Introducción
En las últimas décadas se ha prestado mayor atención a los resultados de la actividad quirúrgica debido a varios factores, entre ellos: el peso económico que esta actividad genera en los servicios de salud, el notable avance ocurrido en la mejora de los cuidados perioperatorios y la creciente ocupación institucional por la calidad de la asistencia sanitaria y la satisfacción de la población destinataria de los servicios médicos.1,2 A este propósito han contribuido de forma inobjetable el desarrollo y aplicación de protocolos o guías de práctica clínica.3
Las guías de práctica clínica perioperatorias reducen la variación en los cuidados del paciente quirúrgico y aumentan la eficiencia de dichos cuidados, lo que permite que los pacientes se beneficien de las iniciativas institucionales encaminadas a mejorar la calidad de la atención médica.4
La apendicitis aguda es sin dudas la enfermedad que tipifica la atención quirúrgica de urgencia en la mayoría de los centros dedicados a la atención sanitaria de niños y adolescentes. Su frecuencia, variación en las características clínicas en los diferentes grupos de edad y las crecientes informaciones sobre la posibilidad de tratarse por métodos no quirúrgicos, hace necesaria una revisión del tema y la publicación de una guía que sirva de orientación a los cirujanos pediátricos que trabajan en servicios de urgencia en el país.
Concepto
La apendicitis aguda es la inflamación del apéndice cecal, también denominado apéndice vermiforme.
Epidemiología
Causa más importante de operaciones abdominales urgentes en niños y adolescentes. Más frecuente en escolares, con máxima incidencia entre 9 y 12 años. Afecta raramente a menores de un año. Discreto predominio en sexo masculino (1,3:1; 3:2). Los residentes en áreas rurales y países menos industrializados tienen un riesgo menor de padecer la enfermedad que aquellos que viven en ciudades y naciones con más desarrollo industrial, lo que se ha relacionado con dieta pobre en residuos en los segundos. La incidencia estacional es inconstante y variable, aunque suele predominar en los meses de verano e invierno.5,6,7,8
Etiología
Se han postulado varias causas. La obstrucción de la luz del órgano y la infección han sido probadas en modelos experimentales. La obstrucción apendicular puede ser causada por hiperplasia linfoide, fecalitos o coprolitos, cuerpos extraños (semillas, fibras vegetales, alfileres, fragmentos de hueso, espinas de pescado), infecciones parasitarias (Enterobius, Ascaris, Entamoeba, Schistosoma, Strongyloides), enfermedades que cursan con incremento de la presión intraluminal del colon y disminución de la motilidad (aganglionosis intestinal, íleo meconial, fibrosis quística), tumor carcinoide, acodaduras, membranas o bridas congénitas o adquiridas, vólvulo del apéndice y trauma. De todas, parece ser la hiperplasia linfoide la causa más frecuente en edad pediátrica.8
Los gérmenes más aislados en cultivos de la luz apendicular y del líquido peritoneal de pacientes con apendicitis son Escherichia coli, Pseudomonas aeruginosa, Streptococci, adenovirus y rotavirus, entre otros menos frecuentes. En cultivos del apéndice, sobre todo en apendicitis complicadas, se ha demostrado un incremento de bacterias del género Fusobacterium (F. nucleatum, F. varium, F. necrophorum), que habitualmente no se encuentran en la flora fecal de sujetos sanos.8,9,10,11
Etiopatogenia
Muy tempranamente en el siglo xx se postuló que una vez que ocurre obstrucción, bien por heces endurecidas o por hiperplasia del tejido linfoide, la acumulación del moco secretado continuamente por la mucosa apendicular, provoca incremento de la presión intraluminal, lesión progresiva de la mucosa e invasión bacteriana desde la luz apendicular, extendida luego a toda la pared del órgano.6,8
En la mayoría de los casos no puede determinarse con exactitud si la infección es consecuencia de la proliferación bacteriana después de la obstrucción luminal o si el proceso inflamatorio del apéndice es desencadenado por infección, que a su vez causa hiperplasia del tejido linfoide de la submucosa y obstrucción de la luz. Esta segunda hipótesis ha alcanzado mayor atención a partir del incremento de artículos que informan acerca del tratamiento de la apendicitis solo con antibióticos.10,11
Clasificación
La clasificación macroscópica de la apendicitis aguda es muy variable. El aspecto exterior (el que aprecia el cirujano) puede diferir de la extensión y severidad de las lesiones histopatológicas (las que describe el patólogo). Apéndices externamente de aspecto normal pueden tener lesiones microscópicas que demuestran inflamación aguda.12
En anatomía patológica se reconocen en general tres estadios de la enfermedad:12
Apendicitis aguda temprana o inicial, a veces denominada simple.
