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Revista Cubana de Medicina Militar
versión impresa ISSN 0138-6557
Rev Cub Med Mil vol.43 no.4 Ciudad de la Habana oct.-dic. 2014
REVISIÓN HISTÓRICA
Don Santiago Felipe Ramón y Cajal y la medicina militar, vínculos con Cuba
Don Santiago Felipe Ramon y Cajal and the military medicine, links with Cuba
Dr. Junior Vega Jiménez
Hospital Militar Docente "Dr. Mario Muñoz Monroy". Matanzas, Cuba.
RESUMEN
El médico español Don Santiago Felipe Ramón y Cajal participó en el ejercicio de la medicina militar durante la Guerra de los Diez Años de Cuba, en los hospitales de "Vista Hermosa" y "San Isidro" en Puerto Príncipe (actual provincia de Camagüey), como capitán médico de campaña. Durante su estadía, entre 1874 y 1875, enfermó de disentería y paludismo por lo que solicitó la licencia para abandonar Cuba, la cual fue otorgada el 30 de mayo de 1875, tras ser diagnosticado de caquexia palúdica grave y declarado inutilizado en campaña. Los ahorros de su desventurada estancia en Cuba fueron las bases financieras que le permitieron iniciar sus investigaciones histológicas. Se han realizado varios homenajes sobre la repercusión de la figura de Cajal en la Histología y las Neurociencias en Cuba. El objetivo del artículo es describir la estancia de Cajal en Cuba como médico militar, así como los vínculos actuales en la isla, que transitan desde su designación como Académico de Mérito de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana en 1908, hasta la creación de la Cátedra Honorífica Santiago Ramón y Cajal de la Universidad de La Habana el 10 de diciembre de 2011.
Palabras clave: historia de la medicina, medicina militar, premio Nobel, histología/historia, Santiago Ramón y Cajal, Cuba.
ABSTRACT
Don Santiago Felipe Ramón y Cajal practiced military medicine in the Ten Year War in Cuba in "Vista Hermosa" and "San Isidro" hospitals located in Puerto Príncipe (Camagüey province today) as battlefield physician. During his stay from 1874 to 1875, he got sick from dysentery and malaria, so he asked for permission to leave Cuba and this was granted on May 30, 1875, after being diagnosed of serious malarial caquexia and declared as a soldier that could no longer be involved in the battlefield campaign. The money savings of his unfortunate stay in Cuba set the financial bases for the starting of his histological research work. There have been a number of activities to highlight the repercussion of Cajal´ s work on Histology and Neurosciences in our country. The objective of this article was to provide thorough details about the Cajal´s stay in Cuba as military physician as well as the present legacy of this personality in the island ranging from the appointment of Don Santiago as Emeritus Professor Academician of the Medical, Physical and Natural Sciences School in Havana in 1908 to the creation of the Honorary Chair "Santiago Ramón y Cajal" in Havana University on December 10th, 2011.
Keywords: history of medicine, military medicine, Nobel Prize, histology/history, Santiago Ramón y Cajal, Cuba.
INTRODUCCIÓN
Santiago Felipe Ramón y Cajal nació a las 9:00 p.m. del 1 de mayo de 1852, en Petilla de Aragón, pequeña aldea de la parroquia de igual nombre, Diócesis de Jaca, provincia Navarra, actual región autónoma de Comunidad Foral de Navarra, España. Era el mayor de cuatro hermanos; sus padres fueron Justo Ramón Casasús y Antonia Cajal, ambos aragoneses.1-3
Durante su infancia, la familia vivió en diferentes ciudades de Aragón, por razones de trabajo de su padre que era médico-cirujano.2 A los dos años su familia se traslada a Larrés, luego vivió en Luna y en Valpalmas donde inició la escuela a los cuatro años. A los ocho años se traslada a Eyerbe.4
Realizó los estudios primarios con los Escolapios de Jaca y los de bachillerato en el Instituto de Huesca. Cursó la carrera de Medicina en la Universidad Literaria de Zaragoza,2 en la cual estudió de 1869 a 1873.5
La destreza en el arte de disecar, le permitió a Cajal que en el segundo año de la carrera, durante 1871, lo nombraran alumno ayudante de disección. Sus conocimientos los empleó para impartir lecciones de Anatomía y Fisiología de los músculos en un gimnasio que se encontraba en la Plaza de El Pilar.1,6,7
Terminada la carrera de Medicina en junio de 1873, con 21 años, vendría después una etapa difícil en su vida.7,8
Este artículo, no pretende ser una biografía de Santiago Ramón y Cajal, pues múltiples obras del arte se han dedicado a la vida de este gran científico. Sin embargo, se destaca en la historia de la vida de Cajal su presencia en la isla de Cuba, poco contada a través de la bibliografía actual. Por lo que el objetivo de la presente investigación es describir la estancia de Cajal en Cuba como médico militar, así como sus vínculos en la Isla.
