INTRODUCCIÓN
Etimológicamente el término suicidio deriva del griego, y significa sui: uno mismo y cidium: asesinato. Su significado es entonces, la muerte voluntaria de una persona (matarse a uno mismo). La Organización Mundial de la Salud define el suicidio como "el acto deliberado de quitarse la vida".
La conducta suicida agrupa toda una serie de aspectos que incluyen la idea del suicidio, la forma y condiciones en que se hará hasta llegar al intento o la consumación del acto en sí, sin que exista una interrelación obligatoria entre estos. No obstante, hay que prestarle gran atención al riesgo potencial que tiene cada aspecto, independientemente de cuál sea la intención.1,2
El suicidio se ha estudiado a través de dos vertientes principales: desde la problemática individual como unidad de análisis o a través de la utilización de datos de conjunto tales como tasas de suicidio en asentamientos poblacionales, ciudades, estados o países. Los estudios que evalúan aspectos individuales tienen en cuenta las costumbres, actitudes, integración social, la personalidad, así como el estado de salud tanto físico como mental de las personas.1,2
Durante los últimos cien años, ha habido un aumento significativo en el número de suicidios en la mayoría de los países del mundo. Según la OMS, más de un millón de personas mueren por suicidio, lo cual significa que cada minuto, dos o más personas mueren por esta causa. Se evidencia una tendencia ascendente, lo cual es un reto para la salud pública actual.3
La OMS estimó que ocurrieron 788 000 muertes por suicidio en el mundo en el 2015, para una tasa anual mundial ajustada por edad de 10,7 por 100 000 habitantes (13,6 entre hombres y 7,8 entre mujeres). Para la región de las Américas, la tasa ajustada fue de 9,09 y, junto con la región del Mediterráneo Oriental, exhibieron las tasas más bajas por regiones.4 Históricamente, América Latina y el Caribe han tenido tasas de suicidio inferiores al promedio mundial, aunque clasifican entre las tres principales causas de muerte a escala mundial en las personas de 15 a 34 años de edad.5
En Australia, más de 3 100 personas murieron por suicidio en 2017 y se cree que la cantidad de personas que intentaron suicidarse es al menos veinte veces mayor que el número de muertes por suicidio registradas.6
El suicidio es una de las principales preocupaciones de la salud pública en todo el mundo. En España, es la mayor causa de muerte extrahospitalaria en adultos y la tercera causa de muerte en la población entre 15 y 29 años. Esto es especialmente preocupante, pues estudios recientes han identificado un aumento en el comportamiento suicida, entre los adolescentes. Por ejemplo, en un estudio realizado en 1 664 adolescentes españoles, el 6,9 % de los participantes mostraron altos niveles de ideación suicida, y el 4 % había intentado suicidarse durante el año anterior. De manera similar, en una muestra de 151 191 adolescentes de los EE.UU. de América, el 4,2 % reportó al menos un intento de suicidio durante el año anterior.7
Se ha estimado que para el año 2020, el suicidio contribuirá en más del 2 % a la carga de enfermedad a nivel mundial. Esto es considerado un grave problema de salud pública, potencialmente prevenible mediante actuaciones eficaces.8
En Cuba, según el último reporte estadístico de salud, la mortalidad por lesiones autoinflingidas está entre las 10 primeras causas con una tasa bruta global de 13,9 por cada 100 000 habitantes, mayor en relación a períodos precedentes. Constituye la tercera causa en adolescentes, con 32 defunciones en el 2017, para una tasa de 2,5 por cada 100 000 habitantes.9
Las conductas suicidas pueden ser incrementadas ante el consumo de alcohol, o el uso de sustancias psicoestimulantes. El rol de la familia también juega un papel importante, sobre todo en la adolescencia.1,10) El grupo de pares es determinante como factor protector o de riesgo; el rechazo del adolescente por sus compañeros, el acoso escolar (bullying), y cada vez más fuerte el ciberacoso, este último presente no solo en el marco escolar, y así como el aislamiento adoptado por una orientación sexual determinada o identificación de género, no aceptada en el grupo constituyen factores de riesgo para el comportamiento suicida.1,11,12
Se hace necesaria la prevención y detección precoz del comportamiento suicida, sobre todo, dentro de los grupos considerados de riesgo. Para lograrlo, es preciso elevar el nivel de conocimientos entre adolescentes y jóvenes. En ellos se identifican mayor número de factores de riesgo y a su vez, desconocimiento de estos factores.