Apendicitis aguda supurativa
Apendicitis aguda gangrenosa
En el más reciente texto cubano de cirugia se describen 4 estadios:13
Apendicitis aguda catarral
Apendicitis aguda flegmonosa y úlceroflegmonosa
Apendicitis aguda supurada
Apendicitis aguda gangrenosa
Lo más importante es la clasificación según la relevancia clínica de los hallazgos intraoperatorios, que, en última instancia, pautan el tratamiento ulterior:5
Apendicitis no complicada: no hay necrosis, gangrena o perforación macroscópica del órgano, peritonitis ni complicaciones extraabdominales. Suele corresponderse con los dos primeros estadios anatomopatológicos. Menor riesgo de infección de herida quirúrgica.
Apendicitis complicada: presencia de apendicitis gangrenosa con o sin perforación macroscópica, peritonitis (local o difusa, independientemente del estadio de la apendicitis) o complicaciones extrabdominales. Mayor riesgo de infección de herida quirúrgica.
Diagnóstico positivo
Antecedentes de interés
Estreñimiento crónico. Ausencia habitual de vegetales u otros alimentos ricos en fibras de celulosa en la dieta (dieta “occidental”). Parasitismo intestinal. Enfermedades infecciosas virales o bacterianas recientes o en curso. Fibrosis quística.
Síntomas
Son los siguientes:
Dolor abdominal: síntoma más importante y siempre presente. Suele comenzar en epigastrio o región periumbilical, refiriéndose luego en el cuadrante inferior derecho o en región ilíaca derecha. Constante, se alivia en reposo, se incrementa al cambiar de posición en el lecho, alintentar deambular o con los movimientos bruscos del vehículo durante el traslado del paciente al centro de salud.
Anorexia: muy frecuente, presente casi siempre desde el comienzo del dolor.
Náuseas y vómitos: siguen en orden al dolor. A veces ausente si tiene pocas horas de evolución.
Fiebre: inicialmente poco importante y ausente si tiene pocas horas de evolución. Puede producirse elevación brusca en el momento de la perforación apendicular. Será más alta mientras mayor sea la peritonitis que se desarrolle.
Tríada y secuencia típica (de Murphy): dolor abdominal, anorexia (o nauseas, o vómitos), febrícula o fiebre, en ese orden. Si tiene pocas horas de evolución, faltarán síntomas y su ausencia no excluye la enfermedad.
Signos
Los más importantes:
Faz: lo habitual es ver en el enfermo un rostro que refleja dolor. La faz peritonítica o hipocrática es característica de casos con larga evolución o diagnóstico tardío.
Ligera claudicación de la marcha en el lado derecho. El niño puede caminar encorvado o negarse a deambular. Muestra dificultad para subir o bajar de la mesa de examen. Al pedirle que dé un pequeño salto, refiere dolor o se niega a hacerlo por temor a desencadenarlo.
Actitud y posición en la mesa de examen: paciente tranquilo, a veces con los muslos flexionados sobre el abdomen y en decúbito lateral derecho. En un niño inquieto, que se resiste agitadamente al examen, se retuerce, vocifera, grita o corre, el diagnóstico de apendicitis debe ponerse en duda.
Taquicardia: de gran significación en ausencia de fiebre.
Examen del abdomen: abdomen “quieto”, no sigue los movimientos respiratorios. Hiperestesia cutánea en el cuadrante inferior derecho, dolor a la presión, espasmo o contracción muscular voluntaria (inicialmente) o involuntaria, dolor a la descompresión, dolor a la percusión suave. Peristalsis intestinal (estimada por la auscultación de los ruidos hidroaéreos) normal o disminuida.
