Introducción
El Coronavirus es el agente etiológico del COVID-19, y durante el último año se ha convertido en la enfermedad más importante y de mayor expansión en todo el mundo.1,2 Los estudios de seroprevalencia han demostrado que la mortalidad no es tan alta, registra tasas de menos de 1-2 % entre aquellos que son menores de 60 años o que no tengan comorbilidades.3,4 Cuando se la compara con otras enfermedades respiratorias virales se aprecia esta baja mortalidad: MERS (34 % de mortalidad en el año 2012),5 SARS (10 % de mortalidad en el 2003),6,7 NIPAH (78 % de mortalidad en 1998),8,9 H5N1 Bird Flu (53 % de mortalidad en 1997),10-12 entre otras. Además, otras enfermedades no respiratorias han resultado ser más mortales, como el cólera (2,1 %), la fiebre amarilla y el dengue (5 % en cada caso), la leptospirosis (10 %), el ébola (50 %) y la rabia (95 %).13,14,15 Aunque, debido a que la pandemia sigue en desarrollo, la letalidad del SARS-CoV-2 será determinada con mayor seguridad en el futuro cercano.
Por otro lado, se ha observado que la higiene (lavado de mano y uso de desinfectantes) y las medidas de distanciamiento social son capaces de evitar la propagación, contagio y complicaciones.2,16 Sin embargo, y debido a la incertidumbre, muchas personas tienden a dejarse llevar por rumores (fake news) o desarrollar cuadros de angustia y depresión, que pueden poner en peligro sus vidas, las de sus familias y sus comunidades.17
Por los motivos anteriores, este estudio define como “paciente empoderado” a todo aquel individuo que tiene un conocimiento adecuado sobre aspectos básicos de la enfermedad, como su transmisión, infectividad, prevención y el conocimiento de las poblaciones de riesgo.18
En el Perú, desde el comienzo de la pandemia, no existen estudios que puedan identificar cuáles son los factores asociados al hecho de tener los conocimientos adecuados sobre la enfermedad o, en otras palabras, ser un “paciente empoderado”.
El conocimiento de este tipo de paciente permitiría enfocarse en las poblaciones que no tienen un adecuado conocimiento de la enfermedad.19 Se podrá reforzar las acciones de distanciamiento físico y conocer las repercusiones mentales y sociales del cumplimiento de las disposiciones dictadas por el gobierno para la prevención de la pandemia.20 Es por ello que el objetivo de la investigación fue determinar los factores asociados a ser un paciente empoderado en el tema de coronavirus.
Métodos
Diseño del estudio
Estudio transversal-analítico, con toma de datos primarios mediante encuesta autoaplicada. El estudio se dio entre marzo a mayo de 2020.
Población y muestra
Se trató de llegar a una amplia población, en las tres regiones naturales del Perú (costa, sierra y selva), así como, en el norte, centro y sur. Se guardó la proporción del tamaño de cada una de las sedes de encuestado, según la cantidad de encuestas realizadas. Se incluyó a quienes mostraron interés por participar en la investigación, mayores de edad y residiendo en el Perú. Se excluyó a los que respondieron de forma incongruente o dejaron inconclusa alguna de las diez preguntas principales (exclusión menor a 10 % del total).
Se recuperó 4167 encuestas válidas. Para llegar a esta cantidad se realizó un muestreo de tipo no aleatorio, por el método de bola de nieve, en donde, se empezó por una primera capa (contactos de los autores y la red COVID-19-GIS-Perú), luego en una siguiente etapa se procedió a que estos hicieran el contacto con sus amigos y familiares, así hasta llegar a la cantidad mínima que se requería. Al tener una variable dependiente cuantitativa, se calculó que se requería como mínimo 2704 encuestados, esto para la diferencia de medias de 41,2 y 42,0 puntos (con desviaciones estándares de 6,0 y 5,1; respectivamente), con un nivel de confianza de 95 % y una potencia de 80 %. Cabe destacar que se obtuvo más muestra (casi 50 % más de lo requerido), para tener un amplio rango, en caso de tener menores diferencias en las medias o sus desviaciones estándares.