RESEÑA HISTÓRICA
En 1868 estalló en Cuba la Guerra de los Diez Años y en 1872 se inició la tercera guerra carlista en España.2,4 Emilio Castelar, estadista y escritor gaditano, ocupaba la jefatura del gobierno español.2,4 Don Castelar promulgó el reclutamiento obligatorio de todos los mozos útiles, con el propósito de mantener el alto coste en vidas de un ejército con frentes abiertos en luchas internas y coloniales. Cajal no fue la excepción y fue llamado a filas como recluta del Servicio Militar, conocido por "Quinta de Castelar". Se aprovechó de la celebración de oposiciones para médicos segundos de Sanidad Militar, por lo que la vida de recluta le duró poco tiempo, solo 8 meses.3
Los primeros meses en la milicia transcurrieron en Zaragoza. Al poco tiempo se convocaron oposiciones en Madrid4 para el Cuerpo de Sanidad Militar, en las que, de entre 100 candidatos para 32 plazas, obtiene el número seis.2
Del examen en Madrid recordaría después una interesante anécdota, al quedarse dormido el propio día del examen: A causa del exceso de lectura, se me pegaron las sábanas el día de actuar en el ejercicio escrito; y llegué al Hospital Militar (situado entonces en la calle de la Princesa) a las ocho de la mañana, es decir, una hora después de comenzado el acto. En vista de mi ausencia, el tribunal me había excluido. Gran triunfo fue conseguir la entrada en el local. A fuerza de ruegos logré al fin enternecer al bondadoso doctor Losada, jurado del tribunal. Ya en el salón, transcurrieron más de quince minutos sin que nadie me atendiese, ni lograra que los opositores, absortos en su trabajo, me dejaran espacio para sentarme y escribir. Devorado por la impaciencia y resuelto a todo, gané un trozo de mesa a fuerza de apretujones, arrebaté al más próximo unas cuartillas y comencé a disertar sobre la Etiología del cólera morbo, tema que nos había tocado.4,8
El 8 de septiembre de 1873 es destinado como "médico segundo" (teniente) al regimiento de Burgos, Castilla la Vieja; acuartelado en Lérida, Cataluña, con la misión de defender los Llanos de Urgel de los ataques de los carlistas. Esta formación militar, bajo el mando del coronel Tomasetti1-3 estaba compuesta por unos 1 400 hombres, incluido un batallón de cazadores, un escuadrón de coraceros y algunas baterías de artillería de campaña.9
Deseoso de aventuras guerreras, Cajal se aburría durante el tiempo que estuvo como médico en su país. Su tarea fundamentalmente consistía en marchas y contramarchas a los distintos pueblos aledaños al cuartel general. A pesar de que le pertenecía por su rango una plaza montada, él abandonaba el caballo y prefería hacer las etapas a pie y conversar con los oficiales.3
En abril de 1874 recibe la orden de traslado a Cuba. La Sanidad Militar de la Península realizaba sorteos de personal para cubrir bajas de Ultramar, Cajal fue uno de los designados por la suerte. El traslado a Cuba implicaba el ascenso a un grado superior, es decir, la graduación de capitán (primer ayudante médico).1,8,10 Antes de partir hizo una rápida visita de turista a Barcelona para admirar el mar que no conocía.4 Poco después inicia su aventura, prologada por una inolvidable travesía de 18 días sobre el mar.5 Además del cumplimiento del deber, Cajal se sentía atraído por las aventuras, por el ansia de conocer nuevas costumbres.4
