realidades de las localidades, la gestión de los decisores gubernamentales y las políticas sociales.
Las investigaciones sociales y los acercamientos sociológicos a las problemáticas de nuestra sociedad que en los últimos veinte años se han venido realizando, se presentan como constructos del desarrollo local.
Treinta años atrás, la realidad era otra […] si bien por mucho tiempo, el énfasis estuvo en un modelo económico y social predominantemente centralista y vertical en cuanto a recursos y decisiones; en la última década, la tendencia a la descentralización significa un punto de giro. (Núñez, 2006, p. 6)
Hay consenso cuando se identifica el desarrollo local como un proceso orientado; es decir, el resultado de una acción de los actores o agentes que inciden (con sus decisiones) en el desarrollo de un territorio determinado. Estas decisiones no solamente se toman a una escala local, sino en otras (a nivel nacional o internacional), por lo que tienen incidencia en el desarrollo de un territorio. La preeminencia de las decisiones de los actores locales, por sobre otras decisiones que no responden a los intereses locales, define un proceso de desarrollo local. El desarrollo local es un proceso multinivel, que exige una articulación inteligente de lo nacional, territorial y local. Así, el desarrollo local se comprende conectado con las provincias, el país e, incluso, con el extranjero (Fernández & Núñez, 2020).
Las características del desarrollo local propuestas por las investigaciones sociológicas permiten entenderlo como un proceso dinamizador de la sociedad local para mejorar la calidad de vida de la comunidad local, al ser el resultado de un compromiso, por el que se entiende el espacio como lugar de solidaridad activa, lo que implica cambios de actitudes y comportamientos de instituciones, grupos e individuos.
Paralelo a las incursiones propias sobre el desarrollo local pensadas y legitimadas por la sociología -a través de proyectos de investigación y programas de formación académico, redes de investigación-, otras disciplinas de las ciencias económicas y sociales -psicología social, economía, finanzas, geografía, educación, comunicación social, antropología, educación médica, historia, trabajo social- han contribuido a la construcción de una visión múltiple y compleja del desarrollo local como herramienta y bien público. Se ha producido una complementariedad teórica, metodológica y empírica, que fortalece un rasgo del desarrollo local: su transdisciplinariedad. En lo apuntado han incidido dos procesos: uno de carácter eminentemente social (efectos de la crisis de los años noventa del pasado siglo xx); el otro; gubernamental (la creación de los consejos populares,3 estructura local que facilita el mejor conocimiento y atención de las necesidades e intereses de los pobladores en su área de acción).
Nuevas miradas al desarrollo local desde las incursiones sociológicas
Las incursiones realizadas sobre temas sociales y culturales desde las desigualdades sociales y territoriales, vulnerabilidades, poblaciones en riesgo, desiguales accesos a los circuitos de producción y consumo culturales, empleo y otros, remarcaron la necesidad de incorporar en los discursos y en el hacer de los actores locales estas problemáticas, como parte del ejercicio del desarrollo local.
Al interior de las ciencias sociales se produjeron debates y fueron realizados estudios sobre los efectos sociales del período especial (Espina, 2008). La comunidad académica cubana amplió el espectro de análisis desde investigaciones sobre la composición social hacia aquellas que ponían énfasis en la evaluación de la desigualdad y sus consecuencias para las políticas sociales y para la continuidad del proyecto socialista. También durante los primeros años de la década inicial de 2000 salieron a la luz varios textos que daban cuenta de los efectos sociales de las transformaciones de la década precedente, resultados de investigaciones desarrolladas desde el pensamiento sociológico (Espina, 2006, 2008; Echevarría, Pañellas & Lara, 2015; Peña, 2014, 2017; Triana, 2012; Zabala, 2014, 2015; Martínez & Santana, 2017; Castillo, 2019a y 2019b).
La sistematización sobre el desarrollo local, pensada y analizada desde las investigaciones sociales de los últimos 30 años, permite introducir un grupo de criterios que, en su conjunto, ofrece una visión global del concepto necesaria para las actuales políticas sociales que emanan de las estrategias de desarrollo municipal; ellos son: pobreza y marginalidad, juventud integración y consumos, elementos estructurales de la familia, racialidad y diferenciación social, la comunicación social y desarrollo.