Este trabajo se propuso determinar los efectos de una intervención educativa en el nivel de conocimientos sobre el comportamiento suicida en adolescentes y jóvenes.
MÉTODOS
Se realizó una intervención educativa, en 32 adolescentes entre 17 y 19 años de edad, y 18 jóvenes entre 20 y 26 años, durante el período de abril 2010 a marzo del 2011. La cifra estuvo determinada por los sujetos que participaron voluntariamente en el estudio y son moradores de un área de salud del policlínico docente Bayamo Oeste, en la provincia Granma.
Se aplicó inicialmente una encuesta diseñada por Pérez Barrero13 para identificar a los sujetos con y sin riesgo. Con este criterio se formaron dos grupos.
Luego se midió el nivel de conocimientos sobre el tema conducta suicida. Para ello se aplicó un nuevo cuestionario, elaborado por el autor, con 7 preguntas cerradas, que incluyen varias opciones de respuestas (anexo). A partir del resultado de este cuestionario se desarrollaron actividades docentes educativas, mediante conferencias y clases talleres, como formas de organización de la enseñanza. Se abordaron temáticas referentes al suicidio, en correspondencia con las necesidades educativas encontradas. Cada encuentro se realizó con una periodicidad semanal, para cada grupo y una duración de 60 minutos, con 8 sesiones o encuentros.
Los temas abordados en la intervención educativa fueron los siguientes:
Generalidades sobre la conducta suicida. Evolución histórica y tendencias actuales de su comportamiento en Cuba y el resto del mundo.
Principales características del comportamiento suicida. Factores protectores y de riesgo.
La idea suicida. Concepto y variedades clínicas.
El sobreviviente al suicidio. Características y seguimiento. Manejo de la conducta suicida en adolescentes y jóvenes.
Mitos y realidades sobre la conducta suicida.
Una vez concluidas las actividades docentes educativas se evaluó el nivel de conocimientos de cada participante. Para ello se aplicó nuevamente el mismo examen con variación en el orden de sus 7 preguntas. Los datos obtenidos, a partir de los exámenes aplicados a los grupos de estudio, antes y después en la intervención, fueron procesados mediante el sistema SPSS y se reflejaron en tablas de contingencias. Se emplearon como medidas de resumen de variables cuantitativas, los números absolutos y porcentajes.
Este estudio se realizó bajo las condiciones de respeto a los derechos de las personas y a los postulados éticos que afectan a la investigación biomédica con seres humanos; fue aprobado en el comité de ética para las investigaciones científicas del Policlínico Docente Bayamo Oeste.
RESULTADOS
En la tabla 1 se muestran 8 adolescentes con riesgo suicida y 24 sin riesgo (25 y 75 % respectivamente). Se encontraron 3 jóvenes con riesgo suicida y 15 sin riesgo (16,7 y 83,3 %).
La tabla 2 muestra la evaluación de los conocimientos antes y después de la intervención en el grupo de participantes identificados con riesgo de suicidio. Antes solo 2 sujetos tienen buenos conocimientos (18,2 %), 6 poseen regulares (54,5 %) y 3 tienen malos (27,3 %). Luego de la intervención, 7 participantes adquirieron buenos conocimientos (63,6 %), 3 regulares (27,3 %) y solo 1 sujeto se mantuvo con malos (9,1 %).
Al analizar el nivel de conocimientos antes y después de la intervención (tabla 3) del grupo sin riesgo de conducta suicida, de 39 sujetos, al inicio de la intervención 15 de ellos tenían conocimientos malos (38,46 %), 17 regulares (43,59 %) y 7 buenos (17,95 %). Después, 12 incrementaron sus conocimientos; 25 alcanzaron un nivel de bueno (64,10 %), disminuyeron los sujetos con conocimientos regulares y malos a 11 y 3 respectivamente (28,21 y 7,69 %).
