INTRODUCCIÓN
La sociedad contemporánea presenta un ritmo acelerado de desarrollo, sobre todo en las esferas de la ciencia y la tecnología, lo que demanda la formación de individuos capaces de ponerse al nivel de su tiempo y colaborar en los cambios y transformaciones que se vienen operando; por otra parte, deben poseer las herramientas indispensables para hacer frente a diversas tendencias hostiles a la humanidad.
La formación humanista proporciona al hombre los elementos cognoscitivos indispensables para comprender mejor el mundo, apropiarse de una educación estética, conjuntamente con la afinación de la sensibilidad, y la elevación de las cualidades morales y éticas.
Guadarrama (1997), apunta que el humanismo “sitúa al hombre como valor principal en todo lo existente, y a partir de esa consideración, subordina toda actividad a propiciarle mejores condiciones de vida material y espiritual, de manera tal que pueda desplegar sus potencialidades siempre limitadas históricamente”.
El contacto del estudiante con la literatura puede contribuir en la formación de un modo de pensar, el desarrollo de sentimientos, de una identidad personal y cultural, en esencia, en la consolidación del ser; reconociendo la fuerza educativa de la literatura. Develar estas aportaciones, es en esencia el objetivo del trabajo, lo cual ha sido posible a partir de la bibliografía consultada y la experiencia de las autoras.
DESARROLLO
Para la realización de este trabajo ha sido fundamental profundizar en la categoría formación. En la revisión bibliográfica realizada se pudieron localizar trabajos de especialistas, que han abordado esta temática.
López Hurtado, et al. (2002, p 58), apuntan que “la categoría formación se interpreta como base del desarrollo y también como consecuencia de éste; algunos la refieren a la esfera afectiva solamente, pero en otros casos le dan un mayor alcance incluyendo también en ella la esfera cognitiva. En el momento actual la categoría formación ha adquirido una mayor fuerza entendida como la orientación del desarrollo hacia el logro de los objetivos de la educación”.
Enfatizar la categoría formación humana- categoría esencial de las ciencias pedagógicas como orientación del desarrollo hacia el logro de objetivos, implica rescatar la tradición humanista distanciando la educación de enfoques pragmáticos y positivistas estrechos, implica reconocer los determinantes ideológicos y culturales de la educación. Esta concepción que estaba ya presente en muchos pedagogos de etapas anteriores, se encuentran íntimamente ligadas a la orientación filosófica y cuenta con un fuerte contenido axiológico.
Cuando se habla de formación no se hace referencia específicamente a aprendizajes particulares, destrezas o habilidades; estos constituyen más bien medios para lograr su formación como ser espiritual. “Formación y desarrollo constituyen una unidad dialéctica. Así, toda formación implica un desarrollo y todo desarrollo conduce, en última instancia a una formación psíquica de orden superior”. García, (2002)
La formación y el desarrollo tienen sus propias regularidades y ambas categorías implican la consideración del hombre como un ser bio-psico-social.
Báxter, et al. (2002, p. 143), al citar a Honore, concibe la formación como el conjunto de los hechos que conciernen a la formación “el hombre se forma y se desarrolla bajo la influencia de fuerzas externas e internas, sociales y naturales, organizadas y espontáneas, sistemáticas y asistemáticas; con todo aquello con lo que interactúa. Añade que la formación del hombre se concibe, como el resultado del conjunto de actividades organizadas de modo sistemático y coherente, que le permiten poder actuar consciente y creadoramente. Este sistema debe prepararlo como sujeto activo de su propio aprendizaje y desarrollo”.
Se asume que la formación comprende la orientación del desarrollo hacia el logro de los objetivos de la educación lo que implica la esfera afectiva y cognitiva, tornándola un complejo proceso cuyo objetivo es preparar al hombre para la vida, a partir de la relación entre lo educativo, lo instructivo y lo desarrollador que considera las influencias internas y externas sociales y naturales, sistemáticas y asistemáticas; y valora las relaciones con los demás hombres, objetos y fenómenos.
Humanismo, es un término latino y se refiere al conjunto de ideas que expresan respeto por la dignidad humana, preocupación por el bien de los hombres, por su desarrollo multilateral.
