INTRODUCCIÓN
Hablar de valores en los jóvenes universitarios es de gran relevancia, por lo que los estudiantes que se forman en el ámbito educativo deben ser distinguidos por su forma de actuar, por su desempeño laboral con principios éticos bien definidos. Durante su desarrollo interviene un proceso de diversos factores socioculturales.
Para una buena estructuración de los valores es indispensable saber el concepto de valor. Esto a la vez conduce a la identificación y práctica de ciertas virtudes, con el propósito de inducir conductas correctas, tales como el respeto, la tolerancia, la honestidad, entre otros (Aranda y Salgado, 2005).
Febres (2013) afirma que la enseñanza de valores permite el desarrollo, la socialización e inculturación, mejores actitudes y conductas. Bárbara (2003) menciona que en la familia se asumen algunos valores mientras que en el ámbito profesional el compromiso es menor.
Como parte de la investigación se aplicaron 154 cuestionarios a estudiantes de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, en la División Académica de Ciencias Económico Administrativas en las instalaciones de la Ciudad del Conocimiento, con el propósito de ver la frecuencia con la que los estudiantes practican valores dentro de su ciclo de vida, ya sea hacia sus padres, profesores, amigos, compañeros, también se buscaba conocer cuál es el valor más importante y dónde se forja.
1. ENSEÑANZA DE VALORES
La enseñanza de los valores en los jóvenes universitarios es de suma importancia. Su formación pasa por un proceso de elaboración personal en virtud del cual los seres humanos interaccionan con el medio social en el que se encuentran en constante desarrollo, de esta manera se empiezan a construir sus propios valores.
Febres (2013) afirma que la enseñanza en términos de valores es un proceso que va más allá de impartir conocimientos. Esto conlleva al desarrollo, la socialización e inculturación de las personas a través del cual se forman sus capacidades físicas, intelectuales, psicológicas y morales, pero algo muy importante son sus actitudes y conductas.
Las condiciones que se emplean en dicho proceso no se enseñan o aprenden, ya que la educación de valores debe poseer un carácter intencional y consciente no solo por parte del educador, sino también del educando, quien debe asumir dicha influencia a partir de las exigencias sociales y profesionales (González y Cardentey, 2016).
Este proceso es desarrollado a lo largo de la vida de manera continua y cotidiana; no está enfocado en solo aprender a conocer y hacer, sino que debe incluir la interacción con las demás personas y que se brinde una convivencia con sus semejantes.
Los valores existen en el individuo como formaciones motivacionales de la personalidad y orienta su actuación hacia la satisfacción de sus necesidades. Un estudiante universitario debe ser responsable no porque solo conozca la importancia de responsabilidad o sus circunstancias lo obliguen a ser responsable, sino porque sienta esa necesidad de actuar responsablemente.
Como señala Carrizales en Kepowics (2003, p. 50): «Ser universitario implica sentirse protagonista en la creación de un mejor mundo posible ¿si no es eso, qué es?, ¿acaso basta estudiar, trabajar, cobrar en la Universidad para ser universitario? No, ello implica estar, pero no ser. Se puede estar sin ser. Ser universitario implica sentirse, reconocerse, expresarse como universitario».
La formación universitaria debe comprometerse con el desarrollo de los estudiantes y que este se construya en un compromiso ético para adquirir competencias personales. La formación de valores en el curriculum universitario no se limita a un proceso simple, lineal y homogéneo de transmisión de información del profesor al estudiante, sino que debe existir comunicación entre profesores y estudiantes en dicho proceso de enseñanza-aprendizaje. El estudiante debe asumir apropiación individual de significados para la construcción de sus valores (González, 2000).
Los estudiantes se reconocen como actores, pero no solo del proceso de formación escolar, sino de un proceso cultural. Allí retoman ciertos lineamientos en los cuales entran sus expectativas sociales, valores y creencias.
El valor tiene una naturaleza subjetiva que existe individualmente en los seres humanos capaces de valorar, pero al mismo tiempo tiene una naturaleza objetiva que constituye una gran parte de la realidad social e histórica en la que se desarrolla el ser humano (González, 2000).
En el ámbito familiar se asumen algunos valores tradicionales, por lo contrario en el ámbito profesional el compromiso es menor (Bárbara, 2003).
Actualmente se vive en una sociedad con valores que con cierta frecuencia no están bien cimentados. Como estudiante puedo afirmar que los jóvenes universitarios actúan de una forma inadecuada, esto a su vez define que no adquirieron desde pequeños una buena cultura, por lo cual se produce una desorientación en la actuación y valoración de los seres humanos.
Se requiere integrar los valores al aprendizaje de manera intencionada y consciente significa no solo pensar en el contenido como conocimiento y habilidades, sino en la relación que ellos poseen con los valores (González y Cardentey, 2016).
El objetivo de las universidades es formar profesionales competentes para poder servir eficazmente en el ámbito laboral, de tal manera que contribuyan a desarrollar un sentido ético que guie lo que sabe y los valores que tiene se vean reflejados en las acciones. Esto es indispensable ya que muchas veces pueden presentar diversas situaciones, pero mediante estos conocimientos se pueden obtener muchas alternativas para poder seguir adelante.