Variables y herramienta
El instrumento de investigación para la recolección de datos estaba basado en una encuesta autoaplicada y especialmente elaborada para este trabajo ante la situación con la COVID-19, consta de diez preguntas elaboradas por los autores, cada una podía ser respondida a través de cinco alternativas en formato Likert (desde muy en desacuerdo hasta en muy de acuerdo). Se obtuvo un Alpha de Cronbach global de 0,83; los valores Alpha individuales variaron entre 0,80-0,85, todas las preguntas tuvieron signo positivo, la correlación ítem-test varió entre 0,50-0,78; el cálculo de Kaiser-Meyer-Olkin varió entre 0,66-0,96 (8 de las 10 preguntas tuvieron valores mayores a 0,82); todas ellas indicaban una buena consistencia interna de las preguntas.
Para el análisis estadístico se sumó los puntajes de cada una de las diez respuestas y se obtuvo un rango absoluto entre 10-50 puntos, esta variable de tipo cuantitativo se usó para la estadística bivariada y multivariada. Además, se recopiló las variables de la sede de encuestado: sexo, edad, nivel educativo y el tipo de encuestado según exposición al riesgo.
Procedimientos y ética
Primero se elaboró la encuesta, a partir de la literatura existente hasta el mes de marzo, luego se procedió a una validación de forma (a través de un primer estudio, que sirvió para el cálculo del tamaño muestral) y de un estudio de fondo (a través de expertos en epidemiología, salud pública y otros profesionales). Luego se procedió a la distribución de encuestas en una amplia población, y la respectiva obtención de estadísticos de validación.
Una vez elaborada la encuesta, se ubicó en una plataforma virtual gratuita, en donde se plasmó las recomendaciones para la conservación ética: las encuestas fueron anónimas (para respetar la privacidad de los encuestados y para darles certeza de que no podríamos identificarlos; para que puedan responder con libertad acerca de sus percepciones), además, en el encabezado se indicó el objetivo de la investigación, participación voluntaria y que, al llenar la encuesta comprendíamos que aceptaba la participación. Luego de la recolección se exportó la base de datos a una hoja en el programa Microsoft Excel (para Windows 2019), en donde se procedió a un primer proceso de depuración, luego esto se exportó a una hoja en el programa estadístico Stata (versión 11,1); en donde se realizó un segundo filtro y depuración de datos.
Análisis de datos
Se describió cada uno de los ítems mediante sus frecuencias/porcentajes (para generar la figura de la descripción de las respuestas), luego se confeccionó gráficos de cajas y bigotes de los puntajes totales según dos de las variables: nivel educativo y tipo de encuestado. En el análisis bivariado y multivariado se obtuvo los coeficientes crudos y ajustados, respectivamente, los intervalos de confianza a 95 % y valores de p; para esto se utilizaron los modelos lineales generalizados, con la familia Gaussian, la función de enlace identity, con modelos para varianzas robustas y ajustado por el lugar de encuestado (esto fue necesario hacer por comprender que cada población es particular en sus costumbres, ámbitos sociales y hasta en la forma de percibir y reaccionar ante la enfermedad). Se consideró estadísticamente significativos los valores de p≤ 0,05.
Resultados
De los 4167 que respondieron la totalidad de las preguntas, hubo un mejor desempeño entre aquellas preguntas que inquirían las medidas para evitar el contagio: el lavado de las manos y estornudar adecuadamente (ambas con 65 % de personas muy de acuerdo), seguidas de aquellas que hacían referencia al hecho de que la enfermedad afecta más a los ancianos (57 % de las personas estaban muy de acuerdo) y a los que tienen alguna comorbilidad que pudiera ponerlo en riesgo de mayor mortalidad (57 % de las personas estaban muy de acuerdo); también la mayoría (51 %) estuvo muy de acuerdo con que se debe tener precauciones y que se debe de usar alcohol, gel para evitar el contagio (Fig. 1).
Cuando se cruzaron la sumatoria de puntos del paciente empoderado versus el nivel educativo, se encontró que casi todas las medianas estaban en 42 puntos, excepto la de los que tenían nivel técnico, que tenía un punto menos (Fig. 2).
Cuando se cruzaron la sumatoria de puntos del paciente empoderado versus el tipo de paciente encuestado, se encontró que las medianas de los encuestados sin riesgo y con riesgo eran de 42 puntos, en cambio, la mediana que obtuvo el personal de salud fue mayor, así mismo, la que obtuvo el personal de salud que tenía riesgo fue aún mucho mayor (Fig. 3).
