INTRODUCCIÓN
El 31 de diciembre de 2019, en Wuhan, China, dieron indicios de 27 casos de neumonía de inicio desconocido en un grupo de personas; siete eran casos graves por exposición a un mercado de mariscos. Los primeros síntomas que se pudieron identificar, el 8 de diciembre de 2019, fueron la disnea, la tos seca y la fiebre. El 12 de enero de 2020 las autoridades gubernamentales de China compartieron información acerca de una nueva enfermedad,1) de procedencia genética, y mencionaron a un nuevo virus nombrado COVID-19; testificaron que es una afección contagiosa proveniente del coronavirus-2, que provoca infecciones respiratorias graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS),2 que tiene como síntomas la congestión nasal, la pérdida del olfato y la opresión torácica y que puede llegar a inducir la muerte.3
A pesar de mantenerse en cuarentena y ejecutar estrategias preventivas para impedir el aumento de casos positivos frente a la pandemia, los individuos empezaron a manifestar preocupación no solamente por el bajo déficit de estrategias por parte del Ministerio de Salud, sino por el riesgo de muerte que este virus ocasiona;4 muchas personas comenzaron a utilizar diferentes sustancias químicas (fármacos) con el fin de disminuir los síntomas o evitar la replicación viral con el uso de comprimidos como la azitromicina, la cloroquina, la hidroxicloroquina, el remdesivir, etc.5
Algunos individuos empezaron a medicarse siguiendo el uso correcto de las dosis de la medicación para disminuir los síntomas provocados por el contagio, estas indicaciones provienen de un diagnóstico concreto y adecuado por parte del personal médico calificado y por medio de las pruebas análisis realizadas para el hallazgo de anticuerpos de SARS-CoV-2 en sangre capilar y sangre venosa (reacción en cadena de la polimerasa -PCR- y prueba de detección rápida);6 muchas personas abusaron de la dosificación por el incumplimiento de la prescripción médica, el uso excesivo de medicamentos, el déficit de información o fuentes inapropiadas y provocaron controversias, problemas y riesgos de salud en todas las poblaciones.7
La aparición de COVID-19 en personas mayores se puede manifestar con síntomas leves que se presentan en el sistema respiratorio que pueden ocasionar neumonías severas y alteraciones multiorgánicas8 y llevarlos a la preocupación y al uso y al aumento de las dosis indicadas en los fármacos destinados hacia la prevención y el tratamiento del SARS-CoV-2 sin que estén aprobados para estos fines, también se ha evidenciado que varios de estos fármacos poseen una baja efectividad y presentan efectos adversos con riesgos significativos para la salud.9
A nivel mundial más del 50% del conjunto de medicamentos son administrados y vendidos de forma incorrecta porque un tercio de los habitantes no tienen acceso a medicinas primarias y el 50% de las personas enfermas los administran de manera incorrecta. El abuso de medicamentos es responsabilidad del consumidor que incumple con las indicaciones dadas por los profesionales de salud puesto que dispone, por incitación propia, alterar su uso; de igual manera influyen al emplear tratamientos sin orden médica o recomendar sus recetas a otros individuos.6
Ante todo esto en el mundo comenzaron con la búsqueda de un tratamiento eficaz y preventivo para combatir el virus. Algunas regiones plantean medidas necesarias para enfrentar el COVID-19 con el uso de diferentes medicamentos y diferentes medios alternativos como puede ser la medicina herbaria, utilizada independientemente del sexo y de las edades de las personas.10 Un estudio establece que la información clínica actual incluye el uso de fármacos antipalúdicos, antivirales, antiparasitarios e inmunomoduladores.11
Las autoridades del Ministerio de Salud de Perú, después de una valoración médica adecuada, recomendaron la utilización de fármacos como la azitromicina, la hidroxicloroquina, la ivermectina y el fosfato de cloroquina aunque, hasta la actualidad, no se ha confirmado que su uso tenga beneficio para reducir o eliminar los síntomas del COVID-19 porque los fármacos mencionados presentan diferentes reacciones adversas.12
En busca de un tratamiento eficaz la Organización Mundial de la Salud (OMS) realiza estudios acerca de tratamientos prometedores para combatir el COVID-19 con la utilización de diferentes comprimidos utilizados en otras enfermedades como son la hidroxicloroquina, utilizada como medicamento antimalárico principalmente en la prevención y el tratamiento de malaria, lupus eritematoso, etc; el remdesivir, que se utiliza en el tratamiento del ébola y los antivirales lopinavir y ritonavir, que en combinación con otros medicamentos tienen alta probabilidad de disminuir el síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA).13
La Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA)14 menciona que la ivermectina principalmente se administra a los animales para combatir los parásitos (oncocercosis y estrongiloidiasis intestinal), aunque para el tratamiento del COVID-19 se encuentra bajo investigación.
