Introducción
Los coronavirus son virus comunes en muchas especies de animales, fundamentalmente murciélagos. Raras veces infectan humanos, y cuando lo hacen, se propagan entre ellos a través del contacto con gotas respiratorias de personas infectadas transmitidas directamente por toser, hablar o estornudar, o mediante manos o fómites en contacto con las mucosas del receptor.1
El MERS-Cov, el SARS-Cov y el SAR-Cov-2, responsable de la epidemia actual (COVID-19), son los coronavirus que mayor afectación han producido a la especie humana en los últimos años.1,2
El SAR-Cov-2 tiene alta transmisibilidad.1,3) Según los autores, puede ser detectable en aerosoles por algo más de 3 horas, y sobre superficies entre 3-72 horas. Estudios informan presencia en sangre y heces, que han sido documentadas como nuevas formas de transmisión.4
En la actualidad se sabe que el porcentaje de contagios generados por un individuo enfermo es variable, y depende de la densidad poblacional de las comunidades, y de factores ambientales como el hacinamiento y la contaminación atmosférica.2
Trabajos publicados documentan detección de carga viral en muestras de secreciones nasales en la fase presintomática y en pacientes asintomáticos, aunque la etapa más contagiosa parece ser la inicial tras los primeros síntomas, con una disminución progresiva en los casos de evolución favorable.1
El período de incubación habitual es entre 4 y 6 días, aunque puede llegar hasta 14, tiempo utilizado como margen de seguridad en las cuarentenas.1,2) La mediana de edad de los pacientes adultos oscila entre 47 y 56 años, con predominio de varones.1) En pediatría, se describe preponderancia en mayores de cinco años y sexo masculino.5,6) La literatura revela que los niños por lo general tienen presentación asintomática y buen pronóstico, incluso los lactantes. 2,7,8,9
La infección tiene espectro clínico variable que va desde casos asintomáticos, sintomáticos leves hasta casos graves con peligro inminente de muerte por síndrome de dificultad respiratoria aguda, arritmia y shock. 1,2,4
Los pacientes sintomáticos pueden iniciar con fiebre, astenia y tos seca.10 Trabajos recientes describen disnea en el tercio de los afectados, mialgia, dolor de cabeza, mareos, dolor abdominal, diarrea, náuseas y vómitos. 6,10
La gravedad y mortalidad que muestran los pacientes se asocia con factores como la edad avanzada, el sexo masculino y la existencia de comorbilidades (cardiopatía isquémica, fibrilación auricular, ictus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión arterial, diabetes, cáncer activo en los 5 años previos, hepatopatía crónica, y enfermedad renal crónica;9) enfermedades de poca observación en niños. En Cuba, hasta la fecha no se han registrado fallecidos pediátricos.11
En Las Américas, la enfermedad COVID-19 se inició en EE.UU. (20/01/2020) y días después en Brasil (26/02/2020). El 29 de junio, la Región americana tenía 5 millones 136 mil 580 casos diagnosticados, 50,79 % del total comunicado a nivel mundial, y 246 mil 508 fallecidos, para una letalidad de 4,80 %; situación que expone un grave problema de salud para la Región.12
Cuba, al cierre de junio tenía 2 mil 341 casos confirmados, el mayor número de ellos, adultos del sexo masculino (50,1 %). La mediana de edad oscilaba entre 45 y 57 años. En pediatría -la cifra de contagios es de 253 pacientes- 10,8 % del total de casos positivos informado por el país; cifra muy superior a 2 % publicado en la literatura.12
EE. UU. y otros países, tras la apertura de negocios y aeropuertos, han tenido incrementos en el número de casos. Cuba tuvo una tendencia similar en los últimos días de junio.12) Esto refuerza la importancia de las medidas sanitarias defendidas por organismos internacionales de la Región, y en las que se citan el aislamiento social, el uso de mascarillas, la desinfección de suelos y paredes, y el lavado de manos frecuente con solución alcohólica o hipoclorito de sodio.13
También se precisa mantener estricto control internacional al viajero, pesquisar activamente, y aislar enfermos y contactos; acciones que se divulgan como las mejores herramientas para el control de la COVID-19.14
Son pocos los artículos que enfatizan en el comportamiento clínico de la COVID-19 en niños cubanos. El equipo de investigación realizó el presente trabajo con el objetivo de caracterizar la casuística pediátrica que posibilite disponer de conocimientos para el enfrentamiento a la pandemia en Cuba.
