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Revista Cubana de Educación Superior
versión On-line ISSN 0257-4314
Rev. Cubana Edu. Superior vol.37 no.2 La Habana mayo.-ago. 2018
ARTÍCULO ORIGINAL
El modelo educativo como fundamento del accionar universitario. Experiencia de la Universidad Técnica de Manabí, Ecuador
The Educational Model as the Foundation of University Action. The Experience of the Technical University of Manabi, Ecuador
Jacqueline Mara Molina NaranjoI, José Lavandero GarcíaII, Lourdes María Hernández RabellII
I Universidad Técnica de Manabí, Ecuador.
II Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, CUJAE, Cuba.
RESUMEN
El presente trabajo tiene como objetivo mostrar el modelo educativo de la Universidad Técnica de Manabí a partir del análisis de su evolución y su funcionalidad. Se plantea una propuesta para su elaboración a partir de la consideración de diferentes aspectos del entorno, integrado con las políticas, tendencias y misión de la organización, lo que le confiere al modelo educativo propuesto una plataforma de trabajo para dirigir el accionar de la universidad sobre las bases de una política y principios bien definidos que funcionen de estrategia para el desarrollo universitario.
PALABRAS CLAVE: tendencias organizativas, accionar educativo, modelo.
ABSTRACT
The present work is aimed at showing the educational model of the Technical University of Manabí as from the analysis of its evolution and its functionality. A proposal is stated for its elaboration based on the consideration of different aspects of the environment, integrated with the policies, tendencies and mission of the organization, which give the proposed educational model a working platform to direct the actions of the university on the bases of a well-defined policy and principles that work as a strategy for the university development.
KEYWORDS: university model of education, educational strategy, educational policies.
Introducción
La evolución de la educación superior (ES) en la segunda mitad del siglo XX se caracterizó por una gran expansión a escala mundial, en la que se agudizó aún más la disparidad entre los países industrialmente desarrollados y los países subdesarrollados, sobre todo en cuanto al acceso, a la investigación y a los recursos. La estratificación socioeconómica y el aumento de las diferencias de oportunidades de enseñanza, dentro de los propios países, y la toma de conciencia de su importancia para el desarrollo sociocultural y económico identificaron el panorama de la ES en el periodo.
La ES ha dado sobradas pruebas de su viabilidad y de su capacidad para transformarse y propiciar el cambio y el progreso de la sociedad. Con el advenimiento del siglo XXI las principales organizaciones internacionales de la ES tomaron partido en su conceptualización y sus tendencias de desarrollo, algunos ejemplos son la UNESCO con el informe La educación encierra un tesoro (Delors, 1999), la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior con el documento La educación superior en el siglo XXI: líneas estratégicas de desarrollo (ANUIES, 2000), así como la Unión Europea con el espacio para la educación superior y los acuerdos de Boloña.
Los cambios en el desarrollo de la ciencia y la tecnología han revolucionado la organización de los procesos de producción, acceso, uso y distribución de la información a través de la infraestructura de las tecnologías de información y comunicación en la manera de organizar las economías de los países dentro de un mundo más globalizado pero segmentado entre países pobres y ricos.
En la ES la transformación es consustancial y se avizoran tendencias que podrían modificar sensiblemente el mundo universitario. El cambio se está produciendo muy rápidamente. Se están transformando los métodos, el perfil de los alumnos, los soportes, los contenidos de las enseñanzas, las cualificaciones, la configuración de los campus, las estructuras, los modos de relación y hasta los paradigmas.
El escenario mundial de ES (Vázquez, 2015) plantea importantes tendencias de cambio: la renovación de la demanda de enseñanzas, cualificaciones y modelos educativos, el aumento de la oferta educativa y de la educación transnacional y la internacionalización, la consolidación de nuevos esquemas de competencia y cooperación universitaria, la irrupción del componente educativo digital, la transformación de los esquemas de financiación y organización y la necesidad de una gestión eficiente. Las universidades que no sean capaces de transformarse, adaptarse a esos cambios y posicionarse adecuadamente ante ellos se verán desplazadas en un futuro no muy lejano.
