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Revista Cubana de Pediatría
versión On-line ISSN 1561-3119
Rev Cubana Pediatr v.74 n.4 Ciudad de la Habana sep.-dic. 2002
Facultad "General Calixto García"    
 
Algunos aspectos  a considerar en el paciente con convulsiones febriles    
 
    Resumen    
 
    Se expone una revisión bibliográfica actualizada, sobre los conceptos de convulsión febril en el niño y el manejo de estos pacientes, utilizando un lenguaje apropiado para la comprensión del familiar, del médico general y del padiatra. Las recomendaciones finales, basadas en la experiencia clínica, constituyen una guía práctica para el manejo de pacientes son convulsiones febriles y convulsiones febriles complejas.
DeCS: ATAQUES FEBRILES; NIÑO; RECIEN NACIDO.    
      
 
Una de las causas  más frecuentes en la infancia de morbilidad la constituyen: las infecciones  respiratorias, gastrointestinales y urinarias.1-3  Precisamente durante estas, la fiebre es un síntoma común e incluso,  en ocasiones, el primero. Por otra parte, se ha estimado que de la población  general, del 2 al 5 % de los niños pueden presentar un cuadro convulsivo  febril en las etapas de lactantes y preescolares y constituir un síntoma  alarmante y que requiere una atención inmediata.1,2,4,5    
  
Es natural que los familiares, frente a este fenómeno, necesiten  también de ayuda, pues generalmente lo relacionan con un peligro inminente  para la vida del paciente y la posibilidad de secuelas futuras en estos niños.2,6,7      
 
La atención de la urgencia durante el momento de la  convulsión febril, el conocimiento de las causas para efectuar un tratamiento  efectivo, así como las orientaciones del seguimiento futuro son, en resumen,  las responsabilidades que el pediatra asume en estas situaciones. El objetivo  de este artículo es describir, someramente, los cuidados que se tendrán  con un niño con fiebre, señalar cuáles serían los  que más posibilidades tengan de padecer estos ataques y cuáles serían  las medidas con estos pacientes.    
 
Primeramente aclararemos los términos  que aquí usaremos en cuanto a: ¿cuándo consideraríamos  que un niño muestra un cuadro febril? y ¿a qué llamamos convulsión  febril simple o compleja?    
 
Desarrollo    
 
    Se considera que  un niño mayor de 3 meses de edad presenta fiebre cuando la temperatura  asciende a 38 °C o más. En el más pequeño este concepto  en los últimos 3 años, se ha modificado, por lo que se considera  un paciente a esta edad con fiebre cuando ésta es superior a los 37,5º  C. Esta excepción con el niño de más corta edad se relaciona  con el manejo adecuado de los procesos sépticos que generalmente son muy  graves y sutiles en su expresividad clínica y que no es el motivo de nuestro  artículo.7,8    
 
La convulsión  febril (CF) es toda contracción involuntaria de la musculatura del cuerpo,  generalizada o no, con compromiso del sensorio o no, de duración variable  que ocurre en el transcurso de cualquier enfermedad febril.7-9    
  
Cuando hablamos de CF concomitante nos referimos a aquellos niños  en que el ataque convulsivo es causado por hipoglicemia, anoxia, meningitis, encefalitis,  y no es la fiebre la causa de ella.7-9    
 
En  el caso que no se concomite con una enfermedad que por sí misma sea causa  de convulsión, hablamos de pacientes que padecen de convulsiones febriles  simples o complejas, donde la fiebre juega un papel como causa de la convulsión.    
  
La convulsión febril simple (CFS) es un desorden neurológico frecuente, sobre todo en el paciente con menos de 6 años. Se ha estimado una prevalencia del 2 al 5 % en la población general y se señala que éstas constituyen del 80 al 85 % de todas las convulsiones, así como que aproximadamente un tercio de los niños que la padecen, presentan una o más recurrencias.1,2,4,5
Un  grupo de características clínicas10  la definen, como:    
 
- La presencia de fiebre al inicio y durante  un cuadro convulsivo (generalmente durante las primeras 24 h de iniciado el proceso  febril).    
 
- Edad entre 6 meses a 5 años.    
 
- Convulsión  generalizada donde hay compromiso del sensorio.    
 
- Que el ataque no  dure más de 15 min.    
 
- Que el examen físico neuropediátrico  sea negativo después de ceder la convulsión.    
 
- Que no  existan antecedentes previos personales de daño neurológico en el  paciente.    
 
