INTRODUCCIÓN
Estar en la universidad o cursar estudios superiores, muchas veces nos hacen suponer que no hay problemas de lectura en los estudiantes, pero no fue una prueba de admisión la que indicó lo contrario. Los estudiantes que en su formación básica presentaron dificultades en la lectura, no llevan consigo a su carrera el desarrollo de esta habilidad. Por lo qué cómo enfrentar esta situación, pues ahora las lecturas son más densas y se requiere de más comprensión del texto. Para hacer frente a esta situación el alumno debe crease hábitos lectores y ejercitar continuamente para sus logros de aprendizaje. Es variada la tipología de textos profesionales que el estudiante tendrá que enfrentar en la educación superior, entre ellos figuran: los informes, controles, ensayos, monografías y los trabajos de investigación; todos ellos relacionados con el proceso de lectura y escritura.
Es así que el estudiante llega a la universidad con hábitos lectores logrados en una formación básica en secundaria; relacionada más con el campo de la literatura que el campo académico. Para unos será más o menos difícil saber regular las habilidades lectoras adquiridas, otros incluso tendrán que trabajar prácticamente de cero para lograrlo. Pero, ¿cuál es el significado de leer?, ¿sabemos leer? Nos encontramos ante uno de los problemas principales al tratar de definir qué es leer, según Trejo y Alarcón (2006).
Cada autor ha podido definir la lectura, hoy en día aún tenemos dificultades con definir el proceso de leer. Para algunos autores del siglo pasado leer era verbalizar de manera oral lo escrita, por lo que si se pronunciaba correctamente las palabras de un texto se le atribuía que sabía leer esa persona.
Desarrollar y fortalecer nuestros hábitos lectores es tarea de todos los días, es decir siempre podemos estar encaminados a la formación de los mismos, y resulta más factible cuanta más práctica realicemos de ello. Según García (2000):
La lectura es un conjunto de habilidades y a la vez un proceso complejo y variable, cuyo aprendizaje ha de abarcar, por lo menos, los años de la enseñanza primaria y la secundaria básica. Pero si tenemos en cuenta que en gran medida la apreciación de la literatura descansa en las habilidades de lectura, y que aprender la técnica del análisis literario es una forma superior de mejorar la capacidad de leer, entonces la enseñanza de lectura continua a la secundaria superior y en la universidad y su aprendizaje cabal no termina nunca. (p. 117)
Plantea D´Avolio (2016) que Cassany (2006), en su libro Tras las líneas: sobre la lectura contemporánea, esboza:
La lectura es también comprensión y que requiere de destrezas mentales tales como tener conocimientos previos del texto que el lector leerá, construir significados a partir de anticipaciones que realizamos en el momento de la lectura. Por lo que se debe conocer algo del tema a tratar, eso hace la gran diferencia de solo recitarla a viva voz. (p. 97)
Cassany (2006) hace alusión a los analfabetos funcionales que leen porque decodifican las grafías pero que no llegan a entender o inferir a partir de los materiales leídos, otorgándole especial importancia a la comprensión.
Es también claro cuando Umberto Eco manifiesta que la lectura está incompleta hasta que llegue a las manos del lector. Él sabrá inferir a partir del texto, ampliando y profundizando más la lectura. Cada lector le coloca su tinte impregnado de su experiencia y es a partir de ella y de la inferencia que se obtiene un nuevo conocimiento.
En concordancia interpretar, inferir a partir de la lectura, hacen que el lector sea un consumidor de cultura y vaya formándose y preparándose académicamente dentro del campo de sus conocimientos y de acuerdo a su profesión. (Cisneros et al., 2010)
Es evidente que comprender lo leído es esencial para desarrollar a cabalidad la habilidad de lectura. Para Solé (2000, 2001) la comprensión lectora es del proceso en el que la lectura es significativa para las personas. Ello implica, además, que las personas sepan evaluar su propio rendimiento. A su vez, plantea Van Dijk (1979):
La audición y la lectura son las vías para la comprensión textual pues este es el proceso mental que permite al hombre acceder, como destinatario, a los textos (orales y escritos) que en el proceso de comunicación se emiten. Es la facultad para entender, penetrar en el significado, decodificar mensajes, y reconstruirlos a partir de su experiencia vivencial. (p. 199)
Ahora bien, según Montaño Calcines (2006) existen tres niveles básicos de comprensión:
Primer nivel de comprensión, en el que el lector debe hacer una lectura inteligente del texto, descubrir los tres significados del texto (literal, complementario o cultural implícito) y que responde a la pregunta ¿Qué dice el texto?