El tema de establecer las proyecciones y políticas de las instituciones universitarias ha sido un asunto tratado por varios autores con perspectivas diferentes. El modelo educativo es una visión sintética de teorías o enfoques pedagógicos que orientan a los especialistas y a los profesores en la sistematización del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Esta visión, a su vez, está relacionada con la concepción que se tenga de la educación, y es una representación conceptual de la realidad que focaliza la atención en lo que considera importante.
Desarrollo
Un modelo educativo implica visualizar la postura ontológica, antropológica, sociológica, axiológica, epistemológica, psicológica y pedagógica que se va a asumir para poner en marcha el propio sistema con la finalidad de lograr los objetivos de la mejor manera posible.
Estos modelos son una representación arquetípica o ejemplar del proceso de enseñanza-aprendizaje, en la que se exhibe la distribución de funciones y la secuencia de operaciones en la forma ideal, que resulta de las experiencias recolectadas al ejecutar una teoría del aprendizaje.
Una institución universitaria se identifica por su modelo educativo, que le brinda personalidad, proyección en los alumnos, quienes se identifican con ella ya que logra trascender en sus vidas a partir de la construcción de su identidad. Un modelo educativo fundamentado, estructurado y aplicado transforma el ámbito interno y externo del lugar donde se ubica la institución de ES. Ellos expresan visiones sintéticas de teorías o enfoques pedagógicos que orientan a los especialistas y a los profesores desde la elaboración y análisis de los programas de estudio hasta en la sistematización del proceso de enseñanza-aprendizaje en las aulas universitarias.
La evolución de los modelos educativos ha pasado por diferentes etapas de desarrollo en la ES. El autor chileno Weinberg (1987), en un recuento de los modelos educativos en América Latina, identifica rasgos y caracteres muy diferentes según los países. Sin embargo, muchos de ellos perduran aún en la actualidad convertidos en tradición o institucionalizados, otros no pudieron llevarse a cabo por carecer de las fuerzas sociales que les apoyaran. En otros casos "modelos" trasplantados y de probada eficacia en ciertas regiones fracasaron al tratar de adaptarse a otras realidades, todo lo cual contribuyó a dificultar o retardar los procesos de cambio previstos. Todo ello aconteciendo en medio de la constante asincronía entre la realidad, las instituciones, la legislación y las ideas, sobre todo en el terreno educativo.
La conceptualización de los modelos educativos y su evolución en el tiempo ha estado regida por el propio desarrollo de las teorías pedagógicas. El modelo educativo llamado tradicional se refiere principalmente a la elaboración de un programa de estudio, los elementos que presenta son mínimos, ya que no se hacen explícitas las necesidades sociales, la intervención de especialistas, las características del educando y tampoco se observan las instancias de evaluación del programa de estudio, lo que refleja un momento histórico de desarrollo social. El profesor es el elemento principal en el modelo tradicional, tiene un papel activo durante la exposición de la clase, mientras que el alumno no tiene una función importante, su papel es más bien receptivo.
Tyler (1986), académico argentino, aporta el concepto de objetivos, los cuales se convierten en el núcleo de cualquier programa de estudio. La idea de elaborar una planeación didáctica, a partir de objetivos, cambia sustancialmente el esquema tradicional de las funciones del profesor, del método, del alumno y de la información.
Otra visión (Taba, 1974) sintetiza los elementos más representativos de los modelos que ya se han mencionado y le da un importante papel a la organización lógica, cronológica o metodológica de las actividades de contenido y a las de aprendizaje.
En Ecuador, el modelo socioeconómico prevaleciente con el Plan Nacional para el Buen Vivir (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2013), establecido en la constitución, potencia las actividades de bienestar humano generando una competitividad en todos los ámbitos. En este escenario corresponde a la ES, como espacio activo de desarrollo de la sociedad, realizar una formación de capacidades integrales, necesarias para enfrentar la complejidad de nuevas realidades.