Dentro de la utilización de los antinflamatorios no esteroideos (AINE) frente al COVID-19 el paracetamol es un fármaco de primera línea utilizado para el manejo del dolor y la fiebre en pacientes de inicio temprano del contagio, la aspirina actúa como antiinflamatorio y antiplaquetario, evita la tromboembolia y limita el avance de la enfermedad y el ibuprofeno tiene mejor probabilidad de reducir la inflamación y liberar citocinas sin presencia de gravedad frente al COVID-19.15
La azitromicina es empleada como un antibiótico preventivo frente a la sobreinfección bacteriana y, de la misma manera, realiza acciones antiinflamatorias. Un protocolo cubano menciona que este fármaco, en combinación con la hidroxicloroquina, puede ser eficaz frente al contagio del COVID-19.5
Por la falta de información y por voluntad propia las personas empezaron a consumir otros fármacos no calificados como los antivirales, los antimaláricos y los corticoides, sin una anticipada consulta profesional, aunque solo hasta la fecha vigente el remdesivir tiene un estudio clínico con efecto positivo verificado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).16 En relación a otros fármacos aún no se han probado su profilaxis y la alternativa terapéutica eficiente para combatir el agente biológico del COVID-19.
La FDA17 comprobó que es imposible que la hidroxicloroquina y la cloroquina sean eficaces para tratar el SARS-CoV-2 porque desencadenan efectos secundarios graves como enfermedades cardiovasculares y trastornos neuropsiquiátricos; sin embargo, estos fármacos fueron utilizados durante la emergencia sanitaria.
La OMS18 menciona sobre el uso de fármacos como la hidroxicloroquina y el lopinavir-ritonavir en pacientes contagiados por el COVID-19, aunque no existe alguna evidencia de que sean eficaces para su uso, además refiere que aumentan el riesgo de producir eventos adversos gastrointestinales.
El Diario El Comercio19 menciona que, en la Ciudad de Santo Domingo, el uso del dióxido de cloro se encuentra en controversia por motivo de que varios profesionales de la medicina de la ciudad niegan su uso porque pueden causar complicaciones respiratorias e intestinales, mientras que autoridades de la ciudad (alcalde, obispo) promueven estudios con dióxido de cloro para tratar a pacientes que pasaban por el proceso de contagio.
A nivel mundial no existe tratamiento para el COVID-19,20 lo que genera incertidumbre en la sociedad y en el personal de la salud; además se presentan problemas tanto económicos como culturales relacionados a la automedicación con el propósito de evitar la expansión del virus del COVID-19. Es importante, como profesional de la salud, poder advertir sobre el uso y el abuso de los tratamientos preventivos y correctivos de esta pandemia. A pesar de que actualmente existen vacunas como la pfizer, la astrazeneca, la sinovac, la moderna y la gamaleya todavía se presentan casos de COVID-19 y se mantiene la incertidumbre ante un tratamiento exclusivo para esta enfermedad.21 Por ese motivo esta investigación está enfocada a determinar la infradosificación de medicamentos en la pandemia de COVID-19 en estudiantes de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Sede Santo Domingo (PUCE SD), para identificar los fármacos más utilizados.