El humanismo es una concepción de carácter integral, formada históricamente, acerca del hombre y su realización, entendido este como totalidad, en todas las determinaciones de su ser, que aspira a potenciar las vías de su plena realización, en su historicidad, en su devenir, en su desarrollo, en su plenitud y que en la actualidad se manifiesta en sus dimensiones teórica, metodológica, ideológica y práctica. El humanismo aspira al crecimiento y enriquecimiento material y espiritual del hombre superando la fragmentación, el aislamiento, etc.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la palabra humanismo, en su primera acepción dice que “es el cultivo o conocimiento de las letras humanas y, en su segunda acepción remite a la doctrina de los humanistas del Renacimiento. Del término “humanístico(a) nos dirá que es lo perteneciente o relativo al humanismo o las humanidades”. Y tales definiciones nos llenan de certezas, pero también de incertidumbres, razón por la cual es necesario que acotemos que pensar en términos como hombre, humanismo, humanidades, formación humanista y formación humanística deviene hoy conceptos claves, ejes esenciales para la educación y la sociedad que necesitan de una mayor precisión.
La aspiración máxima del humanismo en la educación es la formación integral de la personalidad del ser a su plena realización como ser humano y al cultivo de la sensibilidad para desarrollar sus verdaderas potencialidades creadoras, lo cual puede lograrse por medio del proceso de enseñanza aprendizaje.
En su esencialidad teórico-práctica por formación humanista se comprende ”la formación en los estudiantes de un sistema de conocimientos, habilidades, valores, convicciones y sentimientos, que se fundamentan en una metodología dialéctico-materialista y en un enfoque cultural y personológico, dirigidos a la integralidad del conocimiento, al cultivo de la sensibilidad y la espiritualidad, a la interpretación y explicación de los procesos históricos, sociales y culturales relacionados con el hombre, así como al desarrollo de un estilo de pensamiento y de actuación en función de la transformación de la realidad. Se basa en el conocimiento integral del ser humano y del mundo… se expresa, ante todo, en una concepción del mundo y en un enfoque axiológico”. (Mendoza, 2005, p.11)
La formación humanista ha de entenderse no solo en términos de conocimientos relacionados con la historia de la humanidad, el proceso de la cultura universal y nacional, los conceptos y categorías que permitan la apreciación de las manifestaciones artístico-literarias, la actualización en el área socio-político y económica; sino también en el enjuiciamiento, la valoración crítica, en asumir el legado cultural.
Stramiello (2004), al interrogarse sobre ¿Una educación humanista hoy? Plantea que “Aparece como preocupación de nuestra sociedad que los jóvenes aprendan rápidamente lo que les sirva en función de un futuro trabajo en detrimento de conocimientos que se suponen perimidos. La consideración de la actividad educativa solo en su utilidad fáctica nos dificulta la visión de la importancia de una educación del ser humano en lo humano, ya que educar no es principalmente un proceso mecánico del cual se obtienen determinados productos, sino algo ofrecido a un ser libre y libremente asumido”.
Desde esta perspectiva consideramos que la tarea de la escuela es procurar a los educandos la ayuda necesaria para que se desarrollen plenamente como personas, sin perder de vista los factores coadyuvantes (situación socioeconómica, acceso a la educación, grado de educabilidad) para la consecución de tal fin y la formación instrumental necesaria. Podríamos hacer nuestras las palabras de Pestalozzi refiriéndose a la educación pública en los inicios del siglo XIX:
“Debemos tener presente que el fin último de la educación no es la perfección en las tareas de la escuela, sino la preparación para la vida; no la adquisición de hábitos de obediencia ciega y de diligencia prescrita, sino una preparación para la acción independiente. Debemos tener en cuenta que cualquiera que sea la clase social a que un discípulo pueda pertenecer y cualquiera que sea su vocación, hay ciertas facultades en la naturaleza humana, que son comunes a todos… No tenemos derecho a privar a nadie de las oportunidades para desenvolver todas estas facultades. Puede ser discreto tratar alguna de ellas con marcada atención y abrigar la idea de llevar otras a su más alta perfección. La diversidad de talentos e inclinaciones, de planes y de aspiraciones, es una prueba suficiente de la necesidad de tal distinción”. (Pestalozzi, 1976, p.180)
Se han subrayado las expresiones, (de la cita de Stramiello) que, para las autoras del artículo, resultan clave en relación con la formación humanista. Sin lugar a dudas la escuela, los sistemas educativos, tienen el alto encargo social de preparar al estudiante para la vida, para actuar con independencia, a la vez que se asegure la posibilidad de desarrollar las facultades que se posean, sin privación alguna.