Pasado el primer decenio del siglo XXI y en medio de lo que se ha hecho llamar la "sociedad del conocimiento", como aspiración del mundo contemporáneo, las acciones desarrolladas en pos de esta meta en el Ecuador se concretan en las instituciones de ES.
En el caso particular de la Universidad Técnica de Manabí, cabe destacar que se ha rediseñado y avanzado con un modelo educativo que promueve la investigación científica unida a la innovación tecnológica y al desarrollo de un pensamiento complejo, como ejes centrales de la actividad universitaria.
En el marco de este modelo educativo se define la identidad educativa, se establecen los valores perennes del humanismo a través de una educación integral e integradora de los alumnos, se impulsa la relación de las instituciones educativas, sirviendo de puente mediador entre teoría y práctica, se concretan las orientaciones generales del sistema educativo y se opera como nexo entre prescripción y ejecución.
Tradicionalmente, los docentes toman parte activa en el proceso de enseñanza a través de sus intervenciones y ejemplificaciones, sin embargo, en la actualidad, este papel se va diluyendo en la medida en que los estudiantes comienzan a gestionar sus actividades con el "apoyo" y "acompañamiento" del docente, como también de los compañeros, por lo que se declina la figura tradicional del profesor como único referente y se construye así una red o comunidad en la que se enfatiza el carácter colaborativo de la enseñanza y el aprendizaje.
En estudios realizados por especialistas españoles (Cabero y Llorente, 2006) se propone una clasificación de funciones, tanto a nivel individual como grupal, que deberán asumir los profesores en espacios colaborativos mediados por las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
El modelo educativo de la UTM se convierte en el documento rector y guía para el accionar de la universidad en todas sus actividades y recoge las experiencias de los últimos años, donde el desarrollo de metodologías, tecnologías y dispositivos han transformado las disciplinas científicas, epistemológicas, saberes y prácticas educativas en todos los niveles. Estas transformaciones han ocurrido en todos los ámbitos y han cambiado la imagen del mundo y la participación de la UTM en la construcción del saber.
En la metodología de elaboración del modelo educativo de la UTM se han tenido en cuenta las necesidades sociales y del medio ambiente, como puntos de partida que se establecen en la organización y que especifican las políticas del estado en el Plan del Buen Vivir. Otro elemento imprescindible son las tendencias en los requerimientos de la profesión, para lo cual se han considerado las proyecciones hacia el 2030 realizadas por diferentes organizaciones internacionales. También han comenzado a desarrollarse nuevos campos y a cruzarse las fronteras disciplinarias establecidas, lo que ha generado áreas híbridas de gran productividad, entre las que se destacan las ciencias cognitivas y las ciencias de la complejidad.
El desarrollo vertiginoso de las TIC ha planteado que predecir el futuro es una tarea muy compleja, por lo que se debe realizar un análisis prospectivo de la problemática educativa, para conectar con las oportunidades, desafíos contemporáneos, a la vez que se van tejiendo respuestas circunstanciales acertadas y productivas en el camino a un sistema educativo que acepte la diversidad de juicios de valor, que den lugar a diferentes cosmovisiones, prácticas e itinerarios de aprendizaje, que permitan tomar contacto con el acervo cultural, desarrollar potencialidades y crear espacios con vivencias productivas y fecundas.
La educación como acción ejercida por hombres en otros hombres, con el fin de incorporarlos a un ideal del buen vivir dentro de la sociedad ecuatoriana, se convierte en la primera práctica socializadora de contenidos. El saber pedagógico, además de comprender los hechos del aula, tendrá un compromiso altamente científico, por ello ha de promover alternativas investigativas que permitan mejorar las prácticas educacionales. La pedagogía posibilita no solo el proceso de enseñar sino también el de reflexionar y pensar, así como la construcción teórica y metódica, para que la educación logre sus propósitos con un profesor universitario de actitud crítica y reflexiva, con motivación intrínseca, flexible, estudioso y culto, que relacione la teoría con la práctica, con intercambio científico, en definitiva, un profesor investigador.