El padre de Cajal, Justo Ramón, le alertó de los peligros que encontraría en Cuba, no estando totalmente de acuerdo con el viaje. Así lo describió: Mi afán de ver tierras y abandonar la Península contrarió mucho a mi padre. Trató, pues, de disuadirme del viaje, aconsejándome la petición de la licencia absoluta. Pintando con los más negros colores la insalubridad de la isla y, el peligro de una campaña, en la cual me exponía a perecer obscuramente; me recordó que mi porvenir estaba en el profesorado y no en la milicia; apuntó, en fin, el temor de que, a mi regreso de Cuba, naufragaran mis conocimientos anatómicos tan laboriosamente adquiridos, dando además al olvido generosas aspiraciones.3,8
Su padre le había procurado algunas cartas de recomendación, para que consiguiera un destino más favorable (por ejemplo, a una guarnición en Puerto Príncipe, Santiago o La Habana), pero él rehusó utilizarlas.4 Del enfrentamiento con su padre escribiría más tarde: Tenaz siempre en mis propósitos, atajé sus razones diciéndole que consideraba vergonzoso desertar de mi deber solicitando la separación del servicio. Cuando termine la campaña será ocasión de seguir sus consejos; por ahora, mi dignidad me ordena compartir la suerte de mis compañeros de guerra y satisfacer la deuda de sangre con mi patria. A fuerza de sincero declaro hoy que, además del austero sentimiento del deber, arrastrándome a Ultramar las visiones luminosas de las novelas leídas, el afán irrefrenable de aventuras peregrinas, el ansia de contemplar, en fin, costumbres y tipos exóticos (...).11
Inició su viaje de aventuras desde Cádiz, en el vapor correo español "Guipúzcoa"; al día siguiente de su arribo registró su nombre en la lista de pasajeros, con rumbo a Puerto Rico y Cuba, así lo confirmó el "Diario de la Marina".3,4
Excepto Cuba y Puerto Rico, todos los antiguos Virreinatos se habían ido emancipando en virtud de una serie de tratados de paz y amistad entre España y cada una de las Repúblicas, de la que hasta ese momento se denominaba América española. Pero tras la Revolución de 1868 y la crisis de poder político que conllevó, la situación comenzó a cambiar en Cuba. En octubre de 1868 los siempre latentes ecos separatistas de los nativos se encendieron con el famoso grito de Yara, protagonizado por Céspedes, Aguilera y más de tres mil campesinos. Comenzó la Guerra de los Diez Años, durante la cual la sangre corrió y las enfermedades tropicales cobraron miles de víctimas. El joven capitán médico vivió, ante todo, la posibilidad de saciar su sed de aventuras y de contemplación de la América tropical. Hasta tal punto es así, que ya en la breve escala en San Juan de Puerto Rico, comenzó a vislumbrar la flora tropical, anticipo de lo que luego sería Cuba.5
LLEGADA A CUBA
Santiago Ramón llegó a Cuba en los momentos en que el generalísimo Máximo Gómez había atravesado la trocha de Júcaro a Morón, que llevó la insurrección a la provincia de Las Villas; era también la época en que el general Antonio Maceo, el Titán de Bronce, conseguía sus mejores triunfos militares con un puñado de nobles soldados cubanos. En este escenario bélico se insertaría el galeno español.4,5
El 17 de junio de 1874 arribó a La Habana con 22 años10 (Fig. 1). Ramón y Cajal se sintió atraído por los maravillosos parques y jardines, casas, palacios, quintas de La Habana.2
Y la pregunta surge de inmediato, ¿dónde están las selvas vírgenes cuya inextricable maleza ansiaba contemplar? "Bloqueado en aquella tan admirada manigua antillana; en aquella selvas sombrías, tan tristes y dolorosas en la realidad como seductoras y alucinantes en las afectadas descripciones de Bernardino de Saint Pierre", pronto descubre que aquel paraíso encantador es sencillamente inhabitable para el europeo. Y encontrará algo más.