Segundo nivel de comprensión, en el que se asume una actitud ante el texto, se corresponde con una lectura crítica y responde a las preguntas ¿Qué opino del texto? ¿Qué valoración puedo hacer de su mensaje?
Tercer nivel de comprensión, en el que se establecen las relaciones del contenido del texto con la realidad, con la experiencia, con otros textos. El texto desemboca en otros textos posibles. Se corresponde con la lectura creativa y responde a la pregunta ¿Para qué me sirve el texto? (pp. 52-53)
Para que estos niveles de comprensión resulten eficaces, es necesario que en la enseñanza y en el aprendizaje de la lectura sean incorporadas estrategias de lectura. Al respecto plantea Montaño Calcines (2006) nuevamente:
Estas serán entendidas como una serie de sospechas inteligentes acerca del camino más adecuado que debemos tomar para comprender mejor lo que leemos. Esas estrategias de lectura implican la dirección y la autodirección en el proceso de lectura y son, en síntesis, procedimientos que permiten plantearse objetivos, planificar acciones, para lograrlos y evaluar el resultado obtenido. (p. 53)
En este sentido se hace pertinente adentrarnos en este particular, pero antes profundizaremos un tanto en el rol que desempeña el docente en torno al desarrollo de la habilidad de lectura y sus estrategias.
El rol del docente en el desarrollo de la habilidad de lectura
Se piensa que conseguir una vacante a la universidad o escuelas superiores es sinónimo de ser miembro de la sociedad académica, pero, a los estudiantes no se les enseña y a veces tampoco se los motiva a introducirse en el mundo de la alfabetización académica y no solo en leer sino más adelante en realizar producciones. Entiéndase en este artículo la alfabetización académica según el criterio de Carlino (2005) como «el conjunto de conceptos y estrategias necesarios para participar en la cultura y el discurso de las disciplinas así como en las actividades de lectura y escritura requeridas para aprender en la universidad». (s/p)
Los docentes del primer ciclo deben acompañar en este proceso para facilitar el tránsito a una educación superior. Pero, ¿realmente asumen la responsabilidad de cultura lectora las universidades?, ¿qué hacemos cuando se nos asigna un grupo en la universidad de estudiantes de un primer hasta un segundo ciclo?, ¿estamos los docentes preparados?
Un estudio realizado por Cazas, Federman y Feld (2008) indica que la notoria diferencia entre unos textos y los otros genera infinidad de dificultades de comprensión al estudiante que ingresa al nivel universitario produciendo desmotivación y desaliento. Además, los docentes universitarios aspiran a contar con un alto grado de autonomía por parte del estudiante por lo que estamos frente a un verdadero obstáculo que pocos podrán sortear sin ayuda.
En un estudio en la facultad de Psicología (Ingresantes) para ver en qué condiciones los estudiantes ingresan al sistema superior, se coincidió que hay una brecha del colegio a la universidad y que se debe trabajar en los primeros años, para acompañar al estudiante a familiarizarse con textos propios de su carrera; una solución aplicada para ellos fue un Taller sobre estrategias en la lectura.
Dentro de las posibilidades y la malla curricular determinada por cada ente superior, se debe abordar esta seria problemática y aminorar la dificultad que presentan los estudiantes al momento de enfrentarse a textos de su carrera con terminología algunas veces más complejas que otras. De acuerdo a la materia debe darse ese espacio de acompañamiento del docente en todas las asignaturas en los primeros ciclos de formación. (Cazas, Federman y Feld, 2008)
Rovira Álvarez y López Calichs (2017) conciben la lectura, no solo como una actividad cognoscitiva sujeta a exigencias institucionales, ya que esta no puede ser solo relacionada con los requerimientos de un programa determinado de estudios sino con un interés personal de formarse para la vida.