El modelo educativo de la UTM establece seis ejes rectores acordes a los preceptos antes declarados e incorpora, de manera creativa, una metodología para su confección, sobre todo considerando los elementos del entorno y lo que se concibe como la misión y visión, ello se expresa en la figura 1, cuyo esquema establece las relaciones entre los principales componentes del modelo educativo.
Como universidad de docencia e investigación la misión es:
Formar académicos, científicos y profesionales responsables, humanistas, éticos y solidarios, comprometidos con los objetivos del desarrollo nacional, que contribuyan a la solución de los problemas del país, capaces de general y aplicar nuevos conocimientos, fomentando la promoción y difusión de los saberes y las culturas, previstos en la Constitución de la República del Ecuador (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2013, pp. 10-11).
En consecuencia, la misión orienta las actividades académicas, administrativas y profesionales de la comunidad universitaria. Los estudiantes, docentes, empleados y trabajadores deben ejercerla para que sus funciones vayan en pos del cumplimiento efectivo de sus propósitos y en concordancia con lo estipulado en la Ley Orgánica de Educación Superior del Ecuador (figura 1).
Los seis ejes fundacionales del modelo educativo que guían y soportan el desarrollo universitario son:
1. Eje epistemológico: define el enfoque histórico-cultural y el constructivismo como bases y principios de su actuar.
2. Eje axiológico: expresa la necesidad de formar profesionales humanistas, innovadores y holísticos.
3. Eje de investigación: se refiere a las capacidades científicas, teóricas y técnico-instrumentales necesarias.
4. Eje de formación: establece las exigencias de la misión sobre el modelo del profesional.
5. Eje de capacitación docente.
6. Eje de competencias profesionales generales.
En el modelo educativo se establecen los principios de una filosofía centrada en el sujeto (estudiante-profesor) que aprende y se desarrolla integralmente, desde una perspectiva incluyente y de equidad de género, mediada por la potenciación de la interculturalidad, como eje articulador de los procesos académicos, investigativos y de vinculación con la sociedad.
En relación a estos fundamentos, todos los procesos institucionales giran en torno a la formación integral del profesional, cuyo propósito es lograr que participe en la sociedad de forma activa, creativa e innovadora, desplegando todas sus potencialidades intelectuales, físicas y culturales que le permitan incidir de manera eficiente, ética y significativa en los contextos de desarrollo socioprofesionales, donde ejercerá su actividad laboral.
En tal sentido, la filosofía que rige los procesos universitarios se enmarca en la complejidad de los nexos que se generan en las funciones sustantivas (formación de grado-posgrado, investigación y vinculación), desde las interrelaciones entre los actores, sectores y contextos internos y externos que tienen diversas manifestaciones de esencialidad, para la materialización de los objetivos, políticas y estrategias de la institución, reflejados en su misión, visión y principios.
El modelo educativo de formación integral de la UTM concibe la educación como un derecho de las personas, por tanto, es un área prioritaria para garantizar la igualdad e inclusión social, como condiciones indispensables de las familias y la sociedad para el buen vivir.
La educación plena de todas las potencialidades del ser humano, en su naturaleza social y humanista, es un anhelo de los líderes de la UTM, cuyo propósito se explica en la fundamentación y validez del conocimiento en correspondencia con las exigencias de la sociedad, a través de postulados sociológicos, psicológicos, pedagógicos y andragógicos, en coherencia con el empleo de una dialéctica congruente con el enfoque constructivista.
Tal modelo se sustenta en el paradigma epistemológico del constructivismo, como base para concebir, instrumentar y evaluar estrategias innovadoras que posibiliten el crecimiento y desarrollo humano de los estudiantes. Se connota de esta forma un aprendizaje que promueve la subjetividad en contextos sociales, culturales y laborales, y ambientes que promueven la autenticidad del desarrollo pleno de la personalidad, basado en la teoría sociohistórica que enfoca el aprendizaje como un factor preponderante y desencadenante del desarrollo (Tenutto, Klinoff y Boan, 2005).