Métodos
Estudio descriptivo, observacional y transversal en pacientes que ingresaron en el Hospital Pediátrico San Miguel del Padrón con diagnóstico de COVID-19, tras obtener aprobación del Comité de Ética y del Consejo Científico.
El periodo de reclutamiento fue de 22 de abril-30 de junio de 2020. En todos los casos hubo consentimiento informado de los padres y los niños (en mayores de 14 años), y autorización para utilizar los datos con fines investigativos, en cumplimiento de las normas jurídicas para este tipo de procedimiento.
Criterio de inclusión: Todo paciente entre 1 mes y 18 años con diagnóstico de COVID-19, que ingresó en el hospital en el periodo señalado.
Criterios de exclusión: Niños cuyo padre no dio autorización para su inclusión en el estudio, y la imposibilidad para acceder a la información objeto de análisis.
Las variables epidemiológicas estudiadas fueron: edad, sexo, estado nutricional, enfermedad previa, área de residencia, semana estadística (19-29), sintomatología al ingreso, resultados de las pruebas de laboratorio e imagenológicas: hemograma completo, velocidad de sedimentación globular, PCR, rayos X de tórax y condición al egreso.
Se consideró caso positivo: todo paciente con resultado positivo a COVID-19 en la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) en tiempo real; ya sea procedente de pesquisa activa o contacto de caso positivo.
Se consignó PCR positivo persistente al paciente con positividad en la prueba de PCR después de 14 días, y cumplir tratamiento de base para COVID-19 según protocolo cubano.
Para la clasificación nutricional de los pacientes se utilizaron las tablas de percentiles para niños cubanos, y el índice de masa corporal (en mayores de cinco años). Se consideró desnutrición la valoración nutricional inferior al percentil 3 según tablas de peso para la talla, o índice de masa corporal (IMC) inferior a18,8 kg/m2 y obesidad, IMC superior a 25,6 kg/m2.
Para la tipificación según residencia se consideró la distribución por regiones que utiliza la dirección del país y los funcionarios del Ministerio de Salud Pública (MINSAP); que establece 4 áreas geográficas en la capital: región Centro (municipio Plaza de la Revolución, Habana Vieja, Centro Habana y Cerro), región Sur (municipio 10 de Octubre, Arroyo Naranjo y Boyeros), región Este (municipio Habana del Este, Regla, Cotorro, Guanabacoa y San Miguel del Padrón), y Oeste (municipio Lisa, Playa y Marianao).
La información se obtuvo del registro estadístico de la encuesta epidemiológica, la historia clínica y las entrevistas a médicos y padres. Los datos conseguidos se depositaron en una base de datos confeccionada en Excel. Los resultados se presentaron en valores absolutos y porcentajes.
Resultados
Se identificaron 36 niños con COVID-19. La proporción de pacientes según sexo no mostró diferencias (18 cada uno); sin embargo, a partir de los 10 años hubo ligero predominio del sexo femenino. El mayor número de casos tenía 10 años o más, con promedios similares en la adolescencia temprana y tardía (Tabla 1).
En la serie se encontró que 58,3 % de los infantes era mestizo. El estudio de enfermedades previas en pacientes con COVID-19 confirmó que 16,7 % tenía antecedentes de asma bronquial leve persistente; 13,9 % anemia ligera y 5,6 % enfermedad nutricional, con igual número de casos para el niño con obesidad (2,8 %) y desnutrición (2,8 %). Es preciso señalar que solo un niño tuvo más de una enfermedad previa al momento del ingreso: anemia y desnutrición leve, pero en ningún caso hubo descompensación de su enfermedad de base (Tabla 2).