Para el análisis bivariado, se utilizó a los estudios secundarios como categoría de comparación para evaluar la variable nivel educativo, de manera que, se observó que los que habían alcanzado educación a nivel técnico tenían menos empoderamiento en relación con el conocimiento de la enfermedad (coeficiente: 0,37; IC95%: 0,15-0,93; p= 0,035); además, los que eran del personal de salud sin riesgo (coeficiente: 1,84; IC95%: 1,04-3,25; p= 0,035) y los del personal de salud que tenían algún riesgo (coeficiente: 4,74; IC95%: 1,54-14,57; p= 0,007), fueron los más empoderados con respecto a la enfermedad; ni el sexo ni la edad se asociaron, ambos con p ≥ 0,05 (Tabla 1).
*La categoría mujeres se compara versus la categoría hombres. La variable dependiente es la sumatoria de las diez variables del empoderamiento; esta se cruzó versus las otras variables con los modelos lineales generalizados (familia Gaussian, función de enlace identity, modelos para varianzas robustas y ajustado por el lugar de encuestado).
En el análisis multivariado se encontró que, al evaluar la variable nivel educativo y utilizar los estudios secundarios como categoría de comparación, los que tenían un nivel técnico tenían un menor puntaje de empoderamiento con respecto a la enfermedad (coeficiente: 0,39; IC95%: 0,15-0,98; p= 0,046); además, en comparación con los encuestados que no tenían riesgo de complicaciones, los que eran del personal de salud sin riesgo (coeficiente: 1,77; IC95%: 1,01-3,09; p= 0,045) y los del personal de salud que tenían algún riesgo (coeficiente: 4,73; IC95%: 1,46-15,31; p= 0,010), fueron los más empoderados con respecto a la enfermedad. Todas las comparaciones se ajustaron por el sexo, la edad y el lugar de encuestados (Tabla 2).
*La categoría mujeres se compara versus la categoría hombres. La variable dependiente es la sumatoria de las diez variables del empoderamiento; esta se cruzó versus las otras variables con los modelos lineales generalizados (familia Gaussian, función de enlace identity, modelos para varianzas robustas y ajustado por el lugar de encuestado).
Discusión
Tres de las seis principales respuestas del encuestado empoderado (la 1ra., 2da. y 6ta.) hacían referencia al hecho de tener una higiene adecuada para no contagiarse; consideramos que la población en su mayoría sí estuvo informada, puesto que las preguntas que mejor fueron respondidas mostraban que para evitar el contagio se debe lavar las manos y estornudar adecuadamente. Esto ha sido ampliamente difundido por los reportes formulados por la Organización Panamericana de la Salud, el Ministerio de Salud del Perú y otros autores;21,22,23 en todos ellos se muestran importantes porcentajes de aceptación de estas normas. Sin embargo, pese a ello la población tiene miedo a la enfermedad, tal como lo refieren algunas investigaciones.20,24 Lo que podría explicarse por ser una pandemia que tiene una rápida expansión, con una cobertura importante de los medios de comunicación y que, en esta parte del mundo no se tiene registro cercano de una situación similar.
Las personas sabían que la enfermedad afecta más a los grupos de ancianos, Esto ya se ha notificado con anterioridad, ya que, se encontró una mayor tasa de letalidad en el grupo etario de ≥ 60 años, respecto a personas jóvenes (en quienes el riesgo es mínimo e inclusivo inexistente).25,26
Además, se encontró que se tiene mayor conocimiento sobre el empoderamiento en la pregunta donde se relaciona una enfermedad de fondo, esto se puede sustentar en el hecho de que el COVID-19 presenta mayor tasa de letalidad en aquellos que presentan alguna comorbilidad, esto es planteado por autores e instituciones,20,27) que muestran que la comorbilidad más frecuente es la hipertensión (17±7, IC95%: 14-22%), seguida por la diabetes (8±6, IC95%: 6-11%), las enfermedades cardiovasculares (5±4, IC95%: 4-7%) y las enfermedades del sistema respiratorio (2±0, IC95%: 1-3%). El conocimiento de que los que tienen alguna comorbilidad tienen mayor riesgo de muerte ha sido gracias a los medios de comunicación y al hecho de que en el Perú, estos pacientes representan un porcentaje importante de los decesos.