Otro elemento de esencia que se asume es el proceso de internalización de los elementos socioculturales por parte del estudiante, el cual juega un rol muy importante en la institución, por la integración sistemática que se realiza en la actividad psicopedagógica que genera el profesor, los demás compañeros y el grupo. En correspondencia con estos lineamientos teóricos, se concibe un sistema de enseñanza que coadyuve al proceso de transformación social y personal.
Consecuentemente, el enfoque sociohistórico cultural de Vygotsky, dentro del paradigma del constructivismo como base epistemológica que fundamenta el modelo educativo de la UTM, permite encauzar el aprendizaje como base para el desarrollo pleno de estudiantes y docentes, en un trabajo académico, investigativo y de vinculación, en consonancia con las exigencias y perspectivas sociales.
Otro eje dentro del modelo educativo es el que se refiere a la transformación hacia una sociedad del conocimiento, lo cual constituye una oportunidad para las instituciones de ES de asumir un papel estratégico en la generación de conocimientos y en la formación de una masa crítica que posea mayor capacidad de propuesta para la construcción de esquemas sustentables de organización social.
Entre los requerimientos generales para las nuevas labores profesionales está la capacidad inventiva, la superación y actualización permanentes, la habilidad del trabajo en equipo, investigativa, tecnológica, el desarrollo emprendedor, las destrezas intelectuales que requiere la producción moderna, los hábitos de cumplimiento y desempeño laboral y la capacidad para ser reflexivo y crítico. Se rediseñan las estructuras bajo un esquema de armonización de los currículos y la instalación de ciclos de formación con un fuerte acento en la internacionalización y el establecimiento de un esquema de formación a lo largo de la vida.
En otro orden, un eje del modelo se ocupa de definir competencias genéricas sobre las denominadas habilidades del siglo XXI, donde se destacan la comunicación efectiva, el pensamiento crítico, el razonamiento cuantitativo, el trabajo en equipo, el dominio de las TIC y el liderazgo, entre otras.
Se atiende con prioridad, en el modelo educativo, el aporte que la tecnología está haciendo en la educación, la interacción entre ellas, el docente y el estudiante, el impacto en el contenido, en el proceso didáctico y las herramientas en los nuevos ambientes tecnológicos.
La UNESCO señala que el acceso a una educación de calidad, en tanto derecho fundamental de todas las personas, se enfrenta a un contexto de cambio paradigmático desde finales del siglo XX hasta la actualidad. El desarrollo que han alcanzado las TIC en los últimos años demanda del sistema de educación una actualización de contenidos y prácticas que estén acordes a la sociedad del conocimiento y la información (Postencasa, 1997).
Se trata de convertir la universidad en un espacio integral y permanente de aprendizajes. La estructura curricular de la institución se apoya en las tecnologías de la información y la comunicación por ser un componente fundamental en el ejercicio de toda profesión y porque ellas favorecen los procesos de aprendizaje en función de las competencias profesionales.
Precisamente, uno de los ejes esenciales del modelo educativo para la gestión del aprendizaje es la integración de las TIC. La enseñanza en ambientes virtuales es el resultado de un proceso, desde la perspectiva humanista, en el que el alumno construye su docencia y aborda las mediaciones pedagógicas en las diferentes modalidades de estudio a partir de la educación presencial, a distancia, virtual o mixta.
Hermann (2014) refiere que los entornos de aprendizaje virtual llevan a la práctica el uso de recursos como los foros de discusión virtual, chat, actividades colectivas en plataformas, entre otros, los cuales permiten la construcción de aprendizajes sociales, investigativos, colaborativos que posibilitan articular los conocimientos previos, la experiencia y los nuevos conceptos, a través de la interacción entre los actores educativos.