En vez del bosque milenario, no profanado por planta humana, en vez de las selvas vírgenes, tan celebradas por los poetas románticos..., me encontré, por mor de la colonización que había impuesto su descuaje, con vulgar matorral sembrado de arbustos y pequeños cedros y caobas creciendo en desorden. Un mes estuve en la ciudad, correteando por sus alrededores: ni animales indígenas ni raza aborigen. Papagayos y colibríes enjaulados y guajiros como reliquias de los nativos.5,12
La Habana le pareció una simple continuación de Andalucía; ansiaba conocer la manigua cubana, las selvas vírgenes.4,12
ESTANCIA DE CAJAL EN CUBA
Cajal nunca enseñó las cartas de recomendación que le había entregado su padre, lo que causó que le enviaran al peor destino posible: la enfermería de Vista Hermosa, en el Departamento Central de Puerto Príncipe (actual provincia de Camagüey), una de las más peligrosas de la isla.2
Según sus propias palabras "la enfermería que yo debía regentar era de las más peligrosas y aisladas: la de 'Vista Hermosa', perdida en plena manigua, dentro del distrito de Puerto Príncipe, en medio de un país asolado y despoblado por la guerra". En barco se trasladó a Nuevitas y en tren blindado a Puerto Príncipe, se alojó en la "Fonda del Caballo Blanco".3,6,12 Cajal llegó al territorio agramontino a un año de la muerte del insigne patriota camagüeyano Ignacio Agramonte y Loynaz.6
El campamento de "Vista Hermosa" constituía un pequeño poblado extendido por las faldas de suave altozano, rodeado de extensos maniguales. A corta distancia estaba emplazado el hospital, enorme barracón de madera, con techo de palma y capacidad para unas 200 camas. 12 "Vista Hermosa" era un hospital carente de medicamentos y provisiones, de difícil acceso y mala comunicación. Participó en una escaramuza con un grupo de mambises que atacaron el puesto militar. Cajal, fusil en mano y dirigiendo a los enfermos hospitalizados, logró evitar que tomaran el hospital bajo su regencia.6 De esta acción comentaría Cajal: Una vez más se frustraba, por fortuna, mi loco anhelo de bélicas contiendas. En mi entusiasmo olvidaba a menudo que mi cometido no era batirme, sino curar dolientes. Bien se advierte que el ansia necia de notoriedad, de vanagloria, me perseguía hasta en el lecho del dolor.6,12
Los enfermos que atendía eran casi todos palúdicos y disentéricos, procedentes de las columnas volantes de operaciones en Camagüey, heridos en la contienda bélica eran muy pocos.12 Tarda corto tiempo en comprobar que la admirada y soñada manigua resultaba insoportable para los europeos. La ausencia de la exuberante fauna y flora que se había imaginado, más los omnipresentes mosquitos, propagadores del temido paludismo, consiguieron deshacer por completo el ideal romántico y aventurero de la isla que Ramón y Cajal se había formado.2 No encontró el carnicero y agresivo jaguar, el parsimonioso león, el pesado y corpulento oso, ni la furtiva serpiente venenosa.12
Cajal dedicaba parte de su tiempo libre a observar las aguas sucias encharcadas a través de un microscopio que se había agenciado, buscaba microorganismos. Esto llamó la atención del comandante del puesto militar, que remitió un informe a las autoridades en Camagüey en el que hacía referencia a que el "físico" Cajal se pasaba las horas del día "mirando por un tubo" por lo que solicitaba se le trasladase.3,6
Años después escribiría: Dormía yo junto a mis pacientes, dentro de la gran barraca, en un cuartito separado del resto por tabique de tablas. Además de cama y mesa, contenía mi departamento, en pintoresca mezcolanza, fusiles de los soldados muertos, cartucheras y fornituras de todas clases, cajas de galletas y azúcar, botes de medicamentos, singularmente de sulfato de quinina, providencia del palúdico en los países tropicales. Con cajones y latas vacías dispuse en un rinconcito un laboratorio fotográfico y construí el estante destinado a mi exigua biblioteca.12
Inicialmente, el joven médico la pasó bastante bien, atendía a sus numerosos enfermos y en sus ratos de ocio se entretenía con la lectura, el dibujo, la fotografía y el estudio del idioma inglés.4,12 Luego, la inadecuada alimentación compuesta de pan, galletas, arroz, café y eventualmente algún plátano o coco, unido a la presencia permanente de los mosquitos dañaron su organismo y se enfermó. Según sus propias palabras (…) había perdido el apetito y las fuerzas; el bazo se hipertrofiaba; el color tornase amarillento; andaba premiosamente, y la anemia, ¡la terrible anemia palúdica!, se iniciaba con todo su cortejo de síntomas alarmantes. Al fin quedé postrado, siéndome imposible atender a los enfermos. Un practicante estulto me suplía; todo iba manga por hombro. Para colmo de desdicha, ¡al paludismo se agregó la disentería! (...)12
Poco después Cajal fue trasladado a otro hospital de campaña en "San Isidro", cerca de Nuevitas. La intensa labor en el ejercicio de la medicina militar en la manigua pantanosa, atendiendo a los soldados españoles heridos, enfermos de paludismo, de disentería y de fiebre amarilla, llevó a Cajal al agotamiento físico extremo.2,6 Enfermo de paludismo, disentería y anemia, solicitó una licencia y se fue a la ciudad de Camagüey a reponer su quebrantada salud. La enfermería de San Isidro, era aún más insalubre que la de Vista Hermosa; era uno de los varios hospitales de campaña anejos a la trocha militar del Este, la cual comenzaba en Bagá, pequeña población de la amplia bahía de Nuevitas4 (Fig. 2).