Examen rectal: en el 50% de los niños es normal y el dolor puede deberse a otracausa. Hacerlo solo si hay dudas en el diagnóstico y posponerlo para el final del examen. Se puede hallar abombamiento en el receso o saco peritoneal posterior (absceso pélvico), aumento de la temperatura rectal, palpación de área dolorosa hacia el lado derecho, a veces con un tumor muy doloroso a este nivel si el apéndice está en posición pelviana o hay un plastrón.5
Sistemas de puntuación (Scoring Systems)
Los siguientes:
Alvarado Score (valores entre 0 y 10): menor de 5 indica poca probabilidad de que el niño tenga apendicitis aguda y mayor o igual a 7 alta probabilidad.
Pediatric Appendicitis Score (PAS; valores entre 0 y 10): menor de 4 indica poca probabilidad de que el niño tenga apendicitis aguda y mayor o igual a 7 alta probabilidad.
Appendicitis Inflammatory Response Score (AIRS; valores entre 0 y 12): menor de 5 indica poca probabilidad de que el niño tenga apendicitis aguda y mayor o igual a9 alta probabilidad. Tiene el inconveniente de que incorpora la proteína C reactiva en el puntaje, examen usualmente no disponible en servicios de urgencia pediátricos en Cuba.
Ninguno tiene suficiente valor predictivo para asegurar que el paciente tiene o no apendicitis, por lo que no deben ser empleados exclusivamente como estándar diagnóstico en niños. No obstante, son útiles para orientar al médico que asiste al niño y para decidir sobre la necesidad de exámenes complementarios o reevaluación.14,15,16
Exámenes complementarios
Laboratorio clínico
Leucograma: leucocitosis ligera con predominio de polimorfonucleares y eosinopenia. Un valor normal o anormal no afirma ni excluye la enfermedad. Si hay perforación y peritonitis, ocurre leucocitosis importante, con leucocitos polimorfonucleares “jóvenes” (juveniles, stabs, mielocitos).17,18
Exámenes necesarios en la evaluación preoperatoria: hemoglobina y hematócrito, otros exámenes según estado clínico y antecedentes personales (glicemia, coagulograma, gasometría, ionograma).
Imagenológicos
Ecografía abdominal (preferiblemente con compresión gradual): puede hallarse engrosamiento de la pared apendicular y distensión de la luz del órgano (diámetro mayor de 6 mm), imagen compleja sugestiva de plastrón o absceso local, presencia de líquido periapendicular, apendicolito. Permite descartar enfermedades genitourinarias. Su sensibilidad, especificidad y precisión es variable, en dependencia de factores como la destreza del examinador, la distensión gaseosa de las asas intestinales o la obesidad del niño.19,20,21,22 Es poco sensible para el diagnóstico de apendicitis perforadas, lo que debe tenerse en cuenta en centros donde se opta por tratamiento no quirúrgico.23
Radiografía simple del abdomen: en desuso por su baja sensibilidad y especificidad en el diagnóstico de apendicitis aguda. Puede ser útil en el diagnóstico de complicaciones como obstrucción intestinal y perforación con neumoperitoneo, o para descartar otras causas de dolor abdominal, como neumonía basal derecha y urolitiasis. El hallazgo de fecalitos o apendicolitos calcificados en un niño con dolor agudo en cuadrante inferior derecho es muy sugestivo de apendicitis aguda. Otros hallazgos probables son: niveles hidroaéreos en cuadrante inferior derecho (asas “centinelas”), escoliosis antiálgica derecha, borramiento de la sombra del músculo psoas o de la línea preperitoneal grasa del lado derecho.5,23
Otros exámenes: tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética nuclear (RMN). Son exámenes con alta sensibilidad, especificidad y precisión, empleados muy frecuentemente para el diagnóstico en países desarrollados y en sistemas privados de salud. En las condiciones particulares de Cuba, su empleo como herramienta diagnóstica en la apendicitis aguda es poco práctica por su limitada disponibilidad, por lo que debe considerarse individualmente. En el caso de la TC, tener en cuenta las consecuencias del alto nivel de radiación ionizante que recibirá el niño.17