En el análisis de la casuística, se encontró que 38,9 % (14/36) de los pacientes pertenecían a la región Este de la capital, y 30,6 % a la región Centro (11/36). En su conjunto estas áreas aportaron el 69,5 % del total en estudio. Los municipios San Miguel del Padrón (16,7 %) y Cotorro (13,9 %); Centro Habana (16,7 %) y Cerro (11,1 %), del Este y Centro de la capital, respectivamente, fueron los de mayor representatividad en relación con el número de pacientes (6 cada uno).
La presencia de la COVID-19 según semana estadística fue irregular, los mayores registros de casos correspondieron a la semana 21 (del 3 al 9 de mayo) y 25 (31 de mayo al 6 de junio) con 14 y 7 pacientes, respectivamente. (Fig.1).
Según la presentación clínica de los pacientes diagnosticados de COVID-19, se comprobó que 26 niños (72,2 %) no tenían síntomas al momento de su diagnóstico. En el grupo de enfermos sintomáticos predominaron los síntomas respiratorios (tos 11,1 % y secreción nasal 8,3 %) y la fiebre (16,7 %), con inicio promedio entre las 24 y 36 horas previas a su ingreso (Fig. 2).
Los síntomas respiratorios más observados fueron la tos seca, la secreción nasal, la odinofagia y la fiebre hasta 38 ℃. La tos no perturbó el sueño ni la alimentación; y desapareció en la primera semana. Esta manifestación se acompañó de dificultad respiratoria ligera y fiebre en 100 % de los niños, con afectación parenquimatosa; pero en ningún caso hubo sibilancias asociadas a la infección por SARS-CoV-2.
En las alteraciones clínicas se confirmó la presencia de hepatomegalia en 33,3 % de los casos. Este hallazgo, se presentó mayoritariamente en sintomáticos, y menores de 10 años; sobre todo, en aquéllos con fiebre y síntomas respiratorios y digestivos. La hepatomegalia en ningún caso se acompañó de modificaciones en los valores de las transaminasas.
Se pudo determinar que 2 de los niños con afectación pulmonar tenían como enfermedad previa anemia ligera; y en uno de ellos coincidía la anemia ligera, la desnutrición leve, y edad menor de un año.
Las alteraciones analíticas y en la radiografía de tórax (Tabla 3) revelaron linfocitosis en el 63,9 % de los pacientes en estudio; sin embargo, el valor promedio de los leucocitos fue de 8,4x103/L. Se observó valor bajo de hemoglobina en 5 niños (13,9 %) y PCR positivo de forma persistente (más de 14 días) en 22,2 %. La radiografía de tórax demostró afectación parenquimatosa en el 8,3 % de los niños y se expresó como infiltrados periféricos intersticiales.
El 100 % de los pacientes tuvo evolución favorable tras la aplicación del protocolo normado por el MINSAP (para los casos positivos de COVID-19). De la muestra en estudio, 41,6 % desarrolló reacción adversa tras el uso de Kaletra e interferón alfa (IFNα) por vía subcutánea (cefalea, diarreas, dolor abdominal, y fiebre); pero ninguno alcanzó estado empeorado como para suspender medicación de base, ni requirió tratamiento adicional para alivio de los efectos inducidos por estos fármacos. El 100 % de los niños egresó con PCR negativo, y control clínico. En la actualidad, todos llevan seguimiento clínico-epidemiológico por médicos del nivel primario de salud para seguimiento de posibles secuelas.
Discusión
Es conocido que el SARS-CoV-2 infecta a personas de todas las edades, con mayor riesgo de enfermedad grave en mayores de 40 años, especialmente aquellos que tienen más de 60 años de edad,15) o enfermedades crónicas.16,17,18
Xiao y otros,18) en un estudio de 73 pacientes chinos con COVID-19, tuvo predominio del sexo masculino y edad adulta. Según el autor, las condiciones preexistentes son factores de mal pronóstico, que llevan al paciente a condiciones de gravedad con peligro para la vida.