MÉTODOS
Esta investigación se basó en un estudio transversal de tipo descriptivo, con una población de 615 estudiantes de la Carrera de Enfermería de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Sede Santo Domingo; la muestra22 quedó constituida por 238 estudiantes diagnosticados con COVID-19 por estudios bioquímicos. Se aplicó un muestro estratificado y se establecieron criterios de inclusión (estudiantes COVID-19 positivo que otorgaron el consentimiento informado de participar en la investigación) y de exclusión (estudiantes que no estén matriculados dentro del período académico 2021-01, personas que tengan problemas de conectividad con los correos electrónicos y estudiantes de octavo y noveno nivel que estén realizando las prácticas de internado rotativo en las diferentes áreas de salud).
Las variables de estudio fueron las siguientes: infradosificación, abuso de medicamentos, factores sociodemográficos (edad, sexo, semestre que cursa), pruebas de diagnóstico, síntomas que pudo haber presentado y uso de distintos fármacos frente a esta enfermedad por parte de los estudiantes contagiados por el COVID-19.
Se aplicó una encuesta desarrollada en Google Form que fue validada a través de criterios de expertos escogidos por su trayectoria profesional y práctica; se aplicaron encuestas piloto para obtener la respectiva confiabilidad a través del alfa de Cronbach y posteriormente se enviaron a los diferentes correos electrónicos en tres oleadas.
Previo a la encuesta se hizo firmar el consentimiento informado por parte de los estudiantes, sin dejar de lado la respectiva gestión del permiso institucional (autorización por parte de la universidad para obtención de información) para la aplicación del instrumento.
Por otro lado, haciendo uso de Excel, se obtuvo un alfa de Cronbach de 0,93, lo que determina que el cuestionario es aplicable.
RESULTADOS
Predominan en este estudio las edades entre los 21 y los 25 años (109, 45,80%), principalmente en el género femenino (178, 74,80%); el semestre que más resalta corresponde al tercer nivel (48, 20,17%) -Tabla 1-.
Entre las diferentes formas que utilizaron los estudiantes de enfermería para la detección del COVID-19 las pruebas más empleadas son la de PCR (32,80%) y la de detección rápida (29%); el 30,30% equivale a otros métodos como pueden ser los síntomas del virus.
Dentro de las diferentes manifestaciones clínicas que presentaron los estudiantes en el transcurso del contagio se destacan la pérdida de olfato (12,16%), que fue la afección predominante, los signos de fiebre (11,81%) y el cansancio (11,70%) -Tabla 2-.
La Tabla 3 refleja los fármacos más consumidos durante esta enfermedad. El paracetamol (con el 24,59% en mujeres y el 8,20% en hombres) fue el más representado, seguido de la azitromicina (12,09% y el 3,69%), la ivermectina (10,66% y 2,25) y el ibuprofeno (11,89 y el 2,46); el lopinavir y el ritonavir (de la familia de los retrovirales) son los menos consumidos.
Entre los complementos alternativos usados para el tratamiento de COVID-19 están las vaporizaciones (50,80%), que son las más utilizadas y las aguas amargas (23,10%); el 22,70% de las personas no utilizaron ningún complemento casero (Figura 1).
En la Tabla 4 se muestra el modo de dosificación de los fármacos en relación con los semestres de estudio: el 13,47% de los alumnos de cuarto nivel cumple con las dosis recomendadas por el médico, lo mismo que el 13,06% del tercer nivel; el 17,95% del total de los estudiantes solo consumieron las dosis mayores de los medicamentos en presencia de los síntomas severos.
DISCUSIÓN
El contagio de COVID-19 ha impactado a millones de personas de todas las edades. En esta investigación se aprecia que existe mayor prevalencia de contagio en personas de 21 a 25 años y del sexo femenino (74,80%); datos similares aporta un estudio de 718 alumnos de la Carrera de Ciencias de la salud contagiados del virus: el 69,1% pertenece al sexo femenino y están entre las edades de 19 a 23 años.11 Navarrete y colaboradores,4 en el Perú, coinciden con lo planteado pues en su estudio el género femenino es el más afectado por el COVID-19, con el 52,7% del total de las muestras obtenidas.
En cuanto a los medios de diagnósticos más utilizados la prueba de PCR obtiene la mayor representatividad de elección (32,80%); no obstante, el 30,30% del resultado demostrado procede de otros métodos de diagnóstico. Resultados similares se presentan en un estudio6 que plantea que la prueba de detección rápida se realizó a 28 individuos (19,4%) y 16 personas (11,1%) eligieron la prueba PCR.
Entre los signos y los síntomas más relevantes se muestra que la pérdida de olfato tiene el 44,10% de mayor prevalencia, el signo de la fiebre (42,90%) y el cansancio (42%); sin embargo, el 26,50% de los encuestados no presentaron ningún síntoma. Datos contrarios se reflejan en la investigación de El-Anwar y colaboradores,3 que trabajaron con una muestra de 1 773 personas que dieron positivos a COVID-19: 200 pacientes (11,3%) manifestaron dolor de garganta, 1 003 (73,5%) signo de fiebre, 189 (10,7%) dolor de cabeza; también se registraron casos de malestar de cuerpo (27,2%) y, con una menor frecuencia, vómitos y náuseas.
En esta investigación se destaca que los fármacos más consumidos fueron el paracetamol (32,79%) y la azitromicina (12,09%); el lopinavir y el ritonavir son los menos administrados. Tambien informan otros autores que los fármacos más empleados al inicio de la pandemia incluyeron a los antiinflamatorios (30,9%), los antibióticos (21,6%) y la ivermectina (5,7%); también se combinó la ivermectina con distintos tipos de medicamentos (2,6%).3 Todo lo mencionado tiene el objetivo de contrarrestar los síntomas provocados por el virus del SARS-CoV-2.
Los complementos alternativos indicados por los encuestados que adicionalmente usaron en el transcurso del contagio fueron las vaporizaciones (50,80%) y las aguas amargas (23,10%); el 22,70% de las personas no consumieron ningún complemento casero. Una investigación10 muestra diferentes alternativas para contrarrestar el COVID-19 y menciona que la mayoría de las personas (96,2%) ingirieron medicina herbaria como tratamientos preventivos en el COVID-19 en diferentes preparaciones como la inhalatoria (45,7%) y la infusión (32,3%) y utilizaron, en mayor cantidad, el eucalipto (52,2%) y el jengibre (23,6%).
En cuanto al modo de administración de las dosis se puede observar que el 69,79% de las personas siguieron las dosis prescritas por el médico, por lo consiguiente, el 17,95% del total de los estudiantes consumieron dosis altas únicamente en presencia de los síntomas severos del COVID-19. Un estudio que realiza una comparación entre los tratamientos del COVID-19 en Perú y Bolivia9 menciona que, en situaciones de casos leves, los pacientes consumen las dosis altas el primer día de tratamiento, mientras que en el segundo día reducen las dosis de la hidroxicloroquina; además, con el uso de la ivermectina, se administran las dosis indicadas por parte del médico tratante. En Bolivia la dosis de administración se da en dependencia del riesgo de salud que atraviese el paciente.
CONCLUSIONES
La mayoría de casos de COVID-19 en estudiantes universitarios fueron diagnosticados a través del PCR; los estudiantes presentaron con mayor frecuencia fiebre y pérdida del olfato. El paracetamol y la azitromicina son los fármacos más consumidos en el transcurso del contagio, también, adicional al fármaco, consumieron complementos alternativos como las vaporizaciones y las aguas amargas; algunos estudiantes no consumieron ningún complemento adicional. La mayoría de los tratamientos fueron consumidos bajo las indicaciones y las prescripciones correctas por parte del médico.