Uno de los criterios de análisis del período lo constituyó el tema de la pobreza y marginalidad. Estos han incidido en los análisis globales sobre el desarrollo local en Cuba para establecer correlatos entre estos conceptos y el de «desarrollo local». Entre los estudios más relevantes de la etapa en el tema se encuentran: “Efectos de las políticas macroeconómicas y sociales sobre los niveles de pobreza. El caso de Cuba en los años 90” (Ferriol, Carriazo, U-Echavarría & Quintana Mendoza, 1997) y “Reforma Económica y Población en Riesgo de Ciudad de La Habana” (Ferriol, Ramos & Añé, 2004) del INIE. Ambas producciones se centraron en definir, desde lo conceptual y lo metodológico, las particularidades de la pobreza en Cuba. Al mismo tiempo, alertaron sobre algunos de los efectos de los cambios en las políticas en este fenómeno social. Llama la atención a la sociología los correlatos entre las manifestaciones sociales y las políticas de desarrollo a nivel local. Comenzaba un proceso analítico reflexivo que permitió ubicar, al lado del desarrollo local, otros conceptos que daban cuenta de fisuras, rupturas y desajustes en la instrumentación de la concepción del desarrollo.4
Entre los temas más estudiados por estos colectivos de investigación se encontraban las tendencias generales de los procesos de reestratificación social, 5 los cambios en la estructura de propiedad y gestión, el surgimiento de nuevos actores económicos y sociales, cambios en la estructura agraria, integración/desintegración social de la juventud, entre otros temas. La sociología apostaba por un pensamiento crítico reflexivo, necesario para los análisis de políticas sociales. El desarrollo local por sí solo no podía explicar el estado de cosas que caracterizaban los territorios cubanos.
Comparecen otros estudios sociales, centrados en la juventud: un grupo social, a su vez, actor clave del desarrollo local, principalmente en aquellos territorios donde su población aún no muestra índices altos de envejecimiento. Los estudios sobre juventud realizados por el Grupo de Estudios sobre Juventud (GESJ) del CIPS, tienen su anclaje teórico en el concepto de integración/desintegración social, al concebir a esta como
un proceso dinámico, en constante evolución, que toma en cuenta el devenir histórico de la nación, evalúa el presente y considera las perspectivas futuras en función de los distintos escenarios posibles: económicos, sociales y políticos, a partir de las condiciones internas y externas. (p. 5)
En las investigaciones se reconoce que, mientras no se eliminen las diferencias clasistas y las principa les desigualdades socioeconómicas por concepto de raza, etnia, género, generaciones, ubicación territorial y otras, no se logra la verdadera integración social. 6 Años posteriores, los estudios de juventud se enriquecen al ser incorporados los conceptos de consumos culturales y prácticas culturales en tiempo libre desde el Instituto de Investigaciones Culturales Juan Marinello y el Centro de Estudios Sociales Cubanos y caribeños Dr. José A. Portuondo, de la Universidad de Oriente. Las prácticas de consumo, la participación cultural y el tiempo libre connotan las maneras del quehacer gubernamental de las localidades (Rivero & Moras, 2016; Martínez & Santana, 2017).
Los estudios de familias desarrollados por el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS) y FLACSO-Cuba revelan diferentes tipologías de familias teniendo en cuenta criterios como las características estructurales y su extensión (monoparental, nuclear, extendida, extendida recompuesta), el lugar de residencia (urbano/rural), las características económicas (origen y cuantía de los ingresos familiares, condiciones de la vivienda, pertenencia socioclasista de los miembros de la familia); así como características del jefe de núcleo (sexo, edad, estado conyugal, nivel de instrucción), precariedades y accesos a los servicios.
Estos estudios e investigaciones sociales centrados en las desigualdades y vulnerabilidades realizados por FLACSO-Cuba, el Centro de Estudios Demográficos, el Centro de Estudios de la Economía Cubana -todos de la Universidad de La Habana-, y el Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños D. José A. Portuondo, de la Universidad de Oriente, «[…] se han constituido en los últimos 30 años en temas emergentes de las ciencias sociales cubanas. Los impactos de la crisis económica y el modelo que se implementa, constituyen las determinantes más cercanas […]» (Basto et al, 2019). Más recientemente un grupo de reflexiones sociológicas salieron a la luz en el libro Efectos del Coronavirus: acercamientos plurales desde la sociología, que consolidan los estudios sociales desde lo local (Martínez & Echevarría, 2021).
Mención aparte merecen los estudios de racialidad en la comprensión de la complejidad que hoy adquiere el desarrollo local. La racialidad es un eje de análisis de las desigualdades que ha revelado asimetrías en el desarrollo territorial. Los temas relativos al color de la piel se han abordado de conjunto con otras dimensiones como el nivel socioeconómico y el género, tanto con perspectiva multidimensional como interseccional. En los diseños metodológicos se aprecia una delimitación variada del objeto de estudio, que abarca desde análisis estructurales hasta conductuales. Predomina el análisis de multiescala con uso de datos estadísticos globales7 como antecedente y contexto de la investigación; y un trabajo empírico a escalas más pequeñas, según los recursos disponibles para la investigación.
En temas no urbanos el Equipo de Estudios Rurales, del Departamento de Sociología de La Universidad de La Habana, dio seguimiento a las transformaciones principales acontecidas en esos años en el sector agropecuario y promovió una red nacional de investigadores que permitió rastrear, casi de forma inmediata, las transformaciones y su implementación en diversos territorios. 8 La perspectiva de lo rural cobra hoy un alto grado de relevancia para los decisores de las políticas sociales ante los agudos procesos de desruralización, y la forzosa migración y sus notables efectos en la producción de alimentos, la conservación de prácticas culturales y el desarrollo de las familias campesinas; estas últimas cada vez más desestructuradas.