El docente solo sirve de guía y es facilitador del aprendizaje. Debe tener muchas alternativas para poder transmitir la educación de valores, es decir, que cuente con técnicas de enseñanzas eficaces.
Señala Rojas en Casares, Carmona y Martínez (2010) que las competencias involucran no solo conocimientos y técnicas, sino que además comprometen la ética y los valores como elementos del desempeño competente, la importancia del contexto y las posibilidades de demostrarlo de diferentes maneras.
La dimensión ética y valoral de los estudiantes universitarios se puede analizar desde dos perspectivas: lo deseable y lo asumido como compromiso de la disposición y la acción. En el primero se conservan valores considerados como el bien, entre ellos son destacadas la confianza, lealtad, sinceridad y solidaridad. En lo segundo, los valores cambian, ya que depende de los problemas tales como el incumplimiento de los compromisos como estudiantes.
2. METODOLOGÍA
La investigación que nos ocupa se realizó en la División Académica de Ciencias Económico Administrativas, una de las instituciones con las que cuenta la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Esta institución, pionera de la educación superior en el Estado de Tabasco, se ubica en el sureste de los Estados Unidos Mexicanos y cuenta con un aproximado de 37,086 estudiantes en sus doce campus.
El estudio empírico se basó en una muestra intencional o de conveniencia de 154 estudiantes de las licenciaturas de Contaduría Pública y Administración, de un total de 999 alumnos, quienes al momento de administrar los cuestionarios cursaban el primero y segundo ciclo.
El criterio para determinar la muestra se basó en la elección de estudiantes regulares, con edades promedio en el rango de 18 a 20 años, sin importar género y dando por entendido que todos están matriculados en esta Casa de Estudios.
Los cuestionarios fueron llenados por los propios alumnos, quienes de manera voluntaria aceptaron responder.
Este instrumento de elaboración propia consta de diez preguntas de opción múltiple y tuvo como objetivo determinar el conocimiento y opinión que sobre los valores tienen los estudiantes de las licenciaturas en Contabilidad y Administración, así como para verificar si practican los valores en casa, con sus amigos, compañeros y profesores.
3. ANÁLISIS DE RESULTADOS
Aplicando la metodología se muestran los resultados obtenidos del cuestionario que fue aplicado a los alumnos de la División Académica de Ciencias Económico Administrativas.
Como se puede observar en la Figura 1, la mayoría de los alumnos encuestados son del primer semestre en curso (75 %), mientras que el 25 % restante son del segundo semestre.
Es indudable que al momento de su ingreso a la educación superior los jóvenes cuentan con cierto grado de motivación hacia sus estudios, que les permite abordar todos los procesos académicos y vitales que se desarrollan en este contexto nuevo para ellos (Fernández, Mijares y Álvarez, 2013).
Por este motivo dicho resultado se debe a que la mayoría de estudiantes de nuevo ingreso se sienten lo suficientemente motivados, mientras que al cursar el segundo ciclo se les puede presentar diferentes circunstancias en su trayectoria académica, por lo cual se retiran.
Menciona Castañeda en Fernández, Mijares y Álvarez (2013) que muchas veces el estudiante se encuentra con dificultades ante sus estudios por sentirse incapaz de continuar debido a que no tiene la disciplina requerida o por no haber alcanzado la suficiente motivación para continuar.
La Figura 2 muestra el total de los encuestados. El 55 % estudia la licenciatura en Administración y el resto, la licenciatura en Contaduría Pública, lo que quiere decir que no presentan una mayoría. De este total 48 % pertenece al género femenino, en tanto que el 52 % al masculino.
Estas dos carreras se encuentran dentro de las cuatro tradicionales con mayor número de estudiantes, ya que esta división en especial cuenta con las carreras de Mercadotecnia y Economía, por lo cual se encuentran entre las más destacadas en el área económico administrativo.
Esta Casa de Estudios debe formar ciudadanos con conocimientos y competencias sólidas y que tengan una visión que englobe las nociones de pluralidad, integración, solidaridad y principios éticos que contribuyan a la construcción de la paz y la defensa de los derechos humanos y la democracia (Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, 2016).
Como menciona Kenneth en Fuenzalida (2000), los aspectos éticos de administrar son importantes, pero intratables para muchos; importantes porque plantean cuestiones trascendentes a las decisiones que toman los ejecutivos y por el impacto humano que tiene el poder de la empresa; intratables porque los valores no están claramente bien definidos y, muchas veces, comparecen en conflicto unos con otros.
En todas las carreras profesionales debe existir ética. Esto llevara a un buen desempeño académico de los alumnos y más adelante a un excelente profesionista.
Al observar la Figura 3 se concluye que el 7.79 % de los estudiantes pocas veces practican los valores ante sus padres, el 55.84 % fomentan los valores siempre y el 36.36 % manifestó que casi siempre practica valores hacia sus padres.