Laparoscopía: se reserva para casos con dudas o dificultades en el diagnóstico.6
Apendicitis aguda en el niño menor de un año
Aunque infrecuente en menores de un año, la apendicitis aguda es una enfermedad que deben tener en consideración los médicos encargados de la atención a lactantes con fiebre, diarreas e irritabilidad atribuida a dolor abdominal.24
El riesgo de desarrollar apendicitis es menor en la niñez temprana. Sin embargo, mientras menores el paciente, la enfermedad cursa más rápido ys e incrementa el riesgo de complicaciones como gangrena, perforación y peritonitis, que pueden sobrepasar 70% de los casos.25Esto puede estar en relación con la dificultad de realizar el diagnóstico, sea porque el niño no puede describir sus síntomas o porque los médicos y familiares tienden a atribuirlos a otras enfermedades. Otros factores probablemente implicados son la pared del apéndice más delgada, la cortedad del epiplón que le impide englobar el proceso inflamatorio para proteger el resto de la cavidad peritoneal (imposibilidad de formar plastrón) y el menor desarrollo de los sistemas de defensa inmunológica.5,7,26,27,28,29
Hasta en dos tercios de los pacientes menores de un año el cuadro clínico es de una oclusión intestinal, atribuyéndose los síntomas frecuentemente a invaginación. En los apéndices inflamados de localización baja que contactan con el sigmoides o en las supuraciones peritoneales que llenan el fondo del saco de Douglas -absceso pélvico-, se producen diarreas en el 5 a 10 % de los casos, lo cual puede confundir al médico al atribuirlas a colitis o enteritis. La irritación local del uréter o de la vejiga en apendicitis pelvianas, causan disuria, polaquiuria e incluso retención urinaria en niños pequeños.
No existe un examen que permita identificar inequívocamente o excluir la apendicitis en lactantes. Los exámenes imagenológicos (radiografía simple de abdomen, TC) pueden requerir exposición a altas dosis de radiación y empleo de contrastes, además de requerir tiempo. La ecografía abdominal puede ser de mucha utilidad en estos casos.
Recomendaciones
Son las siguientes:
Realizar un interrogatorio detallado y paciente para precisar la cronología y semiología de los síntomas, así como los antecedentes personales y familiares que puedan resultar de interés para el diagnóstico o el tratamiento.
Siempre que sea posible, interrogar directamente al niño y luego corroborar los datos con los familiares.
Procurar la confianza del niño para facilitar el examen. Alterar el orden del examen físico, posponiendo las maniobras más dolorosas o molestas para el final.
Si se trata de una adolescente, indagar la fecha de la última menstruación, si ya tiene relaciones sexuales y qué método anticonceptivo emplea.
Si hay dudas en el diagnóstico, los síntomas datan de pocas horas y el estado del niño lo permite, es mejor hospitalizar al paciente, suspender la administración oral de alimentos y líquidos, rehidratarlo por vía parenteral y reevaluarlo por el mismo médico unas horas después.5,17,30
Diagnóstico diferencial
Enfermedades intraabdominales:
Enfermedades del intestino delgado y su mesenterio: adenitis mesentérica, diverticulitis de Meckel, crisis agudas en enfermedad de Crohn, enterocolitis infecciosa, úlcera péptica, tuberculosis intestinal, fiebre tifoidea.
Enfermedades del ciego, apéndice y colon: tumor carcinoide del apéndice, colitis (infecciosa, ulcerativa, colon irritable), tiflitis infecciosa o en niños con leucemia, estreñimiento con distensión cecal.
Páncreas, hígado y vías biliares: pancreatitis, hepatitis, paludismo, colecistitis aguda con o sin litiasis, colangitis.
Afecciones genitourinarias: litiasis, pielonefritis aguda, hidronefrosis derecha, absceso perinefrítico, ptosis renal (crisis de Dieltz), salpingitis, absceso tuboovárico, hidrosálpinx, síndrome intermenstrual, ovulación, folículo ovárico hemorrágico, endometriosis, torsión de ovario o quiste de ovario, embarazo ectópico tubárico sin rotura de la trompa.
Peritonitis primarias.