En pediatría estudios nacionales19) e internacionales5,6,20) informan predominio de escolares y adolescentes, y sexo masculino. Sin embargo, Cai y otros,7) en China y Granados Campos en Cuba21) plantean superioridad en mayores de cinco años y sexo femenino. Cai,7) en su serie de 10 pacientes encuentra superioridad en mayores de 5 años y sexo femenino.
El trabajo que presentamos coincide con la literatura revisada en la edad de los pacientes pediátricos con COIVD-19,5,7,19,20) sin embargo, algunos de los autores revisados documentan predominio en varones.5,6 En nuestro trabajo hubo igual proporción para ambos sexos, lo que difiere de lo publicado en la literatura nacional e internacional. No obstante, a partir de los 10 años de edad, nuestra serie tuvo predominio del sexo femenino como describen otros investigadores.7,21
Recientemente se supo que diferentes características étnicas y sociales pueden influir en la presencia de infección por el nuevo coronavirus. Los expertos plantean que el color de la piel, y algunos grupos sanguíneos son más susceptibles de enfermar y desarrollar formas graves de la enfermedad, sin que haya una publicación esclarecedora sobre esta hipótesis.
Un estudio poblacional sobre enfermos de COVID-19 en Inglaterra22 reconoce predominio de hombres blancos sobre negros y asiáticos. Un trabajo estadounidense23) que evalúa el riesgo de padecer la COVID-19 en poblaciones americanas vulnerables, encuentra predominio de negros con disparidad social y económica y documenta que esta condición se relaciona con mayor letalidad en todos los grupos de edades.
En nuestra serie predominó el color de piel mestiza; sin diferencias en cuanto a características clínicas y evolución, hallazgo para el cual no encontramos coincidencias en los artículos revisados, no obstante, cabe señalar que la población cubana tiene mezcla afroamericana y europea, lo que pudiera explicar la superioridad encontrada.24
En la actualidad, varios trabajos reconocen asociación entre formas graves de la COVID-19 y la presencia de enfermedades crónicas,4,15,25) lo que es importante para el adecuado abordaje terapéutico de los pacientes afectados, y para el desarrollo de estrategias de salud orientadas a la prevención y tratamiento de complicaciones médicas en el contexto de esta enfermedad.
Aun cuando existen varios artículos que documentan formas graves de COVID-19 en adultos con enfermedades crónicas,15 la literatura relativa a este tema en pediatría es escasa.2 Esto dificulta la delimitación exacta de los riesgos que las enfermedades previas pudieran constituir para un niño infectado con SARS-CoV2. En los pacientes objeto de estudio, estas condiciones no constituyeron factores de riesgo para el agravamiento clínico; sin embargo, un lactante desnutrido tuvo persistencia del PCR por más de 2 semanas; y aunque consiguió recuperación total sobrepasó la estadía hospitalaria de sus congéneres.
Estudios previos demuestran la existencia de segmentos poblacionales con mayor vulnerabilidad, tanto adultos como en niños,15,22,23) incluidos los pacientes que viven con algún grado de inmunosupresión.11,15,26,27 Esta condición es objeto de estudio en varios países. Los resultados que se obtengan servirán para esclarecer la variabilidad clínica que produce este estado de inmunosupresión en los pacientes con COVID-19. En poblaciones adultas se plantea que puede significar un riesgo entre 2 y 3 veces mayor para desarrollar presentación clínica grave.11
Las alteraciones nutricionales, también han sido incluidas como factores de riesgo en varios trabajos.15-17) La literatura fundamenta que la obesidad produce disfunción metabólica e inmunológica que provocan cuadros graves de COVID-19. Algunos trabajos que evalúan supervivencia en adultos con infección por el SARS-CoV-2, plantean que los pacientes obesos tienen un riesgo superior de morir durante la enfermedad. Similar situación se observó durante la pandemia del virus Influenza H1N1 (gripe porcina), donde las personas con obesidad y comorbilidades murieron más que el resto de la población que enfermó.11,15,28
En nuestra serie, la obesidad solo se presentó en un caso y no produjo modificaciones en la evolución de la enfermedad. Por su parte, la desnutrición, también estuvo presente en un niño, se acompañó de anemia ligera; y se asoció con persistencia de positividad en la PCR por más de 14 días).
