Introducción
El 12 de enero de 1912 en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales, el doctor Federico Grande y Rossi (1866 - 1942) expresó sobre el doctor Carlos J. Finlay:
“... el hombre de la teoría con los defectos de todo nacimiento, rendido al peso del trabajo y de los años, en la calma serena y majestuosa de la puesta de un sol que ya deja a la tierra fecunda y caliente, junto al dintel de la fama espera que la muerte, como sucede en la ceremonia imponente de descubrir a la publicidad un monumento ya terminado, descubra en su trabajo macerador el mármol futuro de su inmarcesible gloria”.1
Los artistas homenajean al sabio con magníficos trabajos que rememoran su paradigmática vida y los aportes que realizó a la medicina para el bienestar y la salud pública. La sustancial impronta de la efigie del honorable investigador en las artes plásticas hace su presencia usual en instituciones médicas, docentes y científicas, así como en el paisaje urbanístico de pueblos y ciudades en Cuba y otros países.
Las palabras del académico doctor Federico Grande y Rossi incentivan a una revisión sobre un excelso monumento en mármol dedicado a la gloria de quien es reconocido como benefactor de la humanidad.2 Entre las obras artísticas dedicadas a Finlay se destaca la escultura de Juan José Sicre Vélez (1898 - 1974), como un solemne recordatorio a la ferviente labor investigativa sobre una de las enfermedades infecto contagiosas más frecuentes en su época, causante de grandes epidemias y gran número de defunciones en Cuba y otras áreas del trópico.3
El objetivo del presente trabajo es contribuir al conocimiento de la obra escultórica dedicada por Sicre al sabio cubano para destacar la significación que tiene para la medicina y la ciencia cubana.
Desarrollo
El monumento escultórico a Finlay fue terminado en 1948 (Fig. 1), se ubica en el parque situado frente a la escalinata que da acceso al vestíbulo del edificio principal del Hospital Militar Central “Carlos J. Finlay”, una construcción art déco en Marianao,4) la misma localidad donde a finales del siglo xix, el científico desarrolló los trabajos investigativos que lo condujeron a formular su avanzada teoría sobre el modo de contagio de la fiebre amarilla y su agente transmisor, el mosquito Aedes aegypti.5
En los mismos terrenos en que fue erigida la escultura, se ubicó un campamento militar durante la ocupación norteamericana de 1898 a 1902 y en el hospital de campaña desplegado en el lugar, la cuarta comisión norteña realizó los trabajos experimentales que corroboraron la teoría de Finlay, en 1900.
La comisión la integraban médicos militares especializados en enfermedades infecciosas: Walter Reed como jefe; James Carroll, Jesse Lazear y Arístides Agramonte Simoni.6 Este último de origen cubano y de estrechos lazos consanguíneos con insignes patriotas de la gesta independentista de 1868.

Fig. 1 La escultura a Finlay está rodeada por palmas reales, las cuales exaltan el valor identidad en la obra.
En 1901 una campaña de higienización dirigida por el médico militar estadounidense doctor William Gorgas, quien aplicó acertadamente los postulados de Finlay, logró eliminar una grave epidemia de fiebre amarilla, que causó muchas muertes en La Habana.7) Se corroboró en la práctica la veracidad de la teoría del sabio cubano, que permitió minimizar la incidencia de la enfermedad y las defunciones.8 La publicación del periódico “La Higiene” apoyó la campaña de saneamiento, que como interés militar creó condiciones epidemiológicas favorables para la estancia de las tropas de ocupación.
Este hecho trascendental para la medicina y la ciencia, ocurre en un contexto histórico incierto para Cuba. Por un lado, el final del colonialismo español, que dejó como secuela epidemias por viruela, tuberculosis y fiebre amarilla, con cifras enormes de muertes.9) Por otro lado, la intervención militar norteamericana con interés en sanear la isla para la seguridad sanitaria de sus efectivos. El Ejército Libertador había sido licenciado, el sueño de independencia de los cubanos no se había logrado y la nación era un enigma.
Los resultados de aquellas investigaciones médicas fueron presentados en la Conferencia Sanitaria Panamericana, celebrada en La Habana en 1900.10) Fundada la República en 1902, Finlay la representó en la Primera Convención Sanitaria Internacional de las Repúblicas de América.11
Los trabajos experimentales de la cuarta comisión estadounidense, se realizaron en una instalación de sanidad militar, cerca de la ubicación de sus tropas, lugar donde está actualmente el Hospital Militar Central “Dr. Carlos J. Finlay”, una institución de salud con tradición en la docencia médico militar.12 En su perímetro se localiza la escultura creada por Sicre, una obra del género estatuario, de contenido histórico y alegórico, con especial significado para la medicina cubana. Pertenece a las artes plásticas del período republicano y está enmarcada en el proceso de renovación artística, que se manifestó en las artes plásticas en el país, a partir de la segunda década del siglo xx.