¿Qué debe hacer el docente universitario? Según Olave et al. (2013):
El docente universitario tiene que desde su cátedra incentivar la lectura especializada para motivar la lectura, muchas veces se busca un responsable del hecho que nuestros estudiantes no comprendan un texto y se culpa al sistema de educación básica regular, entendamos que ya no solo es responsabilidad de la educación secundaria y primaria, sino, es permanente el proceso de aprendizaje hasta llegar a la comprensión de textos especializados de la carrera. Hay necesidad de trabajar el desarrollo de la comprensión lectora en todos los niveles, tanto de manera individual como colectiva. La responsabilidad es de cada maestro, de cada escuela, de cada colegio, teniendo presente que se trata de un proceso desarrollado a lo largo de la vida en tanto que los contextos en los que se producen los textos académicos son cambiantes. La educación superior también es responsable de la formación lectora a un nivel avanzado que le permita al estudiante no solo aprender con base en el texto escrito, sino, también abrir la puerta hacia procesos de investigación y resolución de problemas. (s/p)
Para Rovira Álvarez y López Calichs (2017), los docentes deben tener una buena preparación siendo ellos los gestores de la lectura y buscar alianzas dentro de su institución ya sea con sus pares, con otras instituciones para intercambiar experiencias que conlleven al estudiante a leer. Teniendo en cuenta la pertinencia de:
• Determinar las necesidades de aprendizaje en correspondencia con las necesidades sociales y relacionarlas desde la promoción de la lectura para el perfeccionamiento y la elevación del nivel cultural y educacional de sus estudiantes.
• Indagar sobre las prácticas lectoras de sus estudiantes en los diferentes escenarios de actuación y los niveles de competencias alcanzados con relación a la lectura.
• Revisar planes de estudio y las áreas de contenidos a considerar donde pueda promoverse de forma integrada la lectura.
• Explorar la percepción de sus estudiantes en relación con el deber ser en su labor cotidiana y como coordinador del proceso.
• Investigar sobre prácticas formativas similares y espacios universitarios.
• Identificar el potencial institucional (comunidad universitaria) e integrar al proceso de formación para la promoción
• Determinar necesidades de todo tipo que imposibiliten el mejor desenvolvimiento del proceso.
• Evaluar las condicionantes capaces de favorecer el proceso de formación para la promoción de lectura.
Para Olave (2013) es fundamental que el docente como conocedor de su materia sea el guía del estudiante:
Siendo que el docente de cada asignatura posee el domino del paradigma conceptual que permite comprender el foco de la discusión en un texto, el interés del autor y el léxico especializado que utiliza; este dominio debería usarlo para guiar al estudiante a través del texto escrito con base en la lectura, desarrollando procesos más adecuados que los que podría adelantar un maestro cuyo fin único sea la enseñanza de la lengua materna. Junto con su acompañamiento el estudiante estará en mayor disposición para adentrarse en el mundo académico siendo paulatino su progreso pero seguro, correspondería entonces al docente de los primeros ciclos. Hay universidades y centros de estudios superiores que de seguro tienen asignaturas de iniciación en el campo académico como la metodología de estudios universitarios, pero mientras se desarrolla esta asignatura también están otras que se dan simultáneamente y se pueden aprovechar para incentivar mejor al estudiante. Los cambios se van a producir a medida que el lector sea consciente de su capacidad de interpretación y el proceso cognitivo de lectura, también es importante considerar las características del nuevo texto y su perspectiva en cuanto a la disciplina que abarca en la carrera profesional. (s/p)
Por su parte, Quaas y Crespo (2003):
Señalan que es la dinámica de la enseñanza la que favorece al proceso cognitivo del estudiante, por medio de los métodos que emplean y las estrategias de comprensión; de hecho hay más factores intervinientes como son el estilo de cada estudiante y la influencia de los demás docentes que les enseñan. Por tanto: Todos los métodos favorecen los resultados referidos a los logros conceptuales (conocimiento de texto). Los métodos que implican un rol más activo del alumno (demostrativo y descubrimiento) parecieran favorecer ciertas estrategias de ejecución de la tarea (estrategias de comprensión). La diversidad de métodos pareciera favorecer estrategias reparatorias (remediales) dando cuenta de un mayor aumento de la capacidad de autoevaluación del alumno frente a tareas cognitivas concretas. (s/p)
Encaminar al estudiante a la lectura académica profunda, da resultados cuando ocurre de manera progresiva y el docente acompaña el proceso de desarrollo de esta habilidad. El estudiante percibe, concientiza su evolución en la medida en que se enfrenta a nuevos textos y cumple con los propósitos fijados. Se trata entonces del manejo del texto y el control del proceso de adquisición de capacidades cognitivas adquiridas a través de la lectura.
En la medida en que el estudiante se involucra en el campo académico es capaz de identificar a la lectura como herramienta fundamental en su formación, también entiende que es un proceso que se va interiorizando y autorregulando con la práctica.
En otro estudio, realizado por López y Arcienagas (2003), ambas profesoras de la Escuela de Ciencias del Lenguaje, sobre la incidencia de un programa de estrategias metacognitivas en la comprensión de textos escritos en estudiantes de la Universidad del Valle, donde se aplicaron pruebas antes y después de la aplicación de estrategias, que revelaron el progreso de la competencia lectora.