La formación humanista constituye uno de los retos de la educación en todos los niveles, por lo cual, se hace evidente la necesidad de la ruptura con los esquemas tradicionales.
González (2010, p 22), afirma que la formación humanista debe encaminarse hacia “la participación activa del estudiante en su aprendizaje, en los procesos de comunicación y cooperación; a partir del trabajo en equipo, en el cual todos pueden aprender de todos; potenciando el desarrollo de un pensamiento crítico y reflexivo que propicie el acercamiento cognitivo y afectivo con el objeto cognoscente para el desarrollo de determinadas actitudes y conductas”.
En correspondencia con lo anterior, el proceso de enseñanza-aprendizaje de la literatura debe caracterizarse por estimular la autonomía, la reflexión, la autovaloración en cada unas de las tareas y ejercicios que el profesor elabore.
Por lo general se prioriza lo cognitivo, lo intelectual, lo informativo, los saberes por encima de lo afectivo-emocional. No se tiene en cuenta que el aprendizaje resulta ser un proceso complejo, diversificado, altamente condicionado por factores tales como las características evolutivas del sujeto que aprende, las situaciones y contextos socioculturales en que aprende, los tipos de contenidos o aspectos de la realidad de los cuales debe apropiarse y los recursos con que cuenta para ello, el nivel de intencionalidad, conciencia y organización con que tienen lugar estos procesos, entre otros.
Para llevar a cabo la formación humanista, a partir del proceso de enseñanza aprendizaje, en el caso particular de la literatura, es importante que el profesor facilite la información objetiva; pero a la vez, gradualmente, aumente la participación, la reflexión, el debate, las relaciones interpersonales de los estudiantes, de manera tal que favorezca la formación y desarrollo de criterios propios, la adquisición de argumentos para debatir y poder realizar generalizaciones en las cuales se impliquen las predisposiciones a una determinada actuación en situaciones y contextos concretos. Tener muy presente que en el proceso de enseñanza-aprendizaje de la literatura se produce una amplia participación de componentes ideológicos, éticos, emocionales y cognitivos. (Rodríguez 2013)
El proceso de enseñanza-aprendizaje de la literatura es privilegiada porque la materia prima con la cual trabaja es el lenguaje, instrumento fundamental para ofrecer valoraciones, reflexiones, criterios, en esencia, expresión del pensamiento y porque utiliza la imagen artística, por medio de la cual realiza generalizaciones sobre la realidad objetiva, con una intención estética.
A partir de lo apuntado, se asume que el proceso de formación debe ser pleno y llevar a los estudiantes a su realización como seres humanos, simultáneamente con el cultivo de la sensibilidad, con el propósito de desarrollar sus verdaderas potencialidades, en función del mejoramiento de la sociedad. Sobre la base de estas premisas se podrá cumplir con el encargo atribuido a la educación.
CONCLUSIONES
La formación humanista, aunque es un reclamo de diversas personalidades del mundo intelectual, político, religioso, pedagógico, continúa siendo una deuda pendiente con la humanidad. Todos los esfuerzos que se realicen pueden ser pocos ante la situación de la crisis de civilización.
El proceso de enseñanza-aprendizaje de la literatura es privilegiada porque la materia prima con la cual trabaja es el lenguaje, instrumento fundamental para ofrecer valoraciones, reflexiones, criterios, en esencia, expresión del pensamiento.
Por otra parte, la literatura opera con una categoría esencial, la imagen artística, por medio de la cual realiza generalizaciones sobre la realidad objetiva, con una intención estética.
La educación y sus respectivas instituciones educativas pueden hacer posible cambiar esta realidad, para lo cual se requiere estudiar a profundidad los programas, lineamientos y currículos actuales. Esta visión y compromiso social ha estado latente en toda la construcción del presente trabajo, el cual se ofrece con la intención de provocar la reflexión, con la seguridad de que es posible la convivencia en un mundo mejor.