Estimado Director:
El Premio Nobel de la Paz ('Nobels fredspris en noruego y sueco) es uno de los cinco Premios Nobel instituidos por el fabricador de armamentos, inventor e industrial sueco Alfred Nobel, junto con los premios en Física, Química, Literatura, Fisiología o Medicina. Desde 1901 se otorga con frecuencia anual conceptualmente «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos alzados y la celebración y promoción de acuerdos de paz», según el testamento del propio Alfred Nobel. De acuerdo a su voluntad, quien lo recibe es seleccionado por el Comité Noruego del Nobel, un comité de 5 personas determinado por el Parlamento Noruego.1
Para que una candidatura sea válida tiene que ser presentada por miembros de asambleas nacionales y gobiernos; integrantes de tribunales internacionales; rectores de universidades, profesores de ciencias sociales, historia, filosofía, derecho y teología o directores de institutos de investigación sobre la paz y de política exterior.
Los antecedentes de solidaridad internacionalista en la medicina cubana se remontan al período colonial, algunos médicos de forma espontánea expresaban su espíritu revolucionario partiendo a diferentes países, para ayudar a los necesitados, o alistándose en sus ejércitos como soldados. A su vez eminentes científicos cubanos, apoyaron con sus aportes el desarrollo de organismos internacionales, por lo que en el año 1902 se envió una delegación a la I Convención Sanitaria Internacional de Washington, en la que fue fundada la Oficina Sanitaria Internacional. Desde el triunfo de la revolución, el pueblo cubano ha mantenido la solidaridad con otras naciones del mundo, legado del pensamiento internacionalista de José Martí Pérez, Ernesto Guevara de la Serna y Fidel Castro Ruz.
La colaboración médica cubana internacional, inició oficialmente sus acciones a partir del 23 de mayo de 1963, cuando se envió la primera brigada a Argelia, integrada por 55 trabajadores del Sistema Nacional de Salud, que ofrecieron sus servicios durante un año.2
Nuestro invicto líder histórico en el acto de constitución del referido contingente expresó: “Nosotros demostraremos que hay respuestas a muchas de las tragedias del planeta. Nosotros demostraremos que el ser humano puede y debe ser mejor. Nosotros demostramos el valor de la conciencia y de la ética. Nosotros ofrecemos vidas.”3
Este contingente, tendría como objetivo cooperar de inmediato, con su personal entrenado, en cualquier país que sufra una catástrofe, de forma especial los que enfrenten grandes azotes de huracanes, inundaciones u otros fenómenos naturales, además de epidemias que constituyan verdaderos desastres naturales y sociales; incluso dentro del territorio nacional. Con dos principios fundamentales de trabajo: 1) dar amplia respuesta a las exigencias asistenciales de la población damnificada, 2) inmediata cobertura epidemiológica.4,5
Hoy, ese internacionalismo es ejemplo y constituye una esperanza para millones de seres humanos que enfrentamos la pandemia de COVID-19, sin importar el permanente clima de agresión y hostilidad que Cuba afronta por el Bloqueo Económico impuesto por los Estados Unidos hace ya sesenta años y, las embestidas de grupos ultraconservadores ocupados de sus intereses particulares y oscuros sin importarles la gran labor humanitaria que realizan los médicos cubanos, la cual, ha sido tiempo atrás, reconocida no únicamente por los gobiernos de los pueblos auxiliados, sino por organismos internacionales como la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Así aconteció en mayo de 2017, al entregársele el premio “Dr. Lee Jong-wook de Salud Pública”, en una ceremonia realizada en Ginebra, dentro del marco de la 70 Asamblea Mundial de la Salud. En aquella ceremonia se dijo por parte de la OMS que: “La Brigada “Henry Reeve” ha diseminado un mensaje de esperanza en todo el mundo”.6
Otra vez Estados Unidos intenta la invisibilidad de la historia de la brigada médica cubana, propósito que llevará más que una campaña millonaria, a un costo que no podrá negociar conciencias, ni rebajar la moral, en medio de una crisis sanitaria internacional, económica, política y ambiental que depara otra mirada desde la solidaridad. En el difícil contexto de la pandemia desatada por la COVID-19 y de la hostilidad del gobierno de Estados Unidos, el 18 de marzo de 2020, salió de Cuba, la primera de las 22 brigadas médicas que prestarían sus servicios contra esta enfermedad.
La verdad se impone ante la avalancha de las fakenews sobre la historia diaria de los médicos cubanos en el mundo. Los que han conocido el proceder de cada médico, enfermero, especialista cubano o el sacrificio de estos científicos en búsqueda de vacunas o medicamentos preventivos, saben que merecen el premio Nobel de la Paz, y que numerosas organizaciones sociales, políticas y sindicales a nivel mundial han reclamado para las Brigadas Médicas Cubanas.
Entre las personalidades que promueven esta iniciativa esta iniciativa se cuenta al intelectual estadounidense Noam Chomsky, los actores Danny Glover y Mark Ruffalo, el Premio Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, el escritor Ignacio Ramonet, los músicos Chico Buarque, Silvio Rodríguez y Tom Morello; el ex presidente de Ecuador Rafael Correa, el líder de los Sin Tierra de Brasil, Joao Pablo Stédile, la dramaturga y feminista Eve Ensler, la escritora Alice Walker y la activista Medea Benjamin; el ex director de la Unesco, Federico Mayor Zaragoza, el sociólogo argentino Atilio Borón, el teólogo Frei Betto, el catedrático francés Paul Estrade, Se espera que en estas semanas aumente el número de personas que respaldan la iniciativa.
El más importante reconocimiento que llena sin dudas el corazón de los médicos cubanos en cada rincón del orbe donde se encuentran, es el que le dan los pueblos con su reconocimiento, tal y como hemos visto en estos tiempos de pandemia, con aplausos, frases, mensajes en redes sociales o escritos en diversos medios, muestras de cariño y gratitud, por la luz que transmite la Brigada “Henry Reeve” y que brilla por encima de cualquier injuria inhumana.
Conceder el Premio Nobel de la Paz a las brigadas de médicos cubanos Henry Reeve significa otorgar esa distinción “a un colectivo que verdaderamente aporta y trabaja por el bien de la humanidad”.