En Camagüey, el Jefe de Sanidad doctor Manuel Grau Espalter, nombra al doctor Santiago Ramón y Cajal provisionalmente como miembro del Cuerpo médico de guardia del Hospital de Puerto Príncipe. En ese periodo Cajal cumplía sus labores asistenciales y compartía con colegas que habían sido formados en la península; además tenía amplia vida social, participaba en las clásicas peñas de los cafés, casinos y tertulias caseras. Se alejaba del tabaco, el ron, el juego y las "sacerdotisas de Venus"; los cuatro vicios que él señalaba como depauperadores del espíritu, entereza, salud y bolsillo de la oficialidad hispana, la cual presentaba un elevado índice de corrupción.4,13 "Fue la época más agradable de mi estancia en Cuba", confesó años después.3,12 La permanencia en la urbe camagüeyana le fue altamente beneficiosa para su maltrecha salud.4
Llevaba cuatro meses en la isla y solo había recibido la primera paga de capitán que consistía en 125 pesos oro, a pesar de que mensualmente enviaba a La Habana los justificantes de su trabajo. La penuria económica de los médicos de enfermerías no obedecía sólo al clásico desbarajuste de la administración española; debiese también al desfalco de un tal Villaluenga, farmacéutico del Hospital Militar de la Habana y habilitado general del Cuerpo de Sanidad, el cual se fugó a los Estados Unidos en compañía de 90.000 pesos y de una pelandusca.12
El pago a los médicos era muy desigual. Los que estaban destacados en trochas o en enfermerías de campaña, como Cajal, dependían en lo económico de la habilitación general de La Habana, y sin relaciones de amistad con el comercio de las ciudades les era bien difícil la supervivencia. Ante la difícil situación económica, Cajal le expuso su problema al doctor Grau, quien tuvo la bondad de gestionar entre los compañeros un préstamo de 125 pesos a reintegrar de sus haberes atrasados. Gracias a un leal amigo, supo después con sorpresa que esta acción había desagradado a los colegas y que fue criticado por pedir limosna para vivir a poco tiempo de estar en la isla. Sintió mucho la injusticia de sus compañeros porque si bien es cierto que tenía cuatro meses en Cuba, todo ese tiempo lo pasó intrincado en la manigua sin recibir salario y tres de esos meses estuvo gravemente enfermo. Esa conmiseración despectiva fue una dura pero necesaria lección, jamás olvidada. Juró entonces que en lo sucesivo no pediría prestado un céntimo a nadie, así cumplió estrictamente su decisión hasta el final de sus días. El fallecimiento del médico-director de la enfermería de San Isidro en la trocha del Este, puso fin a la situación provisional de Cajal en Puerto Príncipe. Sin tener en cuenta que existían otros ayudantes médicos disponibles y que la salud del galeno distaba mucho de estar consolidada, el doctor Grau lo designó para sustituir al compañero fallecido, quien por cierto había sustituido también a otro médico caído en el cumplimiento del deber. Cajal aceptó a pesar de que no estaba contento con la designación, una vez más demostró su disciplina militar.4
En "San Isidro", el capitán médico tuvo que asistir hasta 300 enfermos por día afectos de viruela, úlceras crónicas, paludismo y disentería. Allí la falta de disciplina era evidente, buena parte de los empleados estafaban al Estado, desde el jefe de la guarnición hasta los practicantes y cocineros. Los enfermos se quejaban de la mala calidad de la comida y de la falta de sazón en la ración de gallina que recibían. Cajal comenzó sus averiguaciones y descubrió un pequeño almacén donde el cocinero guardaba las raciones que luego iban a parar a manos de los oficiales, de manera que practicantes y oficiales comían pollo a todo pasto y los enfermos que habían sido autorizados por el médico para recibir ciertas dietas sufrían de hambre.4,12 "Casi toda la carne, huevos, jerez y cerveza consumidos por los oficiales y practicantes salía del presupuesto del hospital".12
En las noches, Cajal se divertía observando las danzas de los africanos y escuchando la música de un italiano alistado en el ejército español que tocaba el arpa, su enfermedad continuó en progreso y le fueron denegadas en varias ocasiones las licencias que solicitaba.4 El doctor Grau se limitaba a responderle: "Carezco de personal, resista usted cuanto pueda; en cuanto disponga de médicos de refresco, haré un esfuerzo por reemplazarle".12,14