La evidencia científica presente, sugiere que la desnutrición induce respuesta inmunitaria humoral precaria (menor producción de anticuerpos y componentes del sistema de complemento), lo que pudiera influir en la patogenia de las infecciones en general, y de la COVID-19 en particular.29) Sin embargo, la literatura hasta hoy no documenta cambios clínicos durante la COVID-19 en niños desnutridos.
La presencia de algún grado de desnutrición en la serie estudiada tampoco debe ser interpretada como un hallazgo válido dado el escaso número de casos, pero en las actuales circunstancias, la existencia de vulnerabilidad ante la COVID-19 debe ser considerada por los expertos y hacedores de políticas públicas como una medida para proteger a los pacientes.
Las condiciones socioambientales, y el hacinamiento poblacional son también factores descritos en la génesis de las enfermedades respiratorias; y en el caso particular de la COVID-19, se describe como una condición de vulnerabilidad.22,23
En el estudio que presentamos, aportaron mayor número de pacientes con COVID-19 las regiones Este y Centro de la capital. La primera se caracteriza por tener las poblaciones de zonas económicamente menos desarrolladas mientras que la región Centro,30 por tener los municipios con mayor hacinamiento poblacional y en los que las relaciones sociales suelen ser más dinámicas.30) Estas condiciones ya fueron descritas con anterioridad como factores de riesgo en trabajos foráneos.22,23
Aunque Hospital Pediátrico San Miguel del Padrón en La Habana, recibió niños de toda la provincia sin criterios de selección, este hallazgo debe ser aceptado con cautela debido a la reducida cantidad de pacientes que incluye el estudio; y también, al hecho de que indistintamente los niños con COVID-19 de La Habana fueron a otras instituciones de la capital para ser ingresados. Estas condiciones socioambientales y de hacinamiento poblacional relacionado con la vulnerabilidad a la COVID-19 en Cuba, debe ser estudiado a profundidad en trabajos futuros.
Se observó decrecimiento de los casos tras la implementación de medidas sanitarias y gubernamentales. Los picos máximos observados en la semana 21 (3 al 9 de mayo) y 25 (31 de mayo al 6 de junio) (Fig. 1) coincidieron con informaciones internacionales en igual fecha y con el mayor número de eventos de transmisión abiertos en la capital del país.3,31,32
Según fuentes nacionales, las semanas 21 y 25 se corresponden con la fase de transmisión local autóctona que tuvo lugar en los municipios habaneros de San Miguel del Padrón, Cotorro, Centro Habana y Cerro y con eventos abiertos en los que estuvieron implicados grupos familiares, situación que motivó la realización de mayor número de pruebas en esos días.31,32
Esta situación permite comprender la importancia de las medidas aplicadas por el gobierno, y enfatiza en la necesidad de mantener confinados a nuestros niños; y sobre todo, evitar el contacto con posibles enfermos.13,14
Trabajos foráneos que evalúan series familiares reconocen variabilidad en el espectro clínico de la COVID-19 en niños.3,6) Chan y otros,9en un estudio familiar describe 2 niños, uno con cuadro leve y otro asintomático con alteraciones radiológicas.
En la serie que presentamos predominó el niño asintomático, y los sintomáticos con dificultades respiratorias leves; lo que coincide con los artículos publicados.2,10 La presencia de fiebre y síntomas respiratorios inespecíficos hace suponer que en la edad ediátrica la enfermedad no se presenta como en el adulto; lo que exige cumplimiento estricto del método clínico-epidemiológico, y la búsqueda de alteraciones en las pruebas complementarias establecidas para su diagnóstico.