Otras causas de irritación peritoneal: traumatismos abdominales, infarto de epiplón, torsión o infarto de apéndices epiploicos.
Tumores abdominales.
Enfermedades extraabdominales:
Respiratorias: neumonía de base derecha, pleuresía derecha, traumas costales.
Metabólicas: cetoacidosis diabética.
Enfermedades músculo esqueléticas: artritis de cadera, pubeitis, miositis y absceso del psoas, osteomielitis iliaca, fracturas y osteomielitis de columna lumbar.
Otras: intoxicaciones (saturnismo), enfermedades sistémicas (periarteritis nudosa, fiebre reumática), porfiria, enfermedades hematológicas (púrpura de Schönlein Henoch, crisis vasoclusivas en anemia drepanocítica, leucemia, linfoma no Hodgkin).
Tratamiento
Preoperatorio
Considerar los siguientes aspectos:
Suspender la administración oral de líquidos o alimentos.
Control de la fiebre y el dolor: dipirona intramuscular (IM)20- 25mgpor kilogramo de peso del paciente (por kg peso), diclofenaco IM 1-3 mg por kg peso.
Hidratación parenteral: si el paciente no está bien hidratado, administrar un “golpe de agua” con solución salina isotónica 0,9% o Ringer Lactato, a razón de 10 a 20 ml por kg (o 400 ml por m2 superficie corporal -sc-). Si la operación no es inmediata, continuar con infusión de solución salina isotónica 0,9% a razón de 2000 ml por m2sc/día.
Profilaxis antibiótica perioperatoria: según protocolo aprobado en cada hospital. Se recomienda cefazolina o gentamicina en apendicitis no complicadas. Si hay sospecha de apendicitis complicada: ceftriaxona o amikacina con metronidazol, esquema que continuará en el posoperatorio.31,32
Tratamiento quirúrgico
Son los siguientes:
En los centros que esté establecido, se tratarán según protocolo de alta precoz (protocolo de recuperación multimodal posoperatoria, Fast Track Surgery Protocol, Enhanced Recovery After Surgery Protocol).33,34
Operación: apendicectomía laparoscópica, asistida vídeolaparoscópica o “abierta”. El acceso en operaciones “abiertas” será a través de incisiones oblicuas (Mc Burney) o transversas (Rockey Davis) en cuadrante inferior derecho. Utilizar incisión paramedia derecha o media infraumbilical solo si: hay dudas diagnósticas que no puedan solventarse con otros exámenes, se sospecha peritonitis extensa, se sospecha posición alta del ciego ohayotra condición que pudiera entorpecer la exposición adecuada del apéndice y su mesenterio, por ejemplo, pacientes obesos.
Tratamiento del muñón (coprostasia): yodo povidona 10% o alcohol 76%.
Realizar cultivos intraoperatorios del líquido peritoneal en apendicitis complicadas: pueden orientar la terapia en caso de evolución desfavorable e infecciones posoperatorias.
Peritonitis local o difusa: aspirar el líquido intrabdominal sin emplear irrigación.35,36 La evidencia a favor o en contra de dejar drenajes abdominales exteriorizados por contrabertura o a través de los sitios donde se colocaron los trócares laparoscópicos, no es suficiente para recomendarlos o no, por lo que este aspecto debe decidirlo el cirujano actuante individualmente.5
Posoperatorio
Seguir las indicaciones siguientes:
Hidratación parenteral con solución de dextrosa 5% y electrolitos a 2000 ml por m2 sc/día, o más si hay peritonitis.
Iniciar la administración oral de líquidos claros no gaseosos de fácil absorción a las 4-6 horas postoperatorio, como agua, jugos e infusiones. Si se emplea sonda nasogástrica, iniciar la alimentación tan pronto sea retirada y se presuma el restablecimiento de la peristalsis intestinal: normalización de ruidos hidroaéreos, ausencia de nauseas o vómitos.33,34
Analgesia: dipirona (metamizol), paracetamol, diclofenaco o tramadol, por vía parenteral u oral, si ya se inició dicha vía.