Se aplicaron en este programa estrategias que les posibilitaron a los estudiantes adquirir conciencia de la importancia que posee la lectura para la adquisición de conocimientos, así como realizar el control, la evaluación y la autorregulación de los procesos de comprensión y aprendizaje a partir del acto de leer.
En este sentido existen muchas propuestas de estrategias, abordaremos algunos ejemplos. Según Montaño Calcines (2006), las estrategias de lectura se pueden clasificar en:
Estrategias previas a la lectura. Implican el por qué y el para qué voy a leer, o sea, la determinación de un objetivo, de una finalidad de lectura. En esta estrategia podemos precisar qué como fines u objetivos, los lectores se plantean. También entran aquí estrategias para activar el conocimiento previo del contenido del texto o de la tipología a la que el texto pertenece y, entonces la pregunta es: ¿Qué sé de este texto? ¿Qué conocimiento poseo sobre este tema en particular?
Estrategias durante la lectura. Leer es inferir y formular hipótesis que se van verificando o anulando durante el proceso lector; por eso, en esta fase se pueden hacer las preguntas siguientes: ¿de qué trata este texto?, ¿qué me dice su estructura?
Estrategia posterior a la lectura. En esta fase se evalúa la comprensión obtenida del texto. Generalmente se hacen resúmenes, se formulan y responden nuevas preguntas, se recuerdan pasajes significativos y se memorizan. ). (pp. 53-54)
Para este autor tener en cuenta las fases antes descritas es concebir la enseñanza de la comprensión lectora como peldaños que conducen a nuevos conocimientos, viabilizando la enseñanza y el aprendizaje de la lectura.
Para el estudiante universitario no solo es importante saber leer, sino, leer rápido. Grass Gallo (1992) propone una estrategia en la que recomienda los siguientes pasos:
La prelectura. Se recomienda, en primer lugar, efectuar una prelectura del texto, lo que permite llegar rápidamente a la conclusión de hasta qué punto es importante leerlo o no, con lo que se ahorra tiempo. Además impone al lector lo esencial de la obra, ofrece doble seguridad de retención de su contenido, puesto que al releer por entero se repiten los datos fundamentales. (s/p)
Plantea Grass Gallo (1992) que, al realizar este rápido análisis exploratorio del texto, se debe tener en cuenta: el título y subtítulo, el autor de la obra, las ilustraciones y los pies de las mismas, los recuadros, gráficas, lo escrito en negrita o letra cursiva, los incisos o acápites.
La lectura por frases. Es una técnica básica de la lectura rápida. El paso de la lectura de una palabra por cada fijación a la lectura por frases, además de acelerar la rapidez, acelera la comprensión de la lectura. El lector de palabra por palabra recibe la información con demasiada lentitud, las ideas de la página le llegan muy despacio, lo que entorpece su concentración; mientras que el lector por frases logra la perfecta concentración, ya que recibe las ideas del texto con la rapidez adecuada, que le posibilita que su mente se sienta atraída por la lectura.
La concentración de la atención. Es requisito para leer a máxima velocidad y captar todo el significado. La técnica para lograr la concentración es la de adoptar una actitud crítica ante el libro. En cuanto establecemos un diálogo con el escritor y nos disponemos a enjuiciar sus planteamientos, a tomar posiciones concretas ante sus puntos de vista, vamos prestando la atención necesaria a la lectura.
La lectura a saltos. Es sencillamente seleccionar. El lector se da cuenta de los pasajes que un autor repite, para insistir en algún planteamiento que ya ha expuesto de otra manera, y cuya lectura nos consumiría un tiempo innecesario. Esta forma de leer es muy útil cuando estudiamos o investigamos, pues ayuda a ahorrar tiempo.
La lectura por encima. Consiste en recorrer rápidamente con la vista un texto. Hay que saber lo que se busca y cómo se busca. Se utiliza para encontrar un dato que sabemos que se halla en el texto que leemos. No han de confundirse los conceptos de lectura a asaltos y lectura por encima; esta última está encaminada, exclusivamente, a la localización de un dato, que fácilmente saltará a nuestra vista.
Incremento del vocabulario. Para leer rápidamente, es necesario reconocer al instante numerosas palabras; el desconocimiento del significado de una de ellas constituye un freno para la comprensión y para la velocidad. De lo que se infiere que es fundamental el incremento continuo del vocabulario del lector.
