Estimada directora:
A finales de enero del 2020, la organización Mundial de la Salud (OMS) declaró emergencia internacional por el brote de COVID-19. Alarmantes niveles de propagación y gravedad implicaron el tránsito de epidemia a pandemia en solo semanas.1
En marzo del año 2020 el gobierno cubano reconoce la existencia de los primeros enfermos por Covid-19, lo que constituyó para todos los organismos del estado una preocupación y ocupación, disímiles tareas comenzaron a ejecutarse, con la efectiva participación intersectorial y comunitaria que condujo a la organización y coordinación de acciones de salubridad.2
Las calles fueron invadidas por un ejército de estudiantes, profesores y trabajadores de diferentes sectores sociales, que día tras día desarrollaron una pesquisa activa para identificar el mayor número de individuos contagiados y poder ofrecer un tratamiento oportuno y efectivo. Con cada persona diagnosticada se realizó un trabajo de forma directa y coordinada con el equipo básico (médico o enfermera). Se organizó una atención especial a las personas más vulnerables de cada comunidad donde los estudiantes y otros trabajadores realizaron una labor encomiable llevando alimentos y medicamentos hasta los propios hogares. Gracias a esta participación intersectorial se ha logrado salvar muchas vidas y disminuir el sufrimiento humano.
También se ha trabajado en la fabricación de medicamentos para el tratamiento a esta enfermedad y en diferentes ensayos clínicos para el logro de un candidato vacunal como el de Soberana 01 y 02.3
Cuba ha mostrado ser un digno ejemplo ante el mundo por la forma en que ha enfrentado esta terrible pandemia, a pesar de ser un país pequeño y bloqueado, pero esto ha sido posible gracias a como como dijera nuestro eterno Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz: “tenemos y contamos con la participación de un pueblo organizado, que es nuestra mayor fortaleza”.
Hemos vividos días muy tensos ante el nuevo rebrote de la enfermedad, en varias provincias del país creció el número de casos confirmados.
Cuba tiene como elemento innovador la pesquisa activa y la intervención oportuna de la comunidad frente al COVID-19 junto al aislamiento social y el uso del nasobuco. Estas son las prácticas sanitarias que pueden ayudar a detener el curso de la pandemia para que la vida vuelva a retornar a la normalidad. Todas ellas son posibles gracias a la activa participación intersectorial y comunitaria son hoy nuestras principales armas.