DISCUSIÓN
El suicidio es un fenómeno multicausal, entendido como resultado de la interacción de factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos, culturales y ambientales.14 La orientación suicida es el conjunto de pensamientos y sentimientos que inducen la idea suicida y representa un alto riesgo para el desarrollo del comportamiento suicida, que constituye hoy en día un tema de gran relevancia y repercusión para la salud pública mundial.10
Entre las estrategias de prevención de los factores de riesgos suicida están las de prevención universal, para llegar a toda la población en general. Por su parte las estrategias de prevención selectivas van encaminadas a grupos vulnerables detectados.
Una vez identificadas las situaciones o personas de riesgo se pueden desarrollar actividades de prevención específicas por el equipo básico de salud en la atención primaria.5
La evaluación del paciente con riesgo suicida es un proceso dinámico, debe ser metódico y minucioso, orientada a detectar quiénes suponen una amenaza inmediata para su propia vida. Con el avance de la investigación en temas de suicidio y para objetivar la evaluación del riesgo suicida, se han desarrollado varios instrumentos. Las primeras evaluaciones fueron simples listas de chequeo de información demográfica, relacionadas con suicidalidad. Con el tiempo y mayores conocimientos, evolucionaron a cuestionarios más extensos con subescalas separadas, que evalúan distintos aspectos que influyen en el riesgo suicida.6
Debido a las graves consecuencias de la conducta suicida durante la adolescencia, la identificación de los factores de protección que podrían impedirla en una población, debería ser una prioridad para las políticas de salud pública mental. Se ha demostrado que, en la comunidad, los médicos de familia y las escuelas, desempeñan un papel fundamental en la prevención de la conducta suicida durante la adolescencia. Las intervenciones de salud mental que promueven la funcionabilidad familiar y un clima escolar positivo, son necesarias para prevenir el comportamiento suicida entre los adolescentes.7
En EE.UU. el departamento de defensa, con el fin de lograr reducir el comportamiento suicida entre jóvenes que cumplen con el servicio militar, ha desarrollado como herramienta, un proceso de preparación para la salud, mediante entrevistas y proyectos de capacitación a sus miembros.15
En Australia se reportan otras formas, también de prevención, mediante estudios con las experiencias de personas sobrevivientes a intentos de suicidios.6
Como parte de las actividades de promoción y prevención de salud, los proyectos de intervención educativa, en cada sesión, propician la interrelación grupal. Esto permite que se compartan experiencias, ideas y situaciones problémicas, se vencen los temores a compartir sentimientos e iniciativas y se alcanzan resultados prácticos y emocionales positivos, lo cual facilita la reflexión y adopción de conductas sanas.
Con esta investigación se realizaron las actividades propuestas para el trabajo con el principal grupo de riesgo de suicidio de estos tiempos que son los adolescentes y jóvenes. Antes de aplicar la intervención educativa, prevaleció el desconocimiento sobre la conducta suicida, sus factores de riesgos, formas de manifestarse, mitos sobre el tema. Esta situación cambió una vez concluida y se demostró que las actividades educativas, son herramientas en la promoción de conductas sanas, para combatir y prevenir la idea suicida.
El estudio está limitado solo al principal grupo de riesgo de suicidio; sin embargo, en el futuro pueden desarrollarse nuevas herramientas para hacerlo más didáctico y extensivo a otros grupos de edades en cualquier escenario del proceso de promoción de salud en la sociedad.
Se concluye que la intervención educativa fue efectiva con resultados positivos en los participantes. Estos lograron mejorar el nivel de conocimientos sobre el comportamiento suicida en adolescentes y jóvenes. Asimismo, se convirtieron en promotores de salud, de forma subliminal, dentro de sus comunidades y círculos de actuación, como nuevas fortalezas en el combate de la conducta suicida tan frecuente en la actualidad.