En China Min Wei y otros,33) documentan cuadros leves especialmente en lactantes, con recuperación en todos los casos entre 1 y 2 semanas. En este estudio, todos los pacientes tuvieron evolución favorable, y ninguno tuvo complicaciones a corto y mediano plazo, lo que coincide con esta información del autor.
Según informes revisados, la frecuencia de diarrea en pacientes con COVID-19 varía de 2 a 33 %, y fue uno de los síntomas prominentes en el primer paciente en los EE. UU.34
En nuestra serie, la diarrea no rebaso el 2 % del total en estudio, y parece ser poco probable su presentación en niños; no obstante, debe ser estudiada en trabajos futuros dado que la literatura plantea presencia del SARS-CoV-2 ARN en heces fecales, lo que sugiere posible trasmisión fecal-oral, incluso en la fase presintomática.4,18,35
La presentación clínica de COVID-19 puede variar de síntomas inespecíficos respiratorios leves a disfunción orgánica grave, como el síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA) que puede conducir a la muerte. La mayoría de los casos de COVID-19 en pediatría tienen sintomatología leve.2,10) Los síntomas más comunes descritos en la literatura son: fiebre (83-98 %), tos (46-82 %), mialgia/fatiga (11-44 %) y dificultad respiratoria (31 %).10,21) Estos síntomas estuvieron presentes en los pacientes estudiados; pero en menor proporción estadística y refuerzan la opinión de otros autores en relación con la evolución favorable que tiene la enfermedad en niños y adolescentes.2,10,36) Recientemente se publicó que la anosmia o la hiposmia son marcadores tempranos de infección por SARS-CoV-2.37) Según los expertos, su aparición está relacionada con neurotropismo del virus y explican que puede deberse a tormenta de citocinas o daño directo de las neuronas receptoras olfativas situadas en el epitelio olfatorio. 38) Al parecer, la segunda causa es más probable debido a que las células ubicadas en el epitelio olfativo expresan ambos receptores de proteínas requeridos para la infección por SARS-CoV-2 en los seres humanos: ACE2 y TRMPSS2.36) En nuestra serie esta alteración neurológica aconteció en un paciente tres días después del inicio de la enfermedad y no se acompañó de otros síntomas clínicos.
Informes recientes que evalúan alteraciones neurológicas en pacientes adultos con COVID-19 documentan anosmia, sin obstrucción nasal u otros síntomas de rinitis.38,39) En la actualidad, se sabe que otros virus causan disfunción olfatoria a través de reacción inflamatoria de la mucosa nasal y desarrollo de rinorrea (rinovirus, virus de la parainfluenza, Epstein-Barr y otros coronavirus); en el caso del SARS-COV-2 la característica distintiva es que produce anosmia sin rinorrea.38,39
Según lo descrito en la literatura, la ageusia y la anosmia pueden ser la primera o la única manifestación sintomática de infección por SARS-COV-2.38,39) Queda claro que esta alteración clínica, aunque pudiera estar presente a cualquier edad, se constatará en escolares y adolescentes, que son las edades en que los pacientes tienen la capacidad para describirla al momento del interrogatorio, o para reportar su presencia durante la exploración de los pares craneales al examen físico.
