Estimado director(a):
La autoría en la publicación científica constituye el medio principal de reconocimiento de los logros académicos en la actualidad.1 La lista de publicaciones es uno de los criterios principales que influyen en la carrera académica del científico. El conocido dilema “publica o perece”, es un ejemplo que deja claro el incentivo por la necesidad de publicar tanto como sea posible, preferiblemente en revistas de alto impacto; de lo contrario, puede perderse oportunidades en la carrera científica, fondos para investigaciones u otros reconocimientos.2 Esto ha conducido a faltas de ética y malas prácticas en la autoría de los artículos, lo cual atenta contra la transparencia, calidad y credibilidad no solo del producto científico, también del propio investigador que incurre en tales faltas.
Existen dos tipos principales de malas prácticas en la autoría de una publicación científica: el autor honorario y el autor fantasma. El autor honorario es la desviación más prevalente de los estándares de autoría responsable. Es el autor que se incluye, cuando no ha contribuido para nada o se ha quedado al margen de la investigación. Por otro lado, el autor fantasma es la persona que contribuye sustancialmente en la realización de una investigación, pero no es mencionado en la lista de autores en la publicación.1
Luiten y otros3 refiere tres subtipos de autores honorarios, como son la autoría de regalo, la cual incluye en la lista de coautores a cierta persona por gratitud o en espera de que su acción sea recompensada de igual manera, o sea, incluyéndolo en otras publicaciones. La otra modalidad es autor invitado, un reconocido investigador se incluye como coautor esperando aumentar aparentemente la calidad del artículo. Por último, se encuentra el autor coercitivo, la cual se considera la desviación más severa en las malas prácticas de autoría, donde el superior en el grupo de investigación o jefe, exige su inclusión o la de algún otro autor en el trabajo realizado por jóvenes investigadores del equipo. Es muy frecuente esta modalidad en escenarios académicos.
Estas faltas no siempre ocurren a conciencia, pues la ignorancia o el desconocimiento de los criterios de autoría es un hecho que ocurre en considerable frecuencia. La ausencia de referencias explícitas sobre las guías de autoría en las políticas de las revistas puede contribuir a que estas malas prácticas se posterguen.
En las actuales circunstancias, la mayoría de las revistas de alto impacto y las revistas cubanas siguen las pautas de contribución de autoría establecidas por el Comité Internacional de Editores de Revistas Médicas (ICMJE, por sus siglas en inglés). Estas recomendaciones aparentemente simples de definición de autor se basan en cuatro aspectos: 1) realizado aportes sustanciales a la idea o diseño del estudio, la recogida de datos o el análisis e interpretación de ellos; 2) participado en la redacción o en la revisión crítica de su contenido intelectual; 3) aprobado la versión final del manuscrito para su publicación y 4) de acuerdo con asumir la responsabilidad por todos los aspectos del trabajo.4 Sin embargo, existen controversias vinculadas al segundo criterio en el contexto de investigaciones multidisciplinarias que requieren la participación de diferentes expertos, de manera que no todos deberían involucrarse directamente en el proceso de redacción o revisión crítica del manuscrito.5
Recientemente, se ha empleado la taxonomía CRediT en las revistas científicas del sistema nacional de salud para definir los roles de los contribuyentes en la producción académica y científica. De esta forma, los autores obtienen su reconocimiento individual mediante la distribución de los roles en las siguientes tipologías: conceptualización, curación de datos, análisis formal, adquisición de fondos, administración de proyectos, investigación, metodología, recursos, software, supervisión, validación, visualización, redacción del borrador original y por último, la redacción que incluye revisión y edición.6 Con esta metodología se logra una estandarización para la mención de dichos roles en las revistas de la red SciELO.6 Actualmente, esta taxonomía se ha adoptado por una considerable cantidad de editores internacionales, lo cual aporta prácticos beneficios en un ambiente investigativos cada vez más amplio. En sentido general, el aporte más significativo de la taxonomía CRediT es la presencia de un verdadero reconocimiento y visibilidad de la contribución de autoría en aspectos más específicos de un proceso investigativo.6
La comunidad científica necesita guías de autorías balanceadas y realistas que puedan prevenir las malas prácticas y facilitar la responsabilidad ética y la colaboración efectiva entre los científicos y sus grupos de trabajo. Por otra parte, las revistas deben esclarecer adecuadamente los criterios de autoría y exigir la declaración de las contribuciones de los autores en los manuscritos enviados. Otras alternativas que deben fomentarse son la impartición de cursos y/o incluir en el currículum de los estudiantes en pregrado y los jóvenes investigadores, temáticas sobre la ética en la publicación científica, pues muchas de las faltas que se cometen se deben al desconocimiento de las prácticas correctas en el ámbito investigativo.