Está formada por dos figuras humanas talladas en mármol, asentadas en un paralelepípedo cubierto con losas, en la superficie anterior rectangular, aparece a relieve en bronce con letras mayúsculas el nombre del sabio. Del mismo modo, en la lateral izquierda está su fecha de nacimiento 3 - 12 -1833, referida como día de la medicina latinoamericana, mientras que la derecha muestra su defunción el 15 - 8 - 1915.13,14,15
Integrada armónicamente al entorno arquitectónico, la escultura (Fig. 2) está rodeada por palmas reales que realzan la belleza del paisaje, y exaltan la identidad como expresión cultural genuina del contexto histórico cubano. La fluidez y el dinamismo de las figuras aluden, con intensidad dramática, a la grandeza humana ante el sufrimiento del prójimo.
De Finlay solo se muestra la mitad superior del cuerpo, su rostro tiene la serenidad del médico avezado, la mano derecha sostiene por el dorso a un moribundo yacente, víctima de la fiebre amarilla, mientras la otra mano palpa el pulso radial en la muñeca izquierda del enfermo. El paciente, en estado agónico, lleva su mano derecha al pecho donde está el corazón, un gesto simbólico de gratitud de la humanidad al benefactor.
Hay proporcionalidad en los detalles anatómicos, la posición de la extremidad superior derecha de médico y del enfermo ofrecen un sugestivo contraste: el primero socorre, el otro agradece. Bajo los dos, con perceptible detallismo, el autor cinceló en el material pétreo numerosas hojas caídas, que se confunden con plantas de pies, en una exaltación artística para representar las numerosas muertes causadas por la terrible enfermedad conocida como “vómito negro”. Sicre pudo tomar como modelo a “La Piedad”, una obra del artista italiano del Renacimiento Michelangelo Buonarroti (1475-1564).
Juan José Sicre Vélez fue un destacado artista, iniciador del vanguardismo escultórico en Cuba. Estudió en la Academia Villate y en la Escuela San Alejandro. Amplió conocimientos en escuelas de arte en España, Francia e Italia. Fue profesor en San Alejandro en la década del 30 del siglo xx. Entre sus numerosas obras escultóricas se encuentran: el monumento al soldado invasor, en Mantua; la estatua de América Arias, el monumento a Simón Bolívar en el parque central, el monumento a Alexandre Sabès Pétion en Haití y el monumento a José Martí en la Plaza de la Revolución.16
La obra dedicada a Finlay es otro destacado trabajo de Sicre, congruente con la vertiente fundamental de la escultura cubana, por su carácter ambiental y monumental, que realzan la identidad y la cultura de la nación. Su localización y temática la reafirman como perpetuo homenaje a la abnegada labor del sabio.17,18
Junto a los aspectos estéticos e históricos, la obra tiene valores patrimoniales que ennoblecen la tradición escultórica cubana, con un mensaje alentador. El monumento es homenaje a Finlay, así como a todos los médicos y personal de la salud, que inspirados en la paradigmática vida del sabio prestan servicios en Cuba y en otros países que lo han requerido por situaciones emergentes como epidemias y pandemias, que ponen de manifiesto la vulnerabilidad de la humanidad y la necesaria colaboración.19,20
El contenido iconológico de la escultura evoca valores éticos del sabio, quien advirtió el sentido humanitario de la ciencia, puesta desinteresadamente al servicio del bien, de lo que Cuba es un alentador ejemplo ante el mundo.21) Finlay fue fundador del sistema nacional de salud pública cubano, organizó y dirigió el sistema sanitario en su génesis, como salubrista desarrolló una relevante labor. Es reconocido además entre los microbiólogos más destacados de todos los tiempos. Fue fundador de la Oficina Sanitaria Internacional de las Repúblicas de América, actual Organización Panamericana de la Salud.22
Los datos aportados ofrecen una interesante reseña para la historiografía de las artes plásticas 21) y responden a sugerencias pedagógicas de emplear las artes visuales en la enseñanza de la historia, como un recurso didáctico útil para desarrollar las estrategias educativas en el proceso formativo de los profesionales de la salud.22,23,24
En este trabajo se presentó la obra que el escultor Juan José Sicre Vélez dedicó al doctor Carlos J. Finlay, en la que expresó con intensidad dramática la grandeza del sabio cubano y también la de todos los médicos y personal de la salud, que en tareas de investigación y asistenciales han prestado servicios enfrentando epidemias y pandemias.