Al presente, la anosmia en pediatría se reporta con menos frecuencia que en el adulto, quizás por la dificultad para su exploración en las edades tempranas de la vida; o porque no se ha indagado a profundidad su presencia. No obstante, un trabajo realizado en documenta su presencia en niños enfermos de COVID-19.40
El hecho de que la anosmia puede presentarse sin otros síntomas clínicos en pacientes con COVID-19, debe tenerse en cuenta ya que puede ser indicativo de la enfermedad, y ante su existencia, deben indicarse pruebas olfativas y gustativas (exploración de los pares craneales 1 y 7) para proporcionar datos cuantitativos sobre la incidencia y la gravedad de estas pérdidas sensoriales durante la enfermedad. Queda claro que, el seguimiento a estos pacientes tras el alta hospitalaria ha de ser una indicación impostergable para saber de posibles complicaciones a mediano y largo plazo.39
El Grupo de Trabajo de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas publicó en los Anales de Pediatría (en febrero de 2020),2) las alteraciones analíticas y radiológicas probables a encontrar en niños con infección por COVID-19. El texto referenció que podían hallarse conteo leucocitario normal o leucopenia, y linfopenias ligeras, con tendencia a la progresión en las formas graves de la enfermedad.2 En la serie que se estudió predominó la linfocitosis, tanto en niños asintomáticos como en sintomáticos leves, resultado que contrasta con el informe español; y para el que no hubo explicación en la literatura revisada.6,10
Los hallazgos radiológicos descritos por la Sociedad Española también documentan que los niños pueden tener radiografía de tórax normal, o presentar infiltrados periféricos intersticiales y hepatomegalia reactiva.2
En el presente artículo, predominó la radiografía de tórax normal; y en aquellos que tuvieron afectación pulmonar se detectaron infiltrados intersticiales similares a los hallazgos de los expertos españoles.2
La hepatomegalia, manifestación observada en la tercera parte de los casos, también ha sido ha sido planteada por otros autores nacionales10 y extranjeros,2) pero no se hizo acompañar de alteraciones enzimáticas ni prolongación del tiempo de protrombina como informan otros trabajos.10,41
En la serie que se muestra, todos los pacientes cumplieron el protocolo de tratamiento con Lopinavir/Ritonavir (Kaletra), Cloroquina e Interferón alfa 2b recombinante en el niño mayor de 3 años por vía subcutánea, y en lactantes la formulación liofilizada. Solo fue necesario el empleo de antibiótico del tipo de la Ceftriaxona en los 3 pacientes con lesiones inflamatorias pulmonares. Esta combinación es el esquema aprobado por expertos cubanos para la atención a la COVID-19 en niños en el país.42
Las reacciones adversas observadas en los pacientes tras recibir la medicación normada se correspondieron con las descritas en la literatura por otros autores10,19,21 y fueron de intensidad leve, lo que permitió continuar con la terapéutica de base.
El 100 % de los niños egresó con control clínico y PCR negativo; en la actualidad, llevan seguimiento clínico-epidemiológico por el nivel primario y terciario de salud para detectar posibles secuelas a mediano y largo plazos.
Estos pacientes según el criterio de expertos deben permanecer en vigilancia epidemiológica y aislamiento tras el alta hospitalaria, dado que no existe en la literatura revisada inmunidad permanente que evite reinfección.2,10,19
El colectivo de investigación, aclara que, 69 días de experiencia en el trabajo con niños enfermos por el nuevo coronavirus, no son suficientes para ofrecer valoraciones exactas sobre las características de la enfermedad. Sabemos que el trabajo tiene limitaciones debido a que la serie que se estudió es pequeña. Por este motivo, los resultados deben ser contrastados con otros estudios controlados, con mayor número de pacientes. No obstante, ponemos a disposición de la comunidad médica un sustrato de información que puede ser útil frente al difícil reto de atender niños con COVID-19.
Se concluye que la COVID-19 tuvo mayor incidencia en niños de 10 años o más. No hubo variaciones en cuanto al sexo. Predominó el de color de piel mestizo. Los pacientes tuvieron espectro clínico variable, y evolución de PCR condicionada por la presencia de factores de riesgo individual y social. En términos generales, se logró la recuperación clínica y la regresión de alteraciones hematológicas y radiológicas en todos los pacientes entre 2-3 semanas.
Recomendamos realizar estudios prospectivos controlados en series con mayor número de casos, que permitan evaluar las características clínicas de la enfermedad en los diferentes grupos de edades, así como la implicación que los factores de riesgo tienen sobre su evolución.