Estimada editora:
En el volumen 92, número 4 (2020) de la Revista Cubana de Pediatría, se publicó un artículo por Hevia y Perea, en el cual exponen sobre la problemática del embarazo adolescente y la importancia de su prevención por parte de las masas más jóvenes en el Caribe y Latinoamérica,1) sin embargo, nos gustaría complementar dicha información con un análisis sobre esta problemática desde una concepción temporal actual: la pandemia producida por la COVID-19.
La enfermedad producida por el coronavirus (COVID-19), considerada pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), está resquebrajando la salud pública a nivel mundial. Al 7 de diciembre de 2020 ha afectado a más de 28 millones de personas y ha causado más de 750 mil muertes en la región de las Américas, considerada la zona más afectada por los efectos de la COVID-19.2
Esta situación ha ocasionado una crisis sin precedentes históricos a niveles económicos, sanitarios y sociales; a partir de esto los hospitales e instituciones médicas priorizan sus servicios en atender a pacientes con casos de coronavirus. A consecuencia de esto, durante la pandemia, las dificultades de los adolescentes para acceder a la atención en salud integral, que incluye salud sexual y reproductiva, han sido mayores.3 El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estimó que para el 2021, si el confinamiento y las restricciones causadas por la COVID-19 continuaban, se registrarían aproximadamente 7 millones de embarazos no deseados y 31 millones de casos de violencia por género adicionales a nivel mundial.4
El embarazo adolescente de por sí genera complicaciones para el desarrollo pleno de la gestación en edades tempranas como anemia, preeclampsia, eclampsia, aborto y naturalmente, se experimentan cambios inmunológicos que pueden hacerlas más susceptibles a las infecciones virales respiratorias incluida la COVID-19. Estudios clínicos han tenido como resultados que las gestantes que padecen infecciones respiratorias de tipo viral tienen un riesgo adicional de padecer complicaciones durante el embarazo.5
Se conoce además que las mujeres embarazadas pueden presentar complicaciones en la salud de alto riesgo en comparación con la población general, tal y como se observa en los casos de otras infecciones en relación con el coronavirus y otras infecciones respiratorias virales, como la gripe gestante.6
Con respecto a esta problemática, los Estados tienen un rol fundamental en su prevención; sin embargo, la COVID-19 ha monopolizado su atención por lo que este grave problema social ha sido dejado de lado. En Latinoamérica, se presenta el caso de Perú, que se ha convertido en el país con mayor tasa de mortalidad a nivel mundial y uno de los más afectados por la pandemia en todos los ámbitos. En esta región, se manifestó un aumento de 12 % de embarazos adolescentes, además de una disminución de 67 % en sus servicios de salud sexual y reproductiva.7,8) En consecuencia, se desarrolla una regresión en el intento de Perú por disminuir su tasa de embarazos adolescentes. De esta misma forma, ha sucedido en gran parte de Latinoamérica y el Caribe, los índices de embarazos adolescentes han aumentado en consecuencia de la crisis y el ineficiente papel que han representado sus Estados.
Otro bastión fundamental para la prevención de los embarazos adolescentes también se ha visto duramente afectado: la educación escolar. Se ha convertido, desde las últimas décadas del siglo xix, en un rol fundamental de las instituciones educativas el poder brindar una conciencia sexual de calidad a toda la masa joven, sin embargo, debido a las restricciones por el nuevo coronavirus, la gran mayoría de colegios se han visto obligados al cierre temporal de sus puertas y, en consecuencia, al cese de las clases presenciales. El flujo de información se vio obstaculizado y la relación escuela-alumno se ha visto mermada considerablemente.9
Frente a esta difícil situación, los Estados y Gobiernos de Latinoamérica y del mundo han propuesto y aplicado alternativas que no han visto resultados exitosos en la totalidad de las regiones geográficas. Las teleconsultas o atención médica remota no han logrado establecerse como método ideal para continuar con una educación tanto escolar como sexual por diversos motivos: la baja conectividad a internet, la falta de un plan virtual para poder llevar a cabo estas estrategias comunicativas y la falta de atención por parte de los Gobiernos debido al masivo incremento de casos de COVID-19.
Finalmente, se reafirma el papel fundamental que tiene el Estado para la prevención de embarazos adolescentes, ya que cuando descuida este importante problema se revelan las regresiones en las tasas de maternidad adolescente. De la misma forma, la educación escolar como familiar son imprescindibles, dado que si se observa un aumento de embarazos adolescentes en plena época de confinamiento, se demuestra un nivel de irresponsabilidad muy alto, puesto que además de los riesgos que corren por el hecho de contagiarse, ellos ignoran las complicaciones que un embarazo a temprana edad ocasiona.