- En ocasiones aparecen antecedentes familiares de convulsiones  febriles en la infancia.    
 
- Estudios electroencefalográficos  normales después de 15 días del ataque.    
 
- No más de 5 ataques que recurren durante un año.
En la actualidad  existen numerosos criterios, que han sido revisados en los últimos años  por diferentes investigadores, donde no es estrictamente necesario indicar un  electroencefalograma a un paciente que cumple con los criterios de convulsión  febril simple.2    
 
En cuanto a las convulsiones febriles complejas (CFC) se trata de pacientes que si bien la fiebre desempeña una función importante como causa de la convulsión, no cumplen con las características antes mencionadas para los pacientes con CFS.
Nos  referimos, por ende, a pacientes que en el transcurso de un cuadro febril y en  edades fuera de lo antes mencionado, puedan presentar un cuadro convulsivo no  generalizado, o sea, focal, como expresión de la existencia de un año  neurológico; que pueda durar más de 15 min, que existan antecedentes  previos de insulto al sistema nervioso central (SNC), que existan antecedentes  familiares de epilepsia, que el examen físico no sea normal después  de la convulsión y que la recurrencia de los ataques convulsivos frente  a un cuadro febril sean mayores de 5 en un año.2,5,8,10-14    
  
Una vez definidos estos términos: ¿Qué conducta ha  de seguir el familiar del paciente?    
 
Desde luego, la mayoría  de las enfermedades infecciosas que causan fiebre en el niño son de origen  benigno e incluso a veces de vida autolimitada.8,14  No obstante algunos consejos deben ser orientados a toda madre, sobre todo en  el caso de las que se enfrentan a esta tarea por primera vez.    
 
Con cierta  frecuencia, existe una tendencia a confiar en la palpación de la piel para  determinar si el niño tiene fiebre o no, lo que es una medida errónea,  pues generalmente la temperatura corporal de la persona que realiza la palpación  está en correspondencia con la temperatura ambiental. Esto explica la necesidad  del uso del termómetro y no confiar en el recurso antes expuesto. El uso  inmediato de antipiréticos como paracetamol y otros, una vez que se determine  que el paciente presenta fiebre, es por supuesto una de las medidas iniciales  que se deben tomar. Se conoce hace años el uso de la balneación  con agua con temperatura ambiental, en estos casos. Muchos profesionales aconsejan  el uso de la balneación con agua tibia, alcohol por medio de compresas  y otras. El objetivo de esto, es contribuir a mantener, por pocos instantes, pero  en los iniciales antes de que comience a actuar el antipirético, la temperatura  en el organismo, y prever la convulsión en aquellos pacientes que pudieran  estar expuestos a ésta.    
 
Una vez controlada la hipertermia, tanto  con la balneación como con los antipiréticos, por supuesto la recomendación  sería dirigirse al pediatra para encontrar la real causa de la fiebre.    
  
¿Cuáles serían los pacientes que estarían más  expuestos a padecer convulsiones febriles simples o complejas?    
 
Los  antecedentes familiares de convulsiones febriles en la infancia y de epilepsia  son aspectos que marcarían mayor susceptibilidad en un grupo de niños,  para presentar ataques convulsivos durante un proceso febril; generalmente esto  está genéticamente determinado y no está relacionado con  daños en el SNC.15-17. De hecho se han  realizado diferentes investigaciones para definir aquellos factores clínicos  y epidemiológicos de riesgo de recurrencia. De las variables estudiadas,  el antecedente de familiares de epilepsia y la presentación de la convulsión  febril entre 6 meses y 1 año de edad, son las 2 estadísticamente  de mayor valor para poder hablar de riesgo de recurrencia.18,19  (Picos SN. Convulsión febril. Características clínicas.  Tratamiento preventivo [trabajo para optar por el título de Especialista  de I Grado en Pediatría], Ciudad de La Habana, 1995). Otros marcadores  biológicos como el interlenkin 1 beta exon 5 e Interleukin -1 receptor  antagonistas están siendo estudiados, como marcadores de susceptibilidad,  en pacientes con convulsiones febriles.15    
  
Otro grupo de pacientes está formado por niños con previo  daño en el SNC, ya bien sea por trastornos ocurridos durante el embarazo,  en los primeros momentos del nacimiento o en el desarrollo posterior del niño  como consecuencia por ejemplo de una meningoencefalitis o un trauma craneoencefálico.    
  