En "San Isidro" enfermó de disentería y paludismo, de las que casi muere. Decidió entonces solicitar licencia absoluta del ejército, lo trasladaron en condición de enfermo al Hospital de San Miguel de Nuevitas5 y finalmente se le concedió la licencia el 15 de mayo de 1875, con el diagnóstico de caquexia palúdica grave, incompatible con todo servicio.3,4,6
La participación de Ramón y Cajal como capitán médico de la Sanidad Militar del Ejército Español en la Guerra de los Diez Años (1868-1878) quedaron marcadas por sus experiencias, en contacto con el sistema administrativo y militar español en su estancia ultramarina. Estas fueron para él tan duras como las enfermedades que contrajo. Enfrentó a la corrupción administrativa, a la incapacidad e inmoralidad de gobernantes y mandos del ejército. Desde los cocineros y la oficialidad del destacamento hasta el comandante del puesto, que sustraían en beneficio propio la comida y los recursos que a los enfermos y heridos faltaban. Experiencias amargas que le llevaron a solicitar la licencia para abandonar Cuba. Para conseguir recuperar la mitad de sus pagas atrasadas tuvo que sobornar al funcionario de turno pues, de lo contrario, amenazaban con dilatarse indefinidamente.2,4,6
Declarado "inutilizado en campaña" fue dado de baja del servicio militar y enviado de regreso a su país.15 Regresó a Europa en el vapor "España".4 Llegó a España en junio de 1875 por el puerto de Santander, Cantabria, muy depauperado, que en nada recordaba al vigoroso y atlético joven que llegara un año antes a Cuba, donde experimentó una triste experiencia militar.3,6
Como él mismo reconocería en diversas ocasiones su forma física y su magnífico estado de salud le fueron muy útiles para sobrevivir a la dureza de las "trochas", las enfermerías insalubres, la malaria, la disentería y los muchos problemas a los que tuvo que enfrentarse. Aunque volvió a España con un estado de salud con un franco deterioro general, lo cierto es que pudo salvarse de una muerte que afectó a muchos de sus compañeros, combatientes y médicos.7
Este fue un año de su vida marcado por el dolor físico y, lo más importante, por el dolor moral de no haber logrado la culminación de sus sueños románticos, iniciados en aquel lejano estío de Ayerbe.5
El regreso a España y los cuidados que le prodigaron su madre y sus hermanas devolvieron progresivamente la salud a Santiago Ramón y Cajal.2
Es muy probable que disfrutara de una vejez bastante saludable, a pesar de haber arrastrado siempre las consecuencias de la malaria y otras enfermedades, gracias a sus "esfuerzos gimnásticos de juventud" y a sus paseos regulares a lo largo de toda su vida.7
Ramón y Cajal en sus primeras memorias sobre la guerra en Cuba reprocha a políticos que admiraba su falta de conocimiento del caso: Con una falta de cordura incomprensible en preclaros talentos, hombres como Castelar y Cánovas pensaban que Cuba esa Cuba que nos aborrecía y cuya independencia anhelada por América entera, era inevitable valía la pena de sacrificarle España. La frase efectista del célebre estadista conservador, 'hasta el último hombre y hasta la última peseta', ha pasado a la historia como testimonio elocuente de cómo en España puede llegarse al pináculo del Poder sin conocer de cerca la causa de nuestras discordias (que yo sepa ningún gobernante español de entonces visitó a Cuba ni América del Norte).11,12
En 1878 debilitado por las enfermedades contraídas en Cuba, mientras come con un amigo en un café del centro de Zaragoza tose sangre; se dio cuenta que había contraído tuberculosis pulmonar. Se trata con los medios de la época, baños termales y una estadía en la montaña al cuidado de su hermana Pabla. La vida al aire libre, las caminatas por la montaña, una buena alimentación, lo recuperaron y serenaron su espíritu.16,17
Esta experiencia lo aterró y lo marcó para toda la vida y tuvo que ver con su ulterior pasión, obtener lo más posible de la vida. Años después escribió: "Al presentárseme en Zaragoza el vómito de sangre que hizo temer por mi vida, algo que venía plasmándose en mi espíritu, adquirió carta de naturaleza. Todo se me hundió y caí en el más profundo abatimiento".17
Después de su regreso de la guerra en Cuba, entre los años 1892 y 1895, comenzó a trabajar en la formulación de sus teorías sobre el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso. Tras permanecer un año en Cuba como médico militar, se percató que la práctica médica no era su destino vocacional, lo cual, junto con la férrea voluntad paterna, lo condujeron de lleno al camino del profesorado universitario18 (Fig. 3).