La pertinencia, basada en la definición ofrecida por la (UNESCO, 2015), se considera principalmente en función de su cometido en la sociedad con respecto a la enseñanza, la investigación, los servicios conexos y de sus nexos con el mundo del trabajo en sentido amplio, con el estado, la financiación pública y sus interacciones con otros niveles y formas de educación. La pertinencia se evidencia a través de la coherencia que existe entre los objetivos y los perfiles terminales, con las necesidades del entorno. Significa alcanzar las tres dimensiones que se desprenden de la esencia de este término:
1. Formar profesionales competentes que aporten al desarrollo del país.
2. Desarrollar un proceso educativo centrado en la investigación y la extensión o vinculación.
3. Establecer los nexos con el mundo desde el entorno, lo regional y nacional.
En la docencia el proceso de formación del profesional debe tener como arista la interrelación entre la misión, la visión, los valores institucionales, la pertinencia y la responsabilidad del programa educativo, la perspectiva de formación integral y una estructura académica y organizativa que viabilice la interacción entre la docencia, investigación y la relación con la sociedad como elementos sustanciales del proceso educativo.
Adicionalmente, tal proceso debe desarrollarse como superación del enfoque disciplinar, que brinde espacio a la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad, perspectivas que identifiquen la labor pedagógica e investigativa del claustro de profesores de esta institución.
La investigación es la actividad básica de la ciencia en su indagación y construcción de la realidad y de los saberes, alimenta la actividad de enseñanza y la actualiza frente a la realidad del mundo como eje transversal del proceso de formación profesional de todos los estudiantes de la universidad. Establece niveles de profundidad y ámbitos de acción diferenciados de manera sistemática para privilegiar la construcción de una identidad de investigadores críticos y propositivos dentro de un marco conceptual contextualizado con su realidad.
La vinculación constituye la forma de crear canales de comunicación entre la universidad y la comunidad y entre la comunidad y su entorno. Es una relación social en doble vía que es eminentemente formativa y además genera un enriquecimiento en ambas partes. Se trata de una de las funciones básicas de la universidad que permite y contribuye a la formación integral de los estudiantes, en tanto posibilita esa interrelación fecunda entre la institución y el entorno a través de diferentes vías.
Este vínculo entre la institución y los sectores sociales y productivos está ligado a una reciprocidad de compromisos para lograr el desarrollo de la colectividad. En cuanto a las actitudes y expectativas de cooperación entre universidad, sector productivo y social se encuentra la matriz productiva con relación a la ciencia, la producción y la tecnología, una estrategia de modernización y desarrollo dinámico del sector que asegura su eficacia en relación con factores como:
1. Mejora de la calidad de la enseñanza y aprendizaje, con estímulo a la innovación en la investigación y transferencias de conocimientos.
2. Diversificación de los componentes de los sistemas de educación superior, especialmente de los perfiles profesionales orientados a potenciar las capacidades integrales.
3. Desarrollo de actividades de investigación científica y tecnológica, sin el cual los profesionales se convertirían en meros traductores de estrategias que se originan fuera de la región.
4. Promoción de la educación como un servicio a la comunidad, que fortalecerá la convivencia entre las distintas culturas de la zona, dejando huellas de la interculturalidad y el diálogo de saberes.
5. Modernización de la gestión universitaria enfocada en los programas de posgrado.
6. Valoración de los saberes ancestrales apropiados por las comunidades y que el estudiante conoce de manera superficial, y al integrarse con la población en la enseñanza recibe como retroalimentación el desarrollo de su identidad regional y conocimiento axiológico.
Larrea (2014) acertadamente señala que dados los cambios permanentes que se producen en el conocimiento y la realidad del ejercicio profesional, las prácticas tradicionales tienden a desaparecer por los avances multidisciplinares, tecnológicos o por los cambios sociales. Las prácticas emergentes se imponen y generalizan en los diversos contextos y campos de actuación profesional, y las prácticas de innovación empiezan a instalarse en los contextos profesionales, con dinámicas creativas y de emprendimientos.
El factor humano y la formación profesional constituyen una combinación efectiva para el éxito profesional, orientado hacia el perfeccionamiento de capacidades, conocimientos y habilidades en los futuros protagonistas del cambio social.