Las convulsiones febriles simples constituyen del 80 al 85 % de todas las  convulsiones en la infancia; se conoce que tienen un pronóstico bueno,  o sea, ésta no causa daños neurológicos, cognitivos ni de  la conducta18,19 (Picos SN. Obra citada). De  hecho debe realizarse una discusión amplia con los padres y explicarles  la naturaleza de ella y los primeros auxilios frente a una convulsión.  No obstante, existen diferentes puntos de vista sobre si deben o no ser protegidos,  una vez que hayan presentado la primera convulsión, con drogas antiepilépticas13,17-19  (Picos SN. Obra citada).    
 
Sobre esto muchos investigadores han escrito  a favor y en contra y han usado algunas diferentes drogas en sus pacientes, generalmente  en aquellos que presentan factores predictivos y absolutos de riesgo de recurrencia.16,20    
  
Con el primer grupo se recomienda vigilancia estrecha de la temperatura,  sobre todo cuando el niño comienza con las primeras manifestaciones de  cualquier proceso mórbido, así como la aplicación inmediata  de las medidas de balneación y el uso adecuadamente dosificado de antipiréticos,  y mantener al niño con poca ropa y sin cubrirlo con mantas durante el cuadro  febril.    
 
En el segundo grupo, además de las medidas generales  se recomienda el uso de drogas anticonvulsivantes17,19-21(Picos  SN. Obra citada).    
 
¿Cuáles han sido las drogas usadas  y por qué?    
 
Relacionado con la farmacocinética de ellas  se han usado aquellas que además de las propiedades anticonvulsivas, sean  capaces de aumentar la susceptibilidad del desbalance térmico producido  en el tálamo en el momento del cuadro febril. Entre ellos el fenobarbital,  la primidona, el diazepan y más recientemente el ácido valproico.    
  
Durante algunos años, los galenos utilizaron como de elección  el fenobarbital en dosis de 3 a 6 mg/kg/día subdividido en 2 subdosis,  y se verificaron algunos efectos tóxicos en su uso de forma continuada.  Por otra parte, el uso discontinuado, solo en los días relacionados con  el proceso febril, no tiene efectos terapéuticos, y se ha comprobado con  mediciones de los niveles del medicamento en sangre, utilizado de esta manera.20,22-25    
  
Se ha demostrado que la primidona es tan efectiva como el fenobarbital  y algunos estudios muestran pocos efectos colaterales de ella con su uso. Las  dosis recomendadas son entre 10 a 25 mg/kg/día.26    
  
El tratamiento con diazepam, de manera intermitente en los cuadros febriles,  por vía oral o rectal es apoyado por muchos investigadores actualmente,  como tratamiento preventivo en la recurrencia de la CF en dosis de 1 a 2,7 mg/kg/día,  en 3 subdosis, y es bien tolerado y produce niveles terapéuticos en 1 h  o menos, por lo que deberá mantenerse el tratamiento durante el cuadro  febril.26-29    
 
El ácido valproico  también ha sido recomendado con mucha aceptación por diferentes  investigadores, a pesar de que se conoce la tendencia a producir daño hepático  en algunos pacientes, por lo que el seguimiento de la función hepática  en estos casos, es imprescindible.30-32    
 
Como  hemos visto, el tratamiento, está sujeto a una polémica, pero sí  está claro que aquel paciente con CFS y que posea factores absolutos de  riesgo de recurrencia, al igual que el que presente convulsión febril compleja,  debe ser tratado con drogas anticonvulsivas.    
 
Se han realizado varias investigaciones, usando en estos pacientes algunas de las drogas antes mencionadas, con buenos resultados, en aquellos que requerían la profilaxis con anticonvulsivos (CFS con factores de riesgo de recurrencia) o los que por su entidad necesitaban terapéuticamente (CFC) el uso de la primidona de forma continua. Solo en un pequeño número de infantes se han observado efectos no deseados, y se ha empleado en estos casos el ácido valproico con buenos resultados.20
    
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Recibido: 12 de septiembre de 2002. Aprobado: 22  de octubre de 2002.    
 Dra. Lourdes Valdés Urrutia. Montero Sánchez  No. 24, entre 21 y 23, Vedado, municipio Plaza de la Revolución, Ciudad  de La Habana, Cuba.
1 Especialista de I Grado en Pediatría. Asistente del Departamento de Pediatría.

 
 


 
 




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