El ritmo en la lectura. La adaptación de la velocidad de lectura a distintas clases de materiales favorece la comprensión, a la vez el grado de comprensión de los distintos tipos de materiales es un factor que influye en la determinación de esta velocidad.
Las técnicas de lectura rápida no suelen aplicarse de forma independiente pues a pesar de que al enfrentar el proceso de lectura se puede prescindir de una o más de una siempre se utilizarán varias en conjunto, pues solo su interrelación garantiza el éxito.
Para Grass Gallo (1992), además de estas siete técnicas que conforman la estrategia de lectura rápida, existen dos defectos que perjudican la lectura rápida. Citemos nuevamente las palabras de esta autora para presentar a:
Las regresiones. Consisten en el hábito de volver atrás para ver nuevamente lo ya leído. Son pocos los casos en que las regresiones se hacen verdaderamente necesarias. Solo son justificadas las que se hacen para memorizar, cuando estudiamos y sobre todo en aquellos casos en que el material de estudio contiene una cantidad abundante de datos, cuyo dominio es necesario.
La vocalización. Es otro defecto que atenta contra la rapidez de la lectura. Consiste en leer en alta voz o acompañar la lectura con el movimiento de los labios, aunque no se emitan sonidos. Mientras leamos pronunciando las palabras, perjudicamos la velocidad y la comprensión de la lectura.
Consecuentemente con lo planteado haremos referencia a los tres Modelos de lectura, a los que diversos autores han dirigido su mirada.
El primero es el modelo ascendente o bottom up. Se reconoce que durante la lectura se transita de los componentes más simples o pequeños (letras) hacia otros más importantes y complejos como las palabras, frases y el texto en su totalidad. El lector percibe los símbolos gráficos, luego los decodifica, es decir, los traduce; los comprende, los memoriza y finalmente los repite como resultado de la lectura. El proceso de comprensión ocurre de forma secuencial y jerárquica. El modelo se basa en el texto.
En el segundo modelo, el descendente, el que lee transita desde las unidades más globales, más amplias hasta las más sencillas a partir de sus experiencias y conocimientos previos al momento de la lectura. Es por tanto, en este modelo el lector el eje esencial en lugar del texto, pues influye notablemente la experiencia, el conocimiento, la vivencia previa para la comprensión lectora.
Como tercer modelo se presenta el interactivo. En este caso el lector para comprender un texto emplea lo que conoce con antelación y de esta manera interactúa con el texto de forma activa, aprendiendo a procesar sus distintos elementos. Por tanto, en este modelo convergen los modelos anteriores (ascendentes y descendentes).pues tiene lugar la comprensión textual a partir de la interacción de lo que lee el lector y lo que ya posee en conocimiento sobre el tema.
Las autoras Trejo y Alarcón (2006) concluyen en torno al tema que teniendo como base al modelo interactivo, se debe crear estrategias que lleven al estudiante a la comprensión del texto y su interpretación, que conlleven al mejoramiento de su rendimiento.
Es indudable que una de las actividades más realizadas en la universidad es la lectura, más profunda, crítica, analítica pues mucho de los textos están relacionados al ámbito de la carrera del estudiante y en muchos casos es más compleja su interpretación por un lado y por el otro requiere una continuidad o hábito lector en el quehacer académico.
Narvaja, Di Stefano y Pereira (2004) afirman que es indispensable que el alumno aprenda cuanto antes los códigos que regulan la actividad lectora, es así como no se los prepara porque no es suficiente para obtener resultados a partir de su formación previa en colegios pues ahora se enfrentarán a exigencias académicas que requieren de su mayor exigencia en la lectura. Pero, ¿utilizan los estudiantes estrategias de lectura?
Una de las preguntas que acompañan el hecho de conocer el nivel de lectura de nuestros estudiantes es conocer si aplican estrategias de lectura al momento de practicarla. Un estudio realizado en Colombia por Cardona Puello et al. (2019), indica que solo el 13.4 % usa estrategias de aprestamiento a la lectura y un 4,2 % revela que el alumno indaga algo sobre el autor del texto o el tema a tratar.