Los valores no serían uno más de los bienes que los padres pueden legar a sus hijos, sino el legado por excelencia; lo más valioso que pueden entregar a sus hijos: «Son el legado que uno le puede dejar a los hijos: es trasmitirles las cosas importantes, las cosas que van a hacer que finalmente sean una persona derecha, formada, un buen ser humano» (Valverde, Domínguez, Salinas, Herrera y Alvarado, 2013, p. 212).
La importancia de practicar los valores hacia los padres logra influir positivamente en los jóvenes, siendo estos los principales en inculcarlos; es por ello que dentro de su conducta tienen siempre presente el respeto hacia sus papás.
Por otra parte, en la Figura 4 se denota que a mayoría de los estudiantes (53.90 %) siempre practica valores hacia sus profesores, el 40.91 % casi siempre y el 5.19 % pocas veces. Es de mucha importancia practicar valores hacia los profesores, pues permite un buen ambiente entre alumnos-profesor y se transmite positivamente el éxito de su trabajo.
Con base en las afirmaciones de Cabalín et al., Castaño y Páez, De Vincenzi y Zabalza en Rocha (2012), se pueden prever diferencias significativas en la valoración de la docencia universitaria entre escuelas y facultades, programas académicos e incluso dentro de un mismo programa académico, entre profesores y alumnos.
Según muestra la Figura 5, en su totalidad la gran parte de los alumnos considera que dentro de la familia se forjan los valores teniendo por resultado el 74.68 %, el 17.53 % afirma que en la escuela, el 5.84 % mencionó que es en los amigos y el 1.95 % estipuló que en la religión.
No hay duda de que los valores se forman al comienzo de la vida, pero es también seguro que formamos y desarrollamos valores (y descubrimos otros, quizás, impensados) a lo largo de nuestras vidas bajo la influencia de amigos, el colegio, las iglesias, partidos políticos, etc. (Fuenzalida, 2000).
En la familia se comienza la educación en valores. Es por ello que cada individuo al momento de ir adquiriendo más conocimientos durante el transcurso de su desarrollo escolar se convierte en un excelente profesionista.
En la Figura 6 se muestra cómo la mayoría de los alumnos dio por respuesta que el 47.40 % pocas veces habla con sus compañeros sobre los valores que deben de tener hacia sus padres, el 24.68 % nunca lo hace, casi siempre el 20.78 % y 7.14 % siempre. Se observa que dentro de los compañeros de clases es muy poca la frecuencia de conversar sobre la interacción que hay entre los padres e hijos, de la forma en cómo se comportan y se desarrollan dentro de la familia.
Es vital inculcar una cultura de comunicación e integración escolar, lo cual beneficiará al estudiante que será el padre y profesional del mañana y, con ello, lograr una mejor formación que lo lleve a actuar con valores (Soberanis, 2013).
En la Figura 7 se observa que la mayoría de los alumnos considera el respeto como un valor más importante (41.56 %), en segundo lugar, se encuentra la honestidad (23.38 %), seguido por la responsabilidad (22.73 %) y la igualdad (12.34 %).
Los valores morales son aquellos que deben tener todas las personas, instituciones y cualquier actuación que quiera llamarse humana en el pleno sentido de la palabra. Esto exige que se consoliden valores tales como la responsabilidad y la honestidad, los cuales forman parte de los valores mínimos, son de carácter universal, iguales para todos los seres humanos (Cortina en Lima, Rodriguez y Morúa, 2008).
A pesar de que solo la responsabilidad y honestidad se tomen como valores indispensables, también la igualdad y respeto son de mucha importancia, ya que mediante estos cuatro se tiene una buena conducta.
Por último, en la Figura 8 se cuestionó sobre la frecuencia con la que los profesores hablan acerca de valores entre los alumnos de esta universidad. El 24.68 % afirmó que siempre lo realizan, el 34.42 % casi siempre, el 35.71 % pocas veces y el 5.19 % dijeron que nunca.
El profesor es considerado como un agente socializador, cuyo comportamiento influye en la motivación de los estudiantes, su rendimiento y su relación o dependencia con la institución educativa (Salonava, Cifre, Grau y Martínez en Gil, García, Hernández, López, Fernández, Díaz y Carrasco, 2016).
En la actualidad el rol del docente ha cambiado por ser un guía y transmisor de conocimientos en el proceso educativo, tal vez por este motivo los resultados no fueron tan favorables a que dentro de su enseñanza conversen acerca de valores.
CONCLUSIONES
Los resultados demuestran que los universitarios deben fomentar un poco más valores, pues se aprecia la carencia de su práctica hacia padres y profesores. La importancia de adquirirlos conlleva a un buen hábito como excelentes profesionistas con una buena ética.
Los valores se forjan en la familia: este es el núcleo de formación del estudiante. Apoyándose de entidades educativas se puede lograr una buena cimentación integral de la persona. Pero no solo estos son los responsables, sino también la religión, los amigos y todo aquello que nos rodea.
Los estudiantes señalaron como valores más importantes el respeto y la honestidad, ya que estos son de suma importancia en cualquier situación de la vida cotidiana y es grato saber que estos los tengan jerarquizados por los más primordiales.
Dentro de los resultados se destaca que no se habla mucho de valores entre los profesores, amigos y familia, lo cual puede ocasionar la falta de su formación.