Además, en la quinta ubicación de la encuesta se encuentra la pregunta que menciona que se deben tomar las precauciones, pero que no se debe tener miedo, como plantea la pregunta seis, ante posibles sucesos de cualquier carácter. La Organización Mundial de la Salud en uno de sus informaciones llama principalmente a mantener la calma y seguir con las indicaciones de salubridad, que van desde el aislamiento social, aseo adecuado de las manos y zonas de contacto para el virus en la población general y para el personal asistencial, así como, el contar con los adecuados medios de barrera para el contagio del virus.28
El Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias de España también hace énfasis en el adecuado acceso a la información sobre COVID-19, reitera que el índice de mortalidad y complicaciones se afecta por la edad y comorbilidades.29 Es quizá por ello que las personas de grupos de riesgo suelen reaccionar de manera fatalista, pudiera ser que no estén preparados ante situaciones que impliquen estrés y cómo manejarlo de forma adecuada.30
Fue interesante observar que los que tenían estudios a nivel técnico tuvieron menores puntajes de empoderamiento en comparación con los que tenían hasta estudios secundario; este resultado podría ser explicado en el hecho de que los encuestados en nivel secundario en su mayoría eran jóvenes que 18 a 20 años que tenían un mejor acceso a internet u otros medios que los técnicos, que tenían un rango de edad mayor y un menor manejo de medios de comunicación virtuales.31 Por otro lado, otra posible explicación podría hallarse en la situación que actualmente vive España donde el personal de enfermería y los técnicos no se sienten seguros sobre sus medidas de prevención debido a la gran cantidad de casos y la mortalidad que ha afectado, inclusive, a sus colegas.32Steinberg,33 en una de sus recientes publicaciones, indica que una de las consecuencias que podría generar esta falta de empoderamiento en sectores de mayores estudios académicos podrían tener un impacto en cuanto a las decisiones que tomarán en su profesión específica. Por lo que, es importante evaluar a profundidad cada profesión y su empoderamiento específico, así como, su conocimiento puntual y forma de actuar.
Por último, aquellos que eran del personal de salud tenían un mayor empoderamiento. Este hecho podría ser explicado porque las actividades realizadas por el personal de salud los obliga a tener el conocimiento más actual para poder realizar su labor con eficiencia y seguridad. Esto concuerda con lo señalado en guías internacionales dadas por la Organización Panamericana de la Salud, en donde se puede apreciar que el personal debe estar empoderado no solo en el tema de COVID-19, sino también ante cualquier contingencia sanitaria.21
A pesar de lo anterior. Las personas no están exentos de tener miedo, debido a la exposición que tienen, que puede generar altos niveles de estrés, ansiedad y, en casos más severos,34 incluso, pueden llegar a presentar pánico a laborar en un ambiente hospitalario con una importante exposición,35-36 o que incluso, donde se produce un aumento constante de casos y el contagio entre el propio personal de salud.
Llamó la atención que los encuestados sin comorbilidades, no estaban empoderados sobre la pandemia del COVID-19. Su desinformación representa un riesgo real, ya que, pueden ser los medios de transmisión (ya que son asintomáticos) a familiares o miembros de la comunidad que tengan comorbilidades. Esto podría no solo darse en la población general, sino también en grupos especializados, ya que, hoy en día existe poca información de calidad acerca de la propagación de este virus y algunas veces se toman decisiones sin datos confiables; como son los casos de gobernantes a nivel mundial que subestimaron a la enfermedad o en algunos ámbitos hospitalarios que se apuesta por terapias poco probadas y ha habido importantes repercusiones en ambos casos. Este hallazgo es importante que sea tomado en cuenta, para generar estrategias de capacitación y empoderamiento entre los grupos que tengan un mayor riesgo.
El estudio tuvo la importante limitación del sesgo de selección, ya que, nuestros resultados no deben ser tomados de forma absoluta para todas las poblaciones del Perú, ya que, por el tipo de muestreo no se pudo llegar a poblaciones rurales, militares, policiales, entre otras, por tanto, esta investigación puede servir de línea de base para futuras indagaciones en múltiples realidades.
Finalmente se concluye que el personal de salud, debido a su actividad laboral, son lo más empoderados con respecto a COVID-19 y tienen mejor conocimiento en los temas de transmisión y prevención.