También nos revelan en los resultados que el número de estudiantes con autonomía en la lectura es bajo, es decir no hay una práctica constante dejando la lectura como actividad secundaria como lo afirma Cardona (2019):
El porcentaje de lectores autónomos es bajo, situación que se torna preocupante, en la medida en que se espera que los estudiantes que ingresan a la educación superior posean un interés genuino por la lectura. Según lo manifestado en los grupos focales respecto al acceso a diversas formas de entretenimiento, se puede afirmar que entre los jóvenes estudiados hay un escaso gusto por la lectura debido a la preferencia por otro tipo de actividades de recreación. (s/p)
Son variadas las estrategias que puede utilizar un estudiante para desarrollar la habilidad de lectura. Es claro, además, que la comprensión lectora es esencial para lograr este desarrollo. Veamos una propuesta de siete estrategias para la comprensión de la lectura que puede utilizar el estudiante cuando interactúa con un texto, presentadas en el Curso online «El Cerebro Lector», con el propósito de compartir resultados de investigaciones científicas inherentes al tema.
Control de la comprensión. Consiste en que los estudiantes puedan seguir en cuan medida avanzan o no en su comprensión. Para ello deben aprender a:
La metacognición que es definida como «pensar sobre el pensamiento». Se trata de que el lector pueda pensar y tener control sobre su lectura con acciones antes, durante y después de leer. Para ello se le sugiere a los estudiantes las siguientes estrategias para controlar la comprensión:
Identificar dónde se produce la dificultad, (dónde no comprende).
Identificar cuál es la dificultad, (más específicamente qué no comprende).
Repetir la frase difícil o pasaje en sus propias palabras, (expresa con sus palabras la idea interpretada).
Mirar hacia atrás a través del texto, (retrocede en la lectura cuando precisa aclarar o recordar algo).
Uso de Mapas/Gráficos (Organizadores). Los organizadores gráficos, a partir de diagramas, ayudan a ilustrar conceptos y relaciones entre estos. Por lo que:
Contestar Preguntas. Esta estrategia resulta eficiente pues a los estudiantes:
Da un propósito para la lectura.
Hace que estos enfoquen la atención en lo que tienen que aprender.
Los ayuda a pensar de forma activa en la medida en que leen.
Los anima a monitorear su comprensión.
Los ayuda a revisar el contenido y a establecer la relación entre lo que aprenden y lo que ya conocen.
Hacer preguntas. Con esto los estudiantes aprenden a combinar la información de los diferentes segmentos de textos.
Reconocer la estructura de la historia. Consiste en aprender a identificar las categorías del contenido (personajes, escenario, eventos, problemas, solución).
Resumir. En este punto el estudiante debe con sus propias palabras determinar y describir lo más importante en lo que ha leído. Para ello se sugiere:
Es válido aclarar que estas siete estrategias están enfocadas hacía lectores primarios, pero por la situación antes expuesta en relación a la preparación y el desempeño de los estudiantes al ingresar al nivel universitario, no es de desechar que una que otra de estas estrategias sean de necesaria utilización para los estudiantes que acceden a la Universidad. Si queremos obtener mejores resultados aquí unas recomendaciones:
Ventilación e iluminación adecuada en los espacios designados para la lectura, no se puede estar forzando la vista en un lugar oscuro.
Posición corporal cómoda, sin tensiones. Algunas veces por la posición que adoptamos nos podemos quedar incluso dormidos, es preferible leer con la espalda recta y los brazos apoyados en la mesa o escritorio.
Mover los ojos siguiendo la lectura y no la cabeza.
Lectura silenciosa.
No señalar con el dedo para seguir el texto.
Evitar distractores como la música, celular, otros.
Tener periodos de descanso para no caer fatigados. Por eso repetimos tener ventilación adecuada.
CONCLUSIONES
La práctica de lectura en la educación superior ha sido un problema histórico y presente altamente en la sociedad, por lo que se debe atender prontamente.
La lectura no es decodificar las grafías o recitarlas en voz alta con entonación adecuada, es comprensión de los que se lee para inferir en mayor búsqueda del conocimiento.
El problema de comprensión de textos es parte de la institucionalidad en el momento que el estudiante forma parte del centro de estudios superiores y es desde donde se debe abordar y enfocarse para el desarrollo a cabalidad de la habilidad de lectura en este nivel educacional.
El docente debe compartir con los estudiantes experiencias y acompañamiento para que el proceso de iniciación al sistema educativo superior sea más factible y resulte más óptimo para toda la comunidad académica.
Es tarea del docente universitario, fomentar en el estudiante los hábitos lectores, pero no solo por enriquecer más la formación académica, sino también para la vida del estudiante y sus intereses.
Es recomendable poner en práctica diferentes estrategias de lectura para que el estudiante se encuentre con mayores posibilidades de adentrarse a una alfabetización académica.