Antieméticos: si vómitos en las primeras horas, ondansetrón intravenoso (IV). Si persisten, usar metoclopramida IV para facilitar la evacuación gástrica y considerar colocar sonda y aspiración nasogástrica. La sonda debe retirarse tan pronto se restablezca la peristalsis intestinal.
Sentar al paciente y estimulars u deambulación precoz (4-6 horas postoperatorio).33,34
Egreso: en apendicitis no complicada en las primeras 24 horas; en apendicitis complicada, mantener tratamiento antibiótico 3 - 5 días y luego egresar si no hay nuevas complicaciones.33,34
Tratamiento no quirúrgico
El tratamiento conservador o no quirúrgico, con antibióticos (betalactámicos) se ha empleado preferentemente en apendicitis aguda no complicada. Varios metaanálisis muestran que este tratamiento tiene mayor estadía hospitalaria, menor índice de complicaciones de forma general y un índice de fracaso (conversión a tratamiento quirúrgico, recurrencia de la apendicitis) que oscila entre 18 y 28%. La apendicectomía sigue siendo el tratamiento de elección.35,36,37,38,39,40
Complicaciones
Pueden ser consecuencia de la evolución “natural” de la apendicitis o posoperatorias.El riesgo de complicaciones como la perforación es mayor en la niñez temprana.
Infecciosas: perforación, plastrón apendicular, fístula estercorácea, mucocele, pileflebitis, trombosis de la vena porta, abscesos intrahepáticos, embolia séptica pulmonar, sepsis generalizada, shock séptico, infección de herida quirúrgica, abscesos intraperitoneales, dehiscencia del muñón apendicular, dehiscencia de herida quirúrgica, evisceración.
No infecciosas: oclusión intestinal por bridas, íleo paralítico prolongado, sangrado por deslizamiento de la ligadura de la arteria apendicular, infertilidad femenina.
Pronóstico
Bueno en apendicitis no complicadas tratadas quirúrgicamente. Cuando ocurre gangrena, perforación y peritonitis se incrementa el riesgo de complicaciones posoperatorias, fundamentalmente infección de herida quirúrgica y otras de etiología infecciosa. La mortalidad es inferior a 1%.
Los factores que más se asocian a complicaciones son la duración de los síntomas mayor de 24 horas y la edad menor de 5 años.7,41,42
Una vez que el paciente es hospitalizado y se inicia el tratamiento preoperatorio, la apendicitis puede ser tratada como una urgencia más que una emergencia y no es necesario realizar la operación en horas de la madrugada o después de una agotadora jornada quirúrgica. Si se ejecuta dentro de las 24 horas después de iniciados los síntomas, la espera no provoca un incremento de las complicaciones.43,44
Plastrón apendicular
Ocurre cuando el proceso inflamatorio del apéndice ha progresado sin tratamiento y se desarrolla una barrera fibrinosa defensiva, formada por aglutinación de las asas intestinales vecinas y el epiplón. Esta barrera limita la infección y evita su diseminación al resto de la cavidad peritoneal.
Por lo general existen previamente síntomas que recuerdan vagamente una apendicitis aguda, pero menos dramáticos o intensos, que datan de varios días. Los pacientes pueden haber sido atendidos antes en servicios de pediatría y cirugía. Luego acuden nuevamente, bien porque los familiares o el propio paciente encuentran un tumor abdominal, bien porque se reanudan los síntomas, con dolor, fiebre, nauseas o vómitos. La historia de dolor previo y el hallazgo de una tumefacción dolorosa en cuadrante inferior derecho, que puede demostrarse fácilmente en la ecografía, ofrecen el diagnóstico positivo y lo diferencian de otras causas de tumor abdominal.
Tratamiento
Es el siguiente:
Criterios de egreso
Normalización de parámetros vitales (paciente afebril, sin taquicardia), desaparición de la tumefacción local (comprobado por el examen físico y ecografía), normalización del recuento leucocitario y eritrosedimentación.
La recurrencia de apendicitis después de un plastrón es de 20%, lo cual debe informarse a los familiares para decidir si optan o no por la apendicectomía. Si se resuelve realizar la operación, esta puede efectuarse por vía laparoscópica o “abierta” de 3 a 6 meses después del alta.45
Cienfuegos, 23 de diciembre de 2019