Los ahorrillos de su desventurada estancia en Cuba, fueron las bases financieras que le permitieron a Cajal adquirir el microscopio Verick, un micrótomo, reactivos químicos y colorantes; con los que habilitó un modesto laboratorio en el que iniciaría las investigaciones histológicas, empezó así la contemplación del mundo infinitamente pequeño. En este laboratorio realizó su trabajo de tesis sobre la Patogenia de la inflamación.5,6,14,19
En el 1906, Golgi y Cajal reciben el Premio Nobel de Fisiología y Medicina, "por los notables servicios prestados a la ciencia". Además a este último le otorgaron, entre otros, los premios Fauvelle (1896), Rubio (1897), Moscou (1900), Martínez y Molina (1902) y Helmholtz (1905).1
Santiago Ramón y Cajal falleció en Madrid, en la calle Alfonso XII No. 62 (hoy 64), el 17 de octubre de 1934. El 10 de diciembre de este año, el secretario de la Academia de Ciencias de La Habana, el doctor Raimundo de Castro, envió una carta de condolencias a la Academia de Medicina de Madrid.1,13,20
VÍNCULOS ACTUALES DE CUBA CON CAJAL
Diversos han sido los homenajes, publicaciones y repercusión de la figura de Cajal en la Histología y las Neurociencias de Cuba.
Quizás el más popular de sus libros científicos fue Los tónicos de la voluntad. Reglas y consejos sobre investigación científica (Madrid, 1897), que ha tenido numerosas ediciones hasta la actualidad; la segunda edición fue costeada en 1898 por el notable médico cubano radicado en París, doctor Enrique Lluria Despau (1862-1925), su alumno.1,13
El 13 de marzo de 1908 la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, lo designó Académico de Mérito; fue propuesto por los académicos Jorge Le Roy y Enrique B. Barnet, y aprobado por unanimidad.
Con motivo del centenario del natalicio de Don Santiago Ramón y Cajal, en 1952, se creó una comisión de festejos auspiciada por la Escuela de Medicina de la Universidad de la Habana y se realizaron diferentes tipos de homenajes:
- La Revista Bohemia publicó un artículo de G. Álvarez Gallego, titulado Cuando Santiago Ramón y Cajal estuvo en La Habana.
- La Revista Carteles publicó Centenario de Santiago Ramón y Cajal sus memorias sobre Cuba.
- Se realizó la exposición de las obras de Cajal en la Biblioteca Nacional de La Habana, el discurso de apertura estuvo a cargo de la directora de la institución la doctora Lilia Castro Morales y la disertación del médico y escritor doctor Manuel Villaverde.
- El doctor Gustavo Pittaluga Fattorini, eminente hematólogo español, impartió una conferencia sobre Cajal en la Sociedad Femenina Lyceum.
- El doctor Antonio Navarrete profesor de Histología normal de la Universidad de La Habana (Escuela de Veterinaria), realizó una disertación sobre la obra de Cajal.
- El periodista Fernando Villaverde, realizó un diálogo reportaje o supuesta entrevista a Cajal que se llevó a cabo en el Ateneo de La Habana. En la escenificación, el escritor y periodista español Luciano de Taxonera, hizo el papel de Cajal.
- Los doctores Octavio Montoso, cardiólogo, y Rodolfo Pérez de Los Reyes, profesor de Histología Normal, impartieron una conferencia.20
- Uno de los más modernos pabellones del Hospital de Dementes Mazorra (actual Hospital Psiquiátrico de La Habana) se bautizó con el nombre de Santiago Ramón y Cajal.
Los numerosos actos preparados en la fecha del centenario, fueron obstaculizados por las circunstancias políticas que vivía el país.
También el 11 de mayo de 1954, a las 11 a.m., en la Cátedra de Histología Normal del edificio de la Escuela de Medicina situado en 25 y J (Escuela de Medicina), se develó la tarja de bronce conmemorativa del centenario del nacimiento de Cajal. El acto lo presidió el decano de la Facultad, el doctor Pedro Kourí, y estaban presentes prestigiosos profesores de la Facultad de Medicina. El doctor Mario Cárdenas Pupo disertó sobre la vida y obra del histólogo y sabio español; el doctor Ángel Vieta Barahona, profesor titular, en un sencillo pero emotivo discurso, explicó las razones de lo tardío del homenaje y resaltó la figura del maestro. Actualmente la tarja se localiza en la Facultad de Medicina "Victoria de Girón" a la entrada de los laboratorios de Histología20,21 (Fig. 4).
En 1955 se publicó el libro de Manuel I. Monteros Valdivieso, Vida de Cajal, Síntesis y perpetuación de la obra del Genio de las Españas y la monografía de Antonio Navarrete Sierra, Vida y Obra de Cajal.