Finalmente, la universidad provee servicios mediante la ejecución de programas y proyectos de investigación y vinculación con la colectividad manabita, tendientes a contribuir y mejorar la calidad de vida. Además, el Centro de Promoción y Apoyo al Ingreso difunde talleres de capacitación para los estudiantes que ingresan a las aulas universitarias en diferentes cantones manabitas. Es importante también la realización y ejecución de las prácticas preprofesionales en áreas académicas y sectores con los que la entidad universitaria ha suscrito convenios nacionales e internacionales, con miras a potenciar su desempeño académico, con docentes de grado doctoral que aborden las múltiples necesidades en la formación profesional de talentos humanos comprometidos con lo que demanda la matriz productiva para el buen vivir.
El conocimiento es un bien inmaterial que el ser humano debe desarrollar y fortalecer, se constituye en su capital primordial y por ello se enfatiza en transformar y hacer de la sociedad una sociedad del conocimiento, con lo que se propende principalmente a disminuir las desigualdades sociales, a fortalecer la cultura y a mejorar la economía del país y, por tanto, no solo se debe pensar en que este se adquiere en las instituciones educativas sino que también debe fomentarse en las áreas tecnológicas, industrial, empresarial, económica, social, por lo que es parte de la formación individual y colectiva a lo largo de la vida.
Debido a los cambios innovadores en la educación y para atender las demandas que se presentan día a día, se hace necesario que el personal docente asuma con responsabilidad estos retos y cumpla con eficiencia el rol de mediador pedagógico en el diario ejercicio de su profesión, fomentando el respeto, la colaboración, el diálogo, el compromiso de trabajar con eficiencia y entregando lo mejor de sí mismo en bien propio y de los demás. De esta manera contribuirá a que el proceso educativo sea de mejor calidad, donde los estudiantes cambien sus estereotipos y sean más incluyentes, equitativos y respetuosos.
El establecimiento de una comunicación efectiva en el ambiente de aprendizaje, basada en el respeto a las opiniones de los demás, la utilización de metodologías y recursos tecnológicos apropiados, junto con la actualización continua de conocimientos del docente, fortalece las habilidades cognitivas, sociales y comunicacionales del educando, lo cual es el fin último de la educación.
El eje axiológico en el modelo educativo de la UTM se define a partir de los valores sobre los cuales sienta sus bases la universidad, ellos se enuncian a continuación:
1. Responsabilidad: cumplir con calidad y a tiempo todas las tareas institucionales. Todos deben asumir las consecuencias de sus acciones. En lo personal se expresa en "ciudadanía responsable".
2. Compromiso con la excelencia académica: la excelencia académica es una meta superior, permanente y cotidiana. Es la condición básica para que la UTM cumpla con la constitución y la Ley Orgánica de Educación Superior.
3. Honestidad: administrar los asuntos personales e institucionales con integridad y probidad. En lo personal, la honestidad intelectual es un deber ser de todo lo académico.
4. Trabajo: mística de trabajo y cumplimiento para que la UTM amplíe su prestigio.
5. Imparcialidad: independencia en las decisiones institucionales. Las relaciones con los aliados estratégicos son de cooperación recíproca, teniendo como finalidad la búsqueda de la verdad y el desarrollo integral de la patria ecuatoriana.
En el modelo educativo objeto de estudio, la práctica y transmisión de valores se constituyen en un eje transversal que contribuye a la formación integral de los individuos para que alcancen la excelencia, tanto en el plano humano como académico y profesional. Estos están integrados en el diseño curricular y su práctica se evidencia en las relaciones de convivencia mediante el intercambio de experiencias a través de un diálogo abierto, sincero y espontáneo, basado en el cumplimiento de las normas, en el cuidado y protección del entorno, en un trato respetuoso, justo y equitativo.
En consecuencia, el estudiante constituye el eje central en la intervención educativa con participaciones activas en la toma de decisiones y, desde el punto de vista tanto interdisciplinar como transdisciplinar, se fomenta la calidad educativa en condiciones satisfactorias, optimización de la actividad que se realiza, relaciones estudiantiles con un buen ambiente de trabajo, ambos enfoques respaldan la comunicación, el aprendizaje, el reconocimiento y la creatividad.