Un criterio importante es el referido al papel de la comunicación social en las conceptualizaciones del desarrollo local; es hoy uno de los ejes de la nueva política enunciada desde finales de 2020 y reglamentada ya para 2021 (Resolución 29, marzo 2021). El acercamiento al tema de la comunicación social y las agendas públicas, mediáticas y políticas a partir del enfoque que desde la construcción de los problemas sociales ha comenzado a tener eco en los debates sociológicos y de la comunicación social sobre el desarrollo local, se da como un importante aporte a estos estudios (Castillo, 2019a, 2019b). Hasta donde se tiene información, los medios de comunicación masiva en Cuba aún no son reconocidos como espacios para el diálogo, plural, reflexivo a nivel local. Como señala Castillo (2019a):
Esta problemática entra en contradicción con el perfeccionamiento de la política económica y social de desarrollo socialista que acontece en Cuba desde 2011 y su intención de lograr más participación e inclusión social. […] Aunque su abordaje científico es reciente, su agudización durante las últimas décadas ha motivado reflexiones en diferentes escenarios de debate que contribuyeron con su establecimiento entre las prioridades del país. (p. 2)
La comunicación social y sus agendas comienzan a incorporarse en el concierto conceptual del desarrollo local. La conformación de nuevas estructuras en los Gobiernos locales y el reconocimiento tácito de actores vinculados a los medios, es hoy uno de los mayores aciertos en materia de políticas sociales. Ello presupone colocar las diversas voces, sus interrogantes, preocupaciones y propuestas, las que condicionan una mayor inclusión social para las políticas.
En los últimos 20 años ha habido un reconocimiento público de parte de las instituciones gubernamentales a la contradicción entre los propósitos de justicia social del proyecto social cubano y la reproducción de desigualdades en el contexto de la crisis atravesada desde los noventa del pasado siglo xx. Se jerarquizó la agenda social y se promovieron transformaciones orientadas a la superación de desigualdades.
La propuesta del desarrollo local no constituye por sí sola un marco general para el ejercicio de una nueva forma de gobernabilidad para una nación, un territorio, un municipio; aporta, dentro de un modelo de desarrollo más amplio, la perspectiva de rescate del lugar y potencialidad de la localidad. Esta idea cobra matices singulares dentro de la sociología, al favorecer la perspectiva microsocial para los estudios de la relación estructura/acción social y coloca a esta ciencia en una posición ventajosa dentro de los análisis del desarrollo local en cuanto a propuestas metodológicas se refiere.
La actualidad y vigencia del tema para la sociología no necesita ser argumentada. Los últimos años, y de manera particular en los tiempos de pandemia, la mirada al territorio resulta clave en la consecución de los objetivos 2020-2030 (Martínez & Echevarría, 2021). La visión sobre el desarrollo local constituye un tema complejo por la existencia de una diversidad de puntos de vista teóricos sobre su aplicación práctica en diferentes regiones de nuestro archipiélago. Para la sociología pensada en el concepto, le es consustancial su relación con procesos y expresiones que se conectan con las políticas públicas y los programas de desarrollo a escala territorial.
El análisis espacial -el conocimiento sociológico institucionalizado (FLACSO, CIPS, departamento de Sociología de la Universidad de La Habana, Centro de Estudios de la Economía Cubana, Centro de Estudios Sociales Cubanos y Caribeños Dr. José A. Portuondo, Universidad de Oriente) -y temporal-crisis de los noventa del pasado siglo xx, efectos y recomposición de las estructuras sociales y gubernamentales-, que la sociología cubana ha venido realizando en los últimos treinta años desde el desarrollo local y fuera del propio concepto, marca una pauta distintiva en las reflexiones discursivas para los decisores gubernamentales.
La producción científica, de hecho, resulta ya una fuente de información valiosa para analizar los temas del desarrollo local y, con ellas, la necesaria resignificación de las políticas sociales. Las aproximaciones interdisciplinares realizadas advierten el rasgo que también definen al desarrollo local por la complejidad de su instrumentación y la necesaria dialéctica que se establece entre la necesidad del cambio y la crítica reflexiva al orden existente.
CONCLUSIONES
El desarrollo local constituye hoy no solo una herramienta instrumental para orientar la aplicación de políticas sociales. Su trayectoria espacial y temporal da cuenta de la complejidad de su contenido, diversidad de encuadres, enfoques y perspectivas analíticas, lo que lo convierte en un concepto estratégico en el cumplimiento de los objetivos de la Agenda 2020-2030. En las condiciones de Cuba, las investigaciones sociales de los últimos 30 años aportan sustantivos elementos/temas/propuestas que consolidan la pertinencia del desarrollo local como bien público de los Gobiernos locales. Desde la sociología, se ofrecen nuevas interpretaciones de una realidad que la caracteriza, generadora de mediaciones múltiples que ofrecen datos para corregir las políticas sociales; una de ellas, la EDM. La propuesta teórica ofrece un conjunto de informaciones que constituyen innovaciones sociales de alto valor para los Gobiernos locales.