En 1998 se inauguró el Centro de Rehabilitación Geriátrico "Santiago Ramón y Cajal" y se colocó una tarja conmemorativa en la entrada y un busto del maestro en el patio.
Por el 150 aniversario del natalicio de Cajal, en el 2002 se efectuó un acto en la ciudad Camagüey. La Sociedad Cubana de Historia de las Ciencias, el Museo de Historia de las Ciencias "Carlos J. Finlay" y la Casa "Humboldt" de La Habana, en el 2006 conmemoraron el Centenario del Premio Nobel recibido por Cajal y Golgi. El doctor Gregorio Delgado García, historiador de salud pública, impartió una conferencia de la vida y obra de Cajal.1,20
El 17 de octubre del 2007 se inauguró el sitio de los histólogos cubanos, el sitio web de Histología de las especialidades de Infomed,20 el cual se inauguró en homenaje a Don Santiago Ramón y Cajal.22 En este espacio, se brinda información de la especialidad, de la medicina en general, de la historia de la Histología y de los hombres y mujeres que han contribuido a que la ciencia cubana haya alcanzado altos niveles.
En 2009 el doctor en ciencias Jorge E. Abreu Ugarte publica el artículo titulado Camagüey: estancia de Cajal en los Archivos Médicos de Camagüey.6,20
El 10 de diciembre de 2011, como homenaje al recibimiento del premio Nobel, se inauguró la Cátedra Honorífica y Multidisciplinaria que lleva su nombre en la Universidad Médica de La Habana; esta fue auspiciada por la Sociedad Cubana de Ciencias Morfológicas, el Departamento de Histología de la Facultad "Victoria de Girón" y la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Fue designada como presidente de la Cátedra a la MSc. Belén Z. Iglesias Ramírez.20,23
La cátedra está dedicada fundamentalmente a profundizar en la vida de ese ilustre profesor, investigador y pensador, y a actividades de capacitación e investigación histórica de la docencia en ciencias de la salud y biológicas. También es patrocinadora de actividades de reconocimiento a figuras destacadas en el ámbito científico y pedagógico dentro de las ciencias, en Cuba y en el mundo. En ella participan los profesores y estudiantes de las entidades que la promueven, interesados en conocer, investigar y divulgar la vida y obra de esta figura de la ciencia, así como de otras importante figuras en el campo de la docencia y la investigación científica y pedagógica.23,24 El Hospital Militar de Matanzas se encuentra representado en dicha Cátedra.
Del 1 al 30 de noviembre de 2012, en el marco del Primer Congreso Virtual de Ciencias Morfológicas (MORFO 2012), se desarrolló la Primera Jornada Científica de la Cátedra Santiago Ramón y Cajal.25
En noviembre de 2014 se celebrará en La Habana, la Convención Internacional MORFOVIRTUAL 2014, que constará de 2 eventos: la Segunda Conferencia Virtual de Ciencias Morfológicas y la Segunda Jornada Científica Virtual de la Cátedra Santiago Ramón y Cajal. Además en el marco de la convención se efectuará la segunda versión del Concurso "Tras las huellas de Cajal".26
CONCLUSIONES
Gregorio Marañón expresó acertadamente sobre Cajal: "fue la máxima figura de ciencia española de nuestro tiempo y quizás de todos los tiempos". Este gran aragonés, eminente histólogo español, científico, escritor, filósofo, pensador y pintor, hizo aportes importantes a las neurociencias.
Cuba posee el gran privilegio de que una etapa imborrable en la vida de Cajal como médico militar fue transitada en la isla.
Cajal enseñó a vivir a una generación de investigadores, que siguieron su ejemplo y continuaron su legado. Aún hoy, a más 160 años de su nacimiento, una generación nueva de histólogos y médicos en general, se sigue nutriendo de las enseñanzas de este gran maestro, comprometidos con la formación de científicos útiles a la sociedad. Sirvan los detalles de su vida en nuestro país, recogidos en esta breve reseña, como una fuente para que los médicos que hoy se forman, encuentren una vía de inspiración que los motive a ser cada día mejores profesionales y seres humanos.
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Recibido: 2 de febrero de 2014.
Aprobado: 12 de febrero de 2014.
Junior Vega Jiménez . Hospital Militar Docente "Dr. Mario Muñoz Monroy". Cátedra Honorífica Santiago Ramón y Cajal. Carretera Central Km 101, Gelpis. Matanzas, Cuba. Correo electrónico: juniorvj.mtz@infomed.sld.cu