Todo lo expresado anteriormente se conecta con la necesidad de un profesor universitario preparado en la ciencia que imparte, en aspectos psicopedagógicos, entrenado en el uso de las TIC, de modo que pueda contribuir a actualizar al joven en formación.
Este proceso transita por una capacitación continua del profesor. La educación para todos y para toda la vida demanda del docente capacidades y desempeños relacionados con el pensamiento sistémico y complejo, manejo de epistemologías del conocimiento, generación de ambientes de aprendizajes y el dominio de nuevos lenguajes en el mundo actual de la información y comunicación.
Desde la perspectiva del modelo educativo de la UTM, el profesor desempeña un papel de mediador entre el estudiante y los saberes. En este sentido, el modelo proyecta un perfil de profesor que le permite consolidar un proceso formativo integral a partir de la comprensión y producción de nuevas cosmovisiones que dignifiquen y desplieguen la condición humana desde el "aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a vivir juntos, aprender a ser, aprender a transformarse uno mismo y la sociedad" (UNESCO, 2012, p. 13) y desde el buen vivir, con una visión clara "del lugar epistemológico de aprendizaje del conocimiento integrado, relacionado y contextualizado e implicado con el mundo de la vida" (Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo, 2013, pp. 10-11). Estos elementos facultan al futuro profesional para desarrollar su potencial individual, al generar un proyecto de vida que contribuya a la transformación social con miras a fomentar un desarrollo sostenible.
Otra arista para que el docente logre desempeñar ese rol es que posea una visión holística del sujeto que aprende: sus ideas previas, capacidades y estilos de aprendizaje, motivaciones intrínsecas y extrínsecas, hábitos de trabajo, actitudes y valores frente a cada tema de estudio.
Considerando las perspectivas epistemológicas de este modelo educativo el docente debe poseer, entre otras, las siguientes características:
1. Apertura al diálogo y la reflexión.
2. Aprovechamiento al máximo de las TIC.
3. Dominio pleno de su materia.
4. Pensamiento complejo, inter y transdisciplinar.
Se reconoce que el perfil del docente está caracterizado por un papel de mediador de los aprendizajes, el desarrollo de una metodología integradora y motivadora de los procesos intelectuales que hacen posible en el estudiante un pensamiento crítico, reflexivo y proactivo. Mientras que el perfil del estudiante en cambio está caracterizado por ejercer un rol constructor de su aprendizaje, es decir, un alumno proactivo, innovador, reflexivo y comprometido con su propio proyecto de vida y sensible a los problemas sociales del entorno.
Conclusiones
En el escenario actual, la educación superior ecuatoriana reconoce gran importancia al modelo educativo de las universidades, como guía para realizar las transformaciones necesarias que impone la formación de profesionales.
El modelo educativo planteado por la UTM se distingue por contemplar seis ejes fundacionales que cubren diversas áreas de trabajo y que dan una visión de la universidad a la que se aspira. Estos ejes (epistemológico, axiológico, investigación, formación, competencias para la integración de las TIC y competencias profesionales generales) plantean importantes retos al docente. Vale la pena preguntarse: ¿está preparado el docente de la UTM para cumplir las exigencias que establece el modelo educativo?
El estudio realizado revela la necesidad de lograr un sistema de capacitación docente que dote al profesor, como guía y máximo responsable del proceso de enseñanza-aprendizaje, de las competencias requeridas para la formación integral de los futuros profesionales.
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Recibido: 19/3/17
Aceptado: 15/7/17
Jacqueline Mara Molina Naranjo. Universidad Técnica de Manabí, Ecuador. Correo electrónico: mmolina@utm.edu.ec
José Lavandero García. Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, CUJAE, Cuba. Correo electrónico: lavandero@tesla.cuaje.edu.cu
Lourdes María Hernández Rabell. Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría, CUJAE, Cuba. Correo electrónico: lourdeshr@